Antonio Rivera

Por iniciativa de varios sindicatos norteños de la CGT se acaba de publicar la versión castellana de este estudio acerca del anarquista Camillo Berneri, que vio originalmente la luz en italiano hace ya un lustro (Mimesis, Milán). Se trata de un análisis exhaustivo, profundo e inteligente de la trayectoria de un hombre que, aunque murió joven, comprimió en su corta e intensa vida todo un tratado de anarquismo, tanto teórico como práctico, en las difíciles y conflictivas décadas de entreguerras.

Berneri fue asesinado en los primeros días de mayo de 1937 por un grupo de comunistas entregados a la estrategia de Stalin, dentro de la guerra civil desatada en Barcelona entre éstos y los libertarios (y sus aliados, los heterodoxos comunistas del POUM). Tenía entonces cuarenta años, había huido de la persecución de la dictadura de Mussolini, pero ya había aprovechado la oportunidad que le dio la vida de tratar con las referencias fundamentales del pensamiento de izquierdas italiano: su primer maestro, el historiador Gaetano Salvemini, el liberal Piero Gobetti, el socialista Carlo Rosselli o el comunista Gramsci, además de correligionarios suyos como Luigi y Luce Fabbri. Ese contacto caracteriza la naturaleza y el valor intelectual del pensamiento de Berneri, no demasiado habitual en el anarquismo: su convivencia con otros pareceres le fuerza a una reflexión abierta, necesariamente crítica con sus propios postulados, pragmática en lo debido, abordando todo tipo de temáticas sin limitación ninguna. A la vez, le obliga a pertrecharse de los argumentos suficientes y a fortalecer hasta el extremo su coherencia ideológica, para así contender adecuadamente con tan preclaros y exigentes opositores. De esa manera, a cada momento, sus tesis y criterios se someten al exigente juicio de sus oponentes, depurando todos ellos tanto en su consistencia teórica como en su aplicabilidad al momento en que vivían.

Puede que por ello, por mor de esa experiencia vital, el resultado sea desconcertante: el mayor crítico del forzado colaboracionismo gubernamental de la CNT-FAI en la coyuntura española de 1936 nunca tuvo impedimento para tratar cara a cara con la política y con sus adversarios políticos. Tan clarividente radicalidad crítica era la de quien no limitaba la esfera de su pensamiento y de las consecuencias teóricas y prácticas de éste –como tantas veces ha pasado en el “ideologismo libertario”-, y no por ello acababa en su cercanía al debate político en posiciones contemporizadoras o moderadas. El contacto con la política, con el debate político del tiempo que uno vive, no conduce, como demuestra Berneri, de manera inevitable, a la justificación de sus extremos más negativos en aras de la practicidad.

El italiano se planteaba la necesidad de “dar una sacudida al anarquismo para que piense en la política”. Esa intención le invitó a adentrarse sin limitaciones autoimpuestas ni complejos en la particular relación existente entre anarquismo y política, guiado siempre por cuál de las respuestas dadas a los problemas desde el anarquismo podía ser más adecuada a las urgencias y necesidades del instante que vivía. Así, nada humano le resulta ajeno, y toma posición bien articulada en cuestiones como la pedagogía, la técnica, la cultura, la religión, la capacidad para conocer científicamente (epistemología), el humanismo, los límites del clasismo proletario, la democracia, la revolución, la violencia, la organización, el sindicalismo, los totalitarismos, la política electoral, la psicología, la etnología…

Porque Berneri depositaba toda su confianza en el llamado “problemismo”, una manera de pensar que obligaba a que la ideología se apoyase en el análisis de los hechos, en su capacidad para responder a los problemas reales del momento y para dar lugar a un “anarquismo posible”. En definitiva, “afrontar el complicado mecanismo de la sociedad actual sin anteojos doctrínales y sin excesivos apegos a la integridad de su fe” (anárquica), para así “conservar aquel conjunto de principios generales que constituyen la base de su pensamiento y el alimento pasional de su acción”.

Todas y cada una de esas temáticas las estudia D’Errico con gran rigor y profusión de datos recogidos en fuentes de calidad. El libro, surgido de una vocación y reflexión claramente académica, desvela múltiples reflexiones hechas por Berneri allá por el primer tercio del pasado siglo que sirven en muchos casos para abordar los problemas del Tercer Milenio desde la perspectiva de los libertarios. No es un vademécum –no lo podría ser viniendo de Berneri-, sino más bien un repertorio sólido de argumentos para muchos problemas que siguen siendo en lo básico los mismos que él tuvo que hacer frente. Además, D’Errico engarza dinámicamente esas reflexiones del italiano con otra no menos exhaustiva investigación biográfica, dando cuenta de los detalles más particulares y desconocidos de su vida.

En un artículo de 1922, titulado “Anarquismo y federalismo. El pensamiento de Camillo Berneri”, el italiano resumía la esencia de su pensamiento:

 “Yo entiendo por anarquismo crítico un anarquismo que, sin ser escéptico, no se contente con las verdades adquiridas, con las fórmulas simplistas; un anarquismo idealista y al mismo tiempo realista; un anarquismo, en definitiva, que injerte verdades nuevas en el tronco de sus verdades fundamentales, que sepa podar las ramas viejas”.

 De todo esto habla este libro. Una lectura tan exigente como recomendable para los libertarios de este complicado Tercer Milenio.

Referencias de la publicación:

Anarquismo y política. El «programa mínimo» de los libertarios del Tercer Milenio. Relectura antológica y biográfica de Camillo Berneri por Stefano d’Errico, CGT Burgos, 2012, 800 págs. Rústica 23×17 cm, ISBN 9788461558414