LP 68 – LibrePensamiento https://archivo.librepensamiento.org Pensar para ser libre Sat, 13 Mar 2021 11:14:55 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.1 Editorial (LP68) https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/editorial/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/editorial/#respond Tue, 21 Jun 2011 21:55:54 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2548 Cuando nunca pasa nada; cuando la crisis desarrolla sus etapas de acuerdo a lo previsto; cuando la política ejerce su juego con exasperante normalidad, desarrollando una degradante cadena de medidas antisociales como las únicas posibles y en beneficio de la ciudadanía; cuando el conjunto de la sociedad nos adecuamos al papel que nos otorgan, en el paro, en la precariedad, en el infratrabajo, en el empleo estable y con derecho a horas extras, en ese mísero, en definitiva, trabajar y consumir según otros nos dictan; cuando se está instalando una normalidad cada día más ignominiosa de la que todos formamos parte; casi de repente, el 15M viene a ser una irrupción y se convierte en acontecimiento, como si, tras tanto tiempo, pasara algo.

]]>
Cuando nunca pasa nada; cuando la crisis desarrolla sus etapas de acuerdo a lo previsto; cuando la política ejerce su juego con exasperante normalidad, desarrollando una degradante cadena de medidas antisociales como las únicas posibles y en beneficio de la ciudadanía; cuando el conjunto de la sociedad nos adecuamos al papel que nos otorgan, en el paro, en la precariedad, en el infratrabajo, en el empleo estable y con derecho a horas extras, en ese mísero, en definitiva, trabajar y consumir según otros nos dictan; cuando se está instalando una normalidad cada día más ignominiosa de la que todos formamos parte; casi de repente, el 15M viene a ser una irrupción y se convierte en acontecimiento, como si, tras tanto tiempo, pasara algo.

Es cierto que durante este tiempo hemos venido haciendo, más o menos, «lo que hemos podido», pero es igualmente cierto que hemos podido poco. Lo que veníamos haciendo, tanto CGT como otras organizaciones sindicales y sociales, venía quedando dentro de lo que de nosotros cabía esperarse y también reducido a lo que, siendo lo que somos, de nosotros era esperable, sin conseguir un mayor empalme con la sociedad, sin lograr hacer aflorar sus malestares y, por tanto, sin conseguir romper la normalidad o, todavía peor, entrando a formar parte de ella. Era, fuera cual fuera su intencionalidad, una especie de encasillamiento de cada quien en su papel, pasando todo a formar parte de esa realidad total, obvia, que imponía sus dinámicas sin trabas. Nada de eso que hacíamos era banal. Pero no servía.

De repente, o no tan de repente, el 15 M surge como algo nuevo y distinto, con ese aire fresco e ingenuo de la espontaneidad; aflora un malestar contra el estado de las cosas, como si la realidad pudiera cambiarse y ser otra. Es ese carácter espontáneo el que le convierte en una irrupción inesperada, capaz de romper la realidad, de decirla, de cuestionarla y desenmascararla. Lo que aparecía como obvio y necesario, deja de serlo. El 15M queda fuera de lo que parecía capaz de integrarlo todo, es una realidad otra, que, quedando fuera y siendo otra, pone de manifiesto, y en cuestión, la realidad existente. El 15M tiene algo de lo que siempre hemos querido que se diera y buscado provocar.

El 15M ha conseguido ya logros importantes: su misma presencia, la ocupación del espacio público, la denuncia y puesta en cuestión de lo existente, la generación de un nosotros hasta hoy inexistente, la propagación bastante extendida de simpatías y adhesiones… son resultados valiosos que abren una puerta en una situación de cerrazón y oscuridad que parecía inexpugnable. Logros importantes que todavía «no han conseguido nada». Tiene todavía todo el trabajo por delante, muchas voluntades que sumar y, sobre todo, toda la realidad por cambiar, una realidad muy dura impuesta y mantenida por unos poderes enormemente fuertes.

Mucho músculo tendrá que desarrollar el 15M para poder alcanzar lo que son sus objetivos, o tan siquiera una parte sustancial de los mismos. A la vez, aunque ha cubierto etapas y superado pruebas, mantiene todas las incógnitas e incertidumbres de un movimiento nuevo y de todavía poco recorrido.

Benditas incertidumbres frente a las certezas en las que estábamos instalados.

Todos los análisis críticos que podamos y debemos hacer, para nada ponen en cuestión el punto de partida de que el 15M es lo mejor, si no lo único, que ha sucedido desde mucho tiempo atrás, y que tiene mucho que ver con lo que siempre hemos querido que sucediera y lo que hemos buscado, y esperemos que contribuido a provocar. Aquí está, es nuestro en la medida en que siempre hemos trabajado para que algo así sucediera, y, sobre todo, nosotras somos de él en la medida que somos de, y para, la realidad. Es una puerta que se abre, en una realidad que parecía opaca e impenetrable.

Tenemos, también, mucho que aprender del 15M. Por un lado, esa necesidad de no caer en la rutina que siempre acecha a organizaciones más establecidas, esa

necesidad de mantenernos en permanente búsqueda e intento por rejuvenecer todo lo que decimos y hacemos, sin dejarlos caer en «lo que hay que decir y lo que hay que hacer», reinventándonos siempre, convirtiéndonos, también nosotros, en imprevisibles. Por otro lado, que lo que importa es lo que sucede, siendo muy secundario quién lo protagoniza y/o rentabiliza, manteniendo a la organización en lo que es, un medio, todo lo importante que se quiera, pero que nunca debe convertirse en finalidad ni supeditarla.

El 15M, por ejemplo, ha construido una realidad más amplia y, por lo menos coyunturalmente, más útil, generando un «nosotros» más difuso pero más potente que aquellos en los que veníamos desenvolviéndonos. Integrarnos en es nuevo «nosotros» sin reserva ni conservadurismo, aportando todo el bagaje adquirido en nuestra andadura, pero sin pretender marcar esa aportación, es nuestra tarea.

Nada tenemos que reservarnos ni de qué protegernos. De nada sirve la marca, salvo, cuando sirve, de instrumento. De nada serviría tener un CGT un poco más implantada en una realidad decididamente más hostil, en la que cada día seremos menos operativos. Por encima de todo nos debemos a la realidad.

Esa supeditación a la realidad, dejando la organización en su carácter de medio, eso volcado sin reservas hacia el exterior y esa necesidad de de buscar nuevas y mejores vías y formas de actuación, siendo una necesidad siempre, lo es mucho más en un momento como el actual. Es cierto que hay una tendencia a ver cualquier momento presente con carácter de excepcionalidad, como decisorio y encrucijada, y es cierto que todos los son por su propia condición. Pero algunos lo son en mayor medida. La actual crisis tiene unas connotaciones que le hacen de mayor envergadura que las crisis cíclicas vividas anteriormente; no es previsible una recuperación que nos lleve a nuevas etapas de bonanza, lo previsible es un endurecimiento de la situación actual que nos aboque a un escenario diferente.

Por eso el ataque del poder viene siendo tan encarnizado. También por eso requiere de nosotros el pleno desarrollo de nuestras capacidades de actuación, el vaciado en la realidad sin ninguna reserva conservadora.

El 15M es hoy nuestra apuesta. Aunque su futuro sea incierto nuestro interés está en que se desarrolle y vaya tan lejos como sea posible. Conocer sus limitaciones no puede convertirnos en agoreros de su fracaso sino en sus impulsores más acertados. Es dudoso que pueda obtener logros sustanciales, para ello seguramente serán necesarios movimientos más enraizados socialmente y más extendidos en el entorno internacional. También seguramente, por su propia naturaleza, no es un movimiento que vaya a tener un desarrollo lineal y mantenido sino que puede ir teniendo surgimientos distintos y discontinuos. Pero eso no resta importancia a cada una de esas emanaciones y en concreto a su expresión actual. El 15M es la que ahora tenemos y nuestra tarea es fortalecerla e impulsar su efecto contagio. En buena medida, de ella, de lo que ahora seamos capaces de hacer, dependerán los futuros movimientos similares que puedan surgir posteriormente, y esperemos que también dependa el futuro de nuestra sociedad.

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/editorial/feed/ 0
Biografía de la coherencia https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/biografia-de-la-coherencia/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/biografia-de-la-coherencia/#respond Tue, 21 Jun 2011 21:00:56 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2563 Un recorrido por la vida de Ramón Fernández Durán - (Luis GonzáLez Reyes, Miembro de ecologistas en Acción)

Parece que las inquietudes y los procesos para afrontarlas de determinadas épocas se depositen en personas concretas, convirtiéndolas en exponentes y referentes de su tiempo. Requiérese para ello que sus cualidades personales sen las exigidas por ese momento de la historia, por un lado y, por otro, que ellas se le entreguen con pasión y seriedad. Ramón Fernández Durán, por su visión amplia y certera, por su capacidad de generar relaciones y marcos de referencia y, sobre todo, por su adecuación y entrega a lo que le venía exigido, es, desde el ecologismo, un referente de las luchas sociales de los últimos cuarenta años. Ido en mayo de este año, nos queda su vida entera. Nos queda también su última obra, "Quiebra del capitalismo global", un intento de salirle al paso al futuro, entrevisto certera y valientemente, tanto desde el análisis como desde las intuiciones y convicciones emanadas de su dedicación a los movimientos sociales.

 

]]>
Un recorrido por la vida de Ramón Fernández Durán(Luis GonzáLez Reyes, Miembro de ecologistas en Acción)

Parece que las inquietudes y los procesos para afrontarlas de determinadas épocas se depositen en personas concretas, convirtiéndolas en exponentes y referentes de su tiempo. Requiérese para ello que sus cualidades personales sen las exigidas por ese momento de la historia, por un lado y, por otro, que ellas se le entreguen con pasión y seriedad. Ramón Fernández Durán, por su visión amplia y certera, por su capacidad de generar relaciones y marcos de referencia y, sobre todo, por su adecuación y entrega a lo que le venía exigido, es, desde el ecologismo, un referente de las luchas sociales de los últimos cuarenta años. Ido en mayo de este año, nos queda su vida entera. Nos queda también su última obra, «Quiebra del capitalismo global», un intento de salirle al paso al futuro, entrevisto certera y valientemente, tanto desde el análisis como desde las intuiciones y convicciones emanadas de su dedicación a los movimientos sociales.

Ramón Fernández Durán es un referente indiscutible del movimiento ecologista, de los movimientos sociales y de la izquierda emancipadora. Y no lo es únicamente por su producción intelectual, ni por su labor de articulación de luchas y tejido de puentes entre los distintos mundos de la izquierda. Lo es sobre todo por su ejemplo de coherencia, de cómo hacer personal lo político. Así, Ramón ha impulsado varias experiencias comunitarias. Las primeras fueron breves en Reina Victoria y San Blas, pero la siguiente fue mucho más fructífera, en la peculiar casa de Barquillo, que ya no abandonaría. Además, también estuvieron La Maloca y Pelegrina, dos lugares en los que compartiría y construiría sueños. En esta misma lógica se colocaría la «Tertulia del los miércoles», una veterana experiencia de discusión política con más de 25 años. Pero, probablemente, su experiencia comunitaria más rica es la que entrelaza con sus familias. La de sangre, en la que sirve de cemento y contraste de mundos muy distintos. La de los movimientos sociales, y en concreto el ecologista, donde nos mimó con ánimos continuos. Y, sobre todo, la que entrelaza con Ana Hernando. En 1970 viajará a EEUU con una beca de estudios como ingeniero de caminos. Este viaje le permitirá conocer las movilizaciones contra la Guerra de Vietnam, pero también la situación de las urbes estadounidenses, con una creciente desestructuración y segregación económica. En 1971 empezaría a trabajar en la COPLACO (Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de Madrid), donde estaría hasta 1987. Desde ese escenario actuaría profesionalmente en el área urbanística, conociendo en profundidad la expansión de la metrópolis capitalina y el papel que en ella juega el transporte motorizado. Tras dejar la COPLACO, un espacio en el que Ramón se encontró especialmente cómodo en sus primeros años, pasa por distintos espacios de la administración madrileña con poca convicción, pero contribuyendo a poner en marcha los primeros huertos de ocio de la Comunidad de Madrid. Finalmente en 1992 deja la seguridad del funcionario para dedicarse a tiempo completo al activismo.

Luchar y pensar, vivir

A la vuelta de EEUU Ramón empieza su activismo político más comprometido. Lo hace en movimientos barriales de la autonomía (o proto-autonomía) madrileña en Vallekas y luego en San Blas. Su interés por el movimiento autónomo le lleva a Berlín en varias ocasiones. De ahí surge «El Movimiento Alternativo en la RFA. El caso de Berlín» (La Idea, 1985), el primero de sus títulos con influencia en los movimientos sociales. El texto se convertiría en una referencia para la autonomía española y adelantaría lo que serían sus libros: textos de cabecera para los movimientos sociales en sus luchas.

Aunque nunca dejó sus vínculos con el movimiento autónomo, muy especialmente con el de la okupación madrileña, en los ochenta Ramón entra en AEDENAT y dirige su militancia hacia el ecologismo.

Como parte de AEDENAT es una de las personas fundamentales en el Movimiento Anti-OTAN, el cual consigue forzar un referéndum en 1986 sobre el ingreso del Estado español en la organización militar que pierde con mucha dignidad. Sin duda este fue uno de los movimientos más importantes de los que forma parte Ramón, que luego tendría una cierta continuidad con la Insumisión.

El siguiente hito significará el germen del futuro movimiento anti-globalización español: la campaña «Desenmascaremos el 92. 500 años de resistencia indígena y popular». Si bien el impacto social de esta movilización fue muy limitado, las redes que se tejieron en él serían básicas en los años sucesivos.

En 1993 Ramón publica «La explosión del desorden.

La metrópolis como espacio de la crisis global» (Fundamentos, 1993). Este texto plasma todo el trabajo sobre la ciudad que venía realizando durante años. Pero es mucho más que eso, sitúa la metrópolis en el entorno económico y social global añadiendo los impactos ambientales que conlleva. Sin duda es uno de los primeros textos a nivel internacional que habla el lenguaje del movimiento antiglobalización, un lenguaje de interrelaciones complejas sociales, ambientales y económicas, y que señala al capitalismo como el causante último de la situación. Un lenguaje que además dibuja salidas, aunque este último aspecto no ha sido el más desarrollado por Ramón. Este libro fue su primer gran texto.

De este modo, cuando en 1994 se celebra en Madrid el 50 aniversario del FMI y el BM, los movimientos sociales ya tienen marcos teóricos de referencia y redes tejidas en campañas anteriores. Esto propicia que Madrid sea uno de los primeros escenarios mundiales de la contestación a las políticas del BM y el FMI con la campaña «¡50 años bastan!» y el foro «Las otras voces del planeta». Estamos hablando de un potente foro alternativo con fuerte presencia internacional, acompañado de acciones directas y una gran movilización. El papel que Ramón desempeña en la campaña es de bisagra entre distintos mundos y de motor teórico, lo que es un continuo en su vida política.

Ese enero se había alzado el EZLN.

El año siguiente la Presidencia de la UE recae en el Estado español. En un contexto en el que la UE representaba la modernidad y la democracia, incluso para una parte importante de la izquierda, se organiza el foro «La otra cara del proyecto europeo» y la campaña «Contra la Europa del Capital». Esta campaña recoge a los colectivos más radicales que formaron las respuestas a las instituciones de Bretton Woods del año anterior y pone por primera vez en tela de juicio el papel de la UE. La base de la crítica al modelo europeo quedaría plasmada al año siguiente en «Contra la Europa del capital y la globalización económica» (Talasa, 1996).

De esta campaña nació el «Movimiento contra la Europa de Maastricht y la Globalización económica», que fue la coordinadora que realizó la transición entre las movilizaciones del 1994/95 y las que eclosionarían en 2000.

En estos años se realizó un «Encuentro intergaláctico» zapatista en el Estado español, nacería el Rompamos el Silencio madrileño, tendría lugar la ILP sobre las 35 horas, se realizarían las contracumbres de Ámsterdam (1997) y Colonia (1999) contra la UE, o nacería la Acción Global del los Pueblos como coordinadora anti-globalización internacional. En todos estos eventos, AEDENAT (luego Ecologistas en Acción), con el impulso de Ramón, jugó un papel fundamental, junto a otros colectivos como Baladre, CGT o el CAES.

Ramón también mantiene un papel importante en AEDENAT. Esta organización es una de las impulsoras de la formación de Ecologistas en Acción en 1998, que buscaba aglutinar a multitud de colectivos que estaban trabajando en el ámbito de la ecología bajo el mismo nombre. Ramón no está entre quienes ven claro el proceso y aboga por la necesidad de profundizar más los debates antes de dar el salto. Sin embargo las decisiones al final son más rápidas de lo que Ramón y otr@s considerábamos adecuado. A día de hoy, visto el acierto en la conformación de Ecologistas en Acción, queda patente que esta no fue la ocasión en la que tuvimos el olfato político más ajustado.

Los primeros años de Ecologistas en Acción son de tensiones internas entre los sectores más «conservacionistas» y los más «radicales». Ramón, enmarcándose entre los «radicales», termina siendo uno de los elementos claves en la pacificación interna y al final se convierte en referente de toda la organización, al tiempo que incorpora en su discurso una parte de los planteamientos de sus compañer@s más «conservacionistas».

A finales del año 2000, en Seattle, la cumbre de la OMC es bloqueada por potentes acciones de desobediencia civil. Es el momento del surgimiento mediático y masivo del movimiento anti-globalización. Los ecos de esta hazaña llegan rápidamente a estos territorios en los que se conforman los Movimientos de Resistencia Global (MRG) y la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa (RCADE), que surgen al calor de las movilizaciones de Praga contra el BM y el FMI (2000), de la consulta social sobre la deuda externa (2000) y de la fallida reunión del BM en Barcelona (2001). Era el momento de disolver, como con tino defendió Ramón, el Movimiento

Anti-Maastricht, pues ya tenía una prolífica descendencia.

En estos años la figura pública de Ramón se proyecta y se convierte en persona de referencia en foros y actos estatales e internacionales.

Y con este nuevo ciclo de movilizaciones aparece un nuevo libro, en este caso en colaboración con Miren Etxezarreta y Manolo Sáez: «Globalización capitalista. Luchas y resistencias» (Virus, 2001). En él Ramón sitúa al movimiento anti-globalización en el contexto de las luchas sociales del siglo XX, dando la perspectiva histórica del proceso, sin lugar a dudas uno de sus puntos fuertes. Además, con este libro inicia la colaboración con Virus, que ya no abandonaría.

En 2001 el ciclo de luchas tiene un punto importante de inflexión con la brutal represión de Génova. Sin embargo, la capacidad de movilización se mantendría fuerte y creciente el año siguiente, durante una nueva Presidencia española de la UE. Es en ese momento cuando todo el trabajo al que había contribuido Ramón de crítica al modelo europeo eclosiona con potentísimas movilizaciones.

En 2003 saca otro de sus libros clave: «Capitalismo (financiero) global y guerra permanente. El dólar, Wall Street y la guerra contra Irak» (Virus, 2003). Este texto explica de forma comprensible la economía financiera y focaliza en ella gran parte de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Pone sobre la mesa de los movimientos sociales la importancia del Régimen Dólar – Wall Street para entender fenómenos como la guerra de Afganistán o de Irak. Y este libro, nuevamente, se enlaza con las movilizaciones del momento, las del «No a la guerra».

En este mismo año el cáncer ataca por primera vez a Ramón, consigue superarlo después de una operación y un duro tratamiento, aunque ya nunca volvió a recuperar el tono físico.

Llegamos a 2005, en un entorno de nuevo reflujo de la movilización social se celebra el referéndum de la Constitución Europea, una excelente oportunidad para volver a lanzar el virus de la reflexión crítica con la UE, por ello Ramón escribe «Europa superpotencia. Una aportación al debate sobre el futuro Proyecto Europeo y las resistencias que suscita» (Virus, 2005). Este libro es el heredero de «Contra la Europa del Capital», pero su mayor repercusión la tendría en América Latina, donde se reeditaría. Allí, de la mano de gentes de Baladre y del Transnational Institut (TNI), cumple un papel importante en desenmascarar la cara amable que presenta la UE frente a EEUU.

Este es un momento de inflexión en la vida de Ramón, en el que profundiza la tendencia a irse centrando más en el trabajo intelectual y limitar la participación activa en articular movilizaciones sociales y en eventos públicos.

Sin embargo permanece activo en las labores más invisibles, como hacer turnos de barra, pegar carteles o sostener pancartas. El único espacio de militancia que mantiene, fuera de labores internas en Ecologistas en Acción, es la participación en la red «Por las libertades y el diálogo» que impulsa una salida al conflicto vasco.

En este entorno es donde publica «Entre la espada del Estado y la pared de ETA» (2007).

Y fruto de centrarse más en la escritura, los libros se suceden. «El tsunami urbanizador español y mundial» (Virus, 2006) analiza la burbuja urbanística española en el contexto financiero internacional, sin quitar la mirada de sus impactos sociales y ambientales. Nuevamente es un libro que termina iluminando las movilizaciones contra el urbanismo como «Murcia no se vende» o «Málaga no se vende», pero que también tienen conexiones con las impulsadas por la «Plataforma por una Vivienda Digna» o «V de Vivienda».

Es en este momento cuando Ramón decide centrase en El Libro, que sería su obra cumbre y recogería la historia de la humanidad en clave energética y desde un punto de vista de las luchas por la justicia, la solidaridad, la libertad y la sostenibilidad. El Libro constará de dos volúmenes.

El primero analizará la evolución de la humanidad hasta

Anti-Maastricht, pues ya tenía una prolífica descendencia.

En estos años la figura pública de Ramón se proyecta y se convierte en persona de referencia en foros y actos estatales e internacionales.

Y con este nuevo ciclo de movilizaciones aparece un nuevo libro, en este caso en colaboración con Miren Etxezarreta y Manolo Sáez: «Globalización capitalista. Luchas y resistencias» (Virus, 2001). En él Ramón sitúa al movimiento anti-globalización en el contexto de las luchas sociales del siglo XX, dando la perspectiva histórica del proceso, sin lugar a dudas uno de sus puntos fuertes. Además, con este libro inicia la colaboración con Virus, que ya no abandonaría.

En 2001 el ciclo de luchas tiene un punto importante de inflexión con la brutal represión de Génova. Sin embargo, la capacidad de movilización se mantendría fuerte y creciente el año siguiente, durante una nueva Presidencia española de la UE. Es en ese momento cuando todo el trabajo al que había contribuido Ramón de crítica al modelo europeo eclosiona con potentísimas movilizaciones.

En 2003 saca otro de sus libros clave: «Capitalismo (financiero) global y guerra permanente. El dólar, Wall Street y la guerra contra Irak» (Virus, 2003). Este texto explica de forma comprensible la economía financiera y focaliza en ella gran parte de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Pone sobre la mesa de los movimientos sociales la importancia del Régimen Dólar – Wall Street para entender fenómenos como la guerra de Afganistán o de Irak. Y este libro, nuevamente, se enlaza con las movilizaciones del momento, las del «No a la guerra».

En este mismo año el cáncer ataca por primera vez a Ramón, consigue superarlo después de una operación y un duro tratamiento, aunque ya nunca volvió a recuperar el tono físico.

Llegamos a 2005, en un entorno de nuevo reflujo de la movilización social se celebra el referéndum de la Constitución Europea, una excelente oportunidad para volver a lanzar el virus de la reflexión crítica con la UE, por ello Ramón escribe «Europa superpotencia. Una aportación al debate sobre el futuro Proyecto Europeo y las resistencias que suscita» (Virus, 2005). Este libro es el heredero de «Contra la Europa del Capital», pero su mayor repercusión la tendría en América Latina, donde se reeditaría. Allí, de la mano de gentes de Baladre y del Transnational Institut (TNI), cumple un papel importante en desenmascarar la cara amable que presenta la UE frente a EEUU.

Este es un momento de inflexión en la vida de Ramón, en el que profundiza la tendencia a irse centrando más en el trabajo intelectual y limitar la participación activa en articular movilizaciones sociales y en eventos públicos.

Sin embargo permanece activo en las labores más invisibles, como hacer turnos de barra, pegar carteles o sostener pancartas. El único espacio de militancia que mantiene, fuera de labores internas en Ecologistas en Acción, es la participación en la red «Por las libertades y el diálogo» que impulsa una salida al conflicto vasco.

En este entorno es donde publica «Entre la espada del Estado y la pared de ETA» (2007).

Y fruto de centrarse más en la escritura, los libros se suceden. «El tsunami urbanizador español y mundial» (Virus, 2006) analiza la burbuja urbanística española en el contexto financiero internacional, sin quitar la mirada de sus impactos sociales y ambientales. Nuevamente es un libro que termina iluminando las movilizaciones contra el urbanismo como «Murcia no se vende» o «Málaga no se vende», pero que también tienen conexiones con las impulsadas por la «Plataforma por una Vivienda Digna» o «V de Vivienda».

Es en este momento cuando Ramón decide centrase en El Libro, que sería su obra cumbre y recogería la historia de la humanidad en clave energética y desde un punto de vista de las luchas por la justicia, la solidaridad, la libertad y la sostenibilidad. El Libro constará de dos volúmenes.

El primero analizará la evolución de la humanidad hasta

el momento de su mayor crisis civilizatoria, al final del siglo XX, cuyo desarrollo, proyectándose hacia el futuro, sería el segundo volumen.

Ramón ya ha venido publicando distintas partes de esta obra. La primera fue «El crepúsculo de la era trágica del petróleo.

Pico del oro negro y colapso financiero (y ecológico) mundial» (Virus, 2008). Nuevamente un material concebido para fortalecer las luchas, no en vano vio la luz mientras en Madrid se organizaba el «Encuentro Social de Alternativas al Petroleo» en respuesta al Congreso Petrolero Mundial.

En el texto Ramón aborda los impactos de los picos de los combustibles fósiles y, más en concreto, del petróleo.

Todo ello apuntando hacia el decrecimiento justo y sostenible como la única salida posible a la crisis.

En un ritmo imparable publica «Un planeta de metrópolis (en crisis). Explosión urbana y del transporte motorizado, gracias al petróleo» (Libros en Acción, Baladre, Zambra y CGT, 2009). El marco de referencia es el vuelco que supone que ya la mayoría de la población mundial viva en ciudades a costa de un ingente gasto energético y una insostenible movilidad motorizada. Ramón retoma y actualiza aquí muchas de sus tesis ya presentadas en «La explosión del desorden».

«Tercera piel. Sociedad de la imagen y conquista del alma» (Libros en Acción, Baladre, Virus, 2010) analiza los mecanismos de los que se sirve el poder para «conquistar el alma» social, para aglutinar mayorías que lo hagan posible. Además, en el libro vuelve a abordar la energía y desmonta el mito de la desmaterialización de la economía de la información.

«El Estado y la conflictividad político-social en el siglo XX. Claves para entender la crisis en el siglo XX» (Libros en Acción, Virus, 2010) recoge uno de sus puntos fuertes, el análisis histórico desde una perspectiva poliédrica. Nuevamente la historia político-social corre en paralelo a la energética en el análisis ramoniano: los grandes cambios en el Estado (y las luchas sociales acopladas) se realizan con los saltos de mayor acceso a fuentes energéticas.

La penúltima pieza de El Libro que ve la luz es «El Antropoceno: la crisis ecológica se hace mundial. La expansión del capitalismo global choca con la Biosfera» (Libros en Acción, Virus, 2011). Ramón dibuja una nueva etapa geológica marcada por la acción humana a través de la descripción de la crisis ambiental sin precedentes a la que el ser humano, a través del capitalismo, ha sometido al planeta y que marcará inevitablemente los próximos siglos de la humanidad.

La quiebra del capitalismo global

Finalmente «La quiebra del capitalismo global 2000-2030. Preparándose para el inicio del colapso de la civilización industrial» (Libros en Acción, Baladre y Virus, 2011) supone su testamento político y, a la vez, el resumen del segundo tomo de El Libro. La obra pretende prepararnos para el comienzo del colapso de la Civilización Industrial. Un colapso que va a llegar como consecuencia de la crisis global y multidimensional que vivimos, caracterizada por el caos sistémico, la ruina ecológica y las guerras por los recursos. El inicio del fin de la energía fósil está en el corazón de esta crisis, que acarreará una ruptura histórica total. La quiebra del capitalismo glo

bal en el periodo 2000-2030 es el primer paso del largo colapso de la Civilización Industrial, que seguramente durará dos o tres siglos.

Vivimos una situación nunca antes conocida por la humanidad: encontrarnos en un planeta saturado. Es decir, un planeta en el que los sumideros, los basureros, están crecientemente sobreexplotados pero, especialmente, varios recursos estratégicos se encuentran en una situación límite. Entre ellos destaca el pico de los distintos combustibles fósiles. Todo esto alentado por la crisis de los cuidados en las sociedades centrales.

La historia del capitalismo se sostiene en el consumo creciente y añadido de las distintas fuentes energéticas.

Sin embargo, la llegada del pico del petróleo, al que seguirá a corta distancia el del gas y, a continuación, como muy tarde en 2030, el del carbón, quebrará inevitablemente esta deriva. La conjunción de los tres picos de combustibles disparará sus precios. Ya no van a existir fuentes energéticas baratas, asequibles y con alto poder calorífico en cantidades crecientes, como hasta ahora. Sin ellas el comercio mundializado es imposible y el sistema de traspaso de la información a nivel global, también. Es más, sin estas fuentes, el crecimiento continuado, sobre el que se basa el capitalismo, no se va a poder sostener.

Por ejemplo, sin crecimiento es imposible que se mantenga una economía financiera basada en el crédito, entre otras cosas porque la confianza se derrumbará. Este derrumbe vendrá por la drástica disminución de expectativas de devolución de los créditos, pero también por la imposibilidad de mantener el complejo militar de EEUU con cada vez menos energía disponible, complejo que está en la base de su hegemonía. Es decir, que la quiebra del capitalismo global llegará en conjunción con el fin de EEUU como potencia hegemónica y la caída definitiva de la burbuja financiera.

Así el elemento clave del fin del capitalismo globalizado no va a ser la contradicción capital-trabajo, sobre la que se han articulado la mayoría de movimientos sociales históricamente, sino los límites ambientales de nuestro planeta. Esto tiene implicaciones estratégicas de profundo calado.

Distintas sociedades humanas ya se han enfrentado a los límites de los recursos de sus territorios. En todos los casos el final ha sido un colapso alentado por las élites gobernantes. En este momento la situación no es distinta.

Buen ejemplo de ello es la apuesta por la tecnología para «superar» la crisis ambiental, que está dilapidando los pocos recursos que quedan (energéticos, económicos…) en continuar el ritmo creciente de explotación de la naturaleza, profundizando doblemente con ello en la crisis ambiental. Sin duda este es otro tema central de discusión que Ramón nos propone: nuestro posicionamiento respecto a la tecnología.

Sin embargo, el final del capitalismo global no es el final del capitalismo. El escenario futuro más probable pasa por la emergencia de distintos capitalismos regionales crecientemente despóticos que estarán en guerra entre sí por el control de los escasos recursos.

¿Y después del 2030? Posiblemente tendremos dos grandes escenarios que convivirán: uno caracterizado por el colapso caótico, brusco y brutal; el otro por un decrecimiento justo y sostenible.

En este contexto, el panorama mundial de los movimientos sociales, hasta el 2030, probablemente esté caracterizado por la incapacidad de crear alternativas reales potentes y de resistir la presión despótica de las élites. Esto se debe, entre otras cosas, a que no existe una estrategia clara ni conjunta. Una posible excepción, pero débil para el nivel de agresiones socioambientales que estamos sufriendo, es el movimiento por la justicia ambiental. ¿Tendremos capacidad de alterar esta dinámica?, ¿significa el 15-M un cambio de inflexión duradero? En este contexto intervendrán las diferencias generacionales.

Quienes están ahora al principio de la edad adulta serán quienes se lleven la mayor bofetada y tendrán que

apañárselas partiendo ya de una situación de precariedad.

Posiblemente habrá importantes tensiones entre quienes aún disfrutan de la época de mayor despilfarro de la historia y quienes tienen que apretarse cada vez más el cinturón.

Todo ello aderezado de potentes corrientes migratorias y de un aumento de las posiciones patriarcales.

Estamos en una situación revolucionaria sin sujeto revolucionario estructurado, sin capacidad de resistencia acorde con los desafíos. Esto dibuja la posibilidad del nacimiento, lo que ya es una realidad, de nuevos fascismos que dificulten aún más el desarrollo de movimientos sociales emancipadores.

Ante esto, tendremos que dilucidar dónde centrar las fuerzas, si en el tejido de semillas alternativas, o en el mantenimiento de los espacios mínimamente democráticos, lo que incluiría discutir la necesidad de la defensa del estado «democrático», con todas las contradicciones que ello conlleva. Una decisión que en cualquier caso necesitará mantener el equilibrio entre ambos aspectos, tal vez potenciando la creación de semillas.

Por ello, de cara al futuro próximo, el conflicto está servido. En el contexto de debilidad en el que estamos, igual una estrategia interesante sería una «resistencia nocturna», en la que solo enfrentemos abiertamente al poder cuando tengamos la suficiente fuerza para ello. Algo así como lo que hicieron l@s zapatistas durante 10 años antes de salir a la luz pública. Pero… ¿cómo hacemos esto? Los escenarios futuros también abren nuevas oportunidades.

Una de ellas tiene mucho que ver con este libro de Ramón: es nuestra capacidad de mirar a la cara al futuro lo que nos facilitará articular mayorías. Además, en la medida en que porcentajes mayores de la sociedad sean capaces de imaginar la catástrofe, la movilización aumentará.

Mirar sin edulcoraciones al futuro motivará a evitar que ocurra.

Por otra parte, la descomposición del capitalismo global traerá asociada una incapacidad creciente de mantener las cotas de privatización que vivimos. Esto permitirá que se abran camino distintos tipos de socialización basados en lo colectivo. En este mismo sentido, en un escenario duro, la supervivencia pasará cada vez más por la capacidad de recuperación del nosotr@s frente al yo, lo que dibuja nuevas oportunidades.

Para hacer posible todo ello será imprescindible la creación de símbolos nuevos que destronen a los actuales.

La construcción de estos símbolos deberá tener un fuerte anclaje emocional. De lo que se trata en definitiva es de conseguir la masa crítica para que se produzcan cambios hacia sociedades justas y sostenibles, entendiendo que los cambios suelen venir impulsados por sinergias colectivas a partir de una masa crítica. El legado político, analítico y, sobre todo, humano de Ramón, sin duda es ya un elemento que conforma esos nuevos símbolos que generarán las sinergias que necesitamos.

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/biografia-de-la-coherencia/feed/ 0
(Multi)Culturalismo y diferencia: reflexiones desde la globalización capitalista (LP68) https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/multiculturalismo-y-diferencia-reflexiones-desde-la-globalizacion-capitalista/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/multiculturalismo-y-diferencia-reflexiones-desde-la-globalizacion-capitalista/#comments Tue, 21 Jun 2011 20:56:42 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2580 Joel Feliú i Samuel Lajeunesse (Profesor de Psicología Social en la Universitat Autónomade Barcelona)

Las culturas no existen. Las diferencias sí. Pero no se puede defender la diversidad partiendo de la idea de que existen diferencias, las culturales, que son esenciales y que deben ser salvadas, resguardadas del capitalismo, junto con las personas que las habitan, o incluso que nuestra lucha antiglobalización debe proceder precisamente de la necesidad de salvar estas entidades culturales, estén en extinción o no. Pretender salvar la diversidad cultural en un contexto globalizado reivindicando su presencia eterna, es hacerle el juego precisamente al capitalismo que subvierte, convirtiéndola en producto de consumo, cualquier forma de vida. La resistencia solo puede construirse negando carácter esencial a las diferencias, apostando por la capacidad de las personas de vivir en diversidad asumiendo que la vida es cambiante, de fronteras mal delimitadas y en constante movimiento.

]]>
Joel Feliú i Samuel Lajeunesse (Profesor de Psicología Social en la Universitat Autónoma de Barcelona)

Las culturas no existen. Las diferencias sí. Pero no se puede defender la diversidad partiendo de la idea de que existen diferencias, las culturales, que son esenciales y que deben ser salvadas, resguardadas del capitalismo, junto con las personas que las habitan, o incluso que nuestra lucha antiglobalización debe proceder precisamente de la necesidad de salvar estas entidades culturales, estén en extinción o no. Pretender salvar la diversidad cultural en un contexto globalizado reivindicando su presencia eterna, es hacerle el juego precisamente al capitalismo que subvierte, convirtiéndola en producto de consumo, cualquier forma de vida. La resistencia solo puede construirse negando carácter esencial a las diferencias, apostando por la capacidad de las personas de vivir en diversidad asumiendo que la vida es cambiante, de fronteras mal delimitadas y en constante movimiento.

Introducción

En estas páginas me gustaría ofrecer algunos elementos de discusión alrededor de los peligros que conlleva la defensa acrítica de la necesidad de luchar por proteger las diferentes culturas frente a la globalización, así como la adscripción espontánea y entusiasta al multiculturalismo como forma de vida. Quiero explicar como la resistencia a la globalización capitalista no puede pasar por la defensa de las culturas locales y del multiculturalismo, si no por reinventar la globalización como un espacio de celebración y de respeto de la multiplicidad de diferencias que nos caracterizan como seres humanos.

Si resistimos la globalización capitalista, o como lo llama Beck el globalismo, reivindicando un retorno a las esencias culturales, entonces estaremos marcando el camino a la extrema derecha para que ésta lo pueda recorrer con toda facilidad, y además nos haremos cómplices de este mismo globalismo que ya de por sí está interesado en la creación de nuevos nichos de mercado, es decir en mercantilizar cualquier aspecto de nuestra vida, incluidas nuestras identidades, sean estas culturales, de género o de preferencia sexual. Lo que pretendo es responder a la reacción nacionalista, tanto de izquierdas como de derechas, en contra de la globalización, remarcando que algunas críticas a ésta pueden ser un remedio peor que la enfermedad, por el hecho de que en primer lugar, refuerzan la idea de la existencia de diferencias culturales esenciales entre las personas y por lo tanto alimentan el racismo y los fundamentalismos culturales; y, en segundo lugar, defienden los poderes del estado moderno sin cuestionar la doble forma de explotación y exclusión que supone la coexistencia de los estados modernos con el mercado globalizado.

Culturalismo

Últimamente las cosas han cambiado, nosotros hemos cambiado. Aceptamos vivir en un mundo multicultural, mejor aún en una sociedad multicultural. Nos ha costado, pero estamos en ello, nos gustan la heterogeneidad y la diversidad, nos consideramos tolerantes y solidarios. Y ni tan siquiera en la izquierda eso había sido así durante la mayor parte del siglo XX. Pero, la pregunta que surge es: ¿no será que esta situación multicultural nos está llevando hacia un nuevo racismo? ¿No mantenemos las mismas prácticas de discriminación camufladas bajo discursos que queriendo alentar y proteger la diversidad son segregadores? La idea predominante de cultura, en el sentido antropológico, es decir como ‘diferencia cultural’, conlleva suponer que las personas tenemos que pensar, sentir y actuar en función de la cultura a la que «pertenecemos».

Cuando estamos sometidos a la idea de que poseemos o nos posee una cultura determinada, esto, de por sí, por el mero hecho de vivir en una sociedad injusta y desigual, reduce los posibles proyectos de vida de las personas. El culturalismo viene a ser lo mismo a la cultura que el racismo a la raza, un sistema de discriminación anclado en un concepto abstracto y arbitrario.

El culturalismo es una ideología social que configura el mundo a su manera, un discurso hegemónico, muy reciente, de hecho moderno. Pero en tiempos no tan antiguos la gente no pensaba en los seres humanos como personas que tuvieran otra cultura. Por supuesto, seguramente preferían y defendían a la gente a la que consideraban como su propia gente, por encima de los demás, y esto podía suceder con quienes compartieran barrio, pueblo, religión, idioma, gremio, clase o linaje, pero no por razón de cultura, porque hasta hace poco las culturas no existían. Ahora sí. El triunfo del concepto de cultura, de la idea de cultura, ha provocado grandes cambios en el panorama de los últimos cien años, y ahora somos capaces de conocerlas o desconocerlas, respetarlas o aniquilarlas, admirarlas o repudiarlas, ignorarlas o adorarlas…

La cultura, las culturas, están entre nosotros, y el mundo tiene una nueva forma: una bola del mundo con sectores de diferentes colores, más o menos coincidente con los estados-nación, tanto los realizados como los que aspiran a serlo. Ahora las fronteras ya no delimitan religiones, ni reinos, ni feudos ni imperios, solo culturas, sobre las que parece haber consenso en el hecho de que es deseable mantenerlas y salvaguardarlas.

Pero vivir en una sociedad culturalista comporta ciertas consecuencias. Clasificar a las personas en grupos culturales no es natural, puesto que las culturas son una construcción histórica. Ni parece que sea una tarea que merezca respeto decir que los catalanes son de tal manera, los españoles de tal otra, los marroquíes de la suya, los latinoamericanos de aquella de más allá, esto solo acarrea arbitrariedad e injusticia al simplificar realidades más complejas. La creencia en las culturas es un mal moderno, de aquí que en este artículo expreso la duda sobre si debemos asumir los postulados del paradigma de la multiculturalidad, o si al hacerlo solo estamos incurriendo en reforzar los discursos segregacionistas.

Cultura y nación/estado

El culturalismo ancla la gente en un territorio y dispone de un instrumento eficaz para hacerlo: el estadonación.

La relación entre cultura y nacionalismo pasa siempre por el territorio -ver Jackson y Penrose, (1993), así como Soja (1989)-. Por eso no causan extrañeza las proclamas de la ultraderecha europea de mantener a cada cultura en «su» territorio o nación. Todos tenemos en la mente la manera de ver el mundo que nos ofrece la cartografía. Un tipo de puzzle complicado con piezas de formas y colores diversos. Cada pieza puede ser un país, una nación, una lengua, una cultura… dependiendo de quien haga el mapa y con qué intención.

El efecto que tiene esto es que después no podemos entender el mundo de ninguna otra manera que formado por unas regiones que se autocontienen y se autoexplican, formado por unos territorios a los cuales la gente pertenece (tal como se entiende pertenecer en el sentido de posesión y de propiedad). No entendemos, pues, las migraciones y nos cuesta entender los conflictos si no van rápidamente seguidos de una nueva definición de fronteras que devuelva al mundo su estructura de «siempre» y vuelva a pintar sobre su superficie unas rayas-frontera que nos permitan hablar del país Tal, la nación Cual o el Estado Pascual. Las migraciones y los cambios se convierten, en nuestra mente, en la rareza en lugar de la norma, en la excepción y no en la regla. El culturalismo nos obliga a olvidar, a no querer ver, a no poder pensar que siempre ha habido movimientos migratorios. El hecho de que un grupo de gente se quede aislado en un territorio sin contacto con otros grupos humanos, es un fenómeno extremadamente raro. ¿Cómo puede ser, pues, que ésta sea nuestra manera prioritaria de ver el mundo? Cualquier antropólogo reconoce que al menos toda cultura es pluricultural en sus orígenes. Pero hay que ir más allá, también lo es en su mantenimiento. El tránsito de personas es una constante de la historia.

Vivir en un territorio y poseer una cultura es algo más difícil de mantener de lo que parece y por eso acabar con su carácter azaroso ha sido una de las principales obsesiones de los Estados modernos. Como muchos reconocen, la nación es posterior al Estado y depende de él y por lo tanto también lo es la cultura que acaba siendo la justificación y legitimación final del nacionalismo. La cultura de un país es también un producto del Estado, de la idea de Estado o del deseo de Estado.

La visión del mundo que nos lo presenta como un conglomerado de culturas diferentes es una visión derivada de la reciente historia europea. Es a partir de la configuración de los estados modernos europeos que se hace extensiva esta idea de organización al resto del mundo, siempre manteniendo criterios de inmovilidad, estancamiento, aislamiento y coherencia; cuando por razones históricas y políticas no se puede conseguir un interlocutor estatal válido, se usará la misma imagen pero denominándola etnias, tribus u «otras culturas», aunque la figura del Estado requiere siempre que el otro sea también Estado y se muestra incapaz de dialogar con algo que no lo sea. En este sentido el Estado es imperialista, pero no porque aspire a conquistar otros territorios si no porque desea su propia forma para los otros, y la impone por las armas si hace falta.

Cómo comenta Immanuel Wallerstein (1990), también se valora la diferencia y la separación de las culturas para poder asignar diferentes tareas a cada grupo, como en el apartheid sudafricano. Si el inmigrante consigue traspasar la frontera, entonces encontrará enseguida una casilla que le será asignada: su especialización y su cultura, de la cual no se podrá mover si no quiere correr el riesgo de ser víctima de algún acto racista «incontrolado». Por ejemplo, en el estado español se está difundiendo rápidamente la idea de que los latinoamericanos son cuidadores natos, que por razón de su cultura cuidan muy bien, con lo cual naturalizamos el espacio que se les ha asignado en nuestra estructura social, por razones que nada tienen que ver con una supuesta cultura, sino con la economía, en nuestro caso, la incorporación de toda la clase de las mujeres al mercado laboral.

A la vista de este panorama, no es prudente que las minorías «culturales» esgriman la defensa de la cultura local frente a la globalización, siempre habrá «culturas» más poderosas que esgrimirán la defensa de su cultura en contra de ellos, como hacen los franceses y los españoles cuando argumentan que bastantes problemas tienen con el dominio del inglés para poder permitirse «disidencias internas». Cuando se teoriza la multiculturalidad se naturalizan las diferencias de las que se acusa a los inmigrantes y se solapa cultura y exclusión. Los efectos de la globalización capitalista tienen que ver con la desigualdad en el acceso a los recursos. Estos son radicalmente diferentes para los diferentes grupos sociales y se agravan cuando alguno está estigmatizado por razón de cultura.

El énfasis local para luchar contra la uniformidad no es pues una estrategia inteligente para enfrentarse al globalismo.

A pesar de que el discurso de la etnicidad puede ser comprendido como una respuesta política lógica a la globalización económica (Amin, 1999), es importante ver que al mismo tiempo le hace el juego. Teniendo en cuenta que comparado con la cantidad de grupos que hay en el mundo que pueden aspirar a un reconocimiento étnico, los estados contemporáneos son mucho menos numerosos, se deduce que la mayor parte de los estados son fragmentables territorialmente. Bauman (1999) desarrolla un argumento interesante al respecto, para él nadie tendría que pensar que el incremento de demandas de reconocimiento nacional va en detrimento del proceso de globalización.

Al contrario, el globalismo, que es la globalización capitalista hecha ideología (Beck, 1999, p. 27), necesita estados pequeños, cada vez más débiles que sean incapaces de mostrar una oposición seria a la libre circulación del capital. A la vez, no es posible concluir que la solución a las presiones globalizadoras desreguladoras pase por el mantenimiento de la forma actual del estado moderno, puesto que la forma ideal a la que tiende el estado moderno sin globalización, cuando se hace autárquico, es el estado fascista: un estado fuerte que exige control y seguridad frente al enemigo exterior. La resistencia a la globalización capitalista tiene que pensar en formas de organización y resistencia supraestatales más que en un regreso al modelo estatal de la modernidad.

¿Globalismo versus culturalismo?

El globalismo es una ideología que proclama un único sistema económico para el mundo, el capitalismo de libre mercado y un único pensamiento, el neoliberalismo. A pesar de que pueda parecer una paradoja, el culturalismo goza de buena salud gracias al globalismo, para éste la diversidad cultural significa crear nuevos mercados (Comaroff y Comaroff, 2011) llenos de individuos dispuestos a consumir por poco que se les reconozca la diferencia.

En esta alianza, el globalismo crea consumidores y el culturalismo los clasifica para segmentar los mercados. El enfrentamiento entre lo local y lo global sólo es aparente.

Pero además el culturalismo le hace el juego a la globalización capitalista porque colabora en la legitimación de la restricción de la libre circulación de personas. Las políticas de exclusión necesarias para la globalización capitalista vienen legitimadas discursivamente por el discurso culturalista. Hay culturas más preparadas y menos preparadas para la modernidad.

Esta legitimación se obtiene difundiendo el discurso de la pureza cultural que hay que mantener. Una pureza que naturalmente sólo pueden defender quienes tienen el poder para impedir a los miembros de otras culturas cruzar las fronteras y quienes están cómodos dentro de las suyas. Cuando se concibe la propia cultura como algo esencial, inamovible, algo que proviene de la noche de los tiempos, el inmigrante es alguien que «complica» el panorama simbólico de una sociedad, que altera sus redes de significados, que desordena la vida «estable» de la cultura receptora. La prohibición de migrar es un hecho importante y no anecdótico de la globalización. Hay que recordar que en los procesos de transformación de las economías europeas hacia el capitalismo industrial, que supusieron la destrucción de todo otro recurso de supervivencia, la emigración hacia América fue una válvula de escape básica. Ahora los países en vías de desarrollo (si es que realmente lo están) no pueden contar con el mismo mecanismo (cómo comenta Samir Amin, 1999). Es obvio desde hace tiempo que las políticas del FMI y del BM mantienen estos países en la pobreza, y ahora sería ingenuo pensar que ha sido sin querer, o que realmente creen en lo que predican. Se puede decir que se está haciendo un gran esfuerzo para mantener a determinadas zonas del mundo en la pobreza más absoluta. Esto tiene como objetivo garantizar: 1) mano de obra de reserva barata;

2) estados incapaces de defender sus recursos naturales, es decir, «vendidos» a priori; 3) bolsas de endeudamiento y 4) zonas en guerra interesadas en comprar armas, ya que el conflicto violento es más difícil cuando aumenta el bienestar económico de una población.

Es muy interesante pensar por un instante en la diferencia que supone afirmar que la globalización es un cambio social o bien afirmar que es un cambio cultural. La primera frase no delimita claramente a qué hace referencia, la segunda supone que hay un colectivo que se puede describir con anterioridad al cambio, poseedor de alguna característica peculiar, que es el sujeto «real» del cambio.

Todos podemos ver que la globalización es un producto occidental que posee todas las condiciones para ser considerado un producto cultural. Entonces se hace equivaler globalización con occidentalización y con modernidad, y como no se concibe ninguna parte del mundo que no quiera aspirar a la modernidad, se equipara cultura occidental con cultura universal (Wallerstein, 1990, p.45). Esto neutraliza el carácter político y la convierte en un problema de relaciones interculturales, el choque de una cultura con muchas otros, quizás igualmente respetables, pero no tan listas ni tan «desarrolladas». Esta visión culturalista, ampliamente compartida, es la que induce a mucha gente a pensar que la globalización no es sino una nueva versión del antiguo imperialismo y por lo tanto comporta, lógica pero erróneamente, que la cultura se convierta en el baluarte donde se organiza la resistencia. La resistencia local a la globalización económica no servirá para nada si se continúa planteando como una resistencia cultural, o bien como una resistencia desde las «culturas» locales.

Los discursos sobre la globalización, la culminación de un viejo proyecto de la modernidad capitalista, no tienen, en la cultura, ningún enemigo si no todo lo contrario, un formidable aliado.

Por supuesto, la pesadilla de un mundo uniforme que siguiera los parámetros capitalistas es una reacción normal de aquellos que pensaron que se podría construir un mundo más justo, siempre que se ajustara a los designios de sus razones políticas o religiosas. Ahora que comunistas o fascistas, pero también católicos o musulmanes, (todos promotores de proyectos de «globalización» – grandes narrativas totalizadoras en términos de Lyotard-), han perdido aparentemente la partida ante el proyecto globalizador, político, social y económico que proviene de los Estados Unidos de América, justamente se nos hace patente que la diversidad cultural se tiene que salvaguardar: defensa de las esencias sospechosa, que sólo revive o sobrevive porque el modelo triunfador no es el propio. Sin embargo, este miedo a la uniformidad cultural surge porque se piensa que la diversidad cultural se ha mantenido estable a lo largo de la historia y olvida que en realidad las diferencias entre humanos siempre han ido experimentando cambios, de tal manera que son difícilmente separables temporal y espacialmente. Por eso, aunque como miembro de una minoría sometida dentro de un estado moderno que no es «el mío» puedo compartir alguna de estas preocupaciones, lo que más me preocupa es que este tipo de reacciones provocan un efecto peor que la teórica homogeneización: provocan el despliegue de la esencia cultural en todas sus facetas y, en consecuencia, la multiplicación de todos sus efectos discriminadores.

De una amenaza a una oportunidad

Dado que lo que he querido explicar es que la noción de cultura introduce una tendencia fuertemente determinista en el pensamiento, entonces el respeto y la celebración de las diferencias no debe pasar por la diferencia cultural. Acabar con la falacia de las diferencias por razón de cultura no significa acabar con las diferencias sino todo lo contrario, significa reivindicar que las diferencias deben ser pensadas en términos no esenciales, significa reconocer el cambio permanente, el derecho a querer ser y querer no ser.

Aquellos que defienden el uso de la noción de cultura son conscientes que esta puede ser usada con efectos racistas, pero también defienden su utilidad, dicen que la cultura puede ser bien utilizada, que la podemos pensar como no esencial, fluida, dinámica, no categorizadora…

Pero no basta con afirmar que el concepto de cultura que uno usa no es determinista ni cerrado, que es fluido, que acepta el cambio y la diversidad interna, hay que demostrar que efectivamente es así. Y hasta ahora nadie ha demostrado que manejar un concepto de cultura no rígido evite sus efectos categorizadores y por lo tanto discriminatorios. Porque estos se dan por el mero hecho de afirmar que alguien pertenece a tal o cual cultura.

El problema está en el nombrar. Los partidarios de seguir usando la cultura como concepto descriptivo, o incluso explicativo, afirman que mantenerla nos ayuda a proteger la diversidad humana, a defender los derechos de las minorías. Mi duda no yace en el objetivo, el cual es encomiable, sino en si el concepto realmente nos ayuda a hacer esto. Quizás sí, pero no dejan de ser declaraciones de intenciones, porque ¿cómo tenemos que hacer exactamente para usar el concepto de cultura sin sus problemas? ¿Cómo podemos evitar el efecto clasificador de poblaciones? ¿Cuál es finalmente, el uso que se hace de éste en la práctica? ¿Cómo se usa la idea de cultura ante gitanos o magrebíes tanto si se los quiere ayudar como si se los quiere atacar? ¿No podría ser que sea precisamente su uso el que esté amenazando la diversidad? Al fin y al cabo, es la misma riqueza de la expresión social humana la que queda simplificada al usar el concepto de cultura. Es este concepto el que agrupa arbitrariamente los diferentes rasgos y las diferentes personas para crear conjuntos de sentido. Y esto puede facilitar su defensa, pero también su eliminación.

Pensemos por un momento en qué puede significar, y qué efectos puede tener, hablar de cultura islámica, de cultura española, de cultura europea, de cultura china, de cultura catalana o de cultura occidental. Todos podemos ver en esta misma lista que estas expresiones, en lugar de contribuir a un enriquecimiento de nuestra comprensión de la realidad humana, esconden su complejidad. Son conceptos represores de la pluralidad que ha constituido siempre cualquier grupo humano. En lugar de hablar de diferencia cultural tendríamos que hablar de una multiplicidad de diferencias, algunas probablemente relacionadas entre ellas, entrelazadas, pero no todas entrelazadas siempre en el interior de un mismo bloque coherente culturalmente. Sin lugar a dudas, la vida social de las personas transcurre a lo largo de diferentes espacios o situaciones. Estas son «el conocimiento, las creencias, las artes, la moral, las leyes, las costumbres y otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad» (Tylor, 1871) entre los cuales creo que podemos añadir el lenguaje, la religión, las clases sociales, la burocracia moderna o cualquier otra institución social.

Excepto que no configuran una «totalidad compleja» cómo decía Tylor, uno de los padres fundadores de la antropología como ciencia, sino un conjunto incoherente de expresiones mezcladas, producto de mil contactos, interpretaciones y subversiones. No podemos asumir la cultura como un conjunto coherente de expresiones culturales, un conjunto homogéneo, en el cual la religión, la política, la sociedad, los ritos y costumbres, normas y tradiciones serían la expresión de un mismo fondo cultural. Esto no deja de ser la fantasía de un espacio originario ideal, sin diferencias, sin conflictos ni discusiones, un mito con el que sueña la extrema derecha para los países europeos: la homogeneidad total. La cultura entendida así no existirá nunca, pero no porque seamos ahora ya irremediablemente multiculturales y nos tengamos que aguantar, nos guste o no, sino porque no ha existido nunca.

No existe ninguna solución preestablecida para resolver los problemas que nos plantea la convivencia de una ingente diversidad de situaciones y de tantas otras maneras de interpretarlas. Las diferencias existen, y la cuestión es que son todavía más complejas de lo que se piensa cuando se piensa en términos de multiculturalidad. La diversidad es compleja, como son complejas las soluciones a los problemas que nos puede plantear. Dicho esto, tenemos la posibilidad de acabar con las discriminaciones por razón de raza o culturas, si acabamos con las teorías que preconizan la inevitabilidad de un mundo uniforme o bien de un mundo colapsado por los conflictos interculturales, antes de que se conviertan en profecías autocumplidas.

Esta posibilidad está en la globalización y las posibilidades que nos está ofreciendo haciendo el mundo más pequeño, permitiendo que las minorías con sensibilidades comunes se encuentren y se organicen. La globalización puede dar a luz un proyecto de diversidad, puede ser una oportunidad para una reorganización de la diversidad alrededor de unos ejes que posiblemente todavía desconocemos completamente Puede que las culturas no existan, pero la diferencia sí y lo seguirá haciendo.

Bibliografía

AMIN, Samir: El capitalismo en la era de la globalización. Barcelona: Paidós, 1999.

BAUMAN, Zygmunt: La globalización: consecuencias humanas. Ciudad de México: FCE, 1999. (Existe también edición en catalán: Globalització. Les conseqüències humanes. Barcelona: Editorial Pòrtic, 2001.)

BECK, Ulrich: ¿Qué es la globalización? Barcelona: Paidós, 1999.

COMAROFF, Jean y COMAROFF, John L.: Etnicidad S.A. Madrid: Katz, 2011.

JACKSON, Peter y PENROSE, JAN. (Eds.) Constructions of Race, Place and Nation. Londres: UCL, 1993.

SOJA, Edward W.: Postmodern Geographies: The Reassertion of Space in Critical Social Theory. Londres: Verso, 1989.

TYLOR, Edward B.: Cultura primitiva. Madrid: Ayuso, 1977. (Edición original: 1871)

WALLERSTEIN Immanuel: Culture as the Ideological Battleground of the Modern World-System. En Featherstone, Michael. (Ed.): Global Culture: Nationalism, Globalization and Modernity. Londres: Sage, 1990.

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/multiculturalismo-y-diferencia-reflexiones-desde-la-globalizacion-capitalista/feed/ 6
La Integración Escolar y la asimilación de la diferencia https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/la-integracion-escolar-y-la-asimilacion-de-la-diferencia/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/la-integracion-escolar-y-la-asimilacion-de-la-diferencia/#comments Tue, 21 Jun 2011 19:09:19 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2588 Álvaro Hernando Freile (Maestro. Trabaja desde su fundación, como coordinador, en el Aula de Compensación Educativa de Tetuán , IES Tetuán de las Victorias, Madrid)

En este artículo se presentan algunas de las contradicciones y paradojas que encontramos en la acción del sistema educativo a la hora de asumir sus responsabilidades en el campo de la integración. Población inmigrante, discapacitados, alumnado con necesidades educativas especiales, alumnado en situación de fracaso escolar por cuestiones socioeconómicas, alumnado diverso, al fin y al cabo, cuenta con un conjunto de recursos reglados y una serie de programas específicos para ser atendidos. ¿Pero es esta atención suficiente para garantizar la igualdad de oportunidades? El autor realiza un acercamiento intuitivo al concepto de Integración Escolar partiendo de ideas y creencias, enlazándolas en preguntas y, huyendo de academicismos, se centra en aspectos filosóficos sobre la intervención con alumnado en situación de desventaja por cuestiones físicas, psicológicas o sociales.

]]>
Álvaro Hernando Freile (Maestro. Trabaja desde su fundación, como coordinador, en el Aula de Compensación Educativa de Tetuán , IES Tetuán de las Victorias, Madrid)

En este artículo se presentan algunas de las contradicciones y paradojas que encontramos en la acción del sistema educativo a la hora de asumir sus responsabilidades en el campo de la integración. Población inmigrante, discapacitados, alumnado con necesidades educativas especiales, alumnado en situación de fracaso escolar por cuestiones socioeconómicas, alumnado diverso, al fin y al cabo, cuenta con un conjunto de recursos reglados y una serie de programas específicos para ser atendidos. ¿Pero es esta atención suficiente para garantizar la igualdad de oportunidades? El autor realiza un acercamiento intuitivo al concepto de Integración Escolar partiendo de ideas y creencias, enlazándolas en preguntas y, huyendo de academicismos, se centra en aspectos filosóficos sobre la intervención con alumnado en situación de desventaja por cuestiones físicas, psicológicas o sociales.

¿Qué hace que sean diferentes los actos de integrar y de asimilar? Echémosle imaginación, pensemos que, con la integración, se ganan las características de lo integrado.

Con la asimilación, se digiere lo asimilado, o, mejor dicho, se elimina la esencia de lo asimilado para convertirse en otra cosa. No pretendo que haya connotaciones positivas en una expresión frente a la otra, pero tampoco quiero partir del más común de los errores, confundir la integración en un colectivo con la pérdida de identidad.

Al plantearme la elaboración de estas líneas, desde un inicio, decidí renunciar a realizar un compendio de definiciones y teorías. No porque éstas sean de poca utilidad o menor valor que mis opiniones o mis experimentos dialécticos, todo lo contrario, si no porque la otra opción que se me abría era la de dejar volar la imaginación, dentro de un ejercicio reflexivo, viajando de pregunta en pregunta.

Realmente me planteo un ejercicio autocrítico de conocimiento desde quien se siente plenamente identificado con su profesión: la docencia.

Todos y cada uno de los días que he trabajado en escuelas o institutos lo he hecho perteneciendo a algún programa de atención a la diversidad, con finalidad integradora.

Es, pues, este viaje, un viaje ceñido a la opinión y experiencia personal. Y es un viaje al que te invito. Un viaje, cuando es dialéctico y uno pretende que sea largo, debe fundamentarse en hacer las paradas oportunas en los momentos adecuados. Yo, a esos momentos y tiempos los voy a llamar preguntas.

Es mi impresión que en muchos casos se trata de integrar desde la educación asimilando las diferencias. Es un camino muerto, ya que no conduce a la integración real, pero lo peor es que a veces es un camino que se ha disimulado u ocultado. La verdadera integración pasa por conservar la identidad del alumno, sus características inherentes.

Permíteme que compartamos algunas de las preguntas.

Al fin y al cabo ¿no es más importante la realización de la pregunta que encontrar una única respuesta? Sobre el tema que nos ocupa, el de la Integración Escolar, lo primero que me pregunto es lo más básico ¿Qué es? ¿Qué entiendo por integración escolar? Y tú ¿qué entiendes por integración escolar? Es un término tan sencillo, tan obvio, tan vasto y, en definitiva, tan polifónico.

¿Entenderemos todos lo mismo por integración escolar?

Un poco más adelante daré una definición propia de lo que yo entiendo que significa, pero ahora prefiero plasmar en un papel lo primero que se me venga a la cabeza cuando pienso en esta expresión. Me encuentro con un par de ideas (atención a la diversidad, convivencia, igualdad de oportunidades…) y con muchos sentimientos (responsabilidad, aceptación, rechazo, incomprensión…) Te pido que participes en el mismo juego y que plasmes en un papel imaginario las diez primeras cosas que te vengan a la cabeza al escuchar la expresión «Integración Escolar». Tómate un segundo para ello y luego continúa leyendo.

Este mismo proceso es el que he seguido antes de elaborar este artículo. Es decir, le he pedido a una treintena de personas que me escribieran sus propias ideas al respecto. Los diez primeros elementos que asocian en su mente a esta expresión. Sí, he de admitir que carece de un excesivo rigor científico, pero contiene gran capacidad saciante de mi curiosidad.

Tenía curiosidad, he de aclararlo, por saber si todos entendemos lo mismo por integración escolar. Es más, quería ver si, en caso de entender todos lo mismo en general, ponemos el peso en una u otra idea. De entre tantas aportaciones lo primero que concluyo es que se entremezclan las ideas, los sentimientos, los valores… Da para encontrar similitudes y diferencias y, lo más importante, para hacerse muchas preguntas.

¿Tienes curiosidad por contrastar tus ideas intuitivas con las de los que ya han opinado? Yo la tendría. Sigue leyendo y, por favor, no dejes de pensar.

Te planteo, por tanto, abordar el tema de la integración escolar desde un punto de vista intuitivo, poco legalista o protocolario, más bien intelectual, filosófico y casi ingenuo. Te planteo que llegues a hacerte las preguntas que mejor se abracen a una respuesta llamada «Integración Escolar», frente a las muchas veces confundida idea de que es exclusivamente una exigencia legal, o un protocolo organizativo exento de contexto ideológico. Y todo porque pienso que es más interesante realizarse las preguntas oportunas que enlazar respuestas sólidamente académicas o jurídicas.

El experimento de opinión: las encuestas, el poso que en las ideas dejan las prácticas.

La propia experiencia acota, moldea y define de manera dicotómica la mayor parte de los conocimientos que vamos construyendo de manera intuitiva. A partir de una práctica cotidiana vamos dándole densidad a la mezcla que cimenta y aglutina las creencias, las ideas y sentimientos que nos sugieren determinados temas, al margen de que también tengan un marco científico-teórico y legal. Así, se puede entender la integración escolar desde un punto de vista teórico, acudiendo a las numerosas publicaciones de especialistas reputados y de calidad contrastada, o bien consultar la legislación vigente al respecto, tratando de comprender el fenómeno. Pero aún así podemos correr el riesgo de dejar algunas cuestiones de carácter vital sin responder, o, lo que es peor, sin preguntarnos.

La teoría tiene sus propias explicaciones y descripciones acerca del qué, del por qué y del cómo, que bien podrían no coincidir en absoluto con las prácticas o experiencias observadas sobre el mismo fenómeno. Por todo ello me he atrevido a preguntar «Oye ¿a ti a qué te suena eso de ‘Integración Escolar’? ¿Qué te sugiere?» Lo he hecho en varios grupos diferenciados. Un gran grupo de gente que no tiene que ver en absoluto con la profesión docente. Un segundo grupo, compuesto por alumnos de secundaria. Un tercer grupo compuesto por docentes, del que obtengo un subconjunto compuesto por docentes con labores de gestión y cargo directivo.

Evidentemente no tengo intención de hacer una radiografía o sociograma, pero sí me sirve como punto de partida para observar. De hecho, las ideas que aportan contienen diferencias muy significativas.

El primer grupo, el de las personas ajenas al ámbito educativo, aporta cuestiones parecidas al del alumnado, y muy diferentes al conjunto de aportaciones de los docentes.

¿En qué pensaste tú al inicio del artículo? Si por algo llama la atención lo aportado por los dos primero grupos es porque abundan las expresiones relacionadas con emociones, sentimientos y valores de forma más numerosa y positiva que en los grupos de los docentes. Curioso contraste. ¿Pensaste tú en: ayuda, aprendizaje, «sentirse útil», amistad, sentirse querido, colaboración, comunicación con los demás, sentirse rodeado, respeto a todos, sentirse protegido…? En esa línea fueron las aportaciones de las personas ajenas a colegios y del alumnado. ¿Hacia dónde fueron tus pensamientos? ¿Quizá hacia: discapacidad, inmigración, limitaciones, asistencia, problemas de conducta, «centro de menores», rechazo, igualdad de oportunidades, socialización, adaptación, segregación, «me quitas este niño de aquí…», trabajo de equipo, superespecialización,…? Predominantemente, hacia ahí fueron las aportaciones del profesorado.

Lo interesante es que las personas ajenas a la educación aportan cuestiones positivas relacionadas con el por qué de la integración escolar. Y enfrente, las aportaciones de los profesores, más cargadas de valores en negativo, expresiones peyorativas o problemáticas. Es fácil encontrar entre estas últimas expresiones del tipo «fracaso escolar», «desinterés», «grado de discapacidad», «alumno con necesidades educativas especiales», «inmigración», «clases sociales desfavorecidas», «conductas antisociales», «conductas disruptivas» y hasta «minusvalía».

O sea, expresiones más o menos técnicas, eufemismos pesimistas y muchas palabras cargadas notoriamente de un aura negativa.

He de admitir que a casi todos los profesores nos han venido a la cabeza expresiones de todo tipo. Y es que ¡es tan amplio el concepto de integración escolar si piensas en a quién se le está aplicando! La integración, sin duda, no es otra cosa que la aplicación del derecho a la plena participación de cualquier persona en las instituciones y dinámicas de índole sociocultural, lo que incluye instituciones y dinámicas políticas, económicas y educativas, entre otras, de la comunidad a que pertenece esa persona. Y aquí encuentro mi primera parada ¿pertenecemos todos a la misma comunidad? Mejor dicho ¿nos consideramos integrantes de la misma comunidad? ¿Estimamos que «los otros», los que pueden llegar a participar como cualquiera en nuestras instituciones, pertenecen a nuestro grupo homogéneo? ¿Son más «de los nuestros» o son viajeros invitados? ¿O son quizá la otra modalidad de «los otros», los que son menos capaces? Está claro que reconocemos la diferencia o la ausencia de capacidades en «el otro». La pregunta es ¿la ausencia de capacidades en una persona debe limitar sus potencialidades o, cuando menos, condicionar sus oportunidades de desarrollarlas plenamente? ¿Debemos esperar menos de los diferentes? ¿Debemos condicionar nuestra intervención como docentes, adaptándola a cada caso? Si no hacemos nada ¿alcanzarían por sí solos los mismos logros que recibiendo el apoyo necesario? Es cuestión de tiempo caer en la cuenta de lo necesario que es encontrar un método adaptado para un alumno ciego. Lo que ya no es tan usual es caer en la cuenta de lo necesario que es encontrar un método adaptado para un alumno que no domina la lengua, con valores o cultura diferentes o, simplemente, con pertenencia a un sector social en riesgo de exclusión. Tendemos a pensar que este último tipo de alumno «ha de integrarse» y al primero «hay que facilitarle la integración».

Además de esto, de lo anterior se extrae que no debemos confundir el pertenecer a un grupo con el tener que renunciar al derecho a ser diferente, o al derecho a «ser» por «ser diferente».

Déjame volver a mi pequeña encuesta. Los profesores hablaban de los problemas que plantea el ser diferente, dicho generalizando pícaramente. Es más, de entre los profesores con cargos directivos proceden más ideas relacionadas con referencias a las normas y las leyes que de los otros docentes (derecho de todos, cohesión social, equidad, accesibilidad,…) No sé tú, lector, pero yo tengo la sensación de que la «Integración Escolar» es una cosa polisémica, polifónica y, a veces, contradictoria.

Se me ocurre una tesis. Quizá los docentes estemos siendo fruto de las tensiones marcadas por fuerzas en contacto. Por un lado las cuestiones afectivas y morales, optimistas y deseosas de incidir positivamente en los procesos educativos de aquellos que son diferentes. Por otro lado está la legislación y sus normativas, desarrolladas como ¿garante? de que lo que se defiende y guarda es el derecho fundamental de un ciudadano a tener las mismas oportunidades que cualquiera, salvaguardando su derecho a ser diferente. Por otro lado, un tercero, la fuerza de las prácticas comunes, desarrolladas en un contexto de corrección normativa, en aparente comunión con las cuestiones morales, pero, algunas veces, frías, ineficaces y contradictorias. Es decir, lo normal, lo normativo, lo necesario y lo adecuado, siendo compatibles, no son coincidentes. Es la (dis)capacidad que tiene el sistema para sintonizar al cien por cien la norma, lo normal, lo adecuado y lo necesario. Son problemas que pretendo abordar a continuación.

La Integración Escolar pretende ser una respuesta del sistema ante una falta de oportunidades más que probable, asociada a una falta de capacidades particulares de un sujeto. Que estas (dis)capacidades sean temporales o permanentes dependen de factores psico-sociobiológicos.

Es decir, en parte dependerán tanto del alumno como de la estructura del sistema educativo y de los agentes que lo conformamos.

Sobre la (dis)capacidad de la estructura del Sistema Educativo.

Yo sigo haciéndome preguntas. Me recuerdo hace años preguntándome ¿es capaz nuestro sistema educativo de integrar en la sociedad a todo sujeto susceptible de requerir cierta atención espe

cífica y diferente? El caso es que, con los años, ha decaído mi reserva de ambición y, a día de hoy, me conformo con preguntarme ¿Es capaz nuestro sistema educativo de integrar en la escuela? Son varios los modelos de «integración» ofrecidos por las administraciones educativas. En ninguna de las comunidades autónomas, en ningún punto del territorio español, se resta valor al obligado cumplimiento de prestar un servicio integrador en la escuela. Para ello se legisla, se diseñan modelos de intervención, centros especiales y específicos, y modelos e itinerarios educativos para atender a la población más diversa.

A los alumnos con necesidades educativas especiales se les ha creado un hueco en las legislaciones que sirve para atender, proteger, educar, instruir y formar.

Esto supone que las administraciones han potenciado la aparición de centros específicos y técnicamente cualificados para atender individualmente estos casos. Como ejemplos de algunos de ellos, y citando la Comunidad de Madrid, encontramos desde adaptaciones de espacios y programaciones en centros normalizados hasta modelos más particulares, como Aulas Hospitalarias, Programas de Cualificación Profesional Inicial de Educación Especial, Aulas de Compensación Educativa, Centros Específicos de Educación Especial, etcétera… Una tipología variada de centros, especializados en sectores poblacionales concretos, con problemas de índole físico, psicológico, social.

Me surge aquí otra pregunta. ¿Es indispensable la atención de determinado tipo de alumnado en centros tan específicos? ¿En qué proporción? ¿Merece la pena en todos los casos crear un hueco legal y administrativo cuyo reflejo es un cajón de sastre, físico, en el que se separa a unos alumnos de otros? Vaya por delante que estoy seguro de que hay casos tan extremos y particulares que requieren este tipo de medida. Pero, qué ocurre con los casos intermedios, con los que no son extremos.

¿Dónde y quién pone el límite en su selección? ¿Dónde comienza a convertirse en inadecuado un recurso normalizado en el que apoyen los profesionales cualificados y dónde empieza a convertirse en adecuado un recurso específico? ¿Dónde está el límite que impide que un centro educativo se convierta en una jaula con barrotes de oro para un alumno? Es tal el grado de especificidad de los recursos que las inclusiones de los alumnos en los centros se convierten, por necesidad, en un mecanismo de exclusión de centros más normalizados. La atención funciona. Pero ¿funciona la integración? ¿Es lo mismo tener atendido a un alumno que trabajar por su integración? No necesariamente. Es más, son cada vez más numerosos los ejemplos en los que los recursos específicos y «a la carta» suponen ejemplos de separación, segregación, aunque no sean, a primera vista, de exclusión. Es decir, legalmente se atiende a la diversidad, pero en la práctica, de manera operativa es una atención tan ajena a otras medidas complementarias o externas que se puede convertir en una burbuja. ¿Paradoja? ¿Contradicción? ¿Cinismo institucional? A este temor que acabo de compartir con el lector le añado el cada vez más común carácter deslavazado de las intervenciones, tanto educativas como exoeducativas de carácter integrador. Incluso dentro de centros educativos específicos, en los que encontramos un completo equipo interdisciplinar, nos encontramos en esta situación cuando el alumnado llega a determinada edad legal.

En los casos de alumnado con necesidades educativas que se asignan y atienden en centros de alto grado de especialización ¿qué ocurre cuando un alumno termina su «último curso»? ¿Quién continua, al margen de la institución educativa, con la función integradora? Y con respecto al centro educativo y a la administración educativa ¿cómo es que, a determinada edad, deja de atenderse a este tipo de alumnado? ¿Por qué escasean los recursos? ¿Por qué para el diagnóstico de algunas discapacidades se utiliza un criterio de edad mental y para concluir la aplicación de la intervención educativa en un recurso integrador se le aplica al alumno el criterio de edad biológica (cronológica o legal)? Son contradicciones, en el mejor de los casos. Un análisis de la función de la institución educativa, realizado desde un punto de vista más técnico, acabaría por dejar ver que el recurso es muy eficaz, pero en la mayoría de los casos exclusivamente durante el período en el que el alumnado está asistiendo al recurso. Paulatina, progresiva y exponencialmente, según va pasando el tiempo, la función integradora queda desdibujada ya que se aplicó en su momento como un medicamento que mitiga un síntoma, en vez de atacar a la causa de la enfermedad (entiéndase en sentido metafórico). Mientras tomamos el medicamento el síntoma desaparece, pero no la enfermedad.

Una vez dejamos de tomar el medicamento, de nuevo aparecen los síntomas. Es, en definitiva, un problema que afecta a la transferencia de los aprendizajes.

En mi opinión, siempre habrá quien requiera una atención tan específica y diferente que suponga ser aplicada en un entorno específico y con equipo especializado. Esto no supone una segregación, pero sí una exclusión que puede llegar a convertirse en irreversible y, por tanto, en acto de segregación. A pesar todo ello de que el centro o el protocolo educativo sea en sí mismo eficaz a la hora de luchar contra la discriminación, al menos durante el período de tiempo que dura la escolarización del alumnado.

En lo que se refiere a los casos que requieren de integración por motivos de índole cultural o social, vemos también como la administración, a través de sus programas/ itinerarios cada vez más diferenciados y a través de sus modalidades de educación va eliminando la diferencia y, por no poder contar con una prolongación en la intervención educativa en otros campos sociales, afianzando las desventajas. Bien fagocitándola, asimilando completamente a un sujeto al que a cambio de no ser excluido se le exige adaptarse a unos niveles que rayan lo etnocéntrico; bien eliminándolo de la ecuación, integrándolo en una categoría de máxima exclusión, es decir, ignorándolo y ciñendo su proceso educativo a la satisfacción de los preceptos legales de escolarización obligatoria.

Y a esto le uno el sentimiento de los docentes, al enfrentarse a una intervención extrema que les desborda y satura de responsabilidad. Es inevitable que muchos docentes vivan como un problema o un obstáculo tener que trabajar en un grupo en el que hay uno o varios alumnos con demandas específicas. Es entendible que prefieran derivar casos a centros específicos en los que la intervención se realice de manera más homogénea.

¿Pero, es en realidad más homogénea la intervención en los centros específicos? Lo dejo sin contestar. Prefiero que el lector saque sus conclusiones y centrarme en la siguiente parte del viaje: el profesorado frente a la Integración Escolar.

¿Es capaz el profesorado de conseguir la integración del alumnado?

Contestar esta pregunta supone darle una vuelta de tuerca a la definición de Integración Escolar. Hay que entender la misma como el conjunto de medidas que, en la institución educativa y a través de la institución educativa, permite al alumnado en situación de desventaja desarrollar al máximo todas sus potencialidades, sin renunciar al derecho de conservar la propia identidad en diferencia, y/o conservando el derecho a ser, plenamente, y tenido en total consideración por la sociedad, a pesar de cualquier tipo de discapacidad. Es decir, la integración escolar se da, y perdonen el Perogrullo, en la institución educativa, pero no se queda ahí, en manos exclusivamente del profesorado especializado y del alumnado. Trasciende la escuela, como institución, como espacio físico y temporal.

En todo este contexto, en mi opinión, es muy diferente lo que se practica cuando las razones que motivan la aplicación de estrategias de integración en la escuela tienen que ver con cuestiones etología patológica, a lo que se practica cuando las razones estriban en cuestiones relacionadas con la pluralidad de pensamiento, discursos, costumbres y valores.

Las primeras no suelen cuestionarse. Una enfermedad, una discapacidad temporal o permanente no pueden ser obstáculo para la igualdad de oportunidades. Pero las segundas plantean más conflicto, puesto que tienen que ver con prácticas, normativa, normalidad y estructura social. Tiene que ver, en definitiva, con «las reglas del juego». Es el tipo de situaciones en las que el profesorado se siente más ajeno y aislado del resto del colectivo de agentes sociales. Se ve solo, más cuestionado y cuestionando sus propias intervenciones. Ahí corremos el riesgo de olvidar todo lo que nos contaron en las encuestas del principio de este artículo las personas ajenas a la educación, las cosas buenas, motivantes, inspiradoras de la Integración Escolar: la oportunidad dada cuando, de otra manera, no se tendría.

La atención especializada a la diversidad, aplicada por un profesor o por todo un equipo, cuando se hace coordinadamente es en sí la demostración de la integración escolar, al margen de resultados. Debe aplicarse.

Por ello es preocupante el modelo que últimamente se viene observando en algunas comunidades autónomas, basado en la segregación por rendimiento, o, como se dice en las mismas, por capacidades. Si atendemos en virtud de las presuntas capacidades acabaremos cometiendo, por omisión, un acto de exclusión con respecto al alumnado al que se considere menos capaz o discapacitado. Es una manera de abordar este aspecto basada en el sofisma de que se puede atender a la diversidad asimilando la diferencia. Si entendemos la asimilación como un proceso en el que la identidad propia se difumina en su inmensa mayoría, a favor de la asunción de las características de la identidad y de las propiedades del grupo, hemos de suponer que cualquier asimilación de la diferencia es un proceso «antinatural», si se me permite la expresión. Antinatural puesto que las características que hacen que un alumno esté en situación de desventaja de oportunidades no se resuelve limitando «lo que puede conseguir individualmente» a «lo que se espera de su grupo». ¡No es posible homogeneizar la diferencia! En este contexto, se espera del profesorado que sea uno más del ámbito normalizado en el que el alumnado manifiesta su diversidad. La realidad es que la normalización de la que hablo no depende exclusivamente del profesorado. Es un proceso social, más global, que, como comenté en párrafos anteriores, queda limitado, marcado y cercenado por cuestiones estructurales como las propias organizaciones de currículos y recursos educativos.

Por muy concienciado y formado en las especificidades de la atención a la diversidad que esté un equipo de profesores, sin la implicación de las administraciones educativas y sociales es imposible crear y potenciar la estructura y tejidos sociales necesarios para que se afiancen los cambios propiciados desde la escuela.

Me temo que no es responsabilidad del profesorado el hecho de que la inmensa mayoría del alumnado que ha pasado por uno de los programas diseñados para favorecer la integración desde la escuela y en la escuela quede en situación de cierto desamparo al salir de ella. No hay acción en conjunto por la integración, o al menos no sobre la práctica, salvo contadas excepciones.

Cierto es que hasta hace bien poco la deriva de nuestra sociedad se estaba dirigiendo a una especial concienciación con la recuperación y apoyo a los más desfavorecidos.

Pero en los últimos tiempos están empezando a darse todo tipo de recortes que afectan especialmente a este tipo de poblaciones. Los profesores tienen menos apoyo, menos recursos, más alumnado y prefieren no tener más presión en las aulas, derivando todo lo que se salga de la normalidad estadística a centros «especializados».

El modelo exige responsabilidad y compromiso de todos.

El nivel de calidad vida de una sociedad puede medirse, equivocadamente, con la renta per cápita. Puede también medirse con otros parámetros, como por ejemplo, estudiando cómo atiende una sociedad a los más desfavorecidos o a los que más dificultades de acceso a la igualdad de oportunidades presentan.

Que nadie lo dude, creo plenamente en que la integración de todos es posible, y la parte que toca a las escuelas españolas es la más importante.

Pero me surge la última pregunta ¿Superaremos las contradicciones del sistema? ¿Espantaremos el fantasma de la exclusión y la segregación del concepto de integración escolar?

 

Para saber más (puede ser muy útil:

Becerro Puerto, Lucia: Educación del niño sordo en integración escolar. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1987.

Gallardo Vázquez, Pedro: Inmigración, educación y trabajo. Sevilla: Wanceulen, 2008.

García García, Emilio: La integración escolar: aspectos psicosociológicos. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1987.

García Fernández, José Antonio: Educación e integración escolar del niño con deficiencias motóricas. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1987.

Hegarty, Seamus: Aprender juntos: la integración escolar. Madrid: Morata, 1988.

Lindon, Jennie: La igualdad de oportunidades en la práctica escolar. Madrid: La Muralla, D. L. 2009.

Vega Moreno, María del Carmen: Planes de acogida e integración escolarsocial de alumnos de minorías étnicas. Madrid: Calamar, D. L. 2007

 

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/la-integracion-escolar-y-la-asimilacion-de-la-diferencia/feed/ 1
Las cloacas de Cataluña, ¿tierra de acogida? https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/las-cloacas-de-cataluna-tierra-de-acogida-lp-68/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/las-cloacas-de-cataluna-tierra-de-acogida-lp-68/#respond Tue, 21 Jun 2011 18:35:52 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2623 Miguel Ángel del Río Morillas i Aleix Puncet Gregori (Artículo publicado en los Cuadernos de Illacrua 28 , incluidos en el número 194 del semanario La Directa)

En el estado español existen formaciones políticas que se presentan a las elecciones con un programa abiertamente xenófobo y disimuladamente racista. Se trata de los herederos de los partidos fascistas que, como es el caso de la Plataforma por Cataluña, emparentan con las líneas políticas que en Europa han dibujado el Frente Nacional francés o la Liga Norte en Italia. Mediante una lectura excluyente de la identidad y un uso esencialista del concepto de cultura, han logrado colocar en primera línea los discursos nacionalpopulistas y anti-inmigración que, lejos de circunscribirse a los ámbitos más extremistas, se extienden por otros espacios políticos –aparentemente más comedidos- y, aún más grave si cabe, terminan por normalizar la xenofobia mediante una perversa subversión del lenguaje.

]]>
Miguel Ángel del Río Morillas i Aleix Puncet Gregori (Artículo publicado en los Cuadernos de Illacrua 28 , incluidos en el número 194 del semanario La Directa)

En el estado español existen formaciones políticas que se presentan a las elecciones con un programa abiertamente xenófobo y disimuladamente racista. Se trata de los herederos de los partidos fascistas que, como es el caso de la Plataforma por Cataluña, emparentan con las líneas políticas que en Europa han dibujado el Frente Nacional francés o la Liga Norte en Italia. Mediante una lectura excluyente de la identidad y un uso esencialista del concepto de cultura, han logrado colocar en primera línea los discursos nacionalpopulistas y anti-inmigración que, lejos de circunscribirse a los ámbitos más extremistas, se extienden por otros espacios políticos –aparentemente más comedidos- y, aún más grave si cabe, terminan por normalizar la xenofobia mediante una perversa subversión del lenguaje.

 

La xenofobia cotiza al alza en las municipales

La estrategia lepenista de la Plataforma per Catalunya consigue 67 concejales en Catalunya en 41 municipios, el mayor éxito municipal de la extrema derecha en décadas.

David Fernández

 

Introducción

Hablar de la Plataforma por Cataluña (PxC) es hablar de extrema derecha postfascista, de carácter postindustrial y nacionalpopulista; aun así, sería una error calificarla, simplemente, como un partido fascista. Nos encontramos ante una nueva extrema derecha que no reniega de la herencia fascista de los años de entreguerras, a pesar de que no plantea un regreso a los regímenes de entonces.

La PxC sigue la consigna de uno del líderes históricos del neofascismo italiano, Giorgo Almirante, del Movimento Sociale Italiano: «Ni renegar del fascismo ni restaurarlo».

En este sentido, es esclarecedor el punto 1.3 de la declaración programática de la PxC: «El partido elaborará su doctrina propia teniendo en cuenta los elementos positivos de las corrientes filosóficas e ideológicos de cualquier signo que hayan jugado una papel decisivo en la historia de Europa». Es un ejemplo, la adopción de los mecanismos de inclusión y exclusión de carácter radical, tan representativos del fascismo clásico.

Identidad y tradición

En el caso de la PxC, los mecanismos de inclusión y exclusión quedan vehiculados a través de una lectura excluyente de la identidad, mediante un diferencialismo radical entre las personas «autóctonas» y las extranjeras.

Pero, ¿quién es la persona «autóctona»? No es aquella que habita y trabaja en Cataluña, ni tan siquiera aquella que ha nacido en Cataluña. Sólo es autóctona aquella persona que pertenece culturalmente a la comunidad. Por mucho que haya nacido en Cataluña, siempre será una persona «inmigrante» –término que es entendido más como gerundio que como sustantivo, es decir, una persona que está de paso-, siempre estará marcada por una cultura hereditaria, incompatible con el occidental. La persona inmigrante (y la extranjera por excelencia es la musulmana, yihadista en potencia) es representada como una agente «colonizadora/invasora» y «pervertidora» de las esencias de la comunidad.

Así, la PxC va más allá del concepto racial para convertirse en un movimiento defensor de la «tradición» (cristiana) ante «el usurpador islámico». El partido niega rotundamente ser racista y se autodenomina identitario.

En nombre de la preservación de la identidad, aspira a la cota cero de inmigración, puesto que –según sus postulados– las personas inmigrantes y las autóctonas son tan radicalmente diferentes que la convivencia entre ellas es del todo imposible.

La persona inmigrante es concebida como un «parásito» del sistema de protección social estatal que abusa de los «privilegios» otorgados por los políticos, en detrimento de la población autóctona. La inmigración vertebra todo el diagnóstico del partido sobre los males de la sociedad actual. Las inmigrantes –argumentan– están poniendo en grave peligro la cohesión social y desvalijan el estado del bienestar, de forma que hay que reaccionar con un «chovinismo del estado del bienestar» y la «preferencia nacional», es decir, que las prestaciones sociales tienen que ser para la población autóctona: los de aquí, primero, es un eslogan de todos los movimientos nacional- populistas.

La persona inmigrante es estereotipada como agente portadora de la inseguridad ciudadana, puesto que provoca delincuencia, paro (quita puestos de trabajo a la población autóctona), problemas de vecindad, proliferación de conductas incívicas, competencia desleal respecto de los comercios autóctonos (debido a supuestas normas comerciales a favor de las personas inmigrantes) o pérdida de calidad del sistema educativo.

Contra la política tradicional

A la vez, los partidos políticos son juzgados severamente como una clase elitista y corrupta, benefactora de la población inmigrante (y, por lo tanto, quintacolumnista dentro de la comunidad). En cambio, se los acusa de no tener ninguna preocupación por «el humilde trabajador», que paga sus impuestos «religiosamente».

Su populismo demagógico se inviste de «abogado de los pobres», de los «de abajo» en lugar de los «de arriba», expresando en voz alta aquello que piensa «el pueblo» y que el discurso oficial –prisionero de lo políticamente correcto– no osa decir.

La PxC postula una relación directa entre ese «pueblo» y sus representantes, en contraposición a la democracia parlamentaria y la partitocracia liberal. Esta deslegitimación de la política «tradicional» y de sus partidos –que puede encontrar un terreno abonado en tiempo de desafección política de la ciudadanía y índices récords de abstención electoral– es una de la causas de la organización del «angladismo» (Josep Anglada es el líder de PxC) como plataforma cívica «monotemática», en vez de partido.

Sólo en el sentido de este vínculo «umbilical» entre organización y pueblo, la PxC se declara demócrata. Respeta las reglas del juego del sistema, pero la democracia sólo es concebida como un medio: de acuerdo con sus principios, las instituciones democráticas sufrirían una profunda desfiguración, en caso de que la Plataforma por Cataluña llegara al poder.

La PxC no se diferencia en nada de sus «hermanos mayores europeos», que, a raíz de la crisis económica y la subsiguiente búsqueda de un chivo expiatorio en la población inmigrante, se encuentran en un momento álgido. Sólo por citar algunos ejemplos, el Front National francés, la Lega Norte padana, el Vlaams Belang flamenco o el Jobbik húngaro se encuadran en estos parámetros ideológicos. Según el historiador Xavier Casals, estos partidos «se presentan como movimientos transversales en el eje derechas/izquierdas» (primer punto de la declaración programática del partido: «PxC no es de derechas ni de izquierdas, sino un proyecto del sentido común ciudadano») y, en el caso particular de la Plataforma, «también al margen del debate sobre el ensamblaje Cataluña/ España», puesto que, «más que la nación territorial, defienden cerrar filas alrededor de un sistema de valores y una civilización frente a la invasión del islam».

El discurso nacionalpopulista es capaz de sobrepasar los límites de la ultraderecha tradicional. Anglada ha afirmado: «Yo no soy de ultraderecha (…). Sólo soy un demócrata (…). No somos ni de derechas ni de izquierdas, pero cubrimos un vacío en un tema sobre el cual el resto de partidos ha evitado pronunciarse». Que Josep Anglada y la plana mayor del partido (Armengol, Pericàs, etc.) sean ultraderechistas camuflados y que su reciente conversión democrática sea poco menos que milagrosa es, de hecho, lo menos importante. Lo auténticamente preocupante es la manera como la PxC está siendo capaz de instalar, en el debate político, un discurso anti-inmigración por la defensa de una comunidad amenazada –tanto en sus valores como en su viabilidad económica, al cual se muestra receptivo un sector de población que no tiene ningún antecedente político ultraderechista: el 64% de la población catalana está en contra del empadronamiento de las personas inmigrantes ilegales y el 24,1% se planteaba votar un partido con un discurso de rechazo a la inmigración (encuesta publicada al Periódico el abril de 2010).

Desenmascarar sus líderes, a pesar de que pueda servir para desprestigiar la organización, es bastante fútil a la hora de combatir un fenómeno social como la lepenización de los espíritus.

 

Un terreno abonado para el nacionalpopulismo

Difícilmente podríamos entender el fenómeno nacionalpopulista sin tener en cuenta las transformaciones estructurales de larga duración que han experimentado nuestras sociedades contemporáneas. Para entender la emergencia del voto nacionalpopulista, de protesta en sectores que no se sitúan dentro del universo ideológico de la extrema derecha, hay que tener en cuenta varios factores. Por ejemplo, las ansiedades de las clases medias ante la eventualidad de la pérdida de estatus y la precarización de las condiciones laborales de la clase obrera (a consecuencia de la crisis del sistema fordista de producción y la deslocalización industrial, que, con la carencia de referentes ideológicos después del colapso de la URSS, habría fomentado la desmovilización de este sector y habría acentuado su sentimiento identitario superior a las fidelidades de clase). También hay que tener en cuenta la dinámica de pérdida de credibilidad para resolver los problemas «cotidianos» en que está insertado el sistema parlamentario liberal.

La nueva sociedad postindustrial y la globalización han desvelado nuevas preocupaciones en la ciudadanía, como la inquietud ante el fenómeno de la inmigración, la inseguridad ciudadana (tanto en el sistema de valores, de trabajo o de protección social), la pérdida de soberanía ante organismos supranacionales y el chasco ante la política tradicional. En este contexto, el nacionalpopulismo proporciona respuestas nuevas a las preocupaciones ciudadanas.

Es el que el politólogo P. Ignazi ha teorizado como consensos diversificados, basados en ofrecer respuestas en temas de valores e identitarios mucho más que en intereses definidos.

La emergencia de los partidos nacionalpopulistas, por lo tanto, está precedida por un caldo de cultivo, de forma que estos no son meros accidentes del sistema que surjan espontáneamente y por casualidad. Siempre han estado ahí y la diferencia entre su éxito y su fracaso radica en haber sabido ser congruentes con la actualidad y ofrecer respuestas a sus problemáticas. Por el contrario, el fracaso de la extrema derecha española se explica por su anacronismo: un ejemplo, el partido donde se inició políticamente Anglada, Fuerza Nueva. Previamente a la eclosión electoral de los partidos *nacionalpopulistas, ya había tenido lugar su sedimentación social, en un proceso que ha sido categorizado por el politólogo P. A. Taguieff como la lepenización de los espíritus.

Normalizar la xenofobia

Durante los últimos años, el discurso anti-inmigración ha ido abandonando el espacio del prejuicio privado y se ha ido normalizando públicamente. No han ayudado nada a parar este fenómeno afirmaciones catastrofistas como las de Heribert Barrera («Si continúan los flujos migratorios actuales, Cataluña desaparecerá») o Marta Ferrussola («De aquí a diez años, quizás las iglesias románicas no servirán, servirán las mezquitas»). Incluso Artur Mas se ha sumado a este carro, justificando a Ferrusola con el argumento que «hizo una reflexión en voz alta, (…) reflexiones que seguramente comparten miles de personas en Cataluña».

A estas declaraciones irresponsables, se tienen que sumar varios brotes xenófobos, que desmienten el tópico que tanto Cataluña como España no son racistas, que los racistas son los otros. Son ejemplos, los casos de Can Anglada (Terrassa) el 1999, los actos de Premià de Mar contra la construcción de una mezquita el 2002 y, últimamente, los de Salt. Más recientemente, han contribuido a la normalización del discurso xenófobo hechos como la polémica sobre el padrón en Vic (el municipio donde la PxC tenía más representación institucional), que emergió cuando el alcalde de Unió Ddemocràtica propuso negar el empadronamiento a las personas con estatus ilegal (que, de este modo, no podrían disfrutar de los servicios asistenciales básicos).

El debate sobre el burka, un tanto artificioso teniendo en cuenta el número insignificante de musulmanas que lo visten, y que ya ha sido prohibido en algunos ayuntamientos con regidores de la PxC como El Vendrell, o la adopción de un discurso de control estricto de la inmigración por parte de los partidos de derechas también han contribuido a esta normalización de la xenofobia.

En cuanto al discurso del control de la inmigración de los partidos de derechas, hay que destacar el lema con que Duran i Lleida se presentó a las elecciones generales de 2008: «Los inmigrantes no vienen por ganas, sino por hambre. Pero en Cataluña no cabe todo el mundo». Y también la embestida directamente xenófoba de Xavier García Albiol en Badalona, que después del escándalo de los panfletos vejatorios contra la población rumana, todavía conservó su cargo y, en las recientes elecciones municipales, consiguió ser el más votado.

El hecho que la PxC condicione la agenda del resto de partidos en una cuestión, la de la inmigración, sobre la cual a menudo estos han preferido mirar hacia otro lado –también las izquierdas, más allá de que hagan discursos vacíos sobre la multiculturalidad– ya es un triunfo por el partido de Anglada, que puede aprovechar la gestión política vacilante del hecho migratorio para sacar un rendimiento electoral en próximas elecciones.

¿Qué es el racismo diferencialista?

La extrema derecha nacional-populista ya no es racista en el sentido biológico del término. Lo es en el aspecto cultural. Anglada no tiene ninguna duda que el islam es muy inferior a la civilización occidental. Pero su racismo es mucho más rústico que el de otros movimientos nacional- populistas, que han tendido a refinar su discurso. El diferencialismo, teorizado por la Noveau Droit francesa, proclama que toda cultura es respetable, que no existen culturas superiores ni inferiores y que la diversidad es positiva, siempre y cuando las culturas no se mezclen, puesto que la mezcla ocasiona, de cuando en cuando, conflictos de convivencia entre comunidades. Es decir: cada cual en su casa.

Este discurso es especialmente perverso porque efectúa una retorsión del discurso clásico del antirracismo y se otorga una aureola de humanismo y tolerancia respecto de la diversidad. Para profundizar más en este concepto, resulta útil la obra de Étienne Balibar y Inmanuel Wallerstein, «Raza, Nación y Clase».

No por previsible, tras 75.134 votos resultados registrados en las pasadas elecciones autonómicas del pasado

28 de noviembre, deja de ser alarmante. Al auge de la

derecha española en el Estado y el monopolio de la derecha convergente en Catalunya que ha caracterizado el

22M, cabe añadir la irrupción en los municipios catalanes

de la extrema derecha xenófoba. Hasta 67 concejales ha obtenido la racista Plataforma per Catalunya, tras una apuesta lepenista bajo el lema ‘Primero los de casa’ que ha hecho mella en el cinturón metropolitano barcelonés y en buena parte de las principales capitales de comarca.

De 17 concejales y 12.447 votos conseguidos en 2007, el discurso islamófobo, centrado en discursos de odio contra la inmigración árabe, ha pasado a 65.905 votos y 67 concejales.

Del 0,43% del voto total registrado hace 4 años a quintuplicar el resultado hasta el 2,30% registrado el domingo, 0,43%. Y teniendo en cuenta que PxC presentaba candidaturas en 110 de los 944 municipios catalanes.

Con los resultados definitivos, la plataforma xenófoba se convierte en la sexta fuerza política municipal en número de votos y la octava en número de concejales.

Àrea metropolitana y voto obrero

Especial incidencia registra PxC en el área metropolitana barcelonesa –el antaño ‘cinturón rojo’– y en las capitales de comarca. El partido liderado por Anglada consigue 47 actas de concejal en 21 municipios en la provincia de Barcelona,

9 en Tarragona en cinco localidades, 7 en Girona en 4

municipios y 4 en Lleida en 4 municipios también.

Irrumpe en la segunda ciudad catalana, L’Hospitalet de Llobregat, con tres concejales, 6.013 votos y un 7,31% del total de voto emitido, recogido principalmente en los barrios con mayores índices de persones migrantes. Las comarcas del Barcelones y el Baix Llobregat son su mayor caladero. En Sant Boi de Llobregat consigues tres concejales y en Santa Coloma de Gramanet, con 3.494 votos, obtiene dos concejales y alcanza un 9,07%.

La explotación demagógica y populista de tensiones de convivencia en barrios deprimidos y con un tejido social más débil, le permiten además hacerse en Salt (Girona) con tres ediles. El mismo resultado que obtiene en Mataró, donde pasa de los 135 votos registrados en 2007 a

4.684 sufragios: un 10,48% del voto que la sitúa como

cuarta fuerza política.

Otras ciudades medias donde Plataforma per Catalunya ha conseguido representación institucional Igualada (5,80%, 1 concejal), Olot (7,64%, 2 concejales), Ripoll (5,83%, 1 concejal), Tárrega (6,15%, 1 concejal), Amposta (6,51%, 1 concejal) o Mollerusa (6,58%, 1 concejal). Barcelona, con todo, le da la espalda claramente. PxC no es decisiva en ningún consistorio, pero forzará pactos de gobierno múltiples en numerosos municipios y es tercera fuerza en El Vendrell, Manlleu y Salt. CiU, la fuerza que ha arrasado en las municipales, ha anunciado oficialmente que sólo excluye pactos postelectorales con PxC.

Segunda fuerza en Vic

Pero sin duda, donde obtiene su mayor éxito político y tangible –aunque menor del esperado- es en el laboratorio sociopolítico de Vic, ciudad natal de Josep Anglada donde arrancó en 2001 su singladura política racista.

Superando al PSC de nuevo en 10 puntos, la candidatura encabezada por Anglada vuelve a situarse como segunda fuerza política, obtiene el 20% (2.993 votos, 2.000 menos que CiU) y vence la estrategia del alcalde convergente Vila de Abadal que protagonizó la polémica sobre la prohibición de empadronamiento de las persones inmigrantes.

Aquella estrategia de CiU pretendía asumir parte del discurso xenófobo con fines electorales para reducir la presencia de Anglada en el Ayuntamiento de Vic.

Cabe destacar también que allí dónde PxC ya estaba presente en 2007, los resultados se han mantenido o mejorado, como es el caso del municipio de Manlleu (vecina de Vic) donde sube hasta obtener 3 concejales o el caso de El Vendrell (Tarragona), donde pasa de 4 a 5 representantes.

Y cabe añadir que ha estado a punto de obtener concejales en el resto de municipios donde presentaba candidaturas, como el caso de Cornellà o Esplugues de Llobregat. Sin menospreciar que allí dónde PSC, CiU o PP han implementado campaña con discursos de dureza contra la migración, es donde PxC ha obtenido peores resultados.

El caso más paradigmático es el del candidato del Partido Popular en Badalona, García Albiol, que ha ganado con mayoría relativa las elecciones

RADIOGRAFIA DEL ODIO XENÒFOBO CON ACTA DE CONCEJAL

(Municipio, actas de concejal, % y voto registrado)

Elaboración: Diagonal

En el mismo contexto de las candidaturas ultras, la reciente escisión de PxC liderado por el exsecretario general Pablo Barranco ha obtenido, en a penas 3 meses de existencia, su única acta de concejal en Sant Just Desvern (Barcelona), con 6. Esta candidatura tiene el apoyo directo de España y Libertad y ha firmado acuerdos con la formación ultra Die Freiheit. El MSR obtiene un 3,79% en Roses (Girona) pero no consigue concejal. La otra escisión minoritaria de PxC, PxCat consigue unos mínimos resultados y solo revalida un concejal en su feudo, Cervera, con

290 votos y un 7,93%.

* Artículo publicado en la revista Diagonal

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/las-cloacas-de-cataluna-tierra-de-acogida-lp-68/feed/ 0
Esos lodos de los que vienen estos fangos: crisis social y régimen específico de vulnerabilidad de la población trabajadora inmigrante https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/esos-lodos-de-los-que-vienen-estos-fangos-crisis-social-y-regimen-especifico-de-vulnerabilidad-de-la-poblacion-trabajadora-inmigrante-lp-68/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/esos-lodos-de-los-que-vienen-estos-fangos-crisis-social-y-regimen-especifico-de-vulnerabilidad-de-la-poblacion-trabajadora-inmigrante-lp-68/#respond Tue, 21 Jun 2011 17:36:31 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2633 Andrés Pedreño Cánovas - Profesor de sociología de la Universidad de Murcia

En el contexto de la actual recesión se agranda la vulnerabilidad social y laboral de los trabajadores inmigrantes y sus familias. Estas personas han vivido en un proceso precario de integración que sólo ahora se revela en su mayor crudeza y que, más aún, se inserta en un régimen específico de explotación donde han jugado un papel crucial las políticas de cierre de fronteras en la Unión Europea, la creciente tendencia hacia la flexibilización del mercado laboral español, el progresivo vaciamiento social del Estado, la amplitud de la fractura social en circunstancias de prosperidad económica, así como la naturalización de la clasificación y jerarquización etnicista del valor social de los colectivos inmigrantes. Este artículo recorre todos y cada uno de estos elementos así como las estrategias que están poniendo actualmente en marcha la población inmigrante.

]]>
Andrés Pedreño Cánovas – Profesor de sociología de la Universidad de Murcia

En el contexto de la actual recesión se agranda la vulnerabilidad social y laboral de los trabajadores inmigrantes y sus familias. Estas personas han vivido en un proceso precario de integración que sólo ahora se revela en su mayor crudeza y que, más aún, se inserta en un régimen específico de explotación donde han jugado un papel crucial las políticas de cierre de fronteras en la Unión Europea, la creciente tendencia hacia la flexibilización del mercado laboral español, el progresivo vaciamiento social del Estado, la amplitud de la fractura social en circunstancias de prosperidad económica, así como la naturalización de la clasificación y jerarquización etnicista del valor social de los colectivos inmigrantes. Este artículo recorre todos y cada uno de estos elementos así como las estrategias que están poniendo actualmente en marcha la población inmigrante.

Introducción

Si el paisaje social de la crisis se compone de imágenes en las que mengua la zona de integración de la clase trabajadora, y se agranda la vulnerabilidad y la desafiliación; en los estratos de los trabajadores inmigrantes extranjeros se visibiliza el rostro más calculador de un capitalismo que convierte en desechable lo que dicta su principio de utilidad. Los trabajadores extranjeros superan los tres millones y suponen el 25% de la población ocupadas entre los 25 y 44 años, es decir, son un componente estructural de la clase trabajadora española. Sin embargo, la discriminación persiste como muestra el que están siendo los primeros en ser expulsados del mercado laboral en la actual coyuntura recesiva, duplicando la tasa de desempleo de los autóctonos. Es el criterio de preferencia nacional aplicado no para emplear sino para desemplear.

También estamos viendo que son los primeros en aparecer en la inmoral práctica del desahucio por impago de hipoteca de la vivienda –según el último informe de la Fundación Foessa, un 20% de los inmigrantes tiene dificultades para pagar el agua, la luz y los alquileres y, como consecuencia, el 10% se haya amenazado de expulsión-.

El vehículo de la integración social pacientemente tejido durante estos años atrás se resquebraja por todas partes.

Los hijos de las familias inmigrantes que con enormes dificultades trataban de avanzar en los itinerarios formativos y educativos se ven envueltos en la dinámica de sus familias en crisis, optando por abandonar la escuela para formar parte del ejército de subempleo informal.

Los empleadores que todavía emplean aprovechan para ajustar salarios y precarizar los contratos. Mientras se ha formado un consenso de los gobiernos europeos de consideración problemática del estatuto de la inmigración extracomunitaria, a la cual en tiempos recesivos como estos se le invita/obliga al retorno.

Esta sobrerrepresentación de la población inmigrante en la Nueva Cuestión Social que con todo dramatismo está evidenciando la actual crisis del capitalismo global muestra a las claras el precario estatuto del proceso de integración de esta población en las décadas del crecimiento económico, de tal forma, que cuando ha sobrevenido la crisis, su precariedad ha impuesto una degradación galopante de sus condiciones de vida. Veamos en qué ha consistido lo que hemos venido denominando un régimen específico de vulnerabilidad y explotación de la población trabajadora inmigrante en España: a) El nuevo estatuto de la frontera respecto a los inmigrantes extranjeros. La política migratoria de los países europeos ha venido a privilegiar todos los mecanismos de cierre o control de fronteras. No es extraño que desde posiciones críticas se haya hablado de la «Europa fortaleza». En este mundo de creciente densidad de las redes de interdependencia globales, las viejas fronteras nacionales cobran una funcionalidad autoritaria de contención y control de los flujos y movilidades de las poblaciones. Pero al mismo tiempo están planteando una serie de problemas para el espacio cívico, ya que como Étienne Balibar ha venido planteando «las fronteras no solamente delimitan un estado nacional, sino que en el actual contexto de migraciones internacionales, están sirviendo para trazar dentro de su espacio interno, diferenciaciones, segmentaciones y segregaciones entre los nacionales –aquéllos que son reconocidos como sujetos con derechos de ciudadaníay los inmigrantes extranjeros –los cuales quedan en un fronterizo «no lugar», pues, por un lado, están integrados plenamente en el mercado de trabajo, pero, por otro lado, están excluidos de la ciudadanía plena (lo cual garantiza un mayor disciplinamiento así como una hiperexplotación de su fuerza de trabajo)».

La legislación española de extranjería construye al trabajador inmigrante como un sujeto sociolaboral disponible, flexible y vulnerable. Hemos de tener presente que la actual normativa española de extranjería debilita las posibilidades de los trabajadores inmigrantes de ejercicio de una ciudadanía plena, convirtiéndose por tanto en un eficaz dispositivo de producción de vulnerabilidad. En efecto, las fronteras de la ciudadanía y de la legalidad trazadas por la legislación de extranjería conllevan una segmentación social entre los trabajadores nacionales y los inmigrantes, y entre los inmigrantes regularizados e ilegales. Un trabajador con unos derechos de ciudadanía de excepción, o al que directamente se le niega cualquier derecho (como a los denominados «sin papeles», los cuales carecen inclusive del derecho de sindicación) devienen sujetos extremadamente vulnerables, ya que al disponer de unos derechos reconocidos muy precaria y condicionadamente, o carecer de ellos por su estatus de ilegalidad, son empujados al riesgo y la inseguridad, y por tanto, tendrán un poder de negociación de las condiciones de venta de su fuerza de trabajo muy precario o directamente inexistente. También como sabemos la normativa de extranjería determina las opciones laborales del trabajador inmigrante según el criterio de preferencia nacional, según el cual los inmigrantes ocuparán aquéllos nichos laborales que no sean cubiertos por los trabajadores nacionales, que indudablemente serán los que concentren los trabajos más degradados y precarizados (agricultura, hostelería, asistencia doméstica, construcción, etc.).

b) Crisis del estatuto de la condición salarial y deriva hacia formas precarizadas de empleo con débiles protecciones sociales. Como en otros países de su entorno, el mercado laboral español ha seguido una tendencia creciente hacia la flexibilización, entendida como la regulación temporal del trabajo en puestos de trabajo fijos. Este ha sido un proceso socioeconómico que empezó a principios de los años 80, y por el cual la estructura del mercado de trabajo ha experimentado, en estos años, un cambio en la relación entre trabajadores estables y temporales, creciendo la temporalidad y sustituyendo la segmentación entre trabajadores ocupados y parados por la segmentación entre trabajadores estables y temporales. Esta reestructuración laboral ha ahondado en la lógica de subordinación del empleo a la competitividad empresarial como un mercado flexible análogo a otros mercados de bienes.

Esta lógica de precariedad laboral es una realidad preexistente a la llegada de los inmigrantes. No ha «venido» con los flujos migratorios, aunque ciertamente la precariedad se extiende, y muchas veces el uso que la gestión empresarial hace de la mano de obra inmigrante preanuncia esa generalización de la precariedad. Por ello, en los segmentos del mercado laboral secundario, el trabajo inmigrante compite con los sectores descualificados o subalternos de la clase trabajadora autóctona. Diferentes estudios, por ejemplo el realizado en Cataluña por Carlota Solé (1995) sobre «discriminación racial en el mercado de trabajo», muestra que los trabajadores locales, especialmente los jóvenes, sienten como problemática la contratación de mano de obra extranjera, e igualmente, demuestra que son los trabajadores con menor cualificación los que mayormente se muestran predispuestos a limitar la llegada de extranjeros y a establecer cuotas de entrada. Todo esto está en la base de un fenómeno extremadamente complejo como es el de la xenofobia obrera y popular, que dice Sergio Bologna que es «una forma distorsionada de añoranza por mejoras salariales y por regulaciones normativas conquistadas y después perdidas».

Se ha consolidado política y jurídicamente que es el contrato laboral, y no los derechos de ciudadanía plenos, el vínculo privilegiado de «normalización» del trabajador inmigrante. De esta forma la conversión del cuerpo inmigrante en fuerza de trabajo para la precariedad laboral se instituye como el lugar apropiado de los trabajadores inmigrantes en el espacio sociolaboral, unánimemente reconocido por el conjunto de los agentes implicados –incluidos los propios afectados-. Sin embargo, como sabemos, por las lecciones de la historia social, el contrato laboral es un vínculo insuficiente para asegurar la integración y cohesión social, pues no garantiza un estatuto de reconocimiento social en forma de derechos de ciudadanía.

El consenso simbólico alcanzado alrededor de la concepción utilitarista de la inmigración, el cual hace del contrato en el mercado laboral el vínculo social por excelencia, dificulta otra representación simbólica en términos de reconocimiento social de las relaciones de interdependencia con la población inmigrante (lo cual posibilitaría la constitución de un vínculo sustentado en la extensión de los derechos de ciudadanía).

c) Retroceso del Estado Social y sus formas de propiedad social. El progresivo vaciamiento del contenido social del Estado hace que sean las posiciones más vulnerables –como el proletariado local e inmigrante-, las más afectadas 1. La relación de los trabajadores inmigrantes con el Estado Social viene condicionada por su posición subordinada y desvalorizada en cuanto al estatuto de ciudadanía, lo cual les confiere una capacidad de influencia política muy baja en las controversias por la distribución de los recursos sociales y estatales 2.

A ello se añade que la fragilidad de sus redes de socialidad, reducidas prácticamente a los vínculos familiares o de conocidos dentro de su propia comunidad étnica, limita enormemente el acceso a los recursos sociales recíprocos, los cuales no alcanzan para sustituir a los debilitados recursos asociativos. Hemos tenido la oportunidad de ver cómo opera la desigualdad en cuanto a capital social tras la catástrofe del terremoto que asoló la ciudad de Lorca el pasado mes de mayo. Si una parte de la ciudadanía lorquina ha podido refugiarse en sus segundas viviendas o en las casas de sus familiares en Murcia, Águilas etc., otros con menores recursos y sobre todo con más pobres lazos familiares y de amistad en la región se han visto obligados a resguardarse en los campamentos habilitados en la ciudad. El 80% de los que allí duermen y son atendidos por el reparto de alimentos no son lorquinos de nacimiento.

d) Ensanchamiento de la fractura social en medio de un próspero dinamismo económico. Esta ha sido una característica esencial del modelo de capitalismo edificado en las décadas neoliberales, la simultaneidad del crecimiento económico y la apertura de lógicas de polarización social entre integrados y vulnerables. Ello introduce sustanciales modificaciones en los procesos de definición relativos al qué hemos de entender hoy por marginalidad social.

Las cartografías de la inserción sociolaboral de los inmigrantes cuestionan la lectura socialmente dominante sobre el carácter «marginal» del valor aportado con su trabajo -«hacen los trabajos que nadie quiere», etc.-, mostrando que la inserción de los inmigrantes se relaciona con procesos y sectores estratégicos de la economía de las sociedades receptoras -mueven los resortes productivos de «la huerta de Europa» que proporciona alimentos frescos y de calidad a las clases medias; están el centro de importantes industrias nacionales como la hostelería turística y la construcción; su incorporación masiva a la nueva economía urbana de las ciudades en transformación visibiliza el que estos trabajadores forman parte de la economía global de la información, etc.-.

Es decir, los trabajadores inmigrantes están en el centro de los procesos económicos y sociales que definen el crecimiento de las sociedades contemporáneas, pero su posición periférica en la estructura social revela que se trata de un nuevo proletariado.

Por ello, como observa acertadamente Saskia Sassen, «se puede ver aquí una ruptura con la dinámica tradicional por la que la pertenencia a sectores económicos líderes contribuía a que se dieran condiciones para la formación de una aristocracia obrera –un proceso habitual durante largo tiempo en las economías occidentales industrializadas. … Las mujeres y los inmigrantes aparecen como una oferta de trabajo que facilita la imposición de bajos salarios en condiciones de alta demanda. Y esto para sectores de alto crecimiento. Así se quiebra el nexo histórico que había otorgado cierta capacidad de negociación a los trabajadores, y lo que es peor se legitima esta ruptura cultural».

Esta invisibilización o periferización del valor del trabajo inmigrante actúa a través de una función de denegación de las relaciones sociales que (re)presenta como «natural» o «neutral» lo que más bien es la construcción política y simbólica de un desplazamiento del trabajo inmigrante hacia esas posiciones que aún siendo periféricas, no tienen nada de «marginales» o «excluidas», antes al contrario, están en el centro de la labor estructurante de estructuras productivas fundamentales de los procesos sobre los que opera la inserción global de determinados territorios.

Con la configuración de este proletariado inmigrante en nuestras sociedades se reactualiza la vieja problemática de lo que Robert Castel denomina «los salariados sin dignidad», en referencia a la situación del proletariado industrial del siglo XVIII-XIX, sujeto indispensable para la generación de riqueza pero al que no se le reconocía un estatuto en forma de derechos sociales, lo que le empujaba a vivir en una situación de continua incertidumbre e inseguridad, que no le garantizaba un lugar reconocido en el mundo social. Con la situación de los trabajadores inmigrantes se vuelve, en efecto, a esta vieja cuestión: son ciertamente indispensables para la generación de riqueza productiva, pero no se les reconoce un estatuto pleno de ciudadanía.

e) Clasificación y jerarquización etnicista del valor social de los diferentes colectivos inmigrantes. A través de la lógica del estigma operan los procesos de desvalorización social de la población inmigrante y sus formas de legitimación, así como de jerarquización de los diferentes colectivos de inmigrantes. De forma preferente el discurso de las «raíces culturales» es socialmente movilizado para distribuir étnicamente a los inmigrantes en las jerarquías del espacio social, utilizando para ello el criterio de la supuesta «distancia cultural» que separe a sus «culturas de origen», convenientemente estereotipada, de los valores culturales occidentales, representados tales como si los mismos existiesen realmente componiendo una unidad.

En esta jerarquización imaginaria el lugar más bajo lo ocupan indudablemente los musulmanes. El atávico rechazo español al moro pone a los marroquíes residentes en España en el blanco de la sospecha xenófoba, cuando no la picota de ser culturalmente inintegrables.

Este consenso social que presenta al inmigrante musulmán como potencialmente problemático tiene indudables repercusiones sobre sus oportunidades de acceso y elección de recursos sociales, laborales, etc.

Como hemos tenido ocasión de comprobar en nuestros estudios sobre las agriculturas mediterráneas, los empleadores apelan a las «diferencias culturales» entre los colectivos de trabajadores extranjeros para argumentar sus preferencias en la contratación con criterios étnicos, y así el marroquí es indisciplinado e incluso agresivo, lo que explica y justifica su progresiva sustitución por ecuatorianos en el campo murciano, lituanos en los invernaderos de Almería y polacas en la recolección de la fresa en Huelva. Legitimando así la segmentación étnica del mercado laboral y la rápida sustitución de unos trabajadores por otros recién llegados, esos discursos permiten en definitiva un mayor disciplinamiento de la mano de obra.

El desempleo también está golpeando con criterios etnicistas. De hecho se observa una mayor incidencia del paro entre los trabajadores magrebíes que los de otras nacionalidades.

Para terminar, nos preguntamos por las estrategias o respuestas que están poniendo en marcha los y las trabajadores inmigrantes para afrontar la actual crisis del trabajo.

Por un lado, los flujos migratorios se están ajustando a la etapa de crisis, perdiendo en intensidad. En efecto, el deterioro de la actividad económica está viniendo acompañado de un claro descenso del flujo migratorio.

El retraimiento que se viene constatando desde al menos el año 2006, ha dado paso al escenario que nos muestra el padrón Municipal de Habitantes de 2010 en el cual se observa que la población inmigrante se ha estabilizado en número (5.730.000). Esta adaptación de la intensidad del flujo a los movimientos de la economía pulverizan aquéllas imágenes que construían los movimientos migratorios como fenómenos desorganizados, caóticos, etc. Por otro lado, se aprecian movimientos de desagrupación familiar, a través de los cuales retorna uno de los adultos de la unidad doméstica (el que está en desempleo y tiene más dificultades de encontrar trabajo) junto con los hijos. Es poco probable la tendencia hacia un retorno generalizado, entre otras cosas por las restrictivas políticas de inmigración. Igualmente se aprecia que los trabajadores inmigrantes estén poniendo en marcha estrategias de pluriactividad ocupacional, tratando de moverse entre el desempleo y uno o varios empleos informales, o compatibilizando un empleo formal con empleos informales.

Estas estrategias versátiles se estarían agudizando mediante la movilización de todos los activos del núcleo familiar. Todo esto realza la economía sumergida y las estrategias de subsistencia en condiciones límite.

Es labor de las luchas sindicales y sociales cuestionar el régimen de vulnerabilidad y explotación del trabajo inmigrante descrito anteriormente. Una acción colectiva en la que todos ganarían, no solamente la gente inmigrante, sino el conjunto de la población trabajadora.

Notas

1. Y ello cuando la readecuación de las propiedades sociales (sea la escuela, o la sanidad) a esta nueva población exigiría una mayor dotación presupuestaria para poder asumir las nuevas necesidades planteadas.

Según un informe de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, «la falta de tradición en la asistencia sanitaria a personas de otros países, unido a la novedad del fenómeno inmigratorio, condiciona una pobre adaptación del sistema sanitario a esta situación, no existiendo una adecuada relación entre los recursos actuales y el volumen de trabajo que requiere la atención a estos pacientes» (en Malgesini, 2002).

2. A ello se suma el que la sociedad receptora puede imponer determinados cierres étnicos que impiden o restringen el acceso de la población inmigrante a determinados recursos sociales, como estaría ocurriendo en la doble red escolar española respecto a las escuelas concertadas.

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/esos-lodos-de-los-que-vienen-estos-fangos-crisis-social-y-regimen-especifico-de-vulnerabilidad-de-la-poblacion-trabajadora-inmigrante-lp-68/feed/ 0
Revisión bibliográfica: Algunas sugerencias comentadas… https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/revision-bibliografica-algunas-sugerencias-comentadas/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/revision-bibliografica-algunas-sugerencias-comentadas/#respond Tue, 21 Jun 2011 16:25:28 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2638 Daniel Parajuá Navarrete

Existen numerosas publicaciones que abordan, en muy diversos sentidos, la cuestión de la diversidad cultural, el multiculturalismo y sus efectos en distintos espacios de la vida social. Dada su relevancia pública y política en los últimos años, resulta relativamente fácil encontrar recomendaciones bibliográficas al respecto y hasta estanterías reservadas para este asunto en numerosas librerías y bibliotecas. A partir de ahí, este listado no deja de ser una propuesta más, discutible por supuesto, pero que puede aportar interesantes recomendaciones, algunas extrañamente ubicadas fuera de los circuitos bibliográficos.

]]>
Daniel Parajuá Navarrete

Existen numerosas publicaciones que abordan, en muy diversos sentidos, la cuestión de la diversidad cultural, el multiculturalismo y sus efectos en distintos espacios de la vida social. Dada su relevancia pública y política en los últimos años, resulta relativamente fácil encontrar recomendaciones bibliográficas al respecto y hasta estanterías reservadas para este asunto en numerosas librerías y bibliotecas. A partir de ahí, este listado no deja de ser una propuesta más, discutible por supuesto, pero que puede aportar interesantes recomendaciones, algunas extrañamente ubicadas fuera de los circuitos bibliográficos.

Siguiendo un estricto orden alfabético, hay que destacar el Atlas de la Migraciones que ha publicado Le Monde Diplomatique recientemente. En términos generales los materiales producidos desde esta casa constituyen un medio serio y divulgativo de acceder a una geografía crítica de los procesos sociales.

Específicamente, este Atlas, publicado en el 2010, aporta datos y mapas de gran interés respecto a los procesos globales e históricos de las migraciones, así como en relación a las situaciones regionales, rompiendo la muy frecuente mirada etnocentrista que dirigimos sobre los mismos.

Desde un marco general podemos realizar un aterrizaje en los barrios y pueblos cercanos a nosotros, para leer el magnífico trabajo de Débora Ávila y Marta Malo. Este es un texto que forma parte del monumental y heterogéneo «Madrid ¿la suma de todos?», en este caso una elaboración basada en un intenso trabajo de campo etnográfico y documenta algunas de las estrategias de categorización y tratamiento de los problemas sociales y las poblaciones problemáticas –exclusión- en Madrid, en concreto a partir de datos acerca de la población inmigrante en los barrios de Lavapiés y de San Cristóbal de los Ángeles (Villaverde). Resulta de gran interés la propuesta analítica de las políticas sociales y acotación de los problemas sociales que se realiza sobre las poblaciones de riesgo, en el que el factor inmigración juega un papel importante. Estos barrios, son zonas que las autoras denominan barrios «hiperintervenidos» tomando como base un claro marcaje problemático de sus poblaciones. Se trata de un aspecto nada desdeñable de toda una estrategia de gobierno de la diferencia, que ahora no opta por eliminar las diferencias (no hay, en realidad, una política de homogenización social) sino por tratar –técnicamente, desde sistemas expertos- la diversidad. De este modo la diversidad, la diferencia se establece como criterio rígido de clasificación y de atención a las personas, se estandariza y se la desprovee de su singularidad, precisamente las bases para unas estrategias de gobierno de la diferencia, caracterizado por el proceso de diferenciación y el recurso al excepcionalismo y su tratamiento mediático alarmista.

Regresando al terreno de los conceptos y el marco de ideas, resulta de utilidad el Diccionario de relaciones interculturales que han dirigido Barañano, García, Cátedra y Devillard, desde la Universidad Complutense.

Se trata de un cuidado volumen, de altísima calidad y rigurosidad científica, que no le impide ser accesible y entendible por el usuario común o las personas que se acercan por vez primera a estos temas. Buena parte de los conceptos recogen la tradición de la Antropología y la Etnología en el estudio de estos hechos sociales, reuniendo a un buen número de especialistas en cada una de las áreas temáticas. Es un material de fácil uso y probablemente imprescindible para el estudio de las migraciones y las relaciones interculturales, si queremos dar un paso más allá de los estereotipos y de los términos del sentido común con que se suelen abordar estas cuestiones -sobre todo en la lógica periodística y política-.

No podemos dejar de lado un texto que ya tiene unos cuantos años pero que no ha perdido buena parte de su capacidad de análisis y sugerencia. Se trata de la Miseria del Mundo de Bourdieu, que no es un texto específicamente dedicado a la migraciones o a las relaciones interculturales, pero buena parte de sus capítulos tienen una estrecha relación con estos temas. Con casi dos décadas de antigüedad, este volumen no pierde su interés puesto que sugiere y plantea cuestiones en varias direcciones.

Entre otras cosas, constituye una interesante propuesta de análisis de las posiciones sociales que ocupamos las personas, de los espacios de relegación (social, urbana, profesional…) en los cuales caben situar las relaciones interculturales. Así, las posiciones de los profesionales de la asistencia social o los encargados del acceso a los recursos sociales son tenidos en cuenta en el marco de unas políticas estatales, que general un tipo de relación con los usuarios, «excluidos», extranjeros, jóvenes…o como en cada caso se categorice y se segmente a las poblaciones de los dominados.

Con el trabajo de Adela Franzé, regresamos al espacio local y podemos encontrar un estudio etnográfico de enorme interés que, lamentablemente constituye uno de los pocos ejemplos de investigación antropológica de alta calidad en el contexto escolar. Aquí aborda la cuestión de la migración desde la necesidad de adoptar una perspectiva etnográfica que supere la visión normativista y que aporte una visión de la complejidad de relaciones, posicionamientos e intercambios, así como de las interpretaciones de los protagonistas de la escuela.

Este texto logra generar un conocimiento antropológico, que trasciende los usos comunes y que pone en evidencia los juegos de interés en este campo específico (como en cualquier otro se puede hacer). Varias son las cuestiones que se ponen en evidencia. Por una parte, muestra las tensiones entre el modelo normativo/ideal de la escuela y la realidad cotidiana de las prácticas educativas, que, entre otras cosas actualizan los discursos de la deficiencia bajo los nuevos ropajes de la diversidad.

Muestra, por otro lado, cómo en la relación de aprendizaje escolar están incluidos un conjunto de esquemas tanto lingüísticos como cognitivos que son pertinentes en el contexto escolar, lo que exige a los alumnos y alumnas que pongan en juego palabras, gestos y comportamientos adecuados a ese contexto e inhiban otros. Precisamente el interés de la propuesta de Franzé reside en trascender la calificación de deficitarios, empleada para algunos alumnos-as: o se trata tanto de déficit como de inadecuación de saberes al escenario exigido por la escuela. Además logra exponer cómo en numerosas ocasiones lo que se hace es una incorporación ingenua de la multiculturalidad, siempre desde la perspectiva de los saberes cultos.

Tras esta muy recomendable su lectura, cabe también aquí hacer referencia a otro volumen que puede ser una interesante referencia complementaria para aclarar conceptos relacionados con este tema; la guía de conceptos de Malgesino y Jiménez fue uno de los primeros proyectos en castellano de recopilación y explicación de los términos y conceptos del ámbito de las migraciones y la interculturalidad. Es muy completo, fácilmente manejable y desarrollado con rigurosidad sin perder su vocación divulgativa. Cada entrada, además, cuenta con una completa orientación bibliográfica, aunque lamentablemente muchos de los textos son inaccesibles en el mundo editorial actual. Destaca la entrada, amplia y bien desarrollado relativa a la educación intercultural, así como las que debido a su carácter polisémico (y con amplio uso pervertido por numerosos políticos e intelectuales) necesitan una explicación seria y rigurosa: cultura, asimilación, desarrollo, etnicidad y grupo étnico o el mismo concepto de interculturalidad.

Finalmente, desde mi punto de vista no se puede cerrar este breve –y parcial- repaso bibliográfico sin hacer referencia a Loïc Wacquant y a su obra. Especialmente significativo resulta el título aquí presentado, Los condenados de la ciudad, en el cual, a partir del estudio de las condiciones de vida en la banlieu francesa y en los guetos negros norteamericanos, este autor desarrolla un interesante análisis de los procesos territoriales que inciden en la marginalidad urbana y su relación con las modernas políticas sociales.

Éstas, en buena parte de los países occidentales, han iniciado hace tiempo un escoramiento hacia diversas modalidades de estado penal, reduciendo y limitando las iniciativas integradoras. Wacquant señala cómo este proceso se inscribe en un escenario urbano en el que no sólo se ha reconfigurado el estado social, sino que también se desarrolla una dinámica espacial de concentración y de estigmatización, otra dinámica económica que tiene por centro la fragmentación del asalariado y, unido a ello, otra dinámica que denomina macrosocietal que implica la dualización socioprofesional y un fuerte resurgimiento de las desigualdades. Este texto se inscribe en el proyecto de investigación y de análisis de este sociólogo, que realiza sobre las transformaciones de las políticas sociales y la marginalidad urbanas en Occidente y que se complementa con otros de sus escritos: Las dos caras de un gueto, Las cárceles de la miseria y Castigar a los pobres.

Relación de textos comentados:

Atlas de las Migraciones. Las rutas de la humanidad. (2010) Le Monde diplomatique.

Akal, Valencia Ávila D., Malo M. (2007) ¿Quién puede habitar la ciudad?. Fronteras, gobierno y trasnacionalidad en los barrios de Lavapiés y San Cristóbal, en AA.VV. (2007) Madrid, ¿la suma de todos?, globalización, territorio y desigualdad. Ed. Traficantes de Sueños, Madrid.

Barañano A., García J.L., Cátedra M. y Devillard M.J. (2007) Diccionario de relaciones interculturales. Diversidad y globalización, Editorial Complutense, Madrid Bourdieu P. (1999) La miseria del mundo. Akal, Madrid.

Franzé A. (2002) Lo que sabía no valía. Escuela, diversidad e inmigración.

Consejo Económico y Social, Comunidad de Madrid.

Malgesini G. y Jiménez C. (2000) Guía de conceptos sobre migraciones, racismo e interculturalidad. La Catarata, Madrid.

Wacquant Loïc (2006) Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado.

Siglo XXI, Buenos Aires.

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/revision-bibliografica-algunas-sugerencias-comentadas/feed/ 0
Sobre la situación actual y las tareas de CGT. https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/sobre-la-situacion-actual-y-las-tareas-de-cgt/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/sobre-la-situacion-actual-y-las-tareas-de-cgt/#respond Tue, 21 Jun 2011 15:43:45 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2644 Debates Libre Pensamiento

La tarea de la revista Libre Pensamiento es la de aportar materiales para el debate y la reflexión. El equipo de redacción viene convocando y celebrando una reunión anual de reflexión de puertas abiertas, a la que invitamos de forma especial a colaboradores y lectores.

El pasado 18 de junio, sábado, mantuvimos la segunda de estas reuniones, cuyos contenidos nos parece de interés publicar como modo de abrir el debate a todos nuestros lectores y al conjunto de la organización.

]]>
Debates Libre Pensamiento

La tarea de la revista Libre Pensamiento es la de aportar materiales para el debate y la reflexión. El equipo de redacción viene convocando y celebrando una reunión anual de reflexión de puertas abiertas, a la que invitamos de forma especial a colaboradores y lectores.

El pasado 18 de junio, sábado, mantuvimos la segunda de estas reuniones, cuyos contenidos nos parece de interés publicar como modo de abrir el debate a todos nuestros lectores y al conjunto de la organización.

El pasado sábado,18 de junio, convocado por la revista, celebramos un debate abierto sobre la situación económica, política y social y las exigencias que esa situación nos plantea a la CGT. Contamos con la colaboración de Carlos Taibo, quien presentó una ponencia que sirvió para abrir y centrar el debate. Aunque la reunión no tuvo otro carácter que el del debate y la reflexión, nos parece conveniente presentar en la revista lo que allí discutimos, como forma de trasladarlo al conjunto de la organización, aun siendo conscientes de las dificultades de lograr transmitir con toda la riqueza de matices que ahí se expresaron. Sirva también de invitación a otros debates que en lo sucesivo se celebren.

Crisis y capitalismo

El primer elemento de análisis que se planteó fue el carácter de la crisis y la situación actual del sistema capitalista.

Un punto de vista defendía que la crisis nada tiene que ver con otras del pasado, que es la suma de diversas crisis diferentes: climática, medioambiental, de recursos, demográfica…, que suman una combinación explosiva de gravedad desmesurada, hasta el punto de no tener salida dentro de las actuales dinámicas. A esta crisis no le va a suceder una época de bonanza, como ha ocurrido con las pasadas, sino que nos aboca a una situación distinta, de carácter terminal, tremendamente caótico e ingobernable.

En este planteamiento se contemplan como centrales dos elementos: el agotamiento de recursos, por un lado, y la inexistencia dentro del capitalismo de sensores de riesgo y de mecanismos de frenado, por otro. El capitalismo está en estado de corrosión y avanzando hacia estadios de mayor deterioro en un proceso que, de por sí, no hará sino acelerarse y que aboca al colapso si no existe una intervención social suficiente capaz de imprimir una variación del rumbo.

Algunas personas no compartían este pronóstico tan negativo del futuro del modelo vigente. Admitiendo la gravedad de la crisis, matizaban o cuestionaban la contundencia del planteamiento anterior. Parece incuestionable que el agotamiento de recursos introduce un elemento de enorme importancia añadido a otros componentes de anteriores crisis, pero el que se vaya produciendo de forma gradual, resta verosimilitud a la visión terminal, considerada así apocalíptica. El capitalismo ha demostrado una poderosa capacidad de adaptación y transformación, que nada indica que haya perdido, e incluso en estos momentos muestra muy buena salud en el conjunto global del planeta. Además, hoy no existe alternativa al capitalismo, con lo que, por muy en crisis que esté, su quiebra es improbable. Por otra parte, la humanidad ha afrontado ya crisis muy duras de las que hasta el momento ha logrado salir y algo similar podría ocurrir en el futuro, aunque no sepamos bien cómo se va a producir el cambio. Ciertamente, quienes defendía la opción anterior consideraban que la ausencia de alternativas al sistema no relativiza la gravedad de la crisis y el carácter de corrosión terminal del capitalismo, por el contrario, añade, el que en esa situación estamos atrapados el conjunto de la sociedad, lo que hace todavía más tenebroso el panorama.

Naturalmente, había posturas intermedias que veían el carácter total y sin salida de la crisis, pero no preveían un escenario de colapso sino el de una metamorfosis profunda no fácilmente previsible.

Consecuencias sociales

Había coincidencia en que la crisis de la actual configuración del capitalismo está obligandole a mostrar su cara más salvaje y agresiva. Las consecuencias las estamos viendo ya, y se irán agravando en la medida que la situación siga deteriorándose: crecimiento de la explotación de los países del Sur, incrementos del militarismo, regresión económica y social, mayores cotas de exclusión, desaparición o fuerte adelgazamiento de las clases medias, ataques a todas las manifestaciones del estado de bienestar, deterioro de las condiciones laborales, incrementos de las medidas de control y seguridad y recortes en el sistema de libertades… algo de lo que ya vamos sabiendo bastante.

Para ese capitalismo agresivo cualquier elemento de mediación es un estorbo, lo que no deja espacio para la política y convierte a los políticos en meras marionetas, acatadores de las órdenes que les vienen impuestas. Tampoco tiene margen para el pacto social y la negociación: el espacio de la socialdemocracia y del sindicalismo de negociación desaparece, lo que no significa que desaparezcan nominalmente esos sujetos políticos o sociales, pese a quedarse sin papel alguno.

Significa esto que se reducen hasta la desaparición los espacios intermedios, que el problema no es el carácter neoliberal del capitalismo, que la época de estado de bienestar y de pacto social está finiquitada, que el problema es el capitalismo, neoliberal o regular. Asistiremos previsiblemente, por tanto, a una polarización de las posturas políticas y sociales: puede significar la edad de oro de los movimientos sociales alternativos y del sindicalismo de enfrentamiento. También es previsible un incremento, ya detectable, de los fascismos.

Esos movimientos sociales y ese sindicalismo deberán reinventarse y rejuvenecer sus métodos de actuación, sus formas de llegada y sus mensajes. Venimos operando con esquemas heredados a los que hemos llegado desde presupuestos ideológicos, mientras que esta nueva etapa requerirá un cierto vaciado interno para estar más atentos a las nuevas situaciones que se nos van a presentar y a las respuestas más adecuadas en cada momento. No es que los postulados hayan perdido validez, sino que habrá que reinventarlos y reformularlos en función de esa respuesta a las necesidades, dando más importancia a los contenidos (democracia directa, autogestión…) que al nombre.

En estos momentos, poner nombre o etiquetar puede provocar más rechazo que atracción; son los contenidos los que pasan a adquirir mayor importancia. Por ejemplo: el debate entre lo público y lo privado queda falseado y reducido a un debate trampa, cuando la política está subordinada completamente a la economía. ¿Sería un gran avance la conquista de una banca pública gestionada por el PP o el PSOE?, ¿lo es la defensa de la enseñanza pública cuando ésta reproduce fidedignamente las lógicas del capital? Parece un planteamiento hoy muy insuficiente y que no conduce a parte alguna. Sin embargo, crece la importancia de la autogestión de esos espacios, que hay que arrebatárselos no solo a lo privado sino también a lo público tal cual hoy se concibe. Igualmente cobra importancia todo lo que sea creación de espacios de autonomía, que queden fuera del capitalismo, que cuestionen el trabajo y la mercancía en su acepción actual, que avancen en la necesaria descomplejización de nuestras sociedades, insostenibles tal cual hoy están planteadas y que superen la dependencia respecto a las tecnologías, que o podemos considerar como algo ingenuo y neutro. La urbanización creciente y el creciente desarrollo tecnológico están dentro de, y son, capitalismo. Empalma esto, por otra parte, con la tradición libertaria de modificar las cosas aquí y ahora.

Naturalmente todo lo dicho respecto a los movimientos sociales venía matizado en algunas intervenciones, que ponían el énfasis en otros aspectos contradictorios con lo anteriormente expresado. Defendían las ventajas de lo público, menos controlado por la lógica del capital y más universalizable, pese a todo, que lo privado. Planteaban la necesidad de mantener la tensión entre posibilismo y maximalismo, pese a que los terrenos intermedios se vayan estrechando. Y consideraban que los cambios nunca se producen de manera radical, sino como fruto del trabajo que los impulse y en procesos largos y que la organización recupera su papel en esa visión de largo plazo que no podemos desatender. La organización es igualmente necesaria en cualquier planteamiento autogestionario, que requiere aprendizaje y preparación.

15M

Lógicamente, en el debate se planteó el 15M, celebrado como una irrupción que ha conseguido desbordar los límites que estaban axfisiando lo social. Tiene ese carácter de algo imprevisible, sorprendente que coge a contrapié al poder y también a quienes llevan años luchando contra el poder, que no sabe cómo situarse y reaccionar frente a él. Es como si por primera vez desde hace muchos años sucediera algo diferente y fuera de lo predecible, demostrando que se puede perder el miedo, empezar a hablar e irrumpir en el debate público desde planteamientos propios, sin dejarse atrapar por los que marcos de lo políticamente correcto que nos vienen dados o impuestos.

Algo está cambiando con el 15M y ese algo es muy valioso. Pudiera decirse que antes no teníamos nada, que nuestros intentos quedaban atrapados en lo previsible y no interrumpían las lógicas y dinámicas impuestas. El 15M abre una movilización en la que, por primera vez, algo que nace de los movimientos sociales logra sacar a la plaza pública el profundo malestar social; la irrupción de los indignados, genera un impulso renovador que desborda lo esperado y rompe la rutina de lo predecible. Algo se ha trastocado con el 15 M, algo que descoloca al poder establecido. También nosotros quedamos un poquito descolocados.

Y sin embargo logra llamar la atención social: una buena parte de la sociedad entiende y comparte sus razones y simpatiza con el movimiento. Viene a llenar lo que el sindicalismo de confrontación y los movimientos sociales alternativos no habíamos conseguido, suponiendo un aldabonazo.

Saludando el 15 M como una maravilla no dejan de verse dudas. El 15M tiene indefiniciones (fruto de su carácter plural y heterogéneo, que es a la vez su riqueza), contradicciones y riesgos, que no podemos dejar de ver, aunque sí manteniéndolas en un plano secundario.

Esa indefinición que le mantiene como un magma, le hace débil frente a posibles intentos de manipulación. Necesitaría establecer mayor ligazón con los movimientos sociales, incorporando su bagaje y experiencia. La extrema valoración del consenso le puede derivar a contenidos de mínimos. Tendría que alcanzar un equilibrio entre espontaneidad y organización, lo que le proporcionaría mayor operatividad sin perder su inicial carácter abierto, pero esto requerirá una organización construida sobre bases distintas a las que sustentan los modelos que ven funcionando. También puede perjudicarle una excesiva aversión defensiva frente a las siglas y organizaciones más establecidas, por lo que necesitan saber mantenerlas en su lugar y papel, preservando frente a ellas todo el protagonismo pero sin anularlas.

Su futuro es incierto. Pudiera derivar hacia posturas democráticas incorporando elementos suaves de renovación o puede hacerlo hacia postulados asamblearios, anticapitalistas y autogestionarios; también puede desaparecer simplemente. En cualquiera de los casos, el 15M es ya de una importancia grande: pase lo que pase a medio y largo plazo, ya ha pasado algo, y de ese algo que ha pasado algo se mantendrá o rebrotará.

Por eso es importante que lo impulsemos con todas nuestras fuerzas, manteniéndonos críticas, pero no cautas ni prevenidas, volcándonos en él, aportando nuestra experiencia y capacidades, procurando que sortee con éxito sus riesgos, contribuyendo a que vaya tan lejos como sea posible, y haciéndolo todo como personas, sin pretender dejar la marca o esperando rentabilidades organizativas cortoplazistas.

Naturalmente, también la organización tiene que cumplir su papel. En primer lugar tiene que ser para nosotros un espacio de reflexión que nos potencie en nuestra participación en el 15M. Y tiene que intentar impulsar la máxima implicación de toda la afiliación, cumpliendo la tarea específica de insertar lo laboral dentro del 15M y trasladando a las fábricas lo que ese movimiento supone.

Impulsar una Huelga General tendría que ser uno de los objetivos en el corto plazo.

CGT

Podría considerarse que la CGT está en una buena posición, incluso privilegiada dentro del panorama existente.

Tiene medios, organización y práctica consolidadas, capacidad de llegada, afiliación sobre la que influir… En definitiva, el hecho de ser un sindicato constituye una buena noticia. Pero simultáneamente, también es una mala noticia si nos dejamos atrapar por lo sindical, que tenderá a encerrarnos en los puestos de trabajo y nos conducirá a dinámicas de rutina, a valorar la rentabilidad (la afiliación, los delegados, las cuotas de presencia), cerrándonos sobre nosotras mismas y restándonos capacidad para salir hacia fuera, para estar atentos a la situación e impulsando todo tipo de respuestas, para derramarnos en cualquier movimiento que esté vivo.

La CGT sigue siendo válida y está viva, si bien necesita un cambio propio, y el 15M supone para nosotros un toque de atención que hace que nuestras insuficiencias salgan a la luz y nos invita a replanteamientos importantes: lenguaje, estrategias, dinámicas y modos de hacer, estructura sindical… Por ejemplo, la estructura de secciones y sindicatos, siendo válida para unos casos, se muestra torpe y falta de operatividad para otros, como el surgimiento del 15M. Porque consideramos que estamos vivos tenemos que tener en cuenta los riesgos de burocratización y las tendencias a la rutina y al anquilosamiento que penden sobre toda organización consolidada, tenemos que estar permanentemente revitalizándonos, recuperándonos como espacio de sociabilidad.

Nunca hemos querido reducirnos a ser un sindicato, pero el sindicalismo tiene unas exigencias que pueden acabar por absorbernos, reduciéndonos a los terrenos que nos vienen dados que, además, nos los marcan desde fuera. Siempre, más en este momento, tenemos que hacer hincapié en los elementos de movimiento (libertario) social, implicarnos en toda la problemática social, y hacerlo en colaboración con todo otro movimiento social.

Por otro lado, tenemos que estar más abiertos y volcados hacia fuera que nunca. Lo organizativo no es la vara de medir la conveniencia de lo qué hacemos ni del cómo lo hacemos. La referencia es la realidad, y en ella debemos volcarnos, siempre sumando a toda persona o movimiento susceptible de hacerlo, creando espacios abiertos en los que todo el mundo pueda sentirse cómodo, sin pugnas por protagonismos o rentabilidades cortoplacistas, o, por lo menos, sin nosotros entrar en ellas, ya que eso no suma, sino que retrae. A nosotros se nos tiene que ver en el trabajo, en el empuje y en la generosidad, no en el «hacernos ver». Lo importante es recuperar el pulso y mantener la tensión.

Para alguna de las opiniones nuestro reto en el corto plazo es la convocatoria de una Huelga General, reto que nos tenemos que plantear con tantas organizaciones sindicales y sociales como sea posible, y que debiera significar, frente a anteriores convocatorias, un impulso a la movilización laboral y social, una imbricación de ambos aspectos, y abrir nuevos caminos de presencia e intervención.

Para ese objetivo tenemos que trabajar, tanto internamente entre nuestra afiliación, como en el mapa social y sindical para sumar adhesiones. Otras personas pensaban que no va a ser fácil llegar a esa huelga pues tampoco tenían del todo claro que exista una exigencia sentida por la mayoría, o con un apoyo social suficiente como para ser aceptada; hay que tener en cuenta, además, el gran esfuerzo que supone para toda la organización embarcarse en una convocatoria de esas dimensiones y también las experiencias más recientes dentro de la organización, que más bien exigen un largo y profundo debate sobre el tema.

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/sobre-la-situacion-actual-y-las-tareas-de-cgt/feed/ 0
Desarrollo humano. Otra forma de ver el mundo https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/desarrollo-humano-otra-forma-de-ver-el-mundo-lp-68/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/desarrollo-humano-otra-forma-de-ver-el-mundo-lp-68/#respond Tue, 21 Jun 2011 14:17:04 +0000 https://librepensamiento.org/?p=2650 Begoña Marugán Pintos - Profesora Asociadade Sociología de la Universidad Carlos III de Madrid

La concepción del desarrollo humano ligada a la calidad de vida permite plantear otro modelo de sociedad en el que se cambie la lógica productivista del beneficio del mercado por la sostenibilidad de la vida y el planeta.

Para mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas precisamos tanto de definiciones claras de qué es el bienestar, como de técnicas que den cuenta del grado de calidad de la vida de la gente. Un indicador que ha servido a este propósito ha sido el Índice de Desarrollo Humano.

El interés de un índice como éste transciende lo puramente metodológico para abrir una deriva ideológica y política, pues ofrecerá datos que permitirán orientar de modo mas ajustado las políticas públicas.

]]>
Begoña Marugán Pintos – Profesora Asociadade Sociología de la Universidad Carlos III de Madrid

La concepción del desarrollo humano ligada a la calidad de vida permite plantear otro modelo de sociedad en el que se cambie la lógica productivista del beneficio del mercado por la sostenibilidad de la vida y el planeta.

Para mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas precisamos tanto de definiciones claras de qué es el bienestar, como de técnicas que den cuenta del grado de calidad de la vida de la gente. Un indicador que ha servido a este propósito ha sido el Índice de Desarrollo Humano.

El interés de un índice como éste transciende lo puramente metodológico para abrir una deriva ideológica y política, pues ofrecerá datos que permitirán orientar de modo mas ajustado las políticas públicas.

Cuando la juventud, y la ciudadanía en general, ha tomado las plazas y empezamos a tener la esperanza de poder despertar de la pesadilla en la que estábamos sumidos, necesitamos seguir tomando consciencia de la realidad.

Pero la cantidad de ángulos y aristas que la realidad tiene impiden conocerla por completo y limitan nuestro conocimiento. Lo que vemos no es más que una parte de la realidad.

Tanto la parte de la realidad que vemos, como la percepción que tenemos de la misma dependen de la mirada y las gafas que nos pongamos para ver el mundo. Constantemente comprobamos como, de la gran cantidad de acontecimientos que se suceden en el mundo, nuestro conocimiento se reduce a tres o cuatro. Los medios de comunicación ejercen en ese sentido una fuerte influencia en la fijación de temáticas y de opinión. Así la «realidad» acaba resumida diariamente en unos pocos titulares.

Los medios – tanto por las historias que recogen, como por la importancia que las conceden – nos dicen sobre qué pensar.

La agenda-setting es un fenómeno muy conocido, pero no solo influyen los medios de comunicación en la configuración de nuestros conocimientos, sensibilidades y opiniones. La ciencia también juega un importante papel en este proceso. Las ciencias sociales tienen el mismo efecto que una linterna, arrojan luz sobre determinadas zonas, pero, al focalizar nuestra mirada en esa área, dejamos de ver todo lo que existe alrededor. Sin embargo, frente a la denuncia de la manipulación y/o orientación de los medios, el marchamo legitimador de reveladora de verdades con que se inviste a la ciencia dificulta una reflexión sobre la capacidad de influencia teórica y practica de la misma. Y es, precisamente, esa razón, la dificultad de visibilizar la influencia de la ciencia en la conformación de determinadas concepciones del mundo, la que motiva la orientación reflexiva de este artículo cuya demanda inicial solamente trataba de describir el Índice de Desarrollo Humano.

Escribir sobre algo tan, aparentemente, inocuo como un indicador podría hacerse de muchas maneras, pero pensar el mundo desde una sociología crítica nos lleva a indagar sobre el por qué de este indicador, el para qué ha servido y al servicio de quién está. Pretendemos profundizar e ir más allá de lo aparente porque ya se sabe que tanto los índices, como las técnicas de observación están en consonancia y legitiman el paradigma de referencia en el que se sustentan.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH), en este caso, servirá para mostrar que, a partir de otras miradas y aproximaciones metodológicas – aunque marginales y de pequeña incidencia en los espacios de poder – se puede ofrecer una visión más ajustada de la realidad. Una información que será fundamental si se quieren implementar políticas públicas tendentes a conseguir el bienestar de todas las personas.

El desarrollo entendido solo como crecimiento económico y sus efectos

Para la economía dominante el desarrollo se mide en términos macroeconómicos de acumulación de riqueza.

Para cuantificar esta riqueza se utilizan los ingresos y/o el Producto Interior Bruto. Estos indicadores únicamente describen necesidades materiales y olvidan otras de tipo social, político o cultural. Mirar el mundo a través de los datos que ofrecen estos indicadores supone entender el mundo dividido en países ricos y pobres, en el que los primeros han sido capaces se superar una serie de barreras y dificultades de crecimiento que les legitima para decidir, en los G-8 o G-20, los designios del planeta.

El problema es que este «pensamiento productivista, auspiciado por occidente, ha arrastrado al mundo a una crisis de la que hay que salir a través de una ruptura radical con la escapada hacia delante del «siempre más» en el dominio financiero» (Hessel; 2011:46). La crisis económica se ha instalado y parece dispuesta a quedarse. Pero la crisis actual no es sólo económica, es social, cultural y política. «En lo político, la crisis se ve agudizada por la ineficacia de las instituciones políticas representativas frente a la acción de las elites de poder financiero, por la internacionalización creciente de las decisiones políticas y por la falta de control que la ciudadanía tiene sobre las burocracias publicas. En lo social, la creciente fragmentación de identidades socioculturales, la falta de integración y comunicación entre movimientos sociales, la creciente exclusión social y política y el empobrecimiento de grandes masas, han hecho inmanejables los conflictos en el seno de las sociedades, a la vez que imposibilitan las respuestas constructivas a tales conflictos» (Max- Neef,1998, p. 24).

A esto es necesario añadir la crisis ecológica y la de cuidados.

Bajo la lógica del beneficio las personas se convierten en sujetos de producción y consumo. Poco importa el desarrollo y el bienestar de las mismas. Paradójicamente, en este momento donde las tasas de envejecimiento y de población dependiente son cada vez mayores, los estados reducen el gasto social destinado a la dependencia y hay menos personas dispuestas a cuidar gratuitamente. Las mujeres, a las que tradicionalmente se les ha asignado el cuidados de los dependientes, o no quieren o no pueden ocuparse del bienestar de los otros. De seguir así, a la crisis económico-financiera se añadirá esta crisis de cuidados de efectos aún más tristes, porque acabará afectando a todas las personas.

También derivada de esta concepción deviene la crisis ecológica. El incremento continuo de productividades y el consumo creciente de recursos naturales no tiene fin ya que se trata de crecer para seguir creciendo.

Entender el desarrollo a partir del crecimiento ha supuesto que se haya multiplicado en el último siglo por 9 el consumo de agua, por 16 el consumo de energía, por 40 la producción industrial y por 13 las emisiones de CO2. Asistimos a lo que se ha denominado la sociedad del riesgo porque los riesgos se ciñen sobre el aire, los mares, el agua, los alimentos, etc. y esto afecta a todos los habitantes del planeta. Pero lo peor de todo es la crisis de valores.

Se podría decir, retomando al economista y ex candidato a la presidencia chilena, Max-Neef -que hasta el 15M- asistíamos a «la crisis de la utopía, porque su manifestación más grave nos parecía el hecho de que estábamos perdiendo nuestra capacidad de soñar. Nos debatíamos en un agotador insomnio que nos impedía la lucidez imprescindible para enfrentar con vigor e imaginación nuestros problemas» (…) Y, éramos «una especie de somnolientos administradores de una crisis a la que intuimos imposible de resolver por nuestros propios medios» (Max- Neef, 1998, p. 24).

La preeminencia económica mercantilista nos ha conducido a una crisis de valores en la que se han sustituido los valores por los intereses. Hoy lo que mueve el mundo es la mercancía, cuando hay otras formas de desarrollo mas humano y por ello «ha llegado el momento de plantarse, de decir con serenidad y firmeza que la Humanidad no puede seguir padeciendo los inacabables estertores de un sistema que ha desembocado en la gravísima y múltiple crisis actual» (Mayor Zaragoza,2011, p. 9).

«Es hora de que la preocupación por la ética, por la justicia, por el equilibrio duradero prevalezcan» (Hessel,2011, p. 46) y para llegar a esta reacción, ha sido necesaria la existencia de pensadores críticos y de organizaciones internacionales de derechos humanos que conciben un desarrollo más humano.

Concepto y medición del Desarrollo Humano

Autores como Amartya Sen, John Rawls y Max-Neef han teorizado una visión del desarrollo «más progresista, innovadora y acorde a la realidad» (Delgado y Salcedo, 2002, p. 4).

Manfred Max-Neef, en los años ochenta, junto con un grupo interdisciplinar de investigadores de distintos países de América Latina, escribió Desarrollo a Escala Humana.

En esta publicación formula su famosa teoría para el desarrollo de las personas como sujetos y critica el desarrollo que sólo se centra en los objetos ó que trata a las personas como tales.

El desarrollo no es un punto de llegada, es el proceso que permita elevar más la calidad de vida de las personas; una calidad de vida que «dependerá de las posibilidades que tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales» (Max-Neef, 1998, p. 40).

Se da un salto conceptual desde la idea de crecimiento económico a la de calidad de vida. En esta ultima los componentes económicos se combinan con los sociales, médicos, psicológicos, políticos y culturales. De la satisfacción cuantitativa se pasa a la mejora cualitativa. No se trata solo de tener alimentación suficiente, sino de que la nutrición sea adecuada. Se puede tener para comer, pero alimentarse inadecuadamente como sucede en algunos países ricos y acabar teniendo problemas de salud. Contar con techo tampoco supone una vivienda digan porque el hacinamiento también es un problema en los países y para la gente pobre.

Esta tensión entre la cantidad –lo que se conoce como nivel de vida- y la calidad de vida la describe Rodríguez Villasante al explicar la vida de las personas en la ciudad: «La mayoría de nosotros, en el mejor de los casos, aumentamos en un nivel de vida (tenemos más cosas), pero retrocedemos en la calidad de vida, pues lo mejor, lo más adecuado a cada situación concreta sólo se reserva para algunos privilegiados. La calidad del hábitat, de la alimentación, de la salud, de la educación, etc., no es tener más coches para meterse en atascos de trafico, ni consumir más fármacos porque hay nuevas dolencias, ni consumir más carne sin saber de qué se alimentaron esos animales, ni tener muchos electrodomésticos sin tener tiempo para oír música, ni tener muchos títulos sin saber qué nos está pasando. Además, otra gran parte de la población ni siquiera tiene acceso a muchos de estos bienes materiales de dudosa calidad. Mientras, se están perdiendo recursos naturales y sociales de cada lugar que permitirían otras formas de vida.» Cualquier necesidad humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una pobreza humana si solo se atiende. Sin embargo, la necesidad además de como carencia se puede entender como potencialidad.

Las necesidades movilizan y motivan a las personas. La necesidad de participar es potencial de participación, tal como la necesidad de afecto es potencial de afecto.

Esta doble dimensión de la necesidad como carencia y potencia es una idea que resuena en la apelación a las capacidades que teoriza Amartya Sen. Este economista hindú es admirado por sus planteamientos éticos y por tratar de pensar – como su esposa Marta Nussbaumdesde la justicia moral. Enfocó los estudios del desarrollo en relación con el bienestar y la calidad de vida en oposición a las medidas materiales de opulencia y utilidad. Los medios materiales solo son un medio. Lo importante es lo que se hace con ellos. Por poner un ejemplo diríamos que el número de médicos en una región por cada habitante no dice mucho sobre el acceso de la población a atención médica y por lo tanto al bienestar, en cambio, la esperanzan de vida sí refleja esas capacidades porque a través de los cuidados y la atención médica la población accede a una esperanza de vida más larga.

Sen comparte con Max-Neef la apuesta por la recuperación del sujeto y de su bienestar como objetivo del desarrollo, pero en lugar de centrarse en las necesidades, apuesta por las capacidades y habilidades de las personas.

Para Éste lo que debería intentarse es que todas las personas fueran iguales en sus capacidades. Sólo así se garantizará la libertad de los individuos.

La libertad es el fin de las personas. En ella concreta Sen el sentido de la vida. Los seres humanos deseamos vivir mucho tiempo y disfrutar de una buena vida. Para tener una buena vida se necesita poseer determinados bienes básicos y ver su efecto sobre los individuos.

Cubiertos unos mínimos las personas tendríamos la capacidad y la libertad suficiente de usarlos.

El proceso de desarrollo debe, por lo menos, crear un ambiente propicio para que las personas, tanto individual como colectivamente, puedan desarrollar todos sus potenciales y contar con una oportunidad razonable de llevar una vida productiva y creativa conforme a sus necesidades e intereses.

Este economista critica la medición del desarrollo de las naciones con simples medidas económicas de crecimiento.

Desde su punto de vista el desarrollo debe medirse por el grado de libertad que tienen sus ciudadanos. La libertad debe entenderse como la capacidad de funcionamiento de las personas para llevar el tipo de vida que desean vivir. Y para ello se les deben dar oportunidades sociales (salud y educación), económicas, de mercado y libertad política en la toma de decisiones y la participación.

Aunque llevar el enfoque de Sen a sus ultimas consecuencias «implicaría una revolución en las instituciones financieras internacionales, tanto en su producción teórica como en el tipo de índices publicados y de políticas recomendadas» (Edo,2002, p.1), el reconocimiento académico de esta figura ha sido central para entender la aceptación de la idea de calidad por parte de los organismos internacionales.

El PNUD y los Informes sobre Desarrollo Humano

Durante los últimos años la política de ayudas a los países menos desarrollados estaba siendo muy poco efectiva.

Lo que hizo que surgieran determinadas críticas teóricas, como hemos visto. Algunos de los cuestionamientos teóricos del desarrollo fueron asumidos por organizaciones como la ONU. Esta Organización, preocupada por la pobreza, tradicionalmente había venido entendiendo el desarrollo desde una postura muy cercana a la de Sen. A principios de la década del noventa confluyeron en este organismo dos movimientos que venían dándose desde hacía un tiempo: por un lado, los informes de Adjustment with a Human Face de UNICEF, y por otro, el enfoque de desarrollo como libertad de Amartya Sen. Estos dos movimientos se unieron en el primer Informe sobre el Desarrollo Humano, publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 1990.

El PNUD es una red global de desarrollo de las Naciones Unidas que aboga por el cambio. Está presente físicamente en 166 países y trata de transmitir experiencias, ayuda y recursos entre los países de modo que mediante la colaboración de todos se encuentren soluciones a los desafíos del desarrollo nacional y global.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo ha sido uno de los pilares del cuestionamiento de las instituciones financieras internacionales por sus políticas de ayuda a los países menos desarrollados. A través de sus Informes está ayudando a sentar las bases conceptuales de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, y hace un permanente llamamiento a seguir avanzando en salud, educación y niveles de vida.

Este Programa apostó, hace ahora veinte años, por cuestionar las medidas puramente económicas -en las que se entendía se basaba el desarrollo- y realizó un llamamiento a seguir los avances mundiales en salud, educación y niveles de vida en general. Para ello empezó a publicar, en 1990, los famosos Informes sobre Desarrollo Humano con los que cuestiona, año tras año, la noción de desarrollo ligada a productividad, crecimiento económico e ingresos y sitúa a las personas en el centro del proceso de desarrollo.

Para Naciones Unidas entender el desarrollo de un país por su nivel de ingreso es un error. «El objetivo primordial del desarrollo consiste en beneficiar a la gente» porque aunque los ingresos nacionales pudieran ser útiles para muchos propósitos, el bienestar de un país no depende de los ingresos en sí mismos, sino del uso que se les dé a éstos. «Las cifras sobre ingresos nacionales no reflejan la composición de los ingresos, ni los beneficiarios reales» (PNUD,1990, p. 31). Además, se constató empíricamente que se podía lograr un alto nivel de desarrollo humano con ingresos per capita moderados. Un nivel de ingresos per cápita elevado no garantiza el desarrollo humano adecuado. Los individuos generalmente valoran logros que nunca se materializan, o por lo menos no lo hacen inmediatamente, en términos de mayores ingresos o cifras de crecimiento: mejor nutrición y servicios médicos, mayor acceso a los conocimientos, vidas más seguras, mejores condiciones de trabajo, protección contra el crimen y la violencia física, horas de descanso más gratificantes y un sentimiento de participación en las actividades económicas, culturales y políticas de sus comunidades» (PNUD,1990, p. 31). Lo importante no sólo es crecer, aumentando la producción nacional, sino saber cómo se distribuye y gestiona ese crecimiento.

La nueva concepción de desarrollo que se expone en el Informe sobre Desarrollo Humano 1990 de este Programa tiene en las ideas de Sen su pilar fundamental. Lejos de pensar en los bienes, el enfoque central del mismo está puesto en las personas y en cómo el desarrollo amplía su espectro de elecciones. Se recuerda que la verdadera riqueza de una nación está en su gente y que el objetivo básico del desarrollo es crear un ambiente propicio para que los seres humanos disfruten de una vida prolongada, saludable y creativa.

«El desarrollo humano es un proceso mediante el cual se ofrece a las personas mayores oportunidades. Entre éstas, las más importantes son una vida prolongada y saludable, educaci6n y acceso a los recursos necesarios para tener un nivel de vida decente. Otras oportunidades incluyen la libertad política, la garantía de los derechos humanos y el respeto a sí mismo o lo que Adam Smith llamó la capacidad de interactuar con otros sin sentirse «avergonzado de aparecer en público» (PNUD, 1990, p. 33).

En esta misma línea el enfoque considera a las personas sujetos de su propio desarrollo y otorga una importancia vital a la participación de los seres humanos en el proceso.

Las personas tienen necesidades de todo tipo, considerar la vulnerabilidad humana permite entender que la autonomía no es más que un sistema de múltiples y mutuas dependencias. Además de la interdependencia social, son imprescindibles determinadas cuestiones políticas y facilitar una práctica democrática más directa y participativa. El desarrollo a escala humana apunta hacia una necesaria profundización democrática. (Max-Neef, 1998,p. 30).

La libertad es primordial para el desarrollo humano. Los individuos deben ser libres de ejercer sus opciones en mercados viables y debe dárseles la oportunidad de expresar sus opiniones para configurar su propia estructura política. Pero esta libertad sólo se tiene cuando se crea el ambiente propicio para que las personas, tanto individual, como colectivamente, puedan expresar sus potencialidades. Un país se desarrollará cuando atienda a la formación de capacidades como un mejor estado de salud o mayores conocimientos.

Con base en esta perspectiva, el Informe mide el desarrollo humano, no según el criterio de ingreso por sí sólo, sino mediante un índice más complejo: Índice de Desarrollo Humano.

Índice de Desarrollo Humano

El Índice de Desarrollo Humano se ha tomado como punto de partida para analizar las experiencias de distintos países y poder ofrecer algunas recomendaciones al ámbito político que permitieran mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía.

La importancia de este indicador deriva no solo de su fundamentación teórica sino de su oportunidad para contrarrestar las nuevas corrientes. Para los redactores de los Informes de la PNUD esta forma de aproximación al bienestar no es nueva. La idea de que los beneficios sociales deben juzgarse según la medida en que promueva el «bienestar humano» se remonta a Aristóteles y desde la misma se han elaborado teorías de los economistas políticos clásicos como Adam Smith, David Ricardo, Malthus, Karl Marx y John Stuart MilI. Sin embargo, la deriva economicista de los últimos tiempos confirió a Naciones Unidas la necesidad de recuperar estas ideas y buscar nuevas técnicas de medición.

Para poder medir un aumento de bienestar concebido de esa manera es necesario no tomar como indicador de bienestar la renta que los individuos perciben sino la capacidad de cada uno de ellos para transformarla en su propio provecho: por ejemplo, un discapacitado necesitará una renta mayor para disfrutar del mismo bienestar que una persona sin problemas físicos.

A tal fin se diseñó el Índice de Desarrollo Humano, un indicador global, que refleja la esperanza de vida, el grado de alfabetización y el dominio sobre los recursos para el disfrute de un nivel de vida decente. (PNUD,1990, p.19).

Para cuantificar los dos primeros se recurrió a: la longevidad, como expresión de una atención adecuada de la salud y la nutrición. El conocimiento sería la consecuencia de una adecuada educación primaria y secundaria y la relevancia de la ciencia y la tecnología. Sin embargo, medir la vida digna era complejo, se precisaban datos sobre el acceso a la tierra, el crédito, el ingreso y otros recursos.

Pero dada la escasez de información sobre muchas de estas variables, se optó por utilizar los ingresos.

De la aplicación de este Índice a lo largo de más de veinte años de trabajo se concluye que «no existe un vínculo automático entre crecimiento económico y progreso humano». En el Informe de 2010, de entre 135 países analizados, destaca Oman en el IDH. Este país invirtió los ingresos obtenidos de la venta de energía en educación y salud pública.

De los estudios realizados aplicando el IDH se concluye que, en general, durante las últimas décadas el balance es positivo. La esperanza de vida aumentó de 59 años en 1970 a 70 años en 2010, la matriculación escolar subió de sólo 55% a 70% del total de niños en edad de cursar la escuela primaria y secundaria y el PIB per cápita se duplicó hasta superar los US$10.000, sin embargo, este patrón de logros tiene grandes variaciones, ya que algunos países incluso han perdido terreno desde 1970, se amplían las desigualdades al interior de los países y se disparan las diferencias entre hombres y mujeres «Los Informes sobre Desarrollo Humano han cambiado nuestra forma de ver el mundo», manifestó Ban Ki-moon, director de la colección de Informes-. «Hemos aprendido que, aunque el crecimiento económico es muy importante, lo que importa en última instancia es emplear los ingresos nacionales para dar a todas las personas la posibilidad de una vida más duradera, sana, y productiva» Puede que estos conceptos y medidas sean mas relevantes en el terreno teórico que en la práctica institucional, ya que un organismo como el Fondo Monetario Internacional ni siquiera ha acusado recibo del surgimiento de este desafío (Edo,2002,p.75), pero son las gafas que nos permitan ver el mundo a través de una mirada distinta.

«Si seguimos difundiendo estos procesos, generaremos un cambio de mentalidad que será el reflejo de una racionalidad diferente, más humana y coherente a la realidad, donde se dejen de lado los materialismos y la lucha sin fin por el simple crecimiento y los poderes públicos se preocupen más por mejorar la calidad de vida de la población» (Delgado y Salcedo, 2002, p.22). Esta tarea es necesaria para reconstruir la utopía e imprescindible para que rebeliones como a la que estamos asistiendo hayan sido posibles y recuperemos la capacidad de soñar.

Bibliografía

Delgado, Pedro y Salcedo, Julia: «Aspectos conceptuales sobre los indicadores de calidad de vida», 2002, (http://www.webpondo.org/files_oct_ dic_03/AspectosConceptuales.pdf) Consultada el 10 de junio de 2011).

Edo, María: «Amartya Sen y el desarrollo como libertad. La viabilidad de una alternativa a las estrategias de promoción del desarrollo», 2002.

http://www.amartya-ar.net/amartya_sen_el_desarrollo_como_libertad.

pdf consultada el 12 de junio de 2011.

Hessel, Stephae: ¡Indignaos! Ediciones Destino, Barcelona, 2011 Klugman, Jeni: Informe Sobre Desarrollo Humano. La verdades riqueza de las naciones: caminos al desarrollo humano, PDNU, Palgrave Macmillan, 2010 (http://hdr.undp.org/) Mayor Zaragoza, Federico: Delito de silencio. Ha llegado el momento. Es tiempo de acción, Editorial Comanegra, Barcelona, 2011.

Max-Neef, Manfred: Desarrollo a escala humana. Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones, Editorial Nordan-Comindad e Icaria Editorial S.A, 2 Edición, Barcelona, 1998.

PNUD, Desarrollo Humano. Informe, Tercer Mundo, Editores S.A, Colombia,

1990. (www.undp.org/hdro)

Sen, Amartya y Nussbaum, Marta (comps.): La calidad de vida; Fondo de Cultura. Económico, México, 1996.

Sen, Amartya: Desarrollo como Libertad; Madrid: Editorial Planeta, 2000.

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/desarrollo-humano-otra-forma-de-ver-el-mundo-lp-68/feed/ 0
Reseña de "La cruzada antitabaco vista por los infieles", editorial Sepha, Málaga, 2011. https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/resena-de-la-cruzada-antitabaco-vista-por-los-infieles-editorial-sepha-malaga-2011/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/resena-de-la-cruzada-antitabaco-vista-por-los-infieles-editorial-sepha-malaga-2011/#respond Tue, 21 Jun 2011 11:59:33 +0000 https://librepensamiento.org/?p=3442  Mónica Yuste

 Desde tiempos prehistóricos, el tabaco ha contado con una amplia gama de usos y significados. Además de ser una de las drogas más utilizadas, se ha consumido de las más diversas maneras: fumado –en pipa, en cigarros, en cigarrillos–, aspirado por la nariz, masticado, comido, bebido, untado sobre el cuerpo… Sus aplicaciones han sido sorprendentemente variadas: en ceremonias chamánicas, como panacea médica, como moneda de cambio o formando parte de rituales de iniciación. Se ha utilizado, sobre todo, para establecer y estrechar vínculos sociales mediante su regalo, su intercambio y su consumo en grupo, además de servir para definir y enfatizar posiciones sociales y modos de ser en base a gran variedad de significados mitificados, en la cultura occidental, por la publicidad y el cine.

Sin embargo, en las últimas décadas el hábito de fumar ha sido objeto, en los países más avanzados del planeta, de acciones y discursos institucionales que buscan promover, entre la ciudadanía, una alteración en la valoración y en el ejercicio de lo que venía siendo actividad habitual. Esto abarca tanto la creciente regulación del mundo del tabaco como la construcción de un nuevo sistema ideológico, transmitido a través de campañas diseñadas para caracterizarlo como enemigo social. En estos momentos, la así llamada “cruzada antitabaco” –con toda la carga bélica y religiosa que esta terminología arrastra– se encuentra en su punto álgido en países como España y también, por contraste, las resistencias en contra de algunas de sus medidas más extremas; más en concreto, la prohibición de fumar en todos los espacios públicos cerrados y en algunos al aire libre, que convierte a la legislación de este país en una de las más extremas del mundo.

Sorprende un cambio tan drástico en tan pocos años, pues el consumo de tabaco ha sido, es y sigue siendo enormemente popular. Además, existen tremendas contradicciones, como que el Estado combata el consumo de tabaco mientras se enriquece con su venta mediante un aumento constante de su carga impositiva que pagan, de su bolsillo, los cada vez peor considerados socialmente fumadores.

La utilización de metáforas bélicas para describir las “estrategias” aplicadas por las instancias gubernamentales cuando se decide que ha llegado la hora de “asediar al tabaquismo” implica la construcción de un enemigo temido ante el que hay que actuar sin escatimar medios. Emplear una imaginería militar en actuaciones de tipo sanitario puede tener graves repercusiones, pues legitima el poder autoritario y sugiere la necesidad de la represión y violencia de Estado.

Implícito está tanto un proyecto de modernización que se vale de un control más aparente que real de riesgos y peligros como la existencia de un Estado paternalista que tiene como misión velar por el bienestar de un pueblo del que se pretende que consuma, trabaje y obedezca. Al parecer, y a pesar de la denominación de sociedades avanzadas o seculares, distinguir entre el bien y el mal en términos absolutos, y combatir a este último por todos los medios sigue siendo un imperativo de un proceso de racionalización que implica, entre otras cosas, un creciente control sobre las conductas de las poblaciones con mecanismos como la medicalización de lo que antes eran hábitos, que pasan a ser patologías y que, por tanto, pueden ser objeto de cirugía y exterminio como es, en el caso que nos ocupa, el hábito de fumar tabaco.

Sin embargo, la cruzada en contra del tabaco no ha triunfado plenamente e, incluso, ha generado razones y fuerzas que se oponen a ella, como la proliferación de discursos en defensa del tabaco y de sus cualidades placenteras y terapéuticas, el que no se cumplan las normas de manera estricta, las parodias a los mensajes de las autoridades sanitarias o, simplemente, el que se sigan manteniendo buena parte de las habituales funciones del tabaco, como la de fomentar la sociabilidad, marcar posiciones sociales, subrayar la virilidad, acompañar al ritual amoroso, y asociarse con lo sublime y misterioso; o el que fumadores y no fumadores continúen poniéndose de acuerdo entre ellos, por encima de consideraciones legales. A esto hay que añadir el hecho de que el consumo moderado de tabaco es una tendencia creciente que cuestiona estereotipos como el de la adictividad intrínseca del tabaco.

Vemos así como las formas modernas de control social no son asumidas sin más, lo que revela que la gente de la calle conserva, en gran medida, sus costumbres, su autonomía y su criterio, además de la capacidad de cuestionar la autoridad misma.

]]>
https://archivo.librepensamiento.org/2011/06/21/resena-de-la-cruzada-antitabaco-vista-por-los-infieles-editorial-sepha-malaga-2011/feed/ 0