Javier Turrillo y Carlos González Tostado (Nissan), Diego Rejón Bayo (Seat)

El miedo manda. Manda ciertamente en lo político, conduciéndonos a un totalitarismo democrático. Y manda mucho más en lo laboral, terreno en el que un capitalismo sin máscaras utiliza el permanente chantaje y la amenaza como ataque a las condiciones económicas y laborales de los trabajadores. Muestra de ello es la deriva de la negociación colectiva entre una patronal superagresiva y unos sindicatos dóciles, también ellos gestores del miedo. Parece que los y las trabajadoras tenemos algo que perder. La pregunta es cuánto y hasta dónde.

En las décadas de los 60-70 del siglo pasado era un denominador común que la negociación de un convenio sirviera  para mejorar la situación de los trabajadores en una empresa o sector. Se utilizaba la plataforma reivindicativa para llevar a la negociación las mejoras en derechos y condiciones sociales, laborales y económicas.

La clase obrera daba por sentado que, a través de la lucha como medio de presión, en las negociaciones se conseguirían mejoras en sus condiciones de trabajo. De hecho, el mayor crecimiento de la tasa salarial sobre el PIB en España, se consigue en el periodo 1968-1978. igualmente las reducciones de jornada y otros derechos tienen un avance muy importante en ese mismo periodo, la mayor parte de él dentro de la dictadura Franquista.

Paradójicamente estamos viendo en estos últimos años que la situación ha cambiado por completo. Las empresas y  la patronal,  utilizando el chantaje (cierres, deslocalizaciones, EREs, despidos, crisis, etc.) junto con la sumisión  de los sindicatos mayoritarios,  han conseguido que en este país nos encontremos con un escenario totalmente contrario a ese concepto original de la negociación colectiva.

Dos ejemplos de esta nueva realidad se han dado en sendas empresas del auto en Catalunya. Ha sido público y notorio el festival mediático generado alrededor de la “responsabilidad” demostrada por las plantillas de Nissan y de SEAT, que han conseguido la adjudicación de un modelo, gracias a congelar o rebajar sus sueldos y condiciones laborales. Incluso ha tenido el aplauso de la institución monárquica con la visita del “borboncito” a SEAT, declarando que esa sumisión es el camino que deben seguir el resto de trabajadores y trabajadoras.

El caso de Nissan:

Desde hace años la multinacional NISSAN viene utilizando  la política del miedo y el chantaje para conseguir sus objetivos.  Pero en estos últimos años, la inestimable colaboración de la mayoría de los sindicatos presentes en esta empresa, ha significado el declive total de la negociación de los convenios.

En el año 2.004 NISSAN presenta dos ERE’s para extinguir los contratos de 160 y 688 personas. Fruto de este chantaje se dio la firma del XVIII Convenio, en el que se retrocedió en condiciones laborales: se incrementaron  los ritmos de trabajo, se penalizaron las bajas por enfermedad y se implantó por 5 años un salario de entrada, generando así una doble escala salarial. A partir de aquí la mayoría sindical generó un pensamiento colectivo profundamente antisindical: los trabajadores hemos de dar gracias por no perder el puesto de trabajo, y no importa perder derechos si esa pérdida sólo afecta a los nuevos trabajadores. Este convenio fue aprobado por UGT, SIGEN (ahora en USO), y CCOO.

En el año 2.007 estaba prevista la adjudicación de un nuevo vehículo NSV (NV200). Para esta adjudicación la Dirección de la planta de Barcelona pide medidas que ampliaran la capacidad productiva de la fábrica. Se utiliza este argumento nuevamente para pedir cambios en flexibilidad  bajo el miedo y la coacción de que no nos darán coches si no somos flexibles. Finalmente se decide que la adjudicación de este vehículo sea para la planta de Tánger. A la vez comienza la deslocalización de producciones del Pathfinder hacia Thailandia y vuelve la amenaza de  de otro ERE para 450 personas.

Finalmente este último ERE se retira a cambio de aumentar la flexibilidad en bolsa de horas, de reducir el paro productivo en vacaciones y de perder algunos derechos sociales que teníamos adquiridos. Además se excluye a la CGT de las reuniones de interpretación y vigilancia del convenio en vigor.

A finales de 2008, la empresa anuncia la presentación de un cuarto ERE para deshacerse de 1680 trabajadores, la crisis internacional que acababa de estallar y el cambio de mentalidad en los consumidores sobre los productos que fabricábamos, son los principales argumentos que esgrime la Empresa para poder llevar a cabo una reestructuración de las factorías del grupo con  despidos salvajes, dejando en la calle a cientos de trabajadores que tendrán muy pocas posibilidades de poder seguirse ganando la vida dado el contexto en el que estamos.

En el mes de julio de 2009, la Dirección de la Empresa, ejecuta los despidos,  con la autorización del Govern tripartito de “izquierdas” justificándola en la negociación mantenida anteriormente por los sindicatos mayoritarios. Tras este brutal ajuste, el miedo, la apatía y la falta de conciencia sindical, se apodera como nunca de los trabajadores de Nissan, respirándose un ambiente en la fábrica cada vez más hostil a la movilización para defender los derechos de los  trabajadores/as. Tan sólo la CGT mantenemos una actitud de enfrentamiento real a la empresa y, ante la falta de apoyo por parte de los demás sindicatos, iniciamos una lucha sindical y jurídica que consigue la readmisión de decenas de compañeros de la CGT con sentencias de nulidad por discriminación. La plantilla reconoce que la CGT es el único sindicato que lucha y que obtiene resultados concretos, pero cunde el objetivo de la empresa y los otro sindicatos del miedo a luchar o apoyar a quien lucha.

En ese contexto se empieza a negociar el XX Convenio Colectivo. La Dirección de la Empresa cambia de discurso y anuncia que el futuro de la compañía pasa por ese Convenio y no por los planes de ajuste que se suscribieron para la reestructuración.

El resultado de este convenio, firmado por la CGT, fue mejorar algunos aspectos económicos, laborales  y sociales para los trabajadores, aunque se mantenían antiguas condiciones negativas que se arrastraban de anteriores acuerdos no firmados por la CGT. Hay que decir que este convenio se firma por tres años (2009-2010-2011) y que la empresa lo valora como una nueva etapa para el futuro de los trabajadores de Nissan”.

Pero antes de finales de 2010 la Dirección de la compañía vuelve a amenazar y a poner en tela de juicio el futuro y la viabilidad de la compañía. Se vuelve a poner en duda la adjudicación de nuevos modelos  y se nos dice por parte de la multinacional que “no somos competitivos”.

De nuevo en el mismo escenario. Dos de los sindicatos del Comité de Empresa creen nuevamente a la Dirección y deciden negociar unas condiciones totalmente negativas para los trabajadores. La empresa, UGT y SIGEN-USOC acuerdan la realización de un referéndum.

El resultado de este referéndum: el 70% de la plantilla acepta las rebajas para que se adjudique, por tercera vez, el mismo modelo. Una vez más,  la plantilla está en manos de unos sindicatos “títeres” de la Dirección  y de sus Federaciones de Industria que negocian al margen. No se defendieron los derechos de los trabajadores y se entró en un referéndum muy peligroso como precedente de aceptación de los chantajes y la política del miedo a perder el puesto de trabajo.

A partir de este momento se modifica el vigente Convenio Colectivo y en 2 días  se firma, sin plataformas y sin negociación real, todo lo que la empresa plantea como objetivo del chantaje. Un modelo nuevo de negociación, una verdadera estafa al conjunto de la plantilla de NISSAN. Se acuerda una vigencia hasta el 31-12-2014 y la Dirección y los sindicatos intentan hacernos creer que tenemos futuro para 10 años. Lo firman UGT y USOC-SIGEN

El convenio actual que tenemos abre  las puertas en Nissan a poder trabajar con un porcentaje de eventualidad creándose así el mágico empleo temporal y la frase de “si te afilias te doy trabajo”. Los sindicatos mayoritarios acceden a todo a cambio de poder participar en ese reparto de empleo precario, dejando de lado y  perdiéndose así  la negociación colectiva.

SEAT no anda a la zaga

La multinacional VW, líder en ventas en todo el mundo, con un teórico sistema de “cogestión” en Alemania, es otro ejemplo más de explotación global. La marca SEAT no es más que un apéndice de VW con el que consiguen beneficios cuantiosos por medio de los precios de transferencia, situando a SEAT en perdidas cada vez que quieren y recuperar así millones de euros en ejercicios posteriores. Pero el capítulo de las relaciones laborales es un ejemplo de utilización del chantaje y el miedo en las negociaciones colectivas de los últimos años.

Hechos como el ERE de 660 despidos de 2.005, los 300 despidos disciplinarios  de 2010 o los seis EREs temporales aplicados por acuerdo con los sindicatos gubernamentales a pesar de haber firmado una flexibilidad de la bolsa de horas que “eliminaba la utilización de expedientes de regulación”, han sido la causa de un escenario de miedo entre la plantilla de SEAT.

Pero el caso más concreto de plasmación de esta política de chantaje, con la participación de los sindicatos gubernamentales, ha sido la adjudicación del modelo Audi Q3 para la planta de Martorell. Hay que decir que existen informaciones abundantes de que la decisión de producir el modelo Q3 en Martorell fue tomada mucho tiempo antes de producirse el conflicto en 2009. No sólo son informaciones, el proyecto de un nuevo taller y de las mismas instalaciones estaba desarrollado desde 2006 y antes de que la empresa planteara el chantaje de adjudicación del modelo, se comenzaba a abrir zanjas para la construcción del taller correspondiente.

Sin embargo, desde el principio la multinacional contó con la colaboración de la UGT para engañar a la plantilla y a la opinión pública sobre la exigencia de VW de congelación salarial como condición para la adjudicación del Q3. CCOO, que se mantuvo al margen de esa colaboración, en un principio, fue responsable directo de la aceptación del chantaje. En efecto, el referéndum-trampa, organizado por la empresa y UGT, no obtuvo un resultado legal favorable en la urnas. La ley establece que para una consulta de este nivel ha de votar favorablemente el 51% de la plantilla total. Aunque el resultado entre los votantes fue favorable, sólo votaron que sí el 37,41% de la plantilla. CCOO que reconoció que esto era ilegal, concedió su firma a UGT y juntos sumaron un 79% de la Representación Social, dando validez a ese teatro indecente a pesar de que la plantilla no dio su conformidad legal.

Esta negociación no sólo ha significado una pérdida total de unos 7 millones de € para la plantilla, si no que la empresa ha conseguido secuestrar la negociación colectiva durante casi tres años. A pesar de haberse denunciado la finalización del XVIIº Convenio Colectivo de SEAT en octubre de 2008, en septiembre de 2011 se han realizado seis reuniones en este año sin ningún resultado. No sólo eso, los sindicatos gubernamentales, sin tener ningún avance en el convenio, le han aceptado a la empresa un sistema de mejora continua que habíamos parado entre todos y la entrada de empresas de trabajo temporal con el grave precedente que eso significa en una empresa grande como SEAT.

Estos ejemplos de sumisión de esos sindicatos a las peticiones de la empresa, lejos de posibilitar una negociación de convenio donde recuperar lo perdido, presagian un convenio que puede significar una nueva derrota histórica para los trabajadores y trabajadoras de SEAT y un nuevo precedente negativo para el conjunto de los trabajadores/as.

Conclusiones

De estas dos experiencias podemos sacar algunas conclusiones:

  • La estrategia del Shock, que ha servido para justificar las agresiones imperialistas de las últimas décadas, se traslada a las empresas como forma de negociar. El miedo al paro, al despido o al futuro, son herramientas en manos de las empresas para dominar y prevalecer en la negociación. Las fuerzas sociales, que mayoritariamente se encuentran en partidos y sindicatos reformistas y socialdemócratas han asumido esta dinámica y participan de ella. No sólo firman el 96% de los despidos por ERE, también cobran del enemigo de clase abundantes cantidades por medio de sus servicios jurídicos.
  • La patronal está consiguiendo desarticular la negociación colectiva. Si los convenios no se negocian durante tres años, o se empeoran continuamente durante su vigencia, la negociación colectiva es papel mojado. Pero sobre todo evidencia una derrota de clase al haberse volcado la negociación colectiva a favor de los empresarios.
  • Se está convirtiendo en norma que los sindicatos gubernamentales nos digan que no se movilizan contra las reformas y leyes injustas a nivel estatal, porque ya lo defenderán en las empresas. Pero después en las empresas firman la aplicación de estas leyes injustas. Luego, los trabajadores sufrimos las graves consecuencias de este sindicalismo doblegado.
  • Pero es evidente que el mensaje de lucha y de reivindicación que la CGT enarbolamos en nuestros principios, no está siendo acogido por la mayoría de las plantillas, que asumen las pérdidas por comparación con una crisis en la calle con cinco millones de parados.
  • Esta misma aceptación de la política del miedo, les hace esconderse en las posiciones más reformistas. El resultado electoral tanto en Nissan como en SEAT (y en otras grandes empresas del auto) ha dado la mayoría absoluta a las opciones que han colaborado con el sistema.
  • Predomina el “todo vale” con la resignada frase de “es lo que hay”,  por que si te portas mal te pueden despedir o no te volverán a llamar. Ese es el slogan que se predica para que el trabajador no se queje y asuma aquello que se le impone y no haga falta negociarlo, ya que peor se está en la calle.

Por último, este escenario no nos puede llevar a los anarcosindicalistas a la aceptación de la derrota y a la resignación. El tanto por ciento de compañeros/as que resisten afiliándose o votando nuestras candidaturas, aunque minoritario, son un acicate para seguir luchando. Necesitamos cambios de mentalidad y ganas de luchar para poder volver a recuperar todo aquello que se nos ha ido robando a lo largo de estos últimos años.

Los que llevamos casi 30 años gritando en el desierto y asistiendo a un retroceso general de derechos y condiciones, podemos enorgullecernos de haber servido, con nuestro mensaje pedagógico, para que los que luchan hoy en las calles con el movimiento 15M hayan podido saltar contra la ofensiva neoliberal que sufrimos. Esa misma convicción es la que nos debe dar fuerzas para seguir dando nuestro mensaje de lucha porque lo mismo que ha saltado la población en la calle, a pesar de la apatía generalizada, en las empresas, en los tajos saltaremos y la CGT debe estar allí canalizando la rebeldía y la lucha para transformar la realidad y crear otro futuro mejor para todos/as.