Cristina Plaza – Ateneo Libertario La Idea

Nadie puede escoger su lugar de nacimiento ni su familia ni el grupo social en que  nace, pero, afortunadamente, todas las personas podemos elegir nuestra familia ideológica. Ahí cobra sentido hablar de nuestras abuelas y nuestras madres, mi generación sería la de las hijas/hermanas que ya tenemos hijas. La adscripción a una ideología tiene una importancia vital para transitar este “valle de lágrimas”, el pensamiento nos define aunque no alcancemos ese horizonte utópico anhelado, por eso mis abuelas son mujeres como Teresa Claramunt y mis madres podrían ser Amparo, Lucía o Mercedes.

1El año pasado se celebraba el 75 Aniversario del Primer Congreso de la Federación de Agrupaciones de Mujeres Libres, celebrado en Valencia (agosto de 1937), no es un aniversario cualquiera ya que hablamos de nuestras madres, de nuestras raíces y de una problemática aún hoy no superada. La Confederación General del Trabajo editó un facsímil maravilloso en el que podemos acercarnos no solo a las ideas de las compañeras, utilizando una fuente directa, sino también a la edición de la revista, que enlazaba con las vanguardias artísticas del momento sin duda gracias a las colaboraciones de Baltasar Lobo (dibujante y escultor) y Lucía Sánchez Saornil (poetisa dadaísta). En esta edición conmemorativa se ha respetado totalmente la estructura de la revista (una reproducción recreada al mínimo detalle) y se ha creado un número nuevo que contiene una selección de páginas reales de los 13 números publicados entre 1936 y otoño 1938.

Al hilo de este trabajo bien realizado y que es una invitación al estudio de Mujeres Libres, aquí y ahora,  conviene reseñar que una cosa es hablar de igualdad ante la ley y otra bien diferente alcanzar la igualdad real. Obviamente, las mujeres estamos muy lejos de la igualdad real con respecto a la otra mitad de la población mundial. La igualdad no existe si miramos al “mundo blanco”, ombligo del capitalismo, mucho menos si observamos el conjunto del planeta, ya sean zonas periféricas, emergentes o subdesarrolladas.

Mujeres Libres  cobra una perspectiva histórica, por eso intentaremos intuir qué cuestiones las diferenciaban de sus coetáneas y las convierten en referente para las libertarias..

2En lo relativo a su definición, Mujeres Libres nunca quisieron definirse como “feministas” , cosa muy natural si analizamos el contexto social de la época en que el feminismo burgués se dedicaba a reivindicar el derecho al voto (ellas eran anarquistas) y las ramas femeninas de los partidos  de izquierdas eran meras correas de transmisión que aspiraban a incorporar a las mujeres al partido, pero no realizaban un trabajo potente a favor de la manumisión de la mujer.  La voluntad y compromiso por la igualdad, a mi modesto entender, de forma organizada y consciente sólo lo desarrollaron Mujeres Libres.

En el contexto histórico de Mujeres Libres, las anarquistas, los anarcosindicalistas y l@s libertari@s, en general, no tenían una posición única en el papel a desempeñar por  la mujer como sujeto social, si bien tenemos un pronunciamiento claro de la CNT definiendo el comunismo libertario y poniendo en plano de igualdad a hombres y mujeres. Sin embargo, si consultamos  las palabras de libertarias y libertarios de la época la cosa se complica, las concepciones sobre la mujer y su papel en la sociedad se podría definir simplificando en dos líneas genéricas: la mujer como gestatriz o cortesana y la mujer como persona con plenos derechos y obligaciones, matizándose en ambas posiciones un sinfín de matices y variaciones.

Afortunadamente no se trata de un estudio académico, sino de una invitación a que os seduzcan sus propias “palabras de mujer”, sus posiciones ideológicas sobre diferentes aspectos de la vida cotidiana y  por ello se puede una permitir  centrarse en las posiciones que me son más afines, las que defendieron en general Mujeres Libres y más concretamente Lucía Sánchez Saornil.

La mujer obrera vivía con un grado escandaloso de analfabetismo, dependencia total del varón y cooptadas por la Iglesia, pero todo ello era imputable a la marginación social  de la mujer en la sociedad de principios del siglo XX. Nuestras compañeras sostenían que la mujer no era inferior al hombre, pero que sufría una doble explotación: como obrera por  el sistema económico en que vivía y como mujer inmersa en un sistema patriarcal,  y esas eran las causas de que la mujer no hubiese logrado su emancipación plena: “forzoso es que el cerebro de la mujer albergue un vasto potencial de inteligencia para que no hay naufragado definitivamente en las sombras de la más absoluta animalidad” (Lucía Sánchez Saornil)

Pensaban que se habían producido avances sociales para la mujer en los  ambientes más cultos de la sociedad, pero la desigualdad entre los sexos permanecía sostenida por la continua sumisión de la mujer, sustentada ahora por la teoría de la diferenciación sexual. Esta teoría limitaba el papel de la mujer a educadora de la prole y, por eso, Lucía se sublevaba y defendía que no había que enfrentar el concepto de mujer con el de madre, “…la función anulando al individuo”. Mujeres Libres combatían esta idea y creían firmemente que esta idealización del papel de la madre garantizaba la posición superior del hombre en la sociedad y consolidaba el sistema de explotación de la mujer y, por supuesto, entendían que una mujer sin hijos no era un ser castrado sino que defendían: “Desdeñáis la aportación directa de una mujer inteligente por un hijo tal vez inepto. Repito que hay restablecer las cosas en sus verdaderos términos. Que las mujeres sean mujeres ante todo; sólo siendo mujeres tendréis después las madres que necesitáis.” (Lucía Sánchez Saornil).

3Esta solución podría darse sólo mediante un proceso de educación y comprensión mutua entre los dos sexos y un cambio radical de ambos en lo relativo al papel de la mujer, concretado en la solidaridad entre hombres y mujeres, como también entre mujeres y otras mujeres, y de esta última premisa nacía su convencimiento de la necesidad de una organización específica que debía trabajar para alcanzar:

  1. La eliminación del concepto de superioridad masculino.
  2. Conciencia por parte de los hombres de que todos los seres humanos eran iguales y que, por tanto, la mujer era igual al hombre.
  3. Aceptación del hecho de que las mujeres tenían una inteligencia igual que la del hombre y una sensibilidad similar, y que como personas humanas tenían una necesidad de superación parecida a la del hombre.
  4. Necesidad de implantar la igualdad y la justicia en el hogar antes de intentar implantarla en el contexto general de la sociedad.

Mujeres Libres, eminentemente prácticas,  ofrecían elementos para que las obreras se formaran en una mentalidad libre, capaz de discernir por sí mismas lo falso de lo verdadero, lo político de lo social, y trabajaron para capacitar a las mujeres y  liberarlas de su triple esclavitud: de ignorancia, de productora y de mujer.

No quiero continuar sin que nos paremos a reflexionar que Mujeres Libres trabajaba como organización para desarrollar tres ejes fundamentales, a saber: la existencia de un problema específicamente femenino, la aceptación del anarquismo como ideal que plantea la igualdad entre lo seres humanos y un sistema social basado en el Comunismo Libertario y, muy importante, la independencia económica de las mujeres.

Mujeres Libres priorizaba la independencia económica de la mujer mediante el trabajo asalariado, siendo plenamente conscientes de la realidad social imperante. Por eso abogaban por la formación técnico-profesional de la mujer, también defendían la creación de guarderías y comedores populares y consideraban imprescindible la reeducación de los varones en relación con la incorporación de la mujer al trabajo, y  como solución a este prejuicio del proletariado masculino defendían el apoyo mutuo entre los trabajadores de ambos sexos frente a la patronal.

La independencia económica loada como base de la independencia y libertad de la persona era también la única solución viable a la cuestión sexual. Entendían que la desigualdad social de la mujer era la causa principal del problema sexual y Lucía, por ejemplo, mantenía que “sin problema sexual no habría problema femenino en las sociedades” y estaba convencida de que la solución del problema económico estaba en la revolución. Sánchez Saornil nunca desarrolló una teoría sobre el amor, tal como haría Federica, sino que se limitó a ser partidaria de la “unión libre” y volcó más su inquietud en la divulgación que se hacía sobre el tema del amor libre en las campañas de educación sexual, exigiendo la necesidad de una mayor seriedad y profundización en el tratamiento del tema sexual, trabajando en esta línea Mujeres Libres; así como realizaron un esfuerzo convencido a favor de los Liberatorios de Prostitución, de conformidad con su postura abolicionista, coherente con su firme confianza en la formación cultural y técnico-profesional para las mujeres.

Os animamos a que conozcáis de primera mano a estas mujeres indomables, comenzando por el facsímil editado por CGT y continuéis con los estudios de Mary Nash y de Martha Ackelsberg como ineludibles y por último que vuestra curiosidad os conduzca a las diferentes biografías publicadas sobre estas hermanas no sólo libres, sino imprescindibles.

 DE LA MUJER AL HOMBRE

Dios te hizo hombre para mí.
Te admiro desde lo más profundo
de mi subconsciente,
con una admiración extraña y desbordada
que tiene un dobladillo de ternura.
Tus problemas, tus cosas
me intrigan, me interesan
y te observo
mientras discurres y discutes
hablando del mundo
y dándole una nueva geografía de palabras
Mi mente está cavada para recibirte,
para pensar tus ideas
y darte a pensar las mías;
te siento, mi compañero, hermoso
juntos somos completos
y nos miramos con orgullo
conociendo nuestras diferencias
sabiéndonos mujer y hombre
y apreciando la disimilitud
de nuestros cuerpos.

 GIOCONDA BELLI

Bibliografía:

Nash, Mary: “Mujeres Libres”: España 1936-193”9. Tusquets,Barcelona, 1977.

Nash, Mary: “Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra Civil”. Taurus, Madrid, 1999.

Ackelsberg,Martha: “Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres” .Virus,Barcelona, 1999.

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