Jabi A. ( coordinador de las sesiones de cine social VIERNES CINE en Murcia. Sindicato de Oficios Varios de Murcia)

 Este artículo pretende ser una reflexión sobre el cine social estrenado en nuestras pantallas en la primera década del nuevo milenio con especial atención a los títulos que directa o indirectamente están relacionados con la última crisis vivida a nivel mundial (la crisis económica de 2008/?) y cómo sus argumentos han reflejado las consecuencias que para la economía y el mundo del trabajo está teniendo la problemática de los despidos y la implicación de las corporaciones financieras.

 No es, por tanto, un análisis de todo el cine social surgido en estos años sino un acercamiento a aquellos títulos que por su contenido podrían servirnos de guía para entender las causas de la crisis, convirtiendo al grupo de películas en que predomina esta temática en un “tópics” (o subgénero, en este caso de películas sobre la crisis), donde como veremos hay dramas, comedias, cine romántico, musicales, y sobre todo documentales, destacando las premisas que proponen y revelando aquellas ocasiones en que esconden un mensaje más conservador del que en apariencia critican.

 Deteniéndonos en esta última observación vamos a empezar comprobando algunos conocidos ejemplos de este tipo de cine que podríamos denominar ambiguo, como mínimo, en su denuncia: “Up in the Air” (1), “The company men” (2), “Inside Job” (3) y “Too Big to Fail” (4). Cuatro títulos anunciados como fustigadores de la crisis actual (los dos primeros explorando los destrozos que están causando las “reestructuraciones” laborales, y los otros dos indagando el motivo de su aparición y el papel que jugaron sus responsables) con los que la poderosa maquinaria propagandística de la industria estadounidense logró generar expectativas, incluso entre sus detractores progresistas, siendo en realidad historias falazmente embaucadoras en sus conclusiones y/o carentes de radicalidad (en su sentido original de “ir a la raíz”).

 La inclusión de “Up in the Air” y “The company men” en el llamado cine de denuncia social (así lo ha querido ver parte de la crítica) podría considerarse como algo puramente tangencial. Es cierto que contienen una acusación clara a la progresiva falta de humanización que está llenando todas las áreas de las relaciones laborales, pero se limita a mostrarnos cómo la sufren en la clase media acomodada o, a lo sumo, oficinistas y cuadros intermedios aturdidos ante la falta de valoración por sus largos años de lealtad a la empresa. En ambos casos la denuncia del modelo económico no va dirigida a analizarlo, ni pretende dar alternativas (más allá de proponer que hay que esforzarse y elegir buenas personas para los altos cargos). La única respuesta que muestran sus protagonistas es la de resignarse estoicamente para poder seguir adelante sin trastornos emocionales (la alternativa es el suicidio), enmarcando el drama en mensajes de superación personal, lucha individualista y apoyo en los valores familiares, en definitiva los consejos morales con los que una y otra vez se nos machaca desde Hollywood. No se puede dejar de comparar ambas historias con la visión de Fernando León de Aranoa en “Los lunes al sol” (5), donde nos enseña la otra cara de “The company men” (esto es las consecuencias de los despidos pero en la clase trabajadora, adoptando un discurso de clara necesidad de enfrentamiento al poder económico bastante alejado del individualismo y el conformismo de su homóloga americana), o la visión de Laurent Cantet en “Recursos humanos” (6), auténtico reverso tenebroso de “Up in the Air”, donde el papel del ejecutivo de recursos humanos (también dedicado a notificar los despidos de las reconversiones) no tiene nada del encanto de George Clooney, tomando conciencia de su vergonzosa tarea y planteando la necesidad de organizarse y luchar.

 En los casos de “Inside Job” y “Too Big to Fail” sí estamos, al menos, ante tramas directamente relacionadas con las causas de la crisis y sus protagonistas. Ambas películas muestran la cada vez más alarmante falta de control sobre las actuaciones corporativas por parte de las instituciones políticas. Las dos (una con formato documental y la otra como biopic coral de los principales implicados en las decisiones de la época) consiguen su propósito: hacer fácilmente comprensible a todo el público el motivo y dónde se encontraban los culpables. No obstante viniendo de dos de las grandes “majors”, Sony y HBO/Warner, era de esperar que su intención sólo fuera centrarse en denunciar las causas finales de la crisis y a los culpables, justificando posibles reformas que impidan que eso vuelva a pasar, pero sin cuestionar el sistema financiero. En ningún momento entran a valorar un posible cambio de modelo político/social, o se insinúa la necesidad de luchar para defenderse de las agresiones laborales y económicas que están por venir (resulta curioso que Inside Job se inicie con la descripción de la hecatombe bancaria de Islandia y luego rehúse mostrarnos lo ocurrido tras ella, o por lo menos contrastar con respecto a Europa y EE.UU. la fórmula económica elegida allí para salir de la crisis). Podríamos decir que su crítica apunta exclusivamente a que hay que volver a regular algo más el mercado para que no se descontrolen los especuladores y, en todo caso, evitar que queden impunes los responsables de la situación actual.

 Al incidir en estos ejemplos llegados de EE.UU. no debemos suponer que el cine hecho allí adolece de falta de radicalidad y compromiso político. Esta ha sido una de las respuestas (la más hábilmente domesticada) de la gran industria a lo que está sucediendo, pero hay que reconocer que es el cine anglosajón (y entre ellos el norteamericano) el que más producción está generando con voluntad de explicar didáctica e incluso enérgicamente (en contenido y orientación ideológica) la necesidad de cambiar el actual modelo social, consiguiendo, además, llevarlo a las salas de estreno, televisores y ordenadores de todo el mundo. Sería imposible analizar en este espacio todo el cine surgido de estos países denunciando las políticas económicas que finalmente han llevado a la crisis. En el Reino Unido, p.e., las políticas neoliberales instauradas por Margaret Thatcher a principio de los 80’ llevaron a un cine de denuncia social que tod@s reconocemos en directores como Ken Loach (7), Stephen Frears (8), Peter Cattaneo (9), Stephen Daldry (10), o reporteros como John Pilger (11) y sus documentales sobre la imposición económica colonialista (“economía global” lo llaman) sobre el resto del mundo.

 Tenemos, por tanto, que despojarnos de prejuicios estereotipados sobre dónde o quiénes tienen la oportunidad de sorprendernos con sus propuestas cinematográficas, y destacar que en la actualidad, en el análisis de la crisis, los títulos más sobresalientes a la hora de ayudarnos a comprender su origen y sus consecuencias, hablan inglés. En concreto, apuntando a los más significativos hasta el momento podríamos nombrar a:

 – “The corporation”, de Mark Achbar y Jennifer Abbott (12).

“Capitalismo: una historia de amor”, de Michael Moore (13).

– Y “La Doctrina del Shock”, de Michael Winterbottom y Mat Whitecross (14).

 Estrenada cuatro años antes de estallar la crisis “The corporation” es posiblemente el más interesante análisis que se haya documentado sobre el origen y actuación de la forma de capitalismo en que nos encontramos. Dividido en varias partes elaboradas a través de numerosas entrevistas con premios Nobel, directivos de grandes empresas, economistas, intelectuales, políticos…, esta producción canadiense nos advierte del monstruo que esconde la economía capitalista, de cómo al dotar a las corporaciones del status de «persona», desde el punto de vista jurídico y legal (facultad que les permite la actividad mercantil como si de un humano se tratase), deberíamos haber tomado en cuenta qué tipo de “personas” habíamos creado, ya que al aplicarles un estudio psicológico de síntomas se obtiene que:

 – Carecen de empatía (indiferencia por los sentimientos ajenos).

– Tienden a saltarse las normas sociales relacionadas con los límites.

– Tienden a despreciar la seguridad de la población y el entorno.

– Si es rentable falsean, mienten y engañan.

– No tienen sentimientos de culpabilidad.

– Manifiestan incapacidad para mantener relaciones duraderas.

 Siendo, por tanto, una suerte de PSICÓPATAS que finalmente se han hecho con el destino económico del mundo. La intervención final de Michael Moore resume a la perfección esta advertencia cuando nos plantea lo irónico que es el que las grandes corporaciones le financien unos proyectos cuyo destino es oponerse a ellas. La conclusión a la que llega es que al ser rentable les da igual, porque en realidad “no creen en nada”, mientras de beneficios se trate todo está justificado (lo que en el documental vemos como se extrapola a contaminar el entorno, deteriorar las condiciones laborales o provocar guerras y hambrunas en el mundo).

 Michael Moore confirmó esta conclusión cinco años más tarde en su “Capitalismo: una historia de amor” (2009), una producción financiada y distribuida por una “majors” (en este caso la Paramount), donde realiza una de las denuncias más críticas, valientes y acertadas sobre las consecuencias del actual sistema financiero y la manipulación a que, desde las grandes compañías y el gobierno, se está sometiendo a la población. Moore, que lleva bastantes años gritando verdades incómodas a los oídos de sus compatriotas, denuncia en esta ocasión el modo en que la excesiva codicia y el interés particular han puesto al descubierto la falsedad del idealizado “sueño americano”, trazando un descorazonador retrato de un país en el que va aumentando progresivamente el poder de la oligarquía gracias a un entramado corporativo que logra todos sus propósitos (legitimado y protegido por los sucesivos gobiernos) mientras se extiende la desigualdad social y la pobreza. Su cine está claramente dirigido a despertar al público estadounidense, pero su certera crítica apunta con igual sentido a quienes desde cualquier parte del mundo defienden las supuestas bondades de las liberalizaciones promovidas por el sistema financiero. Una pena que, al final, se dejara arrastrar por el “efecto Obama”.

 “La Doctrina del Shock” (2009), documental basado en el libro de Naomi Klein (15) de mismo título, que llegó a nuestras pantallas con dos años de retraso, explica el ascenso de las teorías económicas de Milton Friedman y su Escuela de Economía de Chicago (los Chicago Boys) ayudándonos a entender cómo se ha ido gestando la forma de capitalismo en que nos encontramos, y cómo un modelo cargado de medidas financieras tan impopulares e insolidarias que sólo había podido imponerse por la fuerza en algunas dictaduras sudamericanas se ha instalado finalmente en EE.UU. y Europa. Para ello nos muestra la estrategia utilizada, la doctrina del shock desarrollada por Friedman, una hábil maniobra manipulativa impuesta con apremio a partir de potenciales desastres que provocan en la población una enorme alerta pública (p. e., un inminente desastre económico, una catástrofe natural, ataques terroristas, epidemias, guerras, crisis, etc.) con el objetivo de preparar el terreno con el que quebrar la voluntad de una sociedad que, alcanzado ese estado de shock, renuncia a valores que de otro modo defenderían con entereza, dando paso al saqueo de los intereses públicos y la implantación de reformas en beneficio de las grandes corporaciones. El documental no refleja, en sus 80 minutos, todo el conglomerado de documentos, referencias e investigaciones que Naomi Klein introduce en su voluminoso libro (cuya lectura da, evidentemente, una visión más completa), pero a cambio Michael Winterbottom y Mat Whitecross (codirectores y coguionistas) consiguen dotar a la trama de un sentido del ritmo y agilidad que capta nuestra curiosidad sin perdernos en tecnicismos, dando como resultado la fácil comprensión de su denuncia a través del seguimiento, desde los años 70’, de como se ha venido poniendo en práctica esta estrategia del shock en países como el Chile de Pinochet, los EE.UU. de Reagan y Bush, la Rusia de Yeltsin, la Gran Bretaña de Thatcher, o la Europa del Euro, y como el modus operandi de los seguidores de Milton Friedman, ha sido (sigue siendo en la actual crisis) el mismo.

 Finalmente no podemos olvidar el desembarco de propuestas llegadas con la expansión de Internet (a finales del milenio pasado), que junto al desarrollo tecnológico de los equipos de filmación y montaje (consiguiendo el abaratamiento de las realizaciones), y la facilidad de distribución que ha supuesto la red, ha permitido acercar al mundo toda una nueva ola de interesantes producciones con los que hemos descubierto la capacidad creativa del activismo estadounidense. Destacaremos dos agitadores títulos cuyos ecos superaron lo estrictamente cinematográfico: “This Is What Democracy Looks Like” (16), documental que recoge las imágenes captadas por la cámaras de más de 100 activistas sobre los sucesos de noviembre de 1999 en Seattle (en la reunión del Fondo Monetario Internacional) logrando que los medios se fijaran por primera vez en el movimiento antiglobalización, y la archiconocida “Zeitgeist” de Peter Joseph (17), una trilogía de difusión gratuita por la red que nos muestra la sorprendente expansión a que ha llegado este tipo de documentales (marginados de los circuitos de distribución comercial) logrando que más de 50 millones de personas vean sus turbadores e intrigantes análisis sobre las crisis surgidas desde el siglo pasado (creíbles o no) uniéndolas a una teoría conspirativa corporativa, gubernamental y religiosa, y atreviéndose a aportar un modelo económico y social (de principios libertarios aunque algo mesiánico) alternativo al actual. El éxito de estos documentales ha impulsado aun más la difusión de este tipo de producciones a través de correos electrónicos y redes sociales, al punto de saturarnos de información. Se podría decir que en la actualidad el problema no está en la limitación de acercamientos sobre cualquier tema que interese, o el acceso a ellos, sino en encontrar la fórmula para poder ejercer una criba que nos evite ver lo ya conocido (aunque peor hecho) y en bastantes casos la pérdida de tiempo.

 Estos cinco documentales forman parte de lo más destacado. Faltarían multitud de títulos que de una u otra forma muestran las consecuencias de las políticas neoliberales que llevaron a la desregularización del sector financiero, la flexibilización del mercado laboral, la privatización o cierre de empresas públicas, la retirada de subsidios, los efectos de la globalización…, pero este trabajo de síntesis sólo pretende ser una guía de iniciación sobre las películas más pedagógicas y comprometidas en la explicación de la crisis y, por extensión, del sistema económico que nos domina. Sugiere asimismo una pregunta sobre el cine del nuevo milenio: ¿por qué este predominio casi exclusivo de la cinematografía anglosajona en la realización de películas radicalmente combativas contra la crisis y el modelo político/económico de la que surge?

“El cine, el poder lo sabe bien,

tiene en comparación con cualquier otro medio de comunicación

la mayor capacidad pedagógica para ayudar a comprender fácilmente

la naturaleza de un tema

y, a la vez, de lograr confundir y manipular sus premisas.”

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 1.- “Up in the Air” (Jason Reitman. USA, 2009. Paramount). Nominada a 6 Oscars (incluyendo mejor película), y 6 Globos de Oro (premio Mejor Guión).

 2.- “The company men” (John Wells. USA, 2010. Weinsteinco). Nominada en numerosos festivales entre los que destacan el de las Asociaciones de Críticos de Chicago y Dallas, los Premios Ghotam de Cine Independiente y los Premios Satellite de la Academia Internacional de Prensa.

 3.- “Inside Job” (Charles Ferguson. USA, 2010. Sony). Multipremiado documental del 2010 (Oscar al Mejor Documental de ese año) sobre las causas de la crisis.

 4.- “Too Big to Fail” (Curtis Hanson. USA, 2011. HBO). Nominada a 11 Premios Emmy en el 2011, y a la Mejor Miniserie por la Asociación de Críticos de la Televisión (EE.UU. y Canadá)

 5.- “Los lunes al sol” (Fernando León de Aranoa. ESP/IT/FR, 2002. Elías Querejeta). Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, 5 premios Goya, 34 premios internacionales, 18 nominaciones…

 6.- “Recursos humanos” (Laurent Cantet. FR/GB, 1999. La Sept-Arte). Premio César a la Mejor Ópera Prima, y 18 premios y 5 nominaciones más en diversos festivales.

 7.- Ken Loach: Riff Raff (1990), Lloviendo piedras (1993), Mi nombre es Joe (1998), La cuadrilla (2001), Felices dieciséis (2002), En un mundo libre (2007).

 8.- Stephen Frears: Mi hermosa lavandería (1985), Café irlandés (1993), La camioneta (1996).

 9.- Peter Cattaneo: Full Monty (1997).

 10.- Stephen Daldry: Billy Elliot (2000).

 11.- John Pilger: Paying the Price: Killing the Children of Iraq (2000), The New Rulers of the World (2001), Breaking the Silence: Truth and Lies in the War on Terror (2003), Stealing a Nation (2004), The War on Democracy (2007), y La guerra que usted no ve (2010).

 12.- “The corporation” (Mark Achbar y Jennifer Abbott. CAN, 2003. Big Picture). Premio del Público en los Festival de Sundance, Philadelphia y Tesalónica, Premio Especial de Jurado en el Festival de Documentales de Ámsterdam, Premio de la Asociación Internacional de Documentales, Premio a la película más popular de Canadá en el Festival de Vancouver.

 13.- “Capitalismo: una historia de amor” (Michael Moore. USA, 2009. Paramount). Premio de la Sociedad de Críticos de Phoenix, Premio Little Golden Lion en el Festival de Venecia, y 7 nominaciones más diversos festivales..

 14.- “La Doctrina del Shock” (Michael Winterbottom y Mat Whitecross. GB, 2009. Renegade Pictures). Estrenada en el Festival de Berlín ha sido exhibida también en Sundance y el Festival de San Sebastián, y nominada a Mejor Película Europea en los Premios Goya.

 15.- Economista, periodista y escritora, Naomi Klein no sólo es la autora de “No Logo: El poder de las marcas“ (Ed. Paidós), y “La Doctrina del Shock: El auge del capitalismo del desastre” (Ed. Paidós), es también la guionista de “La Toma” (Avi Lewis. Canadá, 2004. Barna-Alper) premiado documental sobre la autogestión en las fábricas ocupadas de Argentina.

 16.- “This Is What Democracy Looks Like” (Jill Friedberg y Rick Rowley. USA, 2000.  Big Noise). 7 años más tarde sería llevada al cine en “Batalla en Seattle” (Stuart Townsend. CAN/USA/ALE, 2007. Remstar) comprometiendo en el proyecto a un buen número de conocidos actores, aunque suavizando parte de su discurso político y desarrollando un tono conciliador con el punto de vista policial e institucional.

 17.- “Zeitgeist: The Movie” (Peter Joseph. USA, 2007. GMP). Premio Espíritu Artivista de Largometraje Documental en el Artivist Film Festival & Awards (Festival de Películas y Galardones de “Artivismo”) de Los Ángeles.

 “Zeitgeist: Addendum” (Peter Joseph. USA, 2008. GMP). Nuevamente Premio Espíritu Artivista de Largometraje Documental en el Artivist Film Festival & Awards.

 “Zeitgeist: Moving Forward” (Peter Joseph. USA, 2011. GMP). Estrenada el 15 de enero de 2011 simultáneamente en más de 60 países y 30 idiomas siendo uno de los mayores eventos independientes en la historia del cine. La película se ofreció gratuitamente en Internet el 26 de enero de 2011, recibiendo (en YouTube) 300.000 visualizaciones en las primeras 24 horas. Hubo 2 millones de reproducciones en las primeras dos semanas de publicarse.