Saioa Astrain

La historia del anarquismo vasco cuenta con tres asertos que, por repetidos, lastran una posible visión de la misma. A saber, que el anarquismo vasco no tuvo sino una presencia menor en el convulso primer tercio del pasado siglo, que su actividad no se proyectó al interior del movimiento libertario español y que tampoco contribuyó a aportar personalidades singulares a la tradición anarquista.

Sin embargo, trabajos como el que se propone en “Breve Historia del Anarquismo Vasco” nos presentan un cuadro diametralmente opuesto. Escrito en clave de manual (que permita un acercamiento al público en general, pero también aporte datos y criterio para las sensibilidades libertarias), su estructura, que entremezcla el relato histórico con pequeñas biografías y temas alusivos a la cultura y debates de la tradición anarquista, muestra, por el contrario, un movimiento libertario vasco presente en las tensiones de cada época, atento y participante en las evoluciones ideológicas y organizativas libertarias que surgen en el conjunto del estado español y con un significativo número de militantes con importante peso en la propuesta anarquista.

Si bien la aparición del proletariado vasco como tal y de las formas asociativas que darían  origen al movimiento obrero local y a sus diversas tendencias, fue relativamente tardía frente a su constitución en otras áreas del estado francés y español, a través del texto puede observarse tanto unos primeros acercamientos de núcleos locales a las propuestas de la Internacional, como una incorporación a los debates y tensiones anarquistas en madurez ideológica ya para la última década del siglo XIX. La irrupción de las propuestas libertarias como fuerza social en el solar vasco tendría lugar cuando la apuesta anarcosindicalista fuera definiendo sus tácticas para finales de la segunda década del siglo XX, generando la táctica del Sindicato Único una importante capacidad de imposición de la hegemonía obrera en las pequeñas ciudades vascas, como Vitoria. En la Bizkaia industrial, con la práctica de un sindicalismo de movilización favorecido por el retraimiento socialista y un contexto de crisis, la neonata CNT obtendría sus máximas cotas de afiliación y una implacable y masiva represión, que nada distó de las más descarnadas prácticas en tierras catalanas. Durante la noche de la dictadura de Primo, las prácticas de la librecultura serían, en Vasconia también, vehículo de continuidad y posibilitarían el relanzamiento libertario con la apertura republicana, que puso en marcha a una nueva generación, con mayores valores anarquistas y menores querencias sindicalistas, que protagonizó la refundación confederal y lideró el contragolpe a la sublevación derechista del 36. Con el progresivo desplome de la dictadura franquista, el anarquismo vasco tendría que bregar ante la aparición de un bloque social de rechazo movilizado sobre una base asamblearia y anticapitalista que, distintamente a lo ocurrido en otros territorios, sería articulado en torno a los discursos del nuevo nacionalismo antiimperialista.

 El peso interno de las opciones del anarquismo vasco se iría sintiendo en los progresivos debates que irían definiendo la opción anarcosindicalista, condicionando los debates sobre los contornos de la nueva CNT. Fueron también de amplio eco las opciones gubernamentalistas de los dirigentes libertarios vascos, no sólo en la Guerra sino también en el contexto del debate posterior a la derrota, lo que llevaría a muchos de estos hacia posturas proclives a la creación de un Partido Libertario. Y tras la refundación de 1976, el grupo Askatasuna sería estandarte de la apuesta por una CNT global frente a la sindical, y, más tarde, con la ruptura confederal de 1979, importantes figuras y secciones vascas apuntalarían cada una de las dos opciones del anarcosindicalismo.

Así, en cada uno de los tramos históricos desde que se produjera la madurez del anarquismo vasco, brillarían personalidades libertarias, tales como el anarco-comunista Vicente García, el propagandista Aquilino Gómez,  el imprescindible Galo Díez, gentes de acción como Gregorio Suberviola, teóricos como Isaac Puente o secretarios generales como Yoldi o Martínez Prieto. Y contemporáneos como Fuentes u Olaizola.

Aderezado con un fuerte componente gráfico que ratifica la extensión de la propuesta libertaria vasca, esta “Breve Historia” puede, por el contrario, dar mucho de que hablar en el conjunto de las sensibilidades libertarias, al proponer una historia del movimiento libertario amplia y equidistante con las querencias autojustificativas de sus tendencias. No obstante, los criterios y opciones del propio autor, en consonancia con su propia biografía militante, son palpables en el conjunto de la propuesta, comenzando por un cuestionable ámbito territorial (el conjunto de Vasconia) sin correspondencia con un ámbito organizativo específico libertario, o la buscada equidistancia que le hace terminar el volumen con un final necesariamente descriptivo, sin decantarse por una clara propuesta de futuro para la actual encrucijada libertaria.