Jesús Ruiz (historiador de lo libertario), Julio Rubio (profesor de informática)

Toda innovación supone la apertura de nuevas posibilidades que pueden desplegarse en diferentes direcciones. Las nuevas tecnologías a la vez que abren espacios a la participación y la horizontalidad, también la condicionan, por un lado y, por otro, pueden consolidar predominios.
Presentamos un diálogo mantenido por correo electrónico entre Jesús Ruiz y Julio Rubio, favorable el uno y crítico el otro respecto las posibilidades que éstas ofrecen.
P1. (Jesús) El anarquismo plantea una revolución total, que no deje en pie ninguna de las formas de coerción que someten a los individuos. Su objetivo es la liberación completa de los hombres, no sólo económica, sino también política, intelectual y moral.
El anarquismo implica un modo de actuar específico, coherente con el proyecto libertario. Históricamente se ha distinguido por la puesta en práctica de relaciones horizontales, no jerárquicas, en las que la organización, la capacidad de trabajar de modo coordinado, se combinaba con la autonomía de los individuos y los colectivos. A continuación intentaré demostrar que las actividades de los libertarios en Internet continúan y actualizan la tradición anarquista de la que son herederos.
R1. (Julio) Este primer punto es principalmente descriptivo y, pese a que ciertas afirmaciones podrían ser matizadas, no voy a rebatirlo.
P2. La revolución anarquista sólo podrá ser hecha por hombres conscientes, que han aprendido a ser libres.
El movimiento libertario ha dado vida a un proyecto sindical propio, pero también a un proyecto cultural y educativo, al que dedicó desde sus orígenes ingentes esfuerzos.
Este proyecto cultural y educativo libertario ha encontrado un amplio espacio de desarrollo en Internet. De múltiples maneras. No sólo a través de la producción y difusión de creaciones propiamente libertarias, textos, fotografías, audios y vídeos, que crean un discurso alternativo al modo de pensamiento hegemónico.
También a través de la mera difusión de parte del caudal de saberes e información que hacen de Internet una biblioteca inabarcable. Poner la cultura al alcance de los desposeídos, como un bien social más, siempre fue una de las preocupaciones de los libertarios. Por eso las editoriales ácratas incluían también en su catálogo clásicos de la literatura universal y obras de carácter científico y filosófico escritas por autores ajenos al anarquismo, que vendían a precios asequibles.
Por último, la dimensión cultural enlaza con la educativa, en tanto el acceso a la información es un requisito para el aprendizaje. Corresponde al individuo, disponiendo libremente de ella, interpretar dicha información de manera crítica y construir sus conocimientos de acuerdo con sus inclinaciones y necesidades, como desearían los pedagogos libertarios. Resurge así la figura del militante autodidacta, esta vez con acceso a innumerables recursos.
R2. En este punto se señalan las ventajas de Internet como difusor de información. Sin negarlas, las afirmaciones realizadas obvian cualquier consideración socio-económica, y lo que se ha venido a denominar «brecha digital».
 ¿Quién tiene realmente (y no solo potencialmente) acceso a las informaciones disponibles en Internet? Sin hacer un estudio sociológico a fondo, está claro que gran parte de la población que podría ser receptiva a los mensajes libertarios (en nuestros países, y todavía en mayor medida en los países más expoliados) no accede a Internet, sea por falta de medios técnicos o por falta de tiempo (e incluso de interés).
Los Ateneos Libertarios se nutrían de, y estaban orientados a, los más desfavorecidos. ¿Sucede lo mismo con Internet? Podría ser que el advenimiento de la telefonía móvil (ésta sí implantada en amplias capas de la población mundial) con acceso a Internet podría cambiar la situación, pero, por el momento, no creo que sea cierto que Internet esté ayudando a llevar a los desposeídos hacia las ideas libertarias.
P2bis. La noción de desposeído es relativa. Yo hablaba de los desposeídos de la cultura, producida y acaparada por los poderosos. La cultura sigue siendo una mercancía, y usar Internet permite llegar a ella a bajo coste, gracias a los contenidos de libre acceso. Coincido en que la «brecha digital» es un grave obstáculo. Son  muchos los que quedan fuera, sobre todo en aquellos lugares donde se  padecen más injusticias: los grupos más vulnerables. Luchar contra  esta «brecha digital» puede ser un objetivo para el ciberactivismo.
R2(sigue). Otro aspecto que se obvia en la anterior descripción, es que la pedagogía libertaria intenta mezclar juiciosamente el «pensar» con el «hacer». ¿No nos lleva Internet hacia una cultura de ojear (ni siquiera leer) y, a lo más, de escribir y publicar? Los Ateneos Libertarios estaban en locales «físicos», usualmente compartidos por sindicatos y otras asociaciones, donde la gente no solo leía (o aprendía a leer), sino que se «tocaba» con los demás, y se animaba a la acción. ¿No estará yendo Internet en la dirección contraria? Uno se siente cercano y conectado con los luchadores egipcios, pero no se habla con su vecino del portal de al lado…
P2bis. Me remito a la Tesis 6, versículo segundo: «No pienso que todo se pueda cambiar por la sola mediación de Internet». Valga tu observación para precisar el porqué (o uno de los porqués).
 P3. En el proceso de construcción de una contra-hegemonía desde el ámbito libertario, merece mención aparte la creación de medios de comunicación propios en Internet.
Su necesidad nace de la conciencia de que los medios de comunicación de masas de empresa y oficiales están al servicio del pensamiento dominante, y excluyen o tergiversan la información sobre los movimientos que lo desafían. Lily Litvak, al analizar la eclosión de la prensa ácrata entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, señaló como una de las características peculiares de este tipo de periódicos el que funcionaban como canales abiertos a sus lectores, quienes eran responsables, en buena medida, de la redacción de contenidos.
Del mismo modo, los medios de comunicación alternativos surgidos en Internet, ya sean exclusivamente libertarios o estén abiertos a un abanico más amplio de organizaciones y movimientos con vocación revolucionaria, permiten un alto grado de interactividad a la hora de generar, elegir, supervisar y valorar la información.
 La propia morfología de Internet, una red abierta, donde cada terminal es emisor y receptor, favorece el resurgir de un tipo de producción y gestión colectiva de conocimiento que ya formaba parte de la tradición anarquista.
Pero además los medios de comunicación alternativos contribuyen a la creación de una comunidad virtual a partir del grupo de lectores-redactores implicados en el proyecto, y no sólo informan, sino que se orientan a la acción: constituyen estructuras de organización y redes de movilización.
 R3. Este punto recoge muchas afirmaciones que son indiscutiblemente ciertas. Pero ignora que cada tecnología nos «usa» (no solo nosotros nos servimos de ella, sino que también ella nos impone una forma de interactuar). Así, un estudio realista de las interacciones en la red hace ver que hay roles que no solo no desaparecen sino que se acentúan. La supuesta equivalencia entre emisores y receptores en los medios electrónicos se traduce finalmente en una prevalencia de aquellos que tienen más habilidades (o más tiempo) para difundir sus puntos de vista. En el caso concreto de los periódicos digitales, no se aprecia que (más allá de poder opinar sobre algunas noticias o editoriales) los lectores hayan podido cambiar la «agenda» de los distintos medios. Y eso incluye también a los medios alternativos.
P3bis. Creo que debes explicar con más claridad qué formas de interactuar, perniciosas desde el punto de vista libertario, impone Internet a sus usuarios.
R3bis. Me temo que no tengo las ideas suficientemente claras en este punto como para plasmarlas aquí de un modo escueto. Pero estoy seguro de que «algo hay». Quede este aspecto para un próximo intercambio de opiniones.
P3bis(sigue). Con respecto a lo de que en la comunicación a través de Internet prevalecen el emisor más hábil o el que más intervenciones hace, creo que no es necesariamente cierta. Si el receptor es inteligente, no se dejará persuadir ni por la mera retórica ni por la repetición. Y eso queremos los libertarios: internautas instruidos y sagaces. El ruido es un obstáculo, pero los navegantes expertos tienen la pericia suficiente para vadearlo. Por último, auguro el fracaso de los medios alternativos que no sean capaces de establecer una auténtica comunicación, bidireccional, con su comunidad de receptores. Sólo podría retener su fidelidad el desaliento provocado por la falta de auténticas alternativas.
P4. El propio funcionamiento de las redes sociales, fenómeno en expansión en Internet, se relaciona con el modo de hacer anarquista: se forman a partir de lazos de afinidad, y tienen una estructura horizontal, basada en relaciones igualitarias entre sus miembros.
La capacidad de convocatoria de las redes sociales ha quedado de manifiesto en la reciente aparición del movimiento 15-M, dotado él mismo de tantas similitudes con la tradición libertaria. Las comunidades virtuales del ciberespacio son el reflejo de un tejido social auténtico, más o menos difuso y fluido, pero capaz de organizarse con rapidez para lograr objetivos concretos en el espacio real.
R4. Qué duda cabe de que el 15-M, y antes las rebeliones en Túnez y Egipto, han mostrado que los vínculos entre lo virtual y lo real son más fuertes de lo que los tecnófobos anunciaban. Pero ello no debe evitar una mirada crítica hacia las redes sociales. Su propia naturaleza «cierra» en cierto modo Internet. Lo que antes era por defecto público, como en las páginas web de siempre, en las redes sociales puede ser protegido a través de un sistema de «amigos» o miembros del grupo, que tienen acceso a partes de la información reservadas a otros lectores. Sabemos que a Bakunin le encantaban las sociedades secretas, pero no creo que sean un modelo tecnológico a seguir.
P4bis. He aquí otro campo para el ciber-activismo: incorporar la transparencia y la apertura a todas las redes de inspiración libertaria, o en las que participen por afinidad libertarios.
 Es decir, convertir las redes sociales en un auténtico medio de relación horizontal. El secretismo genera incomunicación y perpetúa jerarquías, al relegar la toma de decisiones a una camarilla. La relación por la base entre militantes y simpatizantes es un medio para prevenir tales intentos de control.
P5. La propia morfología de Internet, de carácter abierto, donde cada terminal es emisor y receptor al mismo tiempo, es óptima para el resurgir de un tipo de producción y gestión colectiva del conocimiento y de formas de sociabilidad propias de la tradición libertaria.
La defensa del libre intercambio de contenidos y de la privacidad de los usuarios en Internet se ha convertido en una forma de activismo propia del ciberespacio.
 Una reacción que permite concebir esperanzas contra eventuales tentativas de censura o regulación represiva de la red. Dentro de esta constelación de resistencias, no puedo dejar de mencionar al hacker, prototipo del ciber-activista.
R5. De nuevo una loa acrítica a la tecnología de redes, que ignora tanto los orígenes de Internet (proyecto de defensa estadounidense, para proteger la gestión de su gobierno y armamento en caso de ataque nuclear sobre una sede concreta) como el funcionamiento real de la red. Si ponemos todas nuestras esperanzas en los medios electrónicos, estamos delegando nuestra autonomía, pues dependemos de terceros para su funcionamiento (administradores de servidores, de «routers», de las mismas líneas físicas que soportan a las redes). El principio de autonomía pide que el colectivo, por si mismo, pueda desarrollar su labor. La transparencia de las redes nos hace olvidar sus principios físicos y que, finalmente, son personas las que deciden qué está conectado y qué no. Esas personas tienes sus propios intereses (económicos o estratégicos en su mayor parte), que poco tienen que ver con ninguna tradición libertaria (si excluimos el «anarcocapitalismo», claro está). La morfología externa (la que ven los usuarios finales) puede ser abierta, pero su morfología interna está bien atada por condicionantes técnicos y económicos.
De un modo similar, el activista libertario tradicional es un «hombre del común», que puede ser «cualquiera», reemplazable por otro (al menos teóricamente). En cambio el «hacker» tiene una preparación hiper-especializada, que lo separa esencialmente del hombre de la calle al que teóricamente quiere proteger. Simpatizo con el colectivo «Anonymous», pero siempre que actúan me viene una cautela a la mente: en caso de conflicto de intereses, ¿quién nos defenderá de nuestros defensores?
P5bis. La primera objeción me parece atinadísima. Aunque la autonomía técnica y económica alcanzada todavía no es completa, organizaciones como Nodo50, proveedor de servicios de Internet sin ánimo de lucro orientado a los movimientos sociales, trabajan por preservar de modo razonable un espacio de libertad en Internet.
La segunda objeción también me parece correcta. Pero creo que no plantea problemas insolubles: precisamente la formación de redes transparentes y horizontales y la puesta en común de saberes diluye y en último término anula la dependencia de «individuos imprescindibles».
P6. En este artículo a dos voces me corresponde por convicción el papel de creyente. No pienso que todo se pueda cambiar por la sola mediación de Internet. Pero creo firmemente que Internet representa un inmenso potencial revolucionario, ya que permite planificar y poner en marcha alternativas organizadas al sistema de explotación y alienación dominante. A escala planetaria, y con la intensidad que confieren los contactos instantáneos, en tiempo real.
R6. Mi papel es el del crítico feroz de la tecnología. Pero no soy un tecnófobo convencido. Solo señalo puntos que creo que pasan desapercibidos en la mirada acrítica usual.
 P7. O, lo que es lo mismo, creo que una revolución mundial está más cerca de convertirse en realidad gracias a la existencia del ciberespacio.
R7. En esto no puedo coincidir. Como en el mundo real, los libertarios no son los únicos agentes en juego, ni los más numerosos, ni los más poderosos. No veo por qué la existencia de Internet podría acercarnos a la emancipación. La tecnología permite mecanismos de control social muy potentes, que se activarían como reacción a una eventual movilización mundial.
P8. Internet, como la imprenta o el sindicato, es una herramienta de emancipación. Pero las herramientas dependen del uso que se las dé, y los libertarios no somos los únicos internautas, sino una minoría.
También se extiende al ciberespacio el dominio del pensamiento hegemónico. Y aunque Internet es un medio que privilegia formas de relación equitativas, en él proliferan todo tipo de autoridades y exclusiones. Nunca ha sido un camino fácil. Pero en el ciberespacio están sembradas las semillas de la solidaridad y toma cuerpo la urgente revolución.
R8. De acuerdo: «Nunca ha sido un camino fácil». De acuerdo: «Sirvámonos de Internet y las redes sociales». Pero atención: la herramienta nos «usa».