Anarquistas de Bornos: La Sociedad de Agricultores "La Constancia" y el grupo "Los Bastantes" (1912-1916)
Anarquismo y anarcosindicalismo,
Fernando Romero Romero – Grupo de Trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía (CGT-A).
Los jornaleros agrícolas del municipio latifundista de Bornos, en la Sierra de Cádiz, estuvieron organizados en la Sociedad de Agricultores «La Constancia», que desde 1912 hasta 1915 canalizó sus demandas de mejoras laborales y salariales. Las actividades propagandísticas del grupo anarquista «Los Bastantes», cuyos miembros también formaban parte de la directiva del sindicato, fue la excusa que permitió que las autoridades locales, identificadas con los intereses económicos de los terratenientes, clausurasen la sociedad obrera.
«La Constancia es un organismo netamente societario, basado en la táctica del sindicalismo moderno. nosotros, más amantes de la anarquía que del societarismo, nos reunimos y nos dimos este nombre: Los Bastantes».
Campesinos y sindicalistas
«Un señor. Cinco arrendatarios. Mil quinientos jornaleros con sus familias, hasta siete mil almas». Así es como Luis Bello retrató la desigual sociedad de Bornos cuando visitó el municipio gaditano en 1926, en el curso de su viaje por las escuelas de Andalucía (Bello, 1927, II, 26-32). Quizá simplificó y exageró los extremos, pero la dramática realidad no era muy distinta. El relativamente reducido término municipal –6.310 ha.– presentaba uno de los mayores índices de latifundismo de la provincia, el 79% (Carrión, 1975, 234-235). La gran terrateniente era la condesa de Valdelagrana, María del Carmen Fernández de Córdoba y Pérez de Barradas, que en 1903 heredó de su madre, la duquesa de Denia, los cortijos La Laguna, Puertollano, El Cañuelo, Casas Viejas, Las Pitas, Valdeinfantes, Borniches y otros ranchos, huertos y dehesas que sumaban cerca de cuatro mil hectáreas. Los arrendatarios que las explotaban eran la pequeña burguesía agraria y también la élite política local. Frente a ellos, la legión de jornaleros sin tierra. Entre 1899 y 1903 los aglutinó el Centro Obrero «La Fraternidad», que en sus pocos años de actividad viró desde el republicanismo reformista hacia
el anarquismo. Lo hundieron la hostilidad de las autoridades, el fracaso de la huelga de recolección de 1903 y la escasez de trabajo por la mala cosecha de ese año. Tras casi una década de desorganización, en febrero de 1912 apareció Sociedad de Agricultores «La Constancia», que a finales del año siguiente contaba, según datos de las autoridades locales, con 430 socios.
No disponemos de una relación completa de socios de «La Constancia», que llegó a alcanzar la cifra de 1.165, pero datos que tenemos de sus dirigentes nos muestran, por una parte, que en ella se integraron antiguos afiliados de «La Fraternidad» y, por otra, su vinculación con el grupo anarquista «Los Bastantes». Entre los miembros del comité de la huelga de recolección de 1914 –el más importante de los conflictos protagonizados por la asociación– se encuentran Gonzalo Andrade y Sebastián Gordillo, que habían formado parte de la directiva de «La Fraternidad» en 1902. Gordillo, que en 1914 era vicepresidente de «La Constancia», era uno de los miembros del grupo anarquista, al que también pertenecían José Hidalgo y Francisco López Rodríguez, que fue presidente de la organización en 1913. Ellos tenían claro que eran dos cosas distintas: decían que «La Constancia» era «un organismo netamente societario, basado en los principios del sindicalismo moderno», pero que ellos crearon «Los Bastantes» porque eran «más amantes de la anarquía que del societarismo».
«La Constancia» sí se adhirió a la Federación Nacional de Obreros Agricultores (FNOA), una organización campesina
de inspiración libertaria que tuvo una importante implantación en la provincia de Cádiz y que en 1918 terminaría disolviéndose para integrarse en la CNT. José Hidalgo fue quien representó a los quinientos afiliados de Bornos en el primer congreso de la FNOA, que se celebró en Córdoba en abril de 1913. Al segundo, celebrado en Valencia en mayo de 1914, acudió Francisco López, que también representó a las organizaciones de Prado del Rey, El Bosque, Paterna y Grazalema (Díaz del Moral, 1995, pp. 390-410). En el congreso comarcal celebrado en Bornos en mayo del año siguiente estuvieron representadas diecinueve localidades de Cádiz, una de Sevilla y otra de Málaga, que aglutinaban a 4.591 obreros (Trinidad Pérez, 2001, pp. 153-155).
(El castillo-palacio de los Ribera, propiedad de la condesa de Valdelagrana, la gran terrateniente absentista de Bornos (Foto: Quijano).
Ninguna huelga de ese periodo resultó tan conflictiva y tuvo tanta repercusión mediática como la de 1914. Se desarrolló sobre el trasfondo de una oleada huelguística que afectó a toda la campiña jerezana.
La huelga de recolección de 1914
Que los trabajadores careciesen de organización legalizada hasta la constitución de «La Constancia» no significa que estuviesen completamente desmovilizados. Sí lo estuvieron durante los años de escasez y hambruna que se sucedieron desde 1904, pero volvieron a reclamar mejoras salariales cuando despuntó la segunda década del siglo. Sin estar formalmente organizados, declararon una huelga en noviembre de 1910 y, estando ya constituida «La Constancia», lo hicieron durante los veranos de 1912 a 1915. Algunas de ellas fueron de larga duración: treinta días la de 1912, diez la de 1913 y treinta la de 1914. En la primera ya debió de haber algún tipo de coordinación con los sindicatos de los pueblos limítrofes, pues en el mitin celebrado el 18 de junio intervinieron representantes de las organizaciones campesinas de Villamartín y Espera; según un comunicado firmado por varios miembros del sindicato que publicó el periódico Tierra y Libertad, el día 23 de junio, cuando la huelga ya venía durando más de veinte días sin que se hubiese producido ninguna alteración del orden público y mientras el alcalde ponía impedimentos para la celebración de las asambleas del sindicato, el cabo de la Guardia Civil comenzó a amenazar a los obreros para que se incorporasen al trabajo.
Ninguna huelga de ese periodo resultó tan conflictiva y tuvo tanta repercusión mediática como la de 1914. Se desarrolló sobre el trasfondo de una oleada huelguística que afectó a toda la campiña jerezana. Del 10 al 12 de abril se celebró en Jerez un Congreso Comarcal de la FNOA en el que los delegados de nueve organizaciones aprobaron por unanimidad presentar el 11 de junio unas bases de trabajo comunes que exigían el pago del jornal íntegro («a seco») y la reducción de la jornada en los trabajos de recolección; los campesinos exigirían además que quedasen también pactadas las bases para las faenas de invierno, es decir, que el convenio tuviese vigencia para todo el año agrícola (Maurice, 1988). Eran conscientes de la importancia de la unidad de acción. La unión fue un tema recurrente en las intervenciones de Francisco López en las sesiones del congreso nacional de la FNOA que se celebró pocos días después en Valencia. En la sexta sesión tomó la palabra y se dirigió a los demás delegados diciendo: Los agricultores españoles hemos patentizado ante los obreros de la ciudad de que ya no somos los esclavos de la gleba; que habiendo tomado como brújula el sindicalismo revolucionario, formaremos un conglomerado de fuerzas humanas que reciban los embates de la burguesía.
Francisco López abogaba por la creación de una Federación Mundial del Trabajo que habría de ser –decía– «el cronómetro que señalará la hora de la redención humana». Esa era la retórica. Pero la cuestión práctica la había formulado en la sesión anterior, cuando preguntó qué haría la federación si los sindicatos de Andalucía se veían precisados de ir a la huelga (Díaz del Moral, 1995, pp. 390-410). La solidaridad y la unidad de acción–al menos entre las
organizaciones gaditanas– iba a ser la nota característica de la gran huelga de recolección del verano de 1914, que el
21 de junio, a los diez días de comenzar, afectaba más de diez mil trabajadores de una docena de localidades.
«La Constancia» intentó presentar las bases directamente a los labradores, pero estos carecían de organización patronal y ninguno de ellos quiso recogerlas, por lo que tuvo que acudir al alcalde para que mediase. Tanto este como el primer teniente, los conservadores Francisco de Paula y Manuel Ruiz Ortiz, eran labradores y delegaron en el segundo teniente, Basilio Rodríguez Jurado, para que convocase el consejo de conciliación, formado por representantes de los obreros, agricultores y horticultores, que debía negociar el convenio. Pero Basilio Rodríguez también renunció –decía que por motivos de salud– y quien finalmente representó al alcalde fue el tercer teniente, Manuel Barra Delgado, que también era labrador, pero cultivaba tierras del vecino término de Espera. La identidad de intereses entre los labradores y la corporación volvió a quedar patente en el hecho de que dos de los seis representantes de la patronal, el agricultor Manuel González García y el horticultor Antonio Barrios Cebrián, también eran concejales. La patronal eludió
formular una contrapropuesta y se limitó a indicar que aceptaría, como se venía haciendo los años anteriores, el convenio que se pactase en Jerez. La representación obrera aceptó acogerse al convenio jerezano y la huelga local comenzó el día 10 a expensas de lo que se negociase en la ciudad. Lo que quizás nadie presagiaba entonces es que la de Jerez se iba a prolongar durante un mes.
A las dos semanas de haber comenzado, el ministro de la Gobernación, José Sánchez Guerra, declaró que la mayor preocupación del Gobierno era la huelga general de obreros del campo en Andalucía y citó a Bornos como ejemplo de localidad en la que había adquirido caracteres graves. En Espera, Jerez y Villamartín fueron detenidos huelguistas que coaccionaban a los esquiroles para que abandonasen el trabajo. Y también en Bornos, donde, según la prensa, la huelga adquiría mayor importancia que en el resto de la comarca. Veinte huelguistas bornenses fueron arrestados por coacciones y dos de ellos quedaron a disposición de un juzgado militar por excitar a sus compañeros a hacer resistencia a la Guardia Civil. El 26 de junio eran cuarenta y tres los obreros que estaban detenidos por coacciones. El 4 de julio «La Constancia» celebró un mitin en el que se pidió la solidaridad de todas las clases sociales con los huelguistas y el día siguiente hubo un cierre parcial de establecimientos comerciales. Los piquetes seguían levantando del trabajo a los esquiroles y un grupo de segadores que el día 5 fue a trabajar al cortijo Valdeinfante tuvo que ser escoltado por la Guardia Civil. Ese mismo día los guardias obligaron a regresar al pueblo a un piquete y también disolvieron a un grupo de obreros que se había concentrado en la Plaza de Alfonso XII. Según la prensa, en el pueblo existía intranquilidad.
Comenzaron a llegar obreros de Espera para trabajar en los cortijos del término y cuando los piquetes intentaron
salir de nuevo, la Guardia Civil los disolvió a tiros. Para garantizar el orden público llegaron al pueblo cincuenta y cinco guardias que se distribuyeron por los alrededores de la cárcel y otros puntos estratégicos.
La patronal se saltó el convenio impunemente, contratando a obreros forasteros o no asociados y, a la vez, presionando a quienes lo estaban para que abandonasen la organización.
Estando así las cosas, con el pueblo literalmente tomado por la Guardia Civil, patronos y obreros decidieron pactar un convenio local al margen de lo que negociara en Jerez. El 7 de julio, mientras El Guadalete informaba de que la huelga de Bornos tomaba cada día «peor aspecto» y que esa situación perjudicaba tanto a los patronos como a los obreros y comerciantes, que mediaron en el conflicto, se alcanzó un acuerdo sobre salarios, pero los trabajadores decidieron continuar la huelga hasta que se solucionase la de Jerez. Esta se resolvió el 9 por un laudo del gobernador civil, Miguel Fernández Jiménez, que fue aceptado por ambas partes. El gobernador salió inmediatamente para solucionar las de Bornos y Villamartín y antes de llegar gestionó con el juez de instrucción del partido la liberación de Francisco López, miembro de comité de huelga, que había sido detenido por reunión ilegal. Aunque ya habían acordado unas bases locales, las comisiones de patronos y obreros, convocadas por el gobernador a una asamblea que se celebró en el despacho del alcalde, decidieron ahora aceptar el laudo de Jerez, que fijaba un jornal mínimo de 2,75 pesetas «a seco» para los trabajos de recolección con máquina y jornal mínimo de 1,62 para las faenas de invierno. Como el laudo jerezano no incluía el trabajo de los hortelanos, se añadió que estos cobrarían salarios de 2,50 pesetas en verano y 2,00 en invierno por jornada de sol a sol. Los obreros intentaron imponer una cláusula que prohibiese a los forasteros trabajar en el término de Bornos, pues decían que no habría trabajo para todos si se admitía a gente de fuera. El propio alcalde reconocía que eso era cierto: «Esto no me negaréis que ocurre todos los años, pues en Bornos sobran unos 300 ó 400 porque el término es pequeño y en otras partes faltan». Pero el gobernador rechazó la propuesta tajantemente, diciendo que los forasteros que trabajaban en los cortijos de Bornos lo hacían al amparo de una ley que había que respetar: «La libertad de trabajo está permitida y esa la garantiza la autoridad que aquí represento». Pocos días después el alcalde gestionaba la colocación de los obreros sin trabajo en fincas del pueblo y en otros términos municipales. El alcalde de Las Cabezas de San Juan le había solicitado que enviase cincuenta, pero los obreros de «La Constancia» se negaron a ir porque en aquel pueblo aún se mantenía la huelga y eso «sería traicionar a sus compañeros».
El conflicto rebrotó en septiembre. Era un mes de poco trabajo en el campo. La campaña de recolección había concluido y aún no se habían iniciado las labores de cohecho para la sementera. El sindicato denunció que los labradores estaban incumpliendo el convenio y que solo estaban dispuestos a pagar jornales de 0,75 pesetas más comida, cuando lo pactado era que los jornales se pagarían en «a seco». Según el representante de la patronal, el concejal y labrador Manuel González García, no era cierto que se estuviesen pagando salarios inferiores a los pactados.
Decía que en esa fecha no se estaban realizando labores agrícolas, pero que cuando comenzasen los cohechos se cumpliría estrictamente lo acordado. Ahora bien, el labrador sostenía que ese pacto solo afectaba a los obreros asociados a «La Constancia», pero no a los demás. Y concluía diciendo que «su libertad para contratar los obreros que tengan por conveniente no está limitada por ningún concepto».
Los obreros celebraron varias asambleas a mediados de septiembre y trataron en ellas la conveniencia de embarcarse en una nueva huelga, pero no tomaron ninguna decisión por falta de concurrencia, pues solo asistió un centenar de socios. El gobernador, por su parte, encomendó al alcalde que intentase evitarla por todos los medios. El 6 de octubre el sindicato comunicó al alcalde que los obreros estaban regresando de los cortijos porque los labradores no pagaban lo pactado y que iniciarían la huelga en el plazo de ocho días que marcaba la ley. La respuesta de los representantes de los labradores al requerimiento del alcalde volvió a dejar bien claro que, habiendo poco trabajo y existiendo libertad para contratar a quienes quisieran, ellos se encontraban en unaposición dominante ante la que los obreros estaban completamente indefensos:
[…] hasta hoy no hemos necesitado los servicios de los obreros pertenecientes a dicha Sociedad, y cuando los necesitemos entonces les daremos el jornal y condiciones convenidas, por lo que carece de fundamento la queja. Los obreros que trabajan en los predios que cultivamos en este término municipal no pertenecen a dicha Sociedad y si alguno perteneciera no le hemos pedido servicio alguno, porque todos los que trabajan para ser admitidos han pedido y aceptado el jornal y condiciones que tenemos establecidos en los mismos en uso del derecho que nos asiste para contratar libremente el trabajo con quien tengamos por conveniente y al mismo tiempo beneficie más nuestros intereses y guarde formas de respeto y consideración.
Como la Sociedad Obrera «La Constancia» en sus proclamas y predicaciones dirige continuos ataques e insultos a la clase patronal, la dignidad de ésta, rechaza toda discusión con ella mientas no deponga su actitud y dé satisfacciones
cumplidas; por cuyas causas tenemos el sentimiento de comunicar a V. S. que no podemos aceptar la mediación que nos ofrece para solucionar la huelga anunciada, promovida al parecer por los directores de la Sociedad para mantener la lucha entre el capital y el trabajo.
Entendido así, que el convenio no obligaba a todos los obreros que trabajasen en el término, sino solo a los asociados, y siendo mayor la demanda de mano de obra que la oferta de trabajo, la patronal pudo saltárselo impunemente, contratando a obreros forasteros o no asociados y, a la vez, presionando a los que estaban asociados para que abandonasen la organización. El que estuviese asociado no iba a encontrar trabajo en Bornos.
Clausura de «La Constancia»
Los jornaleros pasaron un crudo invierno y en febrero de 1915 acudieron al Ayuntamiento pidiendo pan o trabajo. La sede de «La Constancia» acogió en mayo el segundo congreso comarcal de la FNOA y en junio se declaró una huelga de recolección en la que de nuevo se demandó un convenio anual que tuviese vigencia hasta mayo del año siguiente. Las autoridades andaban buscando alguna excusa para clausurar el sindicato y la encontraron en las actividades del grupo anarquista. En agosto se abrió un proceso por un suelto que se publicó como suplemento del periódico Fuerza Obrera y que, según los anarquistas, se hizo cumpliendo, o creyendo que se cumplían, los requisitos legales. La hoja la publicó el grupo, pero desde que se abrió el proceso sospecharon que a quien se pretendía atacar era al sindicato:
Un proceso sin explicación, porque nos dicen que [es] por asociación clandestina, esto es, por el grupo; nos preguntan
por las hojas, por la marcha del grupo. En fin, quieren encausarnos con el propósito de ahogar a la Sociedad y las ideas que propagamos. Se persona el juzgado en el Centro, se lleva el libro de registro de socios para que declaren los ¡1.160! que la componen. Molestias en este juzgado y en el de Arcos de la Frontera. Pero a pesar de tanta anomalía no cejamos ni un momento de decir alto que pertenecemos a la Sociedad como agricultores y al grupo como anarquistas. Que los sepan los jueces y demás auxiliares del infame capitalismo.
No se equivocaron. El sindicato fue clausurado a las pocas semanas, el 14 de septiembre. A varios obreros les pusieron multas de 1.500 pesetas y Francisco López y Sebastián Gordillo fueron detenidos preventivamente en la cárcel de Arcos en espera de juicio por asociación ilegal. Desde la cárcel escribieron un artículo en el que daban cuenta del cierre de la asociación y enfatizaban que la persecución de las autoridades y la ilegalización de la sociedad no iban a acabar ni con sus ideales ni con la organización obrera: en cuanto salieran organizarían un nuevo grupo anarquista y una nueva sociedad obrera.
A principios de octubre, Tierra y Libertad informaba de que habían sido liberados los dos anarquistas que se hallaban presos «como pretexto que justificara la clausura de la Sociedad de Campesinos “La Constancia”, de Bornos», pero que el sindicato continuaba cerrado. No volvió a abrir sus puertas. El grupo «Los Bastantes» sí continuó activo. En septiembre el semanario anarquista anunció la apertura de una suscripción a favor de Francisco López: «víctima del caciquismo andaluz, ha caído en las mallas de la justicia por la publicación de un artículo que fue denunciado». El propagandista libertario José Sánchez Rosa participaba en esas fechas en una campaña pro amnistía para los presos políticos y sociales y el 7 de septiembre intervino en Bornos en un mitin en el que también participaron Gonzalo Andrade, José Hidalgo, Sebastián Gordillo y Juan Jurado; se recaudaron nueve pesetas para la suscripción que estaba abierta a favor de los presos sociales y se acordó enviar un mensaje de protesta al presidente del Consejo de Ministros. Pocos días después, Sánchez Rosa intervino en otro acto en Lebrija (Sevilla), a cuya salida se recaudaron 20,15 pesetas, de las que la mitad se destinaría a Francisco López.
(El casco urbano de Bornos durante la década de 1920. Foto: Quijano).
«No cejaremos ni un momento de decir alto que pertenecemos a la sociedad como agricultores y al grupo como anarquistas.»
En diciembre de 1916, López firmó un comunicado en el que los grupos anarquistas «Los Bastantes», «Los Cosmopolitas» de Prado del Rey, «Guerra a la roña» de El Coronil (Sevilla) y «Armonía» de Carmona (Sevilla) anunciaban su proyecto de editar el folleto «La Anarquía triunfante», de Anselmo Lorenzo. Pocas semanas después, en enero de 1917, lo encontramos en un mitin organizado por la Sociedad de Campesinos «El Inesperado» de Morón de la Frontera y debió de ser en esas fechas cuando se marchó de Bornos y se estableció en Prado del Rey.
La acción anarquista no cesa
En Bornos ocurrió lo que Francisco López y Sebastián Gordillo advirtieron desde su encierro en la cárcel de Arcos en 1915: los obreros organizaron una nueva sociedad que, con otro nombre, tomó el relevo de «La Constancia», pero esto ocurrió casi dos años después de su clausura. Sabemos que se celebraron mítines o asambleas en enero y septiembre de 1916, pero los obreros de Bornos carecieron de una asociación legalizada durante todo ese año y tampoco hubo huelga de recolección. La crisis de trabajo de marzo los empujó a acudir al Ayuntamiento en demanda auxilio y el alcalde decidió repartir a los parados entre los vecinos pudientes del pueblo. Y una situación idéntica se reprodujo en febrero de 1917. La nueva organización, que adoptó el nombre Sociedad de Agricultores y Similares «La Lucha es Vida», presentó sus estatutos al Gobierno Civil el 16 de mayo de 1917 y celebró la asamblea constituyente el 6 de junio. Entre los miembros de su primera junta directiva encontramos a varios militantes que procedían de los cuadros de «La Constancia»: Gonzalo Andrade fue elegido presidente; el cargo de secretario lo ocupó José Labrador Navarro, que también perteneció al grupo «Los Bastantes»; el tesorero, Francisco Labrador Moreno, fue vocal
(Obreros de la construcción de Bornos en los años veinte).
de la primera directiva de «La Fraternidad» en 1899 y en 1913 regentaba una de las tabernas en las que se reunían los vecinos de «ideas sociales avanzadas»; y el vocal José Hidalgo Domínguez podría ser el dirigente anarquista de «La Constancia», cuyo segundo apellido no consta en ninguno de los documentos que se han conservado.
Como su antecesora, «La Lucha es Vida» se ubicó en el ámbito ideológico libertario y en su segunda asamblea acordó suscribirse a cinco ejemplares de La Voz del Campesino, el periódico que comenzó a publicarse en Jerez como órgano de la FNOA y al que también estuvo suscrita «La Constancia».
Francisco López residía en esas fechas en Prado del Rey, donde se integró en el grupo anarquista «Los Cosmopolitas» y en la Sociedad «La Cultura» Pro Biblioteca Pública. Esta fue una asociación interclasista nacida con el objetivo de crear una biblioteca pública y promover la cultura en la localidad. Entre sus iniciadores y dirigentes sobresale la figura del anarquista Francisco Gutiérrez Oñate, un carpintero autodidacta que perteneció al grupo «Los Cosmopolitas» y representó a la sociedad obrera local en el congreso comarcal de la FNOA de mayo de 1915. Francisco López fue elegido secretario segundo de la junta directiva de «La Cultura » en mayo y diciembre de 1919 y en el catálogo de su fondo bibliográfico consta que donó un ejemplar del libro Átomos y astros, de Víctor Delfino. A principios de los años veinte fue deportado de Prado del Rey junto a Francisco Menacho Domínguez (Cuesta Bustillo, 1997, p. 304), que fue dirigente de la comunidad de librepensadores que hubo en la localidad durante la primera y segunda décadas del siglo. Francisco López regresaría entonces a Bornos, desde donde escribió el artículo «Biblioteca», que en mayo de 1922 se publicó en el nº 3 del Boletín que coeditaban las sociedades pro bibliotecas públicas de Prado del Rey y Ubrique.
«Comenzaremos nuestra tarea de propaganda sindicalista, constituyendo otra sociedad obrera, otros grupos ácratas, y así conseguiremos dar al traste con esta inicua sociedad de esclavos, tiranos y explotadores.»
Bibliografía
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Carrión, Pascual: Los latifundios en España. Madrid: Ariel, 1975.
Cuesta Bustillo, Josefina: Francisco Largo Caballero: su compromiso internacional. Madrid, Fundación Largo Caballero, 1997.
Díaz del Moral, Juan: Historia de las agitaciones campesinas andaluzas. Madrid: Alianza editorial, 1995.
Gutiérrez Molina, José Luis: La tiza, la tinta y la palabra. José Sánchez Rosa, maestro y anarquista andaluz (1864-1936). Sevilla – Ubrique: Editorial Tréveris– Libre Pensamiento, 2005.
Maurice, Jacques: «una huelga y sus fuentes», en vv.Aa.: El movimiento obrero en la historia de cádiz, Cádiz: Diputación de Cádiz, 1988, pp. 239-251.
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Trinidad Pérez, Francisco: Los trabajadores gaditanos en la coyuntura de la 1ª Guerra Mundial (1914/1923). Cádiz: Universidad de Cádiz, 1994.
Romero Romero, Fernando: «Reforma social y anarquismo: el centro obrero “La Fraternidad” de Bornos (1899-1903)», en Humanística, Jeréz de la Frontera, nº 12, 2000-2001, pp. 207-216.
Romero Romero, Fernando: Jornaleros y organizaciones obreras. Villamartín, 1900-1936. Cádiz: Diputación de Cádiz, 2001.
Romero Romero, Fernando: La cultura y la revolución. República y guerra civil en Prado del Rey. Prado del rey / Sevilla: Ayuntamiento de Prado del Rey / Editorial Aconcagua, 2011.
Archivos
Archivo histórico provincial de cádiz, Secc. Gobierno Civil, libro 474.
Archivo municipal de bornos, nº 76, 276, 278, 279, 324, 325 y 1.637.
Biblioteca de prado del rey, Documentación de la Sociedad «La Cultura».
Prensa
ABC, Madrid, 27-6-1914; El Liberal, 22-6-1914 y 27-6-1914; El Globo, Madrid, 26-6-1914, 27-06-1914, 7-7-1914, 1-7-1914, 7-7-1914 y 8-7-1914; El Guadalete, Jerez de la Frontera, 7-7-1914, 9-7-1914; El Mensajero, Jerez de la Frontera, 14-7-1914; El Socialista, Madrid, 2-6-1915; La Información, 6-7-1914, 16-7-1914; La Vanguardia, Barcelona, 24-6-1914; Tierra y Libertad, Barcelona, 3-7-1912, 21-8-1915, 6-10-1915, 27-10-1915, 6-9-1916, 20-9-1916, 27-9-1916, 27-12-1916, 7-1-1917 y 24-1-1917.
(Francisco Gutiérrez Oñate. el carpintero anarquista, fundador del grupo «Los Cosmopolitas» y de la Sociedad «La Cultura» de Prado del Rey, en los que también se integró Francisco López)