Editoriales – LibrePensamiento https://archivo.librepensamiento.org Pensar para ser libre Mon, 07 Mar 2022 09:57:27 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.1 Editorial LP 109: Contrarrestemos los tambores de odio https://archivo.librepensamiento.org/2022/03/07/editorial-lp-109-contrarrestemos-los-tambores-de-odio/ Mon, 07 Mar 2022 09:52:49 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7541
Quema de libros en la Plaza de la Ópera en Berlín el 10 de mayo de 1933. Bundesarchiv, Bild 102-1459 – Georg Pahl, via Wikimedia Commons

Los artistas crean la cultura, los gobiernos la controlan luego
y, si se tercia, suprimen a los artistas para mejor controlarla.
Artículo «Creación y libertad. España y la cultura» 1952
La sangre de la libertad 2013.

Albert Camus

Son conocidas las «hazañas» de los regímenes totalitarios, autoritarios y fascistas clásicos -con dictadores como Hitler, Mussolini, Stalin, Pol Pot, Franco…)-; más allá de sus imprescriptibles e inamnistiables crímenes genocidas y de lesa humanidad; más allá de la eliminación física de las personas que identificaban como «el enemigo»; entre otras «gestas» destacaron por quemar libros, destruir obras de arte, atentar contra cualquier atisbo de cultura hecha desde la libertad. La frase criminal, depravada, perversa e inquietante atribuida a varios personajes nazis como Joseph Goebbels, Hermann Göring e incluso al golpista José Millán- Astray -¡Muerte a la inteligencia!-, es reveladora de lo que se cocía en estos regímenes: «Cuando oigo la palabra “cultura”, echo mano a mi pistola».

Colectividad de la Múnia de Castellví de la Marca. 1937. Archivo fotográfico de Barcelona. Pérez de Rozas

También es esto un hecho frecuente en regímenes teocráticos y en períodos inquisitoriales, no solo quemar libros sino condenar a personas de la ciencia y la cultura (Galileo Galilei, Miguel Servet, Giordiano Bruno o la caza de las mujeres «brujas»). Pareciera que la cultura hecha desde la individualidad creativa del artista, en uso de su plena libertad, con la perspectiva de configurar una cultura colectiva, no le va bien al poder y sus planteamientos totalitarios.

La decadencia ética y moral de estos regímenes, la gangrena de ese tipo de sociedades enfermas, es patente y suele presentar como primeros síntomas la castración y censura de la creación cultural para imponer progresivamente los postulados de su «modelo político, social y cultural» dirigido desde el poder de manera jerárquica e impositiva.

En el sistema actual neoliberal, capitalista, plutócrata, inmerso en un proceso de progresiva degradación democrática, se tiene un mayor nivel de sofisticación en los procesos represivos y no se queman los libros, simplemente se censuran, se secuestran, se impide su acceso a los centros educativos, y esto se suele hacer, esencialmente, en aquellas comunidades y países que proclaman a los cuatro vientos defender la libertad. Desde luego usan el término libertad referido exclusivamente al liberalismo económico, a la libertad de mercado, al darwinismo social, y no a la defensa de la libertad solidaria, las libertades sociales, los derechos humanos o las libertades individuales (derechos de las mujeres, de los colectivos LGTBI, matrimonio entre personas del mismo sexo, eutanasia, aborto, libertad de expresión, de ideas y pensamiento…).

A modo de ejemplo, recordar la cruzada abierta de antifeminismo y LGTBIfobia que la derecha y extrema derecha mantienen contra lo que denominan «ideología de género» plasmada en conductas y campañas como el «pin parental», la censura de contenidos curriculares, la retirada de decenas de libros de texto o la burda manipulación de libros a la carta por «presiones políticas de las autonomías”, quienes inciden con «mecanismos bastardos», para que los manuales «digan lo que los gobiernos quieren y no lo que la ciencia dice», según denunciaba en 2019 la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). En esta misma dirección, es chocante ver cómo sigue en pleno vigor la invisible censura franquista en centenares de libros y traducciones de la literatura clásica que aún circulan tras más de cuarenta años de democracia parlamentaria, como denunciaba el profesor de Estudios Hispánicos Jordi Cornellà-Detrell desde la Universidad de Glasgow.

Lo que se pretende con este tipo de actuaciones es sencillamente contaminar y pervertir la formación y educación integral, plural, libre y crítica de la juventud, adoctrinar al alumnado y a la población con objeto de ganar terrero para todo el conglomerado de teorías dispares, pero todas negacionistas y supremacistas, imperantes actualmente y abrazadas por el sistema vigente -cada vez más totalitario- así como por la ética y estética del emergente neofascismo identificable ya en el viejo continente europeo y el americano -negacionismo del holocausto; del golpe militar franquista; del cambio climático; de la curvatura de la Tierra; de la llegada a la Luna; de la pandemia por covid-19 y la eficacia de las vacunas; de la teoría evolucionista; de la violencia y terrorismo machista…-.

Siendo conscientes de las diferencias ideológicas existentes entre Donald Trump, Jair Bolsonaro, Marine Le Pen, Matteo Salvini, Viktor Orbán, Santiago Abascal, o Mateusz Morawiecki (estos últimos reunidos a principios de diciembre en Varsovia con el resto de líderes de extrema derecha para proponer una nueva Unión Europea como Unión de Naciones-Patrias), y teniendo en consideración a Emilio Gentile cuando en su ensayo Quién es fascista de 2019 afirma que son personajes que representan modelos políticos no homologables con el fascismo aunque sí carecen de ideales democráticos, permitidnos utilizar, en esta ocasión, de forma análoga los términos fascismo, neofascismo, dictadura, totalitarismo, para con ello identificar a gran parte de los regímenes del actual sistema neoliberal y de las ideologías autoritarias y antidemocráticas, ultranacionalistas, supremacistas, antifeministas, populistas, xenófobas y racistas.

En este sentido, como ya atisbara en el discurso pronunciado en 1995 en la Universidad de Columbia, recogido en un pequeño ensayo Contra el fascismo (2018), Umberto Eco nos alerta sobre los síntomas más significativos de lo que llama el «fascismo eterno»: «El fascismo eterno aún nos rodea, aunque lleve traje de paisano. Puede volver en cualquier momento, aunque se disfrace de las formas más inocuas. Nuestro deber es detectarlo, quitarle la máscara y denunciar en voz alta cada una de sus gestas».

Entre esos síntomas destacaba: el tradicionalismo; el conservadurismo e inmovilismo; el patriotismo, heroísmo y belicismo militarista; el rechazo del modernismo, la Ilustración y la razón para abrazar lo irracional, creando su propia «neolengua» orweliana como instrumento reduccionista del pensamiento complejo y crítico; el culto a la acción sin reflexión, desde la visceralidad y lo instintivo porque pensar es una forma de castración; el rechazo de la democracia; de la cultura, la intelectualidad, el pensamiento crítico y la ciencia; el rechazo a la diversidad y la pluralidad; la adoración del poder y el machismo. Finalmente, nos sigue diciendo Umberto Eco, y es fácilmente constatable, que el «fascismo eterno» surge de la frustración individual o social en épocas de crisis, encontrando en la población excluida su público mayoritario.

Efectivamente, en plena sintonía y con el paraguas del actual sistema neoliberal, comienza a estar de moda ser neofascista y negacionista y formar parte de su «modelo cultural», caracterizado por la imposición de su cultura sectaria y excluyente, dictaminando nuestra escala de valores y los de la sociedad, determinando la «verdad científica», censurando arbitraria y caprichosamente cualquier disidencia o creatividad en libertad.

Estas ideologías neoliberales, neofascistas y negacionistas, hallan su caldo de cultivo en las actuales redes sociales y en las fake news que circulan impunemente por ellas contagiando el acceso a la verdadera información, a los propios hallazgos experimentales de la ciencia y a la creación artística y cultural libre.

Abascal en Covadonga. lavozdeasturias.es

Sin caer en el maximalismo de tener una fe ciega en la ciencia (somos conscientes que detrás de toda línea de investigación existen intereses económicos, ideológicos, de control, que constriñen la libertad y que pueden poner en peligro, incluso, a la propia humanidad; sin olvidar que la ciencia se construye sobre la puesta en cuestión de principios consolidados, conforme señala el modelo de Las Revoluciones Científicas de T. S. Kuhn); quienes niegan la verdad y la realidad que nos aporta la ciencia y el propio desarrollo científico, quienes niegan la libertad, niegan la individualidad y la subjetividad personal, quienes niegan la creatividad cultural libre, están apostando por la uniformidad, el pensamiento único, lo políticamente correcto, la pasividad, la sumisión, el adoctrinamiento, la obediencia acrítica a sus normas y leyes hasta finalmente degenerar en intolerancia y justificar la deriva totalitaria del actual sistema neoliberal, convertido en antesala del neofascismo.

Ante este panorama, tenemos que pensar en cómo transformar la «realidad» que nos intenta hacer sentir el sistema y el neofascismo, ese que circula como el virus del covid-19, sin ser visible, sin dar la cara pero que se aprovecha de la debilidad de algunos seres humanos, ya sea de su precariedad, de su pobreza, de su secuestrada capacidad de rebeldía, de quienes no tienen ni saben defenderse. Y en ese contexto, se instala para transformar a ese ser humano en mero soldado-vasallo transmisor de su mensaje de odio, miedo, locura e inhumanidad.

Tenemos que pensar en medidas que sean auténticas, que perduren, radicales, que produzcan cambios irreversibles entre la población… y eso pasa, además de adoptar políticas económicas y sociales que eliminen la injusticia y la desigualdad, por desarrollar una cultura alternativa, libertaria. La cultura es nuestra mejor herramienta para no dejarnos contagiar, nuestra aliada para defendernos del sistema neoliberal actual y el neofascismo en ciernes.

Si en el editorial del pasado número 108 de Libre Pensamiento, dedicado a los 100 años de presencia viva de Kropotkin, destacábamos que el principio del apoyo mutuo era una herramienta potente para luchar contra el neoliberalismo y el fascismo galopante que acecha e invade nuestras vidas, en esta ocasión completamos ese mensaje haciéndonos eco de los contenidos del presente dossier Desvelando aportes libertarios a la cultura, exponiendo y afirmando que el antídoto, que la vacuna pasa porque la población se dote de una educación, formación y cultura alternativa y libertaria, elementos estos que nos liberan y protegen de las redes sociales alienantes y adictivas; de las fake news que tergiversan la realidad y la propia historia; de las manipulaciones mediáticas orquestadas por las grandes corporaciones; de los populismos para quienes solo somos números y débiles mentales.

La cultura, la creación artística construida desde la libertad, la espontaneidad, la iniciativa personal, el pensamiento sin ataduras, ajeno a todo principio de autoridad y con perspectiva de cultura colectiva es el líquido amniótico en el que navegar y vivir para hacernos inmunes, desenmascarar y deconstruir los mecanismos de control mental de ese virus neoliberal y neofascista que subyace a su modelo «político-social-cultural» de privilegios y elitista. Una cultura alternativa, en libertad individual y colectiva, propositiva, de acción, más allá de la simple resistencia, crítica, popular, al margen del poder y el discurso oficialista.

Libertad para crear, pensar, expresar y actuar y no la planteada desde las posiciones neoliberales y mercantilistas. Así lo abordaba Luce Fabri en el artículo de 1935 Las dictaduras y la cultura, recogido en el libro La libertad entre la historia y la utopía (1998), advirtiéndonos cómo en el campo cultural, las dictaduras se parecen todas sean de origen fascista o de otro tipo, dado que todos los dogmas son trabas para la cultura libre, todas humillan al ser humano, todas destruyen sus capacidades e iniciativa, todas conducen a la involución.

La libertad es la condición de toda creación artística, el alimento de la inteligencia humana, la garantía del progreso de la humanidad. La cultura alternativa siempre se aleja del poder político y busca la investigación y la creación espontánea, lejos de la uniformidad y la materialidad.

Como recoge Javier Navarro Navarro en su tesis del año 2000 La cultura libertaria en el país valenciano País Valenciano (1931-1939) Sociabilidad y prácticas culturales, en la guerra civil, el golpe militar lo paró el pueblo, esencialmente, anarquista y ello fue como consecuencia de la cultura y del compromiso militante que tenía tras prepararse durante decenios para construir su identidad libertaria colectiva en ateneos, sindicatos, escuelas racionalistas, Juventudes Libertarias o Mujeres Libres. Un pueblo con cultura libertaria fue capaz de frenar al fascismo, de enfrentarse, de no dejarse contaminar.

Así mismo, pero años atrás, en la Comuna de París de 1871, como señala Pepe Gutiérrez-Álvarez en su ensayo Escritores y artistas ante la Comuna de París de 2016, la influencia del mundo de la cultura (Gustave Courbet, Édouard Manet, Honoré Daumier, Jean-Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, Louise Michel…) en ese proceso revolucionario fue innegable como se desprende, por ejemplo, de la elaboración del programa de la Federación de Artistas de París en el que se garantizaba una completa libertad para la creación artística sin ninguna interferencia estatal.

La cultura es nuestra gran aliada para despertar del letargo y el silencio porque … la cultura no es adorno sino ancla como dice Irene Vallejo en el Discurso inaugural de la Feria del libro de Zaragoza 2019, recogido en su libro El futuro recordado. La cultura es de lo último que nos queda para acercarnos a la felicidad, a la esencia de la vida. La cultura nos aleja de lo populista; del día a día de lo automático, cotidiano y material; del pensamiento único que demanda el poder.

Cuando la cultura se construye desde la impronta libertaria, anarquista, desde el ejercicio de la libertad indi- vidual, desde el crecimiento personal, ajena a coyunturas y ataduras mentales y del poder, sin perder la pers- pectiva de que esa libertad debe conformar la cultura colectiva, no solo nos incita a pensar y crear, sino que nos prepara para actuar. Son tiempos para la acción, para quitar la máscara al actual sistema neoliberal con sesgo totalitario y al neofascismo que emerge, tiempos para contrarrestar con argumentos el mensaje alienante, de sumisión, anestésico, de nos transmiten sus tambores de odio.

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Editorial LP 108: La revolución sobrevenida https://archivo.librepensamiento.org/2022/01/28/editorial-lp-108-la-revolucion-sobrevenida/ Fri, 28 Jan 2022 10:32:55 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7528 Las orillas a las que asirse

¿Qué es ser anarquista?
Es una rebeldía contra la injusticia de nacer desiguales socialmente.
En el fondo es sólo esto, pero de ahí resulta, como pude ver,
la rebelión contra los convencionalismos sociales
que hacen posible esa desigualdad.
El banquero anarquista. Fernando Pessoa

No descubrimos nada nuevo si argumentamos transitando por una época de profundos cambios, posiblemente, incluso de cambios del propio paradigma civilizatorio, como en su día pudo ser el paso de la vida nómada a la sedentaria en la época neolítica o la creencia en la ciencia como fuente de conocimiento frente a la fe, el oscurantismo o la superstición en la época moderna y contemporánea.

Robots. Reuters

Esta era de revolución digital y tecnológica, protagonizada y exportada al mundo entero por las ya inabarcables e inconmensurables multinacionales de la información y la comunicación, está suponiendo una profunda transformación en todos los planos de la vida, como en su día supusieron las revoluciones anteriormente mencionadas. Transformaciones económicas, políticas, laborales… pero fundamentalmente sociales y personales al afectar directamente a nuestra subjetividad.

Los cambios no están siendo drásticos, ni surgen al azar, ni se perciben como imposiciones. Se nos presentan como el fruto de una evolución paulatina, con acercamientos progresivos al nuevo paradigma y alejamiento del anterior en el que todo tenía una dimensión más comprensible, más «humana». Por supuesto, existen acontecimientos concretos que aceleran dichos cambios. Pensemos, por ejemplo, en la aparición de los primeros teléfonos inteligentes, las primeras aplicaciones, el auge exponencial de las redes sociales, la convivencia con los robots y la inteligencia artificial o el uso de big data.

Esta actual complejidad y convulsión tecnológica genera una profunda desorientación en la sociedad, la percepción del empequeñecimiento de un ser humano abrumado ante la incomprensión de lo que está sucediendo, ante el propio desarrollo tecnológico sobrevenido que no controla, que lo sobrepasa y ante el que solo tiene la capacidad para detectar ciertos cambios que le influyen y afectan pero de los que desconoce las claves de su funcionamiento, ante el poder del que no consigue ni siquiera identificar su tamaño ni dónde o en qué se sustenta.

Este ser humano está perdiendo incluso la capacidad de asombro e ilusión por seguir el ritmo del desarrollo. Simplemente se deja llevar y vive el día a día como mero usuario y consumidor inconsciente, sin reticencias ni resistencias.

Es una revolución de la realidad social que percibimos como sobrevenida ante la que se están haciendo grandes esfuerzos desde el mundo del pensamiento e intelectual por comprenderla, conocer e investigar sus porqués, sus causas y consecuencias, teorizar sobre sus síntomas, por adelantarse a los futuros acontecimientos y su evolución, con objeto de que no seamos simples usuarios y pasemos a ser sus protagonistas. Es la realidad la que nos adelanta, la que marca el ritmo y nos reta a teorizarla a posteriori.

Por su parte, la evolución de la realidad económica que conlleva esta revolución tecnológica es bastante más conocida y prosaica al representar el continuismo del capitalismo financiero, globalizado y patriarcal —aumento de las desigualdades, de la explotación medioambiental, migraciones… —; incluso resulta previsible la lógica por la que discurre la realidad política formal, de las democracias parlamentarias o de las propias dictaduras — quedará para la historia la frase del premio nobel Vargas Llosa: Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien (sin comentarios)—; pero lo que realmente no conocemos en toda su extensión son las dimensiones de los efectos de la revolución tecnológica en la realidad social, en las relaciones humanas, en los comportamientos, las actitudes, la salud mental, la personalidad y valores de este nuevo ser humano tecnológico.

Mario Vargas Llosa. Segunda jornada de la Convención 2019 del Partido Popular en Madrid. Fuente: PP Cominudad de Madrid

Posiblemente no tengamos todavía suficiente perspectiva de análisis, pero los efectos del cambio o revolución tecnológica que estamos experimentando como seres humanos, en las dos décadas del presente siglo XXI, no están evaluados y mucho menos controlados en relación a sus beneficios para la humanidad, la libertad y la felicidad.

Si hubo algún tiempo en que las personas teníamos algún papel relevante en el diseño de nuestra existencia, en el momento actual, la toma de decisiones está tan enormemente alejada de nuestra realidad y concreción que simplemente navegamos con nuestra subjetividad a la intemperie en unas aguas revueltas sin orillas a las que asirse.

Algún adelanto de esos efectos sí podemos comenzar a extraer. Un efecto claro es la inmunización que experimentamos ante la sobrecarga de información, lo que conduce al desinterés, la inhibición, la inacción, el hastío, el aislamiento, la dispersión intelectual, la falta de atención, la ansiedad por nuestra capacidad limitada de procesamiento o, simplemente, nos provoca un interés superficial y momentáneo, de grandes titulares, y ello, con independencia del tipo de noticias de que se trate (catástrofes, violencias, dramas humanitarios, solidaridad, precariedad…).

El poder ha desplegado sus sofisticadas herramientas de control, no ya solo las policiales sino las que afectan a lo que pensamos, lo que queremos, lo que sentimos. Cada vez más nos vamos percibiendo como seres autómatas, que viven por inercia su día a día. Cada vez más nuestro encefalograma muestra un registro plano, propio de simples objetos, mercancías, incapaces de soñar, de imaginar, de crear… El bombardeo constante de información sesgada y manipulada nos va haciendo insensibles a la percepción del otro y su realidad —la verdad, la objetividad o la justicia adquieren carácter quimérico, casi onírico —.

Así, asumida esa realidad, esa nueva dimensión social, en plena sociedad capitalista, consumista, digital y audiovisual, se ha disparado la violencia social, su impunidad y justificación, el índice de suicidios, las autoagresiones, la insolidaridad, el miedo, la represión, la censura, la autocensura, la menor libertad de pensamiento, el control político-policial, el discurso del odio, la identificación de un enemigo para descargar contra él toda nuestra agresividad y rabia… En una palabra, el fascismo. La sociedad de la imagen y mediática ayudan a su expansión.

La presencia del fascismo en nuestras vidas está in crescendo de manera lenta pero imparable. Son cada vez más los síntomas que percibimos tanto en las redes sociales como en la convivencia y la vida pública (violencias gratuitas y arbitrarias, asalto a sedes de otras organizaciones, presencia en parlamentos, actitudes racistas, xenófobas, homófobas, machistas, autoritarias…) así como su progresiva normalización y expansión en la política a través del auge de los partidos de extrema derecha (Estados Unidos, Polonia, Hungría, Austria, Alemania, Francia, Italia, España…).

En el excelente artículo El fin de qué. Lo que queda del fascismo, publicado en nuestra revista Libre Pensamiento nº 91 (2017), y de forma mucho más amplia en su libro Fascismo de baja intensidad (FBI) de 2015, el poeta y ensayista Antonio Méndez Rubio reflexiona sobre lo que denomina fascismo de baja intensidad o fascismo cotidiano, considerando que forma parte de nuestra propia subjetividad y que se manifiesta en rasgos como el gregarismo, el efecto manada, el miedo a la libertad, el racismo y la xenofobia; planteando que las viejas recetas de la izquierda para superarlo y erradicarlo no valen, sino que es preciso profundizar en la libertad, en el compromiso individual y en la solidaridad de las diferencias.

Hemos interiorizado el fascismo, normalizado sus expresiones y planteamientos, asumido el abuso de poder hasta somatizarlo, resultando imprescindible y necesario combatirlo porque aspira al control absoluta de nuestra individualidad, de nuestro comportamiento, actitudes y esencia. El fascismo nos incita al aislamiento para con ello negar nuestra creatividad y subjetividad. Será desde la subjetividad libertaria orientada al apoyo mutuo, desde el querer vivir compartido, desde nuestra aportación individual a la construcción de la sociedad, la mejor forma alternativa de combatirlo, siendo muchas y diversas las respuestas para evitar todo tipo de consignas y adoctrinamiento.

Fascista español. AFP

Nos recuerda Fernando Pessoa en su libro El banquero anarquista (1922) con el concepto de la nueva tiranía del auxilio, que nadie debe trabajar por nosotros, por nosotras, para darnos la libertad porque eso sería tanto como aceptar la condición de sumisión o simplemente de debilidad. Auxiliar unidireccionalmente a alguien es tomarle por inepto, incapaz y cercenar su libertad y eso, poco tiene que ver con el apoyo mutuo que siempre es bidireccional. Las individualidades respetadas se complementan mutuamente para crecer juntas como personas y sociedad.

Por su parte, Irene Vallejo en el artículo Prehistoria de los cuidados incluido en su libro El futuro recordado (2020) nos habla de hallazgos prehistóricos que muestran el afán de los homínidos de hace doscientos mil años por cuidar y proteger a aquellos miembros de la tribu que eran dependientes, respaldando así la tesis de que la solidaridad se abría paso en medio de la lucha competitiva por la supervivencia. Y continúa afirmando la existencia del esfuerzo colectivo por crear redes de apoyo para socorrer al extranjero y desconocido en este actualmundo global.

Pero si hay algún referente clásico indiscutible sobre qué tipo de alternativas existen desde las que afrontar la transformación social necesaria que nos libere del fascismo, es Piotr Kropotkin —con sus plenamente vigentes aportaciones científicas e ideológicas en torno al apoyo mutuo, la solidaridad, la vida autogestionaria o la ética—científico, pensador anarquista y activista revolucionario del que ahora conmemoramos el centenario de su fallecimiento y al que hemos dedicado el dossier de este número de Libre Pensamiento. Incluso desde una necesaria posición de acercamiento crítico a los clásicos, con Kropotkin, el papel de la utopía sigue vigente.

Ciertamente tenemos corroído y erosionado el ánimo de manera que solo pareciera posible la resistencia, pero es Kropotkin, entre otras y otros, quien nos anima a la creación y construcción de alternativas sociales, económicas, políticas y personales; quien con su vigencia nos aporta confianza en las propuestas anarquistas aquí y ahora para gestionar una sociedad nueva en la que las personas podamos convivir y acercarnos a la felicidad. Nuestra responsabilidad es recuperarlas, actualizarlas, aplicarlas, vivirlas y demostrar que son viables.

El panorama desolador al que nos ha arrastrado el capitalismo patriarcal y los valores de egoísmo, individualismo, competitividad… del neoliberalismo, podemos calificarlo de sociedad fallida al estar afectando realmente a la salud mental de las personas, a la pérdida del sentido de la existencia, a la quiebra de la sociedad, a la propia extinción de la vida en el planeta.

Acto franquista. 28 de marzo en Madrid. Sergio Hellín / Europa Press

El pensamiento, la ideología y la práctica anarquista no precisan esperar a la revolución social integral, sino que se pueden experimentar aquí y ahora. No son tiempos exclusivamente de resistencia sino que son tiempos de acción individual y colectiva, ahora y siempre, para hacer real la utopía. En este sentido, permitidme recordar que el XVII Congreso Confederal de CGT celebrado en A Coruña del 17 al 20 de octubre de 2013 tuvo por lema No basta con resistir. Construyamos la autogestión.

Ilusiona ver cómo prenden diferentes mechas de autogestión y de lucha a la largo de la geografía mundial. El pueblo cubano manifestándose contra un caduco sistema carente de libertad; el pueblo chileno defendiendo en la calle procesos constituyentes desde abajo; la insumisión del pueblo venezolano; el pueblo colombiano; las comunidades indígenas; el pueblo chino; el pueblo ucraniano; las comunidades zapatistas; las comunidades kurdas… Si todas estas experiencias son importantes, lo son también las vivencias autogestionarias que día a día brotan por doquier en forma de redes de apoyo así como las revoluciones personales que miles y miles de personas experimentan en su vivir el día a día de manera libertaria.

En estos tiempos de competitividad y darwinismo social, la puesta en valor de las investigaciones científicas sobre el apoyo mutuo, sobre la idea de que es la cooperación y solidaridad recíproca entre individuos de una o distintas especies la que explica su supervivencia, es una referencia inexcusable, dando forma incluso a la propia génesis de la ética. La bióloga evolucionista Lynn Margulis, autora de la Teoría Endosimbiótica como el proceso vital en la evolución, afirma: la vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian.

Estos estudios iniciados por Kropotkin nos enseñan el camino para revertir la deriva actual y cambiar el sistema hacia uno más humano, más ecológico y representan las orillas a las que asirse para dejar de flotar a la intemperie.

El futuro está por escribir. No podemos perder nuestra oportunidad de contribuir a su redacción desde propuestas y acciones libertarias, individuales y colectivas, capaces de ilusionar e iluminar.

 

]]> Editorial LP 107: La política espectáculo. Del mundo de las ideas a los manuales de autoayuda https://archivo.librepensamiento.org/2021/11/15/editorial-lp-107-la-politica-espectaculo/ Mon, 15 Nov 2021 12:22:27 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7514 Libertad sin socialismo es privilegio e injusticia;

socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad.

Mijaíl Bakunin

Desde el pasado noviembre de 2019, pandemia incluida, han transcurrido ya suficiente número de meses de la constitución del autodenominado gobierno más de izquierdas y progresista de la democracia reciente como para poder formular una primera reflexión evaluativa general de su gestión. Parafraseando el eslogan turístico de los años sesenta, España no es diferente, podemos afirmar que aquí ocurre lo mismo que en la inmensa mayoría del mundo: el poder moldea progresivamente a su imagen y semejanza a quienes acceden al mismo, a quienes lo detentan, o más exactamente, a quienes formalmente lo ejercen.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en la firma del preacuerdo del Gobierno de coalición. Jesús Hellín /Europa Press

Así, conforme recoge de manera plural el dossier de la revista, en las Américas —con experiencias políticas destacadas como el chavismo en Venezuela, el sandinismo en Nicaragua, el movimiento al socialismo en Bolivia, el partido de los Trabajadores en Brasil, el movimiento revolución ciudadana en Ecuador, el castrismo en Cuba, o en México, Argentina, Uruguay…—, como en el resto del mundo, podemos hacer extensivo que la izquierda, los partidos de la izquierda y, más concretamente, la izquierda que ha llegado al poder, lo ejerce sin diferencias significativas a como lo practica la derecha, sufriendo un paulatino proceso de integración, adaptación y domesticación de sus ideales a las normas que ances- tralmente dicta el poder.

Ciertamente, no queremos ser personas maximalistas ni agoreras y homologar absolutamente las políticas de la izquierda y la derecha. La derecha tiene una concepción mucho más patrimonialista del poder, del Estado, de las instituciones, al haber sido quienes histórica y mayoritariamente han gobernado. El gobernar, para la derecha, es algo

«natural», responde a su lógica de élite, de privilegios propios de casta dirigente y clase social alta protagonista… mientras que la izquierda, cuando lo ejerce, se percibe, en cierto sentido, usurpadora y, si lo hace bajo la fórmula de la socialdemocracia, se suele caracterizar por cambios en las formas pero el continuismo en los temas esenciales de cara al funcionamiento del sistema (liberalismo, modelo de propiedad privada, economía de mercado, capitalismo, privatización en la gestión de lo público, clasismo, desigualdad, patriarcado). Cuando la izquierda ejerce el poder como proceso revolucionario, con rapidez lamentable, adquiere los mismos tics autoritarios, totalitarios y dictatoriales que la derecha, aboliendo derechos, recortando libertades y reprimiendo a la disidencia.

Los artículos que componen el dossier de este número de la revista nos confirman cómo la clase política, la clase dirigente allende los mares, en las Américas, es una de las responsables del sufrimiento de las clases populares, una clase política aliada con los intereses del sistema capitalista procurando que nunca jamás se produzcan pasos significativos hacia una sociedad de justicia social, antipatriarcal y anticapitalista.

Realmente, el poder se ejerce, prácticamente siempre, de forma unidireccional, desde el pensamiento único, de arriba abajo, al servicio de las élites o partidos que lo sustentan, con independencia, del color político de quien gobierne. Por encima, debajo o al lado, siempre emerge y subyace el capital, el autoritarismo, el racismo, también el patriarcado y la homofobia.

Sinceramente, sería absurdo no admitir matices en el diseño de las políticas cortoplacistas dependiendo de que gobierne la derecha o la izquierda —sobre todo en algunas políticas sociales de reconocimiento formal de derechos y libertades— pero, lamentablemente, hasta esos matices han estado prefigurados por el poder omnipotente, no solo el económico. Así, la derecha tiene asignada una serie de reformas y políticas que al llevarlas a cabo no suscitan agitación social lo mismo que las asignadas a la izquierda. Pensemos que el partido popular eliminó el servicio militar obligatorio en nuestro país mientras que el desmantelamiento industrial o la privatización de los servicios públicos la inició y consolidó el gobierno socialista en la década de los ochenta. El documental El año del descubrimiento es una buena prueba de ello.

Cuando la izquierda, de cualquier tipo, llega al poder y hace dejación de sus valores, de su ética, de su discurso, el daño infringido a las ideas trasciende a su propio ámbito y afecta a la totalidad de las ideologías de izquierdas al resultar prácticamente imposible que la mayoría de la población discrimine entre opciones alternativas dentro de ella. En esa no discriminación, de trazo grueso, sin matices, quedan incluidas las ideas libertarias, el anarquismo, la Idea… y, en consecuencia, sufren el mismo descrédito a pesar de ser ideologías opuestas a la toma del poder. Así sucede también, por ejemplo, con el sindicalismo institucional y burocrático cuyo descrédito salpica al propio concepto de organización sindical, incluida la anarcosindicalista.

https://agendacomunistavalencia.blogspot.com/2021/04/5-anos-de-ley-mordaza-el-gobierno-mas.html

Esta erosión de las ideas perdura en el tiempo y tardará décadas para que desaparezca y renazcan con vigor entre la mayoría social. Hoy, el liberalismo campa a sus anchas, entre otras cosas, «gracias» al enorme fraude que las izquierdas han infligido a la mayoría de la población, especialmente a quienes dicen representar, a la clase trabajadora y clases más populares. Estos viejos conceptos de clase trabajadora han saltado por los aires, y es el sujeto liberal o neoliberal, el que nos han inoculado desde el poder, quien, paradójicamente, sostiene este mundo de injusticia social, como nos recuerda Tasio Ovejero en Autogestión para tiempos de crisis: Utilidad de las colectividades libertarias publicado en 2017 o Aprendizaje cooperativo crítico: Mucho más que una eficaz técnica pedagógica (2018).

El «éxito» del liberalismo es extraordinario, ha conseguido que las personas que sufren sus desigualdades sociales, personales y económicas sean quienes más lo justifiquen, quienes den su vida por tales ideas. Evidentemente, el poder es omnímodo, como lo ha sido siempre y dispone de la inteligencia de las personas que compra y soborna, de las investigaciones científicas que subvenciona, de los avances tecnológicos que se apropia como suyos, del control de los sistemas políticos, tanto de las democracias formales y parlamentarias como de los regímenes populistas o totalitarios.

Ha sido tanto el daño a las ideas que la derecha, hoy, es capaz de atreverse a «darnos lecciones» de honestidad, ética y coherencia. Incluso, lecciones de libertad, y buena prueba de ello es la campaña planteada en la Comunidad de Madrid a través de Isabel Díaz Ayuso, con el lema socialismo o libertad y más tarde comunismo o libertad, recordando campañas de Matteo Salvini en Italia o Donald Trump en Estados Unidos.

Mientras que con esta propaganda se está denigrando al socialismo, apropiándose, usurpando y usando el concepto de libertad asociada a privilegios y puro darwinismo social (libertad para poder tomar una cerveza; libertad a la madrileña), la campaña de la izquierda no ha sido desmontar con argumentos, deslegitimar tal uso y defender la libertad vinculada a los valores de igualdad, solidaridad y apoyo mutuo, como nos recuerda Bakunin en la cita que introduce este editorial, sino que contrapuso la campaña democracia o fascismo, olvidando, por una parte, que la democracia puede ser de derechas mientras que el socialismo debe ser de izquierdas y que la democracia parlamentaria que conocemos es el modelo político preferido por el liberalismo, el capitalismo y el patriarcado.

Hace tiempo que la izquierda transita, ha adoptado, ha sucumbido a la política espectáculo, pasando a convertirse, como nueva clase política, en parte del problema al haber renunciado al mundo de las ideas, del pensamiento y la filosofía para solo aportar meras recetas paternalistas y alienantes, propias de los manuales de autoayuda, cargadas de demagogia populista y superficialidad.

Una vez más, el circo mediático que se vive en España por parte de la clase política nos hace reafirmarnos en que solo aspiran a mantenerse en el poder y jamás en solucionar problemas que mejoren la vida a la mayoría de la población y mucho menos a cambiar el modelo económico-social. Tras una gestión de la pandemia criticable en muchos aspectos (recordemos los miles de muertes en las residencias de mayores, con absoluto abandono e impunidad, de facto, de las y los responsables políticos —con el ejemplo paradigmático de la Comunidad de Madrid al dictar protocolos y circulares administrativas para que no recibieran tratamiento médico—), nuevamente la población, todas y todos, se ve abocada a una sesión de política espectáculo como es la campaña orquestada en torno a los indultos de los políticos catalanes en la cárcel por el procés. Esto no significa que estemos en contra de estos indultos o de su amnistía, como se pide desde el independentismo catalán, todo lo contrario, estamos contra la represión, el sistema carcelario y un sistema político y judicial que se mira el ombligo y actúa en función de sus intereses. Simple y llanamente, no jugamos a la promoción de esta engañifa de política espectáculo en el que solo afloran los intereses partidistas o que benefician al poder. Sus indultos son una cortina de humo, un distractor de la opinión pública para desviar la atención sobre las grandes tropelías que se están cometiendo.

Como ejemplo, se están sentando las bases de una nueva reforma de las pensiones absolutamente retrógrada que pretende privatizar el vigente sistema público y con ello dejar en la miseria a millones de personas; o se están gestionando unos fondos europeos por el covid-19 que beneficiarán a las grandes empresas y se concederán en función de las reformas económicas y sociales que dicte la Unión Europea de los mercados.

Frente a los distractores indultos del procés, cabe preguntarse y reflexionar sobre la urgente necesidad de que se indulte a amplios sectores de la población, condenada y multada por su activismo sindical y social con leyes retrógradas como la ley mordaza, la reforma laboral, la ley de extranjería o la ley de memoria histórica.

Como ejemplo, las personas condenadas por sitiar el Parlament de Catalunya en 2011, en el contexto del 15M, por significar un alto ataque a las raíces de la sociedad y el sistema democrático, según ratifica una recientísima sentencia incalificable del Tribunal Constitucional; o las luchadoras anarcosindicalistas Laura y Eva, acusadas impunemente por una performance ante la Bolsa de Barcelona en la jornada de huelga general el 29 de marzo de 2012, entre otros, por políticos indultados del procés.

Procesión del Coño Insumiso, en Barcelona, durante la manifestación contra la violencia machista del año 2019. Fotografía- Jordi Borràs

En este mismo sentido, las numerosas personas represaliadas y detenidas por hacer uso de la libertad de expresión y manifestación para con ello intentar domesticar y silenciar toda disidencia como las y los titiriteros, twitteras, artistas, cantantes, intelectuales, activistas de los movimientos sociales y sindicales —César Strawberry, Cassandra, Títeres desde abajo, Valtonyc, Willy Toledo, Pablo Hasél, semanario el Jueves, obras censuradas en la exposición ARCO, operación Araña, Pandora, Piñata, secuestro del libro Fariña, manifestación del Coño Insumiso, el despido del guionista que rotuló en TVE sobre la princesa Leonor…—

El poder ni contempla ni expresa la más mínima sensibilidad social para solucionar el problema de los miles de familias que sufren pobreza energética, viven sin electricidad en la Cañada Real, no tiene acceso a la vivienda digna o son desahuciadas de sus viviendas por haber perdido el puesto de trabajo y haber sido estafadas por la banca y la patronal, en el contexto de una crisis económica y social acuciante arrastrada desde 2008 y prorrogada en la actual pandemia, a la que algunas no ven más salida que el suicidio.

También nos preguntamos por el delito cometido por los miles de personas desaparecidas en el Estrecho por la política de fronteras del modelo de Europa fortaleza que han construido; o las personas inmigrantes que tienen que vivir en condiciones infrahumanas porque la ley de extranjería le niega el derecho a la vida, al trabajo, a la residencia y la libertad de movimiento.

Echamos en falta el reconocimiento de la ingente cantidad de personas desaparecidas y asesinadas en fosas comunes tras la guerra civil, con una ley de memoria histórica que no anula las sentencias franquistas.

Nos preocupa la situación que están viviendo las y los miles de trabajadores represaliados, condenados al paro, a la marginación social por ejercer y reivindicar sus derechos laborales, la libertad sindical, crear una sección sindical anarcosindicalista, exigir un salario digno o el cumplimiento del convenio colectivo mientras el empresariado dispone de una reforma laboral que le permite usar a las personas como meras mercancías.

¿Quién se responsabiliza del miedo que sienten las mujeres y comunidad LGTBI+ a diario por la violencia laboral y sexual fruto del machismo patriarcal?

Es necesario generar expectativas y aportar soluciones a los centenares de miles de jóvenes que malviven en el paro o simplemente emigran para sobrevivir y sufren el desengaño, la frustración, la enfermedad mental, la falta de expectativas y de futuro.

Pero no cabe la resignación sino la resistencia ante este tsunami de extrema derecha y liberalismo, de ideas y modelos de gestión de sociedades para la desigualdad, la explotación y la ausencia significativa del protagonismo de las mujeres. El camino es seguir trabajando en la construcción de alternativas libertarias, más allá de estas ideologías fraudulentas, que den respuesta a los problemas sociales porque la vida tiene que continuar en un contexto de recuperación de la ética, la honestidad, la credibilidad y la justicia social. Unas alternativas alejadas del etnocentrismo, colonialismo, falso cientificismo y universalismo. Alternativas adaptadas a la diversidad de realidades y culturas, que integren las respuestas individuales y colectivas del día a día, como muestran algunas experiencias y luchas libertarias que están teniendo lugar en numerosos lugares del mundo. Un ejemplo es el movimiento zapatista, que en estos meses visita la vieja y colonialista Europa para aprender, conocer y enseñar que la revolución de las personas de abajo y a la izquierda es posible, que sigue vigente a pesar de la represión militarista y denunciar la corrupta sumisión que se produce al entrar en contacto con el poder y participar de las instituciones.

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Editorial LP 106: Autonomía: una brújula en tiempos de totalitarismos https://archivo.librepensamiento.org/2021/09/10/editorial-lp-106-autonomia-una-brujula-en-tiempos-de-totalitarismos/ Fri, 10 Sep 2021 11:00:09 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7461 ¡Qué hermoso es el país de Autonomía! Allí se está muy bien; se trabaja, se descansa y se juega cuando se quiere; cuando uno hace lo que desea, como debiera hacerse entre los hombres, no hay dinero, ni centinelas, ni guardas rurales, ni soldados que tengan cara de garduña o de hiena; ni ricos que vivan en palacios y se paseen junto a pobres que vivan en malas habitaciones y mueran de hambre después de trabajar mucho.

Salud y amor.

Alumnos y Alumnas de la Escuela Moderna Barcelona

Las aventuras de Nono. Juan Grave

En estos tiempos en que Negras tormentas agitan los aires, de totalitarismos por doquier, neofascismo, racismo y xenofobia, capitalismo financiero y globalizado, consumismo alienante, cambio climático irreversible, grandes multinacionales plutócratas, organismos supranacionales arbitrarios, poder y toma de decisiones alejados del control de la población, contrarrevolución tecnológica y cibercontrol de nuestros comportamientos y voluntades, posverdad y adocenamiento ante las redes sociales, desigualdades económicas y sociales, supremacismo y negacionismo, pérdida de la capacidad de pensar… resulta oportuno, quizás imprescindible, reflexionar sobre la autonomía, su papel y la relación que mantiene con el anarquismo para profundizar en las herramientas de transformación social y personal que nos ayuden a vivir libres en este siglo XXI, algo a lo que nos anima Octavio Alberola en Los retos del movimiento emancipador en el siglo XXI dentro de la publicación colectiva La apuesta directa.

Portada libro

En esta dirección, no nos sorprende que en el primer libro editado por la Escuela Moderna Las aventuras de Nono de Juan Grave sea Autonomía el nombre del país de la felicidad.

El conjunto de principios que configuran el cuerpo ideológico del anarquismo como pensamiento filosófico, construido progresivamente, desde la pluralidad y la heterodoxia, a lo largo de los últimos siglos —mutualismo, individualismo, colectivismo, comunismo libertario, polinización posmoderna en los movimientos sociales—, incluye, de forma preferencial el de la autonomía y lo hace al lado de otros grandes principios como el de libertad, apoyo mutuo, acción directa, igualdad, federalismo, autogestión o autoorganización

¿Qué entendemos por autonomía? Etimológicamente es una palabra formada por auto (por si mismo) y nomos (norma, estatuto, acuerdo). La autonomía se refiere a la potestad, condición, capacidad, facultad, atributo, principio, cualidad… que define a una persona, colectivo u organización para conducirse por pautas propias, con autonormas, autogestión y libertad; para actuar según criterio propio, individual, siguiendo los dictados de la propia conciencia, con independencia de los deseos, opiniones, normas, órganos o gobiernos de otros, del Otro; ajena a toda dependencia o sumisión para decidir sin influencia, coerción e imperativos fuera de ella misma, asumiendo su libre voluntad, sin someterse a nada ni nadie, ni desear someter a nadie.

En este caminar por la autonomía, son muchas las consideraciones morales, éticas, culturales, tradicionales, sociales (recogidas, por ejemplo, en la instancia psíquica del superyó freudiano) que tendrá que barajar la persona para juzgar y tomar decisiones subjetivas, propias, libres e individuales, asumidas desde la reflexión y sin los valores del adoctrinamiento o domesticación.

Pero nada en el anarquismo se limita a una mera exposición desde el punto de vista de su planteamiento teórico, de manera que, teoría y práctica resultan indisolubles. Así, la autonomía adquiere su verdadera dimensión y relevancia ideológica, se convierte en algo real, si se practica, si se ejerce, pudiendo ello expresarse en un triple plano. Por una parte, resultando básica, esencial y necesaria, la autonomía personal, individual; por otra, la autonomía en las relaciones sociales que construimos las personas y, finalmente, la autonomía colectiva de una organización; hasta alcanzar finalmente la conclusión de que para que una sociedad, una organización o un grupo humano sea autónomo se requieren personas autónomas porque este tipo de individuo será capaz de crear relaciones sociales autónomas y aceptará participar solo en organizaciones autónomas que garanticen su autonomía personal.

El anarquismo resuelve satisfactoriamente bien su acercamiento y adopción de la autonomía como una seña de identidad y lo hace a través de la identificación que plantea entre medios y fines. No se puede ser autónomo desde la heteronomía, no se puede ser autónomo si las relaciones sociales que construimos generan o se basan en la dependencia, la clonación y sumisión al jefe o líder; una organización no puede ser autónoma si su estructura de funcionamiento orgánico es jerárquica.

Portada libro

La autonomía ejercida a través del pensamiento racional, crítico, propio y relativista (como apunta Tomás Ibáñez en Contra la dominación. En compañía de Castoriadis, Foucault, Rorty y Serres), nos libera del tutelaje, liderazgo, personalismo, paternalismo, patriarcado, cuerpo doctrinal, cultura ancestral, atavismo, culto a la personalidad, principio de autoridad, dirigismo, autoritarismo, tiranía, dogmatismo, sectarismo, intransigencia, fundamentalismo, nacionalismo, estatismo, centralismo, absolutismo, determinismo, la incondicionalidad de la verdad absoluta, universalismo, esencialismo, servilismo, profesionalismos de la clase política, dominación, de lo políticamente correcto, ceguera mental o esclavitud.

Solo desde la autonomía, sinónima también de responsabilidad y madurez personal, nos acercaremos a la concepción que Elisée Reclus plasmó en la expresión La anarquía es la más alta expresión del orden. Nadie, como desde el pensamiento anarquista, ha sabido sintetizar el binomio individuo y sociedad y, para ello, la autonomía es un concepto clave. Una sociedad de máximo orden precisa de personas libres, autónomas y de organizaciones horizontales que permitan la participación y autogestión. No defendemos aquí una autonomía personal circunscrita únicamente al plano del individualismo (como podemos leer en El anarquismo individualista. Lo que es, puede y vale de Émile Armand), sino que la consideramos necesaria para que nos conduzca a una sociedad federalista y un tipo de organizaciones basadas en la participación directa, sin delegación, sin renuncia a las ideas propias y bajo la toma de decisiones colectiva.

En una sociedad, colectivo u organización anarquista, la persona, el individuo cuenta y lo hace de forma autónoma, propia, desde su singularidad individual, no se diluye en el magma de la masa, no ocupa el puesto de número, no lleva uniforme externo ni interno, no se desvanece ante los sublimes intereses de un estado y sociedad centralista y totalitaria. Por el contrario, en un modelo federalista de entes o personas autónomas y libres que deciden asociarse para avanzar en lo colectivo, desde el apoyo mutuo y la solidaridad se produce el reconocimiento de la independencia individual y organizativa de unos individuos y organizaciones respecto a otros.

Dentro del anarquismo, posiblemente, ha sido desde el anarcosindicalismo, donde se ha puesto un mayor énfasis en construir organización y esto se ha producido con base en unas señas de identidad respetuosas con la autonomía, traducida en los escenarios de las asambleas para tomar decisiones, en la autogestión y en la acción directa.

Elisée Reclus

Por ejemplo, si acudimos a conocer cómo es el funcionamiento estatutario de una organización anarquista o, más específicamente, una anarcosindicalista, como pueda ser la CGT, en el artículo 1 de sus estatutos se define como una organización de clase, autónoma, autogestionaria, federalista, internacionalista y libertaria; en el artículo 6 se afirma que se regirá por principios de democracia directa; en el artículo 8 queda garantizada la autonomía de los sindicatos federados; en el artículo 17 se plasma que la asamblea general del sindicato es el máximo órgano de decisión; mientras que en el artículo 32 se establecen una serie de incompatibilidades de la afiliación con objeto de salvaguardar su autonomía en la toma decisiones y garantizar la independencia de partidos o candidaturas políticas y cualquier ente público; finalmente, el artículo 47 determina que el secretariado permanente es un órgano de gestión nunca de ejecución.

Como recalcaba Félix García Moriyón en Una asociación de trabajadores de la CGT de Andalucía del año 2012, la autonomía de la CGT de los partidos políticos y de la propia lucha electoralista no implica apoliticismo sino justo lo contrario. Se es antipolítico, lo que supone no delegar el poder en manos de las y los representantes que se sienten receptores de un cheque en blanco para actuar sin control ni dar cuentas a quienes dicen representar.

Si nos retrotraemos en el tiempo, nos encontramos con la frase acuñada en la Primera Internacional, de la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.), en su primer congreso el 28 de septiembre de 1864: «La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos o no lo será». Este es el fundamento del antipoliticismo.

Seamos autónomos como personas, relacionémonos desde la autonomía dentro de la colectividad y federé- monos desde la horizontalidad y la autonomía. En todo ese proceso de vivir y actuar, siempre la persona individual y autónoma debe ser la protagonista. No nos resignemos a vivir la vida de las y los otros. Actuemos libres, sin clonar, ajenos al sistema filosófico neoliberal de valores que nos inoculan día a día.

La autonomía es la garantía de la creatividad, la espontaneidad y la participación del conjunto de la sociedad frente a toda arbitrariedad. Desde la autonomía, con horizontalidad, construyamos ámbitos y espacios propios, como propone Carlos Taibo en Repensar la anarquía. Acción directa, autogestión, autonomía, o Ante el colapso. Por la autogestión y por el apoyo mutuo, sin obsesionarnos en que acepten lo que pensamos, ajenos a las nomas y leyes del mercado y el capitalismo, a las instituciones del Estado, libres del patriarcado, la explotación, la opresión, la desigualdad. Espacios que revaloricen lo común, lo colectivo, espacios como señala Hakim Bey en T.A.Z. Zona temporalmente autónoma; espacios feministas, pacifistas, centros sociales autogestionados, ecoaldeas, cooperativas integrales…

https://contrainformacion.es/dirigimos-totalitarismo-no-estabamos-ahi

¿Cómo se aprende la autonomía? La respuesta es la misma para todos y cada uno de los principios que configuran el pensamiento anarquista. Desde su práctica, desde su vivencia, mediante situaciones y organizaciones que identifiquen medios y fines. Los espacios mencionados junto a otros proyectos anarquistas pueden ser las escuelas de aprendizaje. La vivencia del anarquismo en el presente, en el día a día, es posible.

No es casual la importancia que ha dado siempre el anarquismo a la educación y más exactamente a la pedagogía libertaria, aquella que educa desde la libertad para la libertad. Una educación racionalista que potencia el abandono de los dogmas, para la que no hay verdades absolutas sino que ayuda al alumnado a entender sus verdades, que rechaza todo signo de autoridad, arbitrariedad o sumisión, que plantea la práctica del libre pensamiento y la autonomía moral. Una educación autogestionaria y asamblearia sin premios y castigos, sin jerarquías, que ofrece una metodología en la que los valores son el apoyo mutuo y el trabajo cooperativo frente a la competitividad y la selección

En la educación libertaria lo que cuenta es el alumnado, el sujeto, no el número para que, frente a las sociedade s totalitarias que pretenden abolir la singularidad y la subjetividad, aflore la individualidad y la diversidad. En definitiva, la autonomía solo se puede aprender ejerciéndola.

¿De quién se nutren los totalitarismos? De personas sumisas, esclavas, serviles, sin autonomía, sin pensamiento propio. La autonomía, desde su práctica, será la brújula que nos guíe en estos tiempos de zozobra totalitaria para evitar que se conviertan en tiempos de derrota.

 

 

 

 

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Editorial LP 105: Sexo y poder https://archivo.librepensamiento.org/2021/07/16/editorial-lp-105-sexo-y-poder/ Fri, 16 Jul 2021 11:09:44 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7416 Sexualidad y anarquismo

La sexualidad es un componente esencial del ser humano que integra tanto los aspectos, características, comportamientos y conductas puramente biológicas / naturales como las culturales, ideológicas, socio-económicas, políticas, sentimentales, emocionales, afectivas y psicológicas (normas sociales, creencias, valores morales y éticos, roles de género, identidad y orientación sexual…).

Su desarrollo, maduración y ejercicio precisan de una relación armónica entre todos esos aspectos diferentes para que la construcción de nuestra identidad, existencia y vida personal y social sea saludable, libre, autónoma y nos conduzca al placer y la felicidad.

La complejidad de la sexualidad humana, de los comportamientos sexuales, trasciende, por tanto, el mero paradigma de respuesta sexual biologicista pasando a ser una respuesta vivida y sentida desde lo cultural y social, una respuesta construida desde la diversidad y la libertad, ajena a estereotipos y dogmas.

A la vista de esta complejidad y trascendencia, no es de extrañar el enorme objeto de deseo en que se ha convertido históricamente el control de la sexualidad humana por parte del poder y sus instituciones (estado, familia, educación, sanidad, confesiones religiosas…), para, desde su conceptualización, regularización y normatividad, proceder a censurarla, castrarla, reprimirla, encauzarla, negarla, sublimarla…y así garantizar la domesticación y también la infelicidad de los seres humanos.

Milicianas del Frente Popular. Fuente PARES

Esta armonía entre lo que podríamos llamar el paradigma biologicista y el socio- cultural, de cara a comprender el funcionamiento mental humano, extensible a explicar también la construcción de la respuesta sexual, la definía Platón con clarividencia hace miles de años en la llamada Alegoría del carro alado utilizada en su diálogo Fedro. Para Platón, el equilibrio mental, la búsqueda de la verdad… (la conflictividad en el interior del alma humana) se asemeja a un auriga que conduce una carreta tirada por dos caballos, uno blanco (representa el impulso moral y positivo) y otro negro (la impulsividad irracional, pasional, instintiva), que pretenden, cada uno, dirigir la carreta en su propia dirección. El trabajo del auriga (representante de la razón) es equilibrar el impulso de ambos caballos.

De manera semejante, Sigmund Freud intentaba mostrar que el funcionamiento mental resultaba más equilibrado cuando encontramos la armonía entre el principio del placer (nuestros deseos) y el principio de realidad (los códigos morales y sociales).

Posiblemente, ambas metáforas responden a una lógica dualista, ya afortunadamente superada, en la que cuerpo y mente representan dos mundos separados con intereses contrapuestos. La realidad es que este tipo de enfoques dualistas conducen y profundizan en la polaridad, en la percepción de la realidad mediante códigos binarios (naturaleza/cultura; hombre/mujer; sexo/género; dominación/sumisión; sujeto/objeto…) que no explican la enorme diversidad de la realidad a la hora de comprender la construcción contextual de cada ser humano como un todo único y, por el contrario, pueden provocar imposiciones, enfrentamientos, violencias, desigualdades, dogmatismos.

Contrastada su enorme importancia en todos y cada uno de los planos de la vida, la sexualidad ha ocupado, históricamente, un lugar destacado en la definición y concreción del proyecto ideológico, teórico y práctico del anarquismo que se viene planteando en los últimos siglos; y lo viene haciendo, como no podía ser de otra manera, desde parámetros coherentes con su compromiso de utopía, antiautoritarismo, transgresión, subversión, transformación… de los valores éticos, morales, económicos y legales del poder (esencialmente capitalista y patriarcal).

Para Helena Andrés Granel, en su trabajo Anarquismo y sexualidad publicado en la revista Germinal, la concepción que tiene el movimiento anarquista del amor y la sexualidad es que se trata de una construcción sociocultural, histórica y política, siendo el sistema sexual parte esencial del sistema social. De esta manera, cual- quier proceso de transformación y revolución social precisa, no solo un cambio en las estructuras políticas y socio-económicas sino, paralelamente, una revolución personal que incluya la liberación sexual, la construcción de relaciones de género igualitarias y antiautoritarias, la emancipación de las mujeres, una nueva moral sexual que suplante a la burguesa

En este sentido, simplemente a título indicativo, recordar la fructífera relación que históricamente ha man- tenido el anarquismo con la sexualidad, con las respuestas sexuales, y por extensión, con el feminismo entendido en toda la amplia y compleja variedad de ámbitos que abarca (sexualidad, amor libre, género, naturismo, derechos, derechos LGTBIQ+, igualdad, control de natalidad, antipatriarcado…)

Así, Dolors Marin en sus libros Anarquismo. Una introducción y Anarquistas. Un siglo de movimiento libertario en España, describe parte de la riquísima trayectoria de experiencias y proyectos provenientes del socialismo utópico (Charles Fourier, Robert Owen, Henri de Saint-Simon, Flora Tristán…) desde finales del siglo XVIII, tanto en Europa como América, como los falansterios, comunas, colectivos, grupos de afinidad, naturalistas, ecologistas, feministas… en la que queda patente la concreción de realidades y sociedades basadas en parámetros de igual- dad plena entre hombres y mujeres, nuevas formas de vida en común sin autoridad y control del estado, crianza y escolarización de hijos e hijas en comunidad y de forma compartida, distribución del trabajo doméstico, apoyo mutuo, sostenibilidad, respeto a la diversidad, libertad, naturalismo, nudismo, el arraigo del neomaltusianismo, igualdad hombres y mujeres ligados a la igualdad social, sexualidad amorosa y gozosa, sexualidad libre de trabas morales y legales…

En España este acercamiento relacional, no fue unánime ni uniforme como nos recuerdan Laura Vicente en el capítulo El feminismo como principio de justicia en Anselmo Lorenzo del libro «En el Alba del anarquismo. Anselmo Lorenzo 1914-2014» o Carlos Taibo en su libro Repensar la anarquía. En el anarquismo español del siglo XIX emergen dos líneas de pensamiento a la hora de interpretar las relaciones hombre/mujer. Por un lado, bajo la influencia de Pierre-Joseph Proudhon, seguido por Ricardo Mella, las mujeres son concebidas esencialmente como meras reproductoras que contribuyen a la sociedad desde el trabajo doméstico en el hogar familiar o con trabajos secundarios siempre al del hombre. Por otra parte, con el auspicio de Mijail Bakunin y Anselmo Lorenzo, las mujeres ocupan un mismo plano de igualdad con el hombre, siendo esta la línea de pensamiento mayoritaria adoptada en el anarquismo español. Guillermina Rojas, Teresa Claramunt, Teresa Mañé y tantas otras mujeres representan esta línea del pensamiento feminista anarquista, que culminará en el movimiento anarquista, siempre poco reconocido, Mujeres Libres y que cuestionó con radicalidad la institución familiar y el matrimonio burgués dando paso al respeto por las relaciones libres entre personas que se aman.

De la misma manera, resaltar que entre los acuerdos sobre Comunismo Libertario (ponencia presentada por el médico Isaac Puente) del IV congreso de la CNT celebrado en Zaragoza del 1 al 10 de mayo de 1936 (posible- mente la organización anarcosindicalista más relevante e influyente de la historia moderna), encontramos un apartado referido a La familia y las relaciones sexuales en el que puede leerse: El comunismo libertario proclama el amor libre, sin más regulación que la voluntad del hombre y de la mujer

Fotografía de Kati Horna. Velez Rubio. Almería. 1937

En esta misma dirección, la primera ministra de la historia de España y una de las primeras en Europa, Federica Montseny (Ministra de Sanidad y Asistencia Social desde noviembre de 1936 a mayo de 1937), en el escaso tiempo que duró su mandato se hace eco de las demandas, discriminaciones y sufrimientos de las mujeres, aportando y promoviendo leyes que garantizaran la libertad de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo como la ley de Reforma eugénica del aborto; soluciones como los liberatorios de prostitución; jardines de infancia; mejoras en educación; ayudas para bebes; creación de parvularios; centros de planificación familiar (actualmente desaparecidos) … Todo este programa que no pudo desarrollarse cuando comenzó la influencia comunista en el gobierno y dejó de ser ministra pero sí tuvo un mayor recorrido en la Consejería de Sanidad de la Generalitat de Catalunya a cargo de Félix Martí Ibáñez,

Toda esta rica tradición anarquista y feminista es recuperada a nivel mundial con la revolución de mayo del 68, movimiento hippie, antimilitarista… teniendo claro que el movimiento anarquista y el feminista comparten planteamientos aunque no son idénticos. Mientras que determinado anarquismo considera que su revolución lleva implícita la revolución feminista, el feminismo considera que precisa su propio espacio y su revolución convirtiéndose en un movimiento político, cultural, social que desde la acción directa y en el espacio público exige la igualdad con el hombre, la reapropiación de su cuerpo como algo revolucionario y de goce…

Posiblemente sea más oportuno hablar de sexualidades en lugar de sexualidad ya que son muchas las forma de vivir y experimentar la sexualidad, dependiendo de la enorme diversidad que existe en la identidad y orientación sexual, de la misma manera que hoy se habla de feminismos, como se recoge en los artículos que componen el dossier que presentamos en este número de LP. En todo caso, el punto de partida, el eje vertebrador, la línea roja de todo tipo de sexualidades o feminismos vinculados con el anarquismo suponen el rechazo a cualquier forma de mercantilización del sexo, abuso de poder y explotación sexual. El ejercicio de esa sexualidad tiene que estar vinculado a la libertad, lejos de la comercialización porque ello conduce a la esclavitud.

La sexualidad para el anarquismo es aliada de nuestra capacidad de imaginación, fantasía, flexibilidad infinita, búsqueda, originalidad, creatividad, diversidad, de libertad y aunque hayamos desarrollado una enormidad de tipos, estilos de sexualidad… si se basan en los principios de libertad y no sometimiento a nadie ni a nada que huela a mercado o represión… son absolutamente legítimas.

Federica Montseny

Como señala Carlos Taibo en su libro Libertari@s citando a John Zerzan: la historia de la civilización es la historia de la dominación de la naturaleza y de las mujeres… La vida, vivida como placer, conocimiento y plenitud dejó paso al actual oscurantismo, jerarquización, sentimiento de superioridad de la especie humana sobre el resto de seres vivos y sobre la naturaleza que harán que la vida sea imposible en el plantea Tierra.

La civilización nos la han vendido como un éxito frente al salvajismo primitivo pero, sin duda, se trata de un camino de renuncia a vivir en armonía con la naturaleza, a nuestro derecho a una vivencia personal de la sexualidad, a la negación de nuestros deseos, a la renuncia de nuestro cuerpo. El ser humano tiene derecho a dejar fluir sus impulsos, su sexualidad, su espontaneidad a la hora de experimentar el placer… en un contexto de libertad, de apoyo mutuo, igualdad y respeto a la diversidad.

El amor libre forma parte de la propuesta tradicional anarquista, es coherente con la expresión de una sociedad antiautoritaria y antirrepresiva y, esencialmente, representa que la relación amorosa, afectiva, sexual entre personas no debe estar mediatizada ni regulada por las leyes del estado ni las de la iglesia sino que es una relación privada y en libertad entre personas que se aman y así lo han decidido. En el amor libre no existe la esclavitud sexual o el sometimiento de la mujer sino el reconocimiento del derecho de las personas a sentir placer y felicidad. El amor libre representa la opción de amar a quien se quiera en condiciones de igualdad, sin imposiciones económicas, patriarcales, legales o morales.

El amor libre es la ejemplificación del principio anarquista de que los medios son los fines, de que la libertad sexual como el anarquismo se pueden vivir hoy y ahora.

Ahora que asistimos a un rebrote mundial del populismo, de las teorías negacionistas sobre la violencia de género, los derechos de la mujer, los derechos del movimiento LGTBIQ+…, es más necesario que nunca explicitar, divulgar, vivir las propuestas de libertad y diversidad del anarquismo. Generemos relaciones humanas basadas en una sexualidad libre ajenas a cualquier sistema de explotación y esclavitud.

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Editorial LP 104: Cultura. Educación. Artes Migajas de sobremesa https://archivo.librepensamiento.org/2021/03/17/editorial-lp-104-cultura-educacion-artes-migajas-de-sobremesa/ Wed, 17 Mar 2021 13:04:34 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=6354 Los artistas de la Edad Media, inspirándose en el mismo manantial de sentimientos que la masa del pueblo y expresando esos sentimientos por la arquitectura, la pintura, la música, la poesía o el drama, eran verdaderos artistas; y sus obras, como conviene a las obras de arte, transmitían sus sentimientos a toda la comunidad que les rodeaba.

¿Qué es el arte? León Tolstoi

No es demagogia, no es mentira, ni está premeditado, ni responde a la casualidad. Tampoco es una mera anécdota sino que «llueve sobre mojado». Se trata de un hecho absolutamente real que ha sido noticia en nuestro país.

En estos días, con motivo de la pandemia, se ha decretado el cierre de la Universidad de Granada, mientras siguen abiertos los bares, restaurantes y lugares de ocio de la ciudad, porque no podemos parar la vida de la ciudad, nos dicen las «autoridades políticas».

Casas «okupadas» en Madrid

El gobierno andaluz ha tomado esta medida para frenar la expansión de la pandemia hasta vencer la curva de contagios… porque hay que priorizar —compatibilizar, les gusta decir— la continuidad de la economía con garantizar la salud de la población. «Hay que salvar la campaña de navidad», vociferan con estridencia.

No queremos jugar al populismo, ni aprovecharnos de esta esperpéntica decisión, ni queremos hacer «leña del árbol caído», simplemente, constatar una vez más que la realidad siempre supera a la ficción. La propia rectora de la Universidad, junto al colectivo docente, ha declarado su perplejidad y rechazo más absoluto a esta decisión gubernamental calificándola de «un enorme error suspender la actividad docente».

Efectivamente, no es una decisión al azar, no es una decisión que sorprenda. La cultura, la educación, las artes… carecen de valor para el poder y el sistema. No se trata de un lapsus, de un olvido fácilmente reparable. Sencillamente, por una parte, conciben la educación como insignificante frente a la economía; por otra, las expresiones culturales y artísticas son las migajas que se desprecian de su gran banquete y, además, directamente las ignoran porque la cultura puede despertar el sentido crítico y la conciencia social de las personas y los pueblos, aunque George Steiner nos advierte en su libro La barbarie de la ignorancia que «… ni la gran lectura, ni la música, ni el arte han podido impedir la barbarie total»

No vamos a contraargumentar recordando que tanto la cultura como la educación y las artes representan una porción significativa de esa economía, que crean riqueza material también. Ni vamos a poner sobre la mesa que en este sector trabajan miles y miles de personas que también tienen necesidades básicas.

El extranjero. Albert Camus. flordetinta-literatura.blogspot.com/2019/05

Permitidnos prejuzgar que, además, ha sido una medida distractora, adoptada para simular que sí se están aprobando medidas; que disponen de un plan científico y riguroso para afrontar esta pandemia; que los gobiernos velan por la salud de la población cuando, en el fondo, todo es una burda puesta en escena para ocultar que no existe ningún plan de actuación que afronte con rigor las medidas que necesita la sociedad, un plan que vaya más allá de garantizar el funcionamiento de una economía de charanga y pandereta, que es a la que han reducido la economía española, y más concretamente, la de Andalucía.

«Llueve sobre mojado», decimos. La auténtica realidad es, lamentablemente, que este país no invierte en educación, en cultura, en las artes y cuando lo hace, esa inversión está centrada en la cultura espectáculo, en el tradicional «pan y circo» según el dicho romano.

Para los gobiernos, la cultura no es relevante puesto que solo logrará que la población vaya madurando, vaya teniendo criterio propio y un pensamiento libre. Conforme recoge la frase histórica de Sócrates el conocimiento nos hará libres, el saber nos conduce hacia la libertad individual y, por tanto, colectiva y eso es subversivo. Este ha sido el gran esfuerzo de la humanidad a lo largo de los siglos, el seguir construyendo conocimiento de forma cooperativa, compartiendo, colaborando, contribuyendo a nuestra superación como especie, dotándonos de sabiduría en el sentido señalado por Ernesto Sábato en Antes del fin «como aquello que nos ayuda a vivir y a morir».

Recordar que llevamos décadas asistiendo al desarrollo de leyes y programas educativos que se redactan desde las directrices de la economía, supeditando los valores humanistas a la dictadura de la lógica de los mercados. Se reducen los horarios curriculares de filosofía, artes plásticas, música, lenguas clásicas… en beneficio de perfiles profesionales que beneficien los intereses empresariales.

Entrar en la polémica por la división del saber entre las ciencias y las letras es aceptar un discurso equívoco. Ambas ramas son ciencias, tanto las naturales como las sociales, que se necesitan y se complementan, porque ambas responden a la razón, al método científico, al esfuerzo del ser humano para progresar y avanzar en su búsqueda de respuestas trascendentes, en su búsqueda de la verdad, del conocimiento y de la libertad.

León Tolstoi

La ciencia es hoy donde depositamos nuestra salvación ante el virus COVID19, pero la investigación científica, no solo precisa desarrollo tecnológico sino que requiere planteamientos filosóficos, epistemológicos y éticos sobre por dónde avanzar. Frente al utilitarismo, el economicismo, el pragmatismo y la competitividad del neoliberalismo, procede ampliar los programas humanistas para dejar de mercantilizar los planes de estudios.

No es aceptable escuchar que la única salida hoy de las carreras universitarias son las profesiones de la rama de ciencias o de las nuevas tecnologías y, además, despojadas del mínimo bagaje humanista. No, lo que precisamos como sociedad son personas formadas, cultas, creadoras, librepensadoras, divergentes, insumisas, plurales, diversas, que investiguen, colaboren, compartan… para mejorar la vida y no exclusivamente para mejorar los beneficios empresariales y el funcionamiento del sistema económico. Asistimos a un modelo productivista que genera un sistema educativo basado en la competitividad, exámenes, calificaciones, generando valores de rentabilidad, al margen de la cultura y el humanismo. Las sociedades tecnológicas son imparables pero la cultura y la educación humanista son necesarias y previas. Compartimos con el filósofo Nuccio Ordine cuando, argumentando de manera nítida contra la deriva utilitarista de la sociedad actual, nos dice que «… sabotear la cultura y la enseñanza significa sabotear el futuro de la humanidad». La ciencia, la cultura, las artes, no podemos dejar que sucumban a los cánones del utilitarismo.

Para Eduardo Mendoza en su último libro Las barbas del profeta «… el abandono de las humanidades en los planes de estudio causa un mal irreparable a los estudiantes, que ellos y la sociedad pagarán con creces si no lo están pagando ya». En esta órbita es donde debemos encajar la decisión gubernamental de cerrar la Universidad.

Por su parte, Herbert Read nos recuerda en Educación por el arte, cómo Platón defendía en su República que el arte debería ser la base de la educación. Las humanidades nos ponen en comunicación con la filosofía, con el arte en su inmensa pluralidad expresiva, ayudándonos y capacitándonos en nuestro desarrollo y comprensión como especie.

Si en el dossier del número 102 de esta revista, abordábamos las relaciones bidireccionales, las influencias mutuas, del anarquismo con las ciencias sociales (geografía, urbanismo, antropología, arqueología, historia, economía), en esta ocasión nos ocupamos de su relación con la cultura y el arte, descubriendo que son igualmente amplias, extensas en el tiempo, fructíferas en sus plasmaciones y radicalmente necesarias.

Rosario, zona oeste. Poema de Jesús Lizano

El término cultura es un concepto plurifactorial, complejo de definir, con múltiples acepciones que pueden ir de la cultura popular hasta la erudita. ¿Cuándo decimos que una persona es culta? Desde luego cuando a sus conocimientos añade otros valores como la flexibilidad mental, el antiautoritarismo, la comprensión constructiva de la realidad, la integración de ideas diversas… Nos quedaremos con la condensada definición que formula T.S. Eliot en Notas para la definición de la cultura «… la cultura puede ser descrita simplemente como aquello que hace que la vida merezca la pena ser vivida».

El anarquismo, por un lado, ha influido y, por otro, se ha impregnado de las diferentes manifestaciones culturales siendo obviamente innumerable el número de artistas, hombres y mujeres, que en la literatura, poesía, cine, música, teatro, pintura… (Albert Camus, Voltairine de Cleyre, Jean Vigo, Georges Brassens, Henrik Ibsen, Judith Malina, Allen Ginsberg, Gustave Courbet, Lucía Sánchez Saornil, etc., etc.), han abrazado la ideología anarquista porque esa ideología permite la creatividad en su máxima expansión, se basa en los valores de libertad, igualdad, antiautoritarismo, justicia social, utopía, humanismo.

Este abrazo, no ha significado que las y los artistas hayan adoctrinado o intentado adoctrinar con su obra, en todo caso, han aspirado a crear en libertad, a mostrar con sinceridad las respuestas a sus dudas, proponiendo abrir y contagiar la mente de las personas para compartir las emociones y sentimientos que nos preocupan como seres humanos. En el texto ¿Qué es el arte? el anarquista León Tolstoi argumenta que el arte transmite esencialmente emociones y sentimientos más allá de la transmisión de pensamientos e ideas y para que esa transmisión y contagio se produzca es preciso que los sentimientos que expresa la obra artística reúnan las condiciones de singularidad (novedad y originalidad del sentimiento expresado); claridad (expresión de sentimientos sin confusión) y sinceridad (emoción del artista por su propia obra); siendo estos lo requisitos para diferenciar la verdadera obra de arte de la falsa. La obra de arte falsa es mercantilista, responde a los valores del sistema, sirve para seguir satisfaciendo a la clase dominante y perpetuar su sistema de valores.

Desde el verdadero arte se nos hace sentir, emocionarnos, pensar, ver más allá… y ello es absolutamente identificable con la ideología anarquista. El anarquismo siempre ha estado cerca de los movimientos artísticos de vanguardia, novedosos, creativos, innovadores, sorprendentes, divergentes, rupturistas, políticamente incorrectos… siempre apegados a las emociones reales de la persona.  El anarquismo siempre está al margen de lo oficial, de los valores dominantes, lo mismo que la creación cultural verdadera, libre, sin ataduras, es quien mejor transmite la disidencia y lo alternativo.

El artista, la artista, no se deben a nadie, solo se deben respeto a sí mismos, a su libertad, a su debate interior. Por ello, al anarquismo siempre le ha interesado la cultura y que sea la cultura quien irradie a toda la población las herramientas emocionales y de pensamiento para aprender a defenderse de las situaciones de explotación, injusticia e infelicidad. Pierre-Joseph Proudhon lo exponía diciendo que no concebía el «arte por el arte» sino que éste debía responder al perfeccionamiento ético de la sociedad.

En el momento actual, la cultura debe servirnos para liberarnos del adocenamiento, del costumbrismo y homogeneización de las redes sociales, de la sociedad tecnológica, del consumismo, negacionismo y analfabetismo intelectual.

Reivindiquémosla desde el anarquismo. No permitamos que la cultura, la educación y las artes sean las migajas de la sobremesa del poder.

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Editorial LP 103: De la indignación al mensaje del odio https://archivo.librepensamiento.org/2020/12/22/editorial-lp-103-de-la-indignacion-al-mensaje-del-odio/ Tue, 22 Dec 2020 12:52:05 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7352 La anterior crisis económica en nuestro país, socialmente reconocida como tal, fue en 2008 y estuvo provocada por la burbuja inmobiliaria, representando la réplica de la iniciada en 2007 en Estados Unidos por las hipotecas subprime, la caída de Lehman Brothers o Goldman Sachs.

Aquella debacle del capitalismo financiero tuvo una originaria dimensión, esen-cialmente económica, que luego se tradujo en emergencia social como consecuencia de la política de recortes —ejemplificada en el cambio constitucional del artículo 135—, y la escalada de las enormes desigualdades sociales actualmente existentes. Fue la clase trabajadora la que terminó pagando lo que en su momento se calificó de crisis-estafa.

En el contexto de aquella emergencia económica y social de dimensiones mundiales surgieron movimientos sociales de resistencia, alternativos, estallidos populares como el 15-M en España, Occupy Wall Street en Nueva York o la Primavera Árabe en diferentes países del norte de África.

Crisis económica 2008. Foto AFP

En aquel ambiente de indignación, bajo el lema No nos representan, el movimiento 15M, como movimiento que recordaba a Mayo del 68, que cuestionaba la realidad para transformarla, que planteaba soluciones colectivas, visibilizó una nueva forma de lucha, significó un revulsivo para amplios sectores sociales —en muchos casos de la juventud aparentemente no politizada—, y que, en cierto sentido, marcó un antes y un después en cómo entender la acción política, social e incluso sindical. El austericidio fue el modelo ideado por el poder para solucionar la crisis.

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el movimiento de la indignación por sus formas y su contenido tuvo un marcado carácter progresista, renovador, fresco, practicó la democracia directa, la desobediencia civil no violenta,

abarcó la defensa de lo público, lo colectivo, llegó a los barrios en asambleas abiertas para que la población planteara las soluciones de su futuro. En definitiva, fue un movimiento que se califica de izquierdas y, más específicamente,  libertario.

En 2020 estamos sufriendo, también en el mundo «rico», una nueva crisis provocada por la pandemia del COVID-19 que ha generado una primera situación de emergencia sanitaria para devenir progresivamente en una extraordinaria hecatombe económica y social que nuevamente están pagando las clases sociales más populares y desfavorecidas, ya sea en forma de muertes directamente (por falta de equipos de protección, drama vivido en las residencias de mayores no medicalizadas) o en forma de despidos y nueva precariedad.

A diferencia de la respuesta de progreso procedente de la indignación que fue capaz de generarse en 2008, en esta nueva crisis está ganando el relato el discurso del odio, el discurso de la extrema derecha. ¿Por qué? ¿En qué ha cambiado la sociedad?

Actualmente, de manera vertiginosa, casi sin darnos cuenta de forma consciente, sobrepasados por la rapidez del desarrollo tecnológico, en tan solo una década, la sociedad ha evolucionado de forma drástica para profundizar en los postulados del autoritarismo y el populismo que ahora interesa al sistema capitalista.

La sociedad está basada en la mediocridad de las mentiras, en las fake news, en la posverdad. Una sociedad que acoge la mentira y, en consecuencia, desconoce, tergiversa, reescribe y manipula la verdadera realidad, es una sociedad que ha perdido, por tanto, todo tipo de referentes. No sabemos de dónde venimos, no hay ADN que rastrear para conocer nuestros orígenes políticos, sociales, históricos, ideológicos… No sabemos el ADN de la noticia que llega a nuestro móvil inteligente porque las redes sociales no construyen esa memoria.

La realidad ha pasado a estar controlada por youtubers (personas y empresas) que convierten lo visceral, emocional e irracional en los parámetros que la determinan. No hay noticias ni comentarios que realizar, no hay conversaciones que atender. En esta realidad en la que todo es virtual, el ruido es ensordecedor. El pensamiento propio, el pensamiento crítico brilla por su ausencia, incluso ha dejado de existir el mismo pensamiento para pasar a convertirse en simple automatismo, mera impulsividad. Esta capacidad de automatizar procesos, constatada por los trabajos de Schneider y Shiffrin en los años 70, está sirviendo para avanzar en la dirección distópica que interesa al poder.

Manifestación en Barcelona contra el racismo y en memoria de George Floyd. Pablo Tosco

Ya no se discrimina entre el conocimiento y los datos que aportan personas científicas, expertas o pro- fesionales del mundo de la comunicación audiovisual (aunque a veces representen criterios interesados e incluso engañosos o manipuladores que el poder utiliza como justificación para ejercer el control social orwelliano), de las opiniones oportunistas e interesadas de youtubers que mienten, difaman, hacen ruido, pero consiguen crear opinión pública al tener millones de followers. Hoy una persona informada es aquella que sigue a un youtuber y escucha sus insustanciales y personales opiniones. Todo ello envuelto en un halo de horizontalidad mal entendida.

La realidad es que en el funcionamiento y circulación de la información, está habiendo una clara sustitución del conocimiento y los criterios por la opinión, el lema, el eslogan, la consigna. La verdad de los datos objetivos no importa, ni el conocimiento, la reflexión o el análisis. Así el pensamiento que se crea genera una forma de ejercer la política basada en la emoción, la visceralidad.

No es casualidad que algunos de los presidentes de importantes países del mundo sean usuarios de Twitter con pensamientos y actuaciones de extrema derecha (Donald Trump, Jair Bolsonaro, Vladímir Putin, Viktor Orbán…) o que, en conjunto, los partidos de extrema derecha tengan una significación cada vez mayor en democracias consolidadas del viejo continente.

Desde estas concepciones ideológicas, se trata a la población como menor de edad, con actitudes paterna- listas, derivándose y delegando en el Estado y el sistema la gestión de nuestras vidas, vendiéndonos la satisfacción de nuestros deseos en una espiral de búsqueda permanente de una falsa felicidad. El futuro ya no está en nuestras manos, le pertenece al sistema monolítico que lo regula todo.

El problema esencial es definir qué le pasa a la gente. La población simplemente está en el día a día, superviviendo, en una realidad paralela pero sumergida a la emergida desde la oficialidad y lo lamentable es que nos quieren hacer creer que la partida se juega en esa realidad paralela y las personas somos sus protagonistas. Pura ficción. Ya no se detecta un movimiento de personas indignadas como hace diez años, ahora estamos en un movimiento de rabietas.

El movimiento social generado contra esta crisis es muy difuso, ambiguo, transversal, heterogéneo, parcial, atomizado, regulado casi exclusivamente desde las redes sociales, con enormes dosis de individualismo, de sálvese quien pueda, sin importar la lucha por lo común, por lo colectivo. Un movimiento que confía en el Estado, que se sabe policial pero camuflado para, pensando que defiende «los valores de la democracia», defender siempre los intereses del capital. Un movimiento gestionado por la impronta ética y estética de la extrema derecha.

Por otra parte, hay una realidad y es que en 2008 las redes sociales no tenían el nivel de desarrollo técnico y componente ideológico y de inmersión en amplísimas capas de la sociedad mundial globalizada como el que tienen ahora, hasta el punto de que han cambiado las reglas de juego. La red Twitter surgió justo durante la crisis de 2008, es decir, no estaba generalizada ni funcionaba como ahora la conocemos. Facebook, por su parte, se creó unos años antes, en 2004, mientras que su versión en español es de 2008. Por lo tanto, las redes sociales no intervinieron al mismo nivel en que lo están haciendo en esta pandemia de 2020. En la actual crisis planeta- ria, el uso perverso de las redes sociales ha ganado la partida, ha convulsionado la realidad y ello, propiciado sin pudor desde los gobiernos, sin distinción del color político.

Precisamos tener cierta perspectiva histórica para poder valorar lo que está sucediendo aunque esa perspectiva no interesa a nadie y el poder trate de ocultarla.

Hoy la extrema derecha está ganando el relato con el discurso del odio, de la violencia, enarbolando los valores e imaginario del neofascismo, totalitarismo, autoritarismo, machismo, racismo, xenofobia, fronteras, nacionalismo, patriotismo. El discurso supremacista, negacionista, está calando como gangrena entre la población al carecerse de cualquier perspectiva histórica. Hay un cierto nivel de tolerancia hacia este discurso del odio que se va abriendo paso y lo va haciendo en gran medida entre la población más desfavorecida y con menos recursos culturales para combatirlo.

Por otra parte, un mínimo análisis de la crisis actual ocasionada por la pandemia del COVID-19, nos permite descubrir que en ella se produce una extraordinaria interconexión de diferentes elementos también en crisis (cambio climático, colapso energético, sistema capitalista…), hasta el punto de que el coronavirus, que está paralizando el mundo, no ha surgido por azar sino que se ha convertido en un síntoma más de la Gran Crisis Planetaria por la que transitamos como humanidad en este primer tercio del siglo XXI. Estamos ante una trascendente y quizás definitiva encrucijada como especie humana, que afecta al resto de seres vivos y al propio planeta Tierra y que se ha visto agravada por la actual pandemia por COVID-19.

Así, en una reciente entrevista para la Voz de Galicia, el biólogo y profesor de investigación en el CSIC y la Universidad Rey Juan Carlos, Fernando Valladares, haciendo mención a numerosos informes tras treinta años de trabajos científicos, afirma sobre el COVID-19: «La mejor vacuna para evitar las pandemias era un ecosistema que funcionase bien y nos lo hemos cargado» «La culpa no es del murciélago ni del pangolín».

Por su parte, Inger Andersen, directora del programa ambiental de las Naciones Unidas, dice: «Nuestra continua destrucción de espacios naturales nos ha acercado peligrosamente a plantas y animales que transmiten enfermedades que pueden transmitir a los humanos». «Con la COVID-19, el planeta nos ha enviado un mensaje de advertencia muy fuerte: la humanidad tiene que reinventar su relación con la naturaleza»

El profesor Andrew Cunningham, de la Sociedad Zoológica de Londres, está de acuerdo con muchos científicos en que «a menos que cambiemos nuestro comportamiento, el futuro deparará más pandemias. El Covid-19 es simplemente un paso adelante de las enfermedades promovidas por el comportamiento nocivo de la humanidad contra la Tierra».

Aunque envuelta en cierta polémica, en esta misma dirección y con una mirada más amplia, la colapsología, como ejercicio transdisciplinario, nacida a principios de siglo XXI de la mano de Pablo Servigne y Raphaël Stevens, referida al estudio del colapso de la civilización industrial y de lo que podría suceder con ella, estima que dicho colapso podría provenir de la interconexión de diferentes crisis: medioambiental, energética, económica, geopolítica, democrática…

El dossier que prosigue trata de hacer una primera aproximación a la comprensión de lo que está pasando.

Como bien señala García Moriyón en su artículo Crisis, Al margen nº 112 de 2019, la crisis actual va mucho más allá de la propia emergencia climática, siendo muy dispares las amenazas que existen. El sistema capitalista financiero y globalizado —extractivista, desarrollista, crecentista, productivista, pseudoesclavista—; el modelo de consumo y despilfarro en el que vive el primer mundo; el cambio climático que sufrimos por la deforestación, la contaminación, el efecto invernadero, la pérdida de biodiversidad, la extinción de especies, la desertización; la crisis energética como consecuencia del fin de las energías fósiles; los efectos, ya perceptibles, de las nuevas tecnologías y el proceso de robotización, junto a otras amenazas existenciales como la pérdida de identidad que suponen las migraciones… todo ello no es ajeno a la aparición de la pandemia del COVID-19, cuyos efectos añade nuevas amenazas como la emergencia sanitaria, el derrumbe de la economía y el miedo.

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Editorial LP 102: Anarquismo y ciencia en tiempos de coronavirus https://archivo.librepensamiento.org/2020/05/13/editorial-lp-102-anarquismo-y-ciencia-en-tiempos-de-coronavirus/ Wed, 13 May 2020 13:03:20 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7358 Representa el anarquismo un ensayo de aplicación de las generalizaciones obtenidas por el método inductivo-deductivo de las ciencias naturales a la apreciación de la naturaleza de las instituciones humanas, así como también la predicción sobre la base de esas apreciaciones, de los aspectos probables en la marcha futura de la humanidad hacia la libertad, la igualdad y la fraternidad.

La ciencia moderna y el anarquismo. Piotr Kropotkin

No future, de Banksy

En el contexto de la Ilustración, el anarquismo originario se alineó con el desarrollo de la ciencia registrado en los siglos XVII al XIX. Creyó en una ciencia racionalista que puso freno al oscurantismo, la superstición, las creencias inquisitoriales, la represión, la ignorancia, la pobreza, la esclavitud; una ciencia que contribuyó a la transformación social acabando con los modelos absolutistas y de servidumbre de las monarquías del Antiguo Régimen. La ciencia durante estos siglos jugó un papel revolucionario y el anarquismo valoró y coincidió con esa perspectiva por la que el conocimiento pasó a ser utilizado como herramienta para la liberación colectiva.

«Desechando lo absoluto en todos los órdenes y ensanchando lo relativo en ilimitados términos». Con esta máxima a finales del siglo XIX del anarquista coruñés Marcial Lores recogida en la publicación de la Asociación Isaac Puente de 2010 Creencia y ciencia se aboga por «una ciencia despojada de prejuicios, que experimente en libertad en búsqueda del conocimiento».

El anarquismo como filosofía política compartió estos postulados de libertad, de relativismo, que le permitieron iluminar nuevos tipos revolucionarios de relaciones humanas, de poder, económicas, sociales… que se manifestarían en los modelos teóricos y prácticos de las sociedades libertarias.

Ciertamente este apoyo no fue uniforme, no se trató de una relación siempre idílica entre la ciencia y el anarquismo sino que osciló desde el entusiasmo del «anarquismo científico» del naturalista Piotr Kropotkin, pasando por Élisée Reclus o Errico Malatesta hasta los reparos y advertencias de Mijail Bakunin sobre los riesgos de nueva alienación que suponía delegar en la ciencia el viejo poder abolido, trasladar la fe y creencia en la religión por la fe en la ciencia positivista hasta considerarla como el nuevo dios que todo lo sabe, nos guía y todo lo resuelve.

Con el paso del tiempo, la ciencia ha ido dejando de lado sus convicciones progresistas y de mejora de la vida de la población para convertirse en una herramienta más al servicio de un sistema social clasista, capitalista, que todo lo mercantiliza, hasta la salud, como estamos comprobando en esta pandemia del coronavirus.

Por su parte, Paul K. Feyerabend, ampliando horizontes, en su obra de 1975 Contra el método. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento, se muestra contrario a una visión exclusivamente racionalista de la ciencia señalando que hay que tener en cuenta otros recursos irracionales, emocionales, dado que, al fin y al cabo, la ciencia no deja de ser uno más de los contextos en los que debe aflorar el carácter humano. En el proceso de la investigación científica realista y racional obsesionada con las normas y su cumplimiento, puede ser positivo prescindir de una normativa rígida, ignorar el método científico si fuera preciso y abrirse a una nueva senda de libertad que nos conduzca a hallazgos insospechados.

Es con este enfoque alternativo, subversivo, extraño a los cánones de la oficialidad academicista con el que«el anarquismo puede procurar, sin duda, una base excelente a la epistemología y a la filosofía de la ciencia». Para este anarquismo epistemológico de Feyerabend, «Si todo vale, no hay obstáculos para el conocimiento».

No hay que tener miedo a mantener una menor atención al orden y la ley en la ciencia, lo mismo que no hay que tenerlo a aquellas experiencias y sociedades regladas por la filosofía anarquista. Como nos recordó Albert Einstein «La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado y la imaginación circunda el mundo».

Intentando que nuestra mirada no sea etnocéntrica (la Malaria, por ejemplo, provoca 600.000 muertes al año), la realidad es que en los países más desarrollados, vivimos unos momentos sorprendentes de estado de alarma, con un tercio de la humanidad confinada en sus casas para que la pandemia del coronavirus no se siga expandiendo y causando una saturación del sistema sanitario que conlleve millones de muertes. Este hecho ha provocado una parálisis de la economía capitalista globalizada con implicaciones sobre el modelo social y de consumo en que prácticamente está inmerso todo el planeta y, paradójicamente, estamos observando las ventajas que tiene esta situación de decrecimiento real. Se ha reducido la emisión de gases contaminantes y mejorado la calidad del aire; se ha frenado el proceso de turistificación y gentrificación; hay síntomas del renacimiento de cierta flora y fauna; están proliferado espontáneas iniciativas de redes de apoyo mutuo; des- cubrimos nuevas formas de relacionarnos y repensar el cuidado de las personas mayores; valoramos más la salud laboral; se ha frenado el frenesí consumista; surge la creatividad y la originalidad de nuestra expresiones, afectos y relacionales vecinales…

Sin embargo, la actualidad que sufrimos por la pandemia nos deja interrogantes muy complejos que nos permiten buscar nuevas vías de reflexión colectiva y explorar nuevas experiencias prácticas alternativas.

En primer lugar, la pandemia ha provocado un extraordinario problema de salud, de emergencia sanitaria. Ello conlleva reflexionar sobre la necesidad de una sanidad universal; sobre los recortes millonarios económicos y laborales sufridos en el sistema sanitario público tanto en materiales como personal sanitario; en los recursos que dedicamos a la sanidad pública y a la privada; sobre los recortes en los recursos destinados a la investigación, a la ciencia, a la búsqueda de vacunas; sobre nuestra dependencia del exterior e incapacidad propia para producir equipos de protección, respiradores, mascarillas, etc.

Directamente vinculado con este primer ámbito de reflexión, nos encontramos con las deficiencias del deshumanizado sistema de cuidados que tenemos orquestado como sociedad con nuestras personas mayores ahora que se han convertido en el primer grupo de riesgo contra el que el virus arremate con mayor virulencia. Un sistema de residencias mercantilizadas, extraordinariamente privatizado, en manos de fondos buitre, que permite el aparcamiento de las personas mayores porque las exigencias del estilo de vida que nos ha impuesto el capitalismo nos impiden una atención más directa.

E íntimamente relacionado con estos aspectos, surgen los graves problemas de salud mental ocasionados por la falta de afectos, por la soledad del confinamiento en la que vivimos y hemos dejado a nuestros mayores, habiéndose provocado una alteración radical de las normas básicas y ancestrales de convivencia, de relacionar- nos con la muerte, de celebrar los sepelios en la mayor deshumanización y soledad en la podíamos jamás soñar.

¿Quién repara todo este dolor?

Un segundo interrogante tiene que ver con la ética, con la moral, con el sistema de valores que regula la toma de decisiones sobre qué enfermo tiene más derecho a la hospitalización en una UCI, a usar el ventilador, el respirador, a quién se propone o elige para salvarle la vida. Estamos ante un sistema utilitarista, despiadado, propio de la sociedad neoliberal pragmática e instrumental, en el que se decide en función de la edad, de la prospectiva de vida del paciente…

Un tercer interrogante es el que se plantea con el dilema de elegir entre la salud y seguridad de las y los trabajadores y población en su conjunto (lo que implica cesar todo tipo de actividad laboral y económica que no esté relacionada con el desempeño de trabajos esenciales para el sostenimiento de la vida) o continuar con la actividad económica aún a riesgo de la salud de la personas. Estamos ante un dilema de claro posiciona- miento ideológico. Desde las posiciones libertarias no cabe la menor duda de que la opción pasa por garantizar de manera absoluta la vida y salud laboral frente a cualquier variable económica de recesión, reducción del PIB, etc. Frente al modelo neoliberal y capitalista planteamos un modelo humanista, antiutilitarista, ajeno al egoísmo individual, a la búsqueda imperiosa de la felicidad ligada a cálculos meramente economicistas, como definieron años atrás autores como Alain Caillé, Karl Polanyi o el decrecentista Serge Latouche.

Otro cuarto y extraordinario interrogante está relacionado con el desarrollo tecnológico, el control social de nuestros datos digitales, de nuestras vidas (aplicaciones informáticas, geolocalizaciones, reconocimientos faciales…) y la pérdida de la libertad e intimidad individual y colectiva, con la excusa de que con ello el Estado y la autoridad velan por nuestra seguridad y salud. El lenguaje belicista que se está imponiendo a la hora de analizar la pandemia, la justificación de la presencia de las fuerzas armadas y policía tanto en las calles como en los medios de comunicación, reflejan esa deriva totalitaria y autoritaria del poder y del Estado, dueño absoluto de nuestras vidas, en el que la población solo tiene que obedecer (confinamiento en las casas y salida solo para trabajar y que la economía no se pare).

El ejemplo de China es paradigmático como señala el filósofo Byung-Chul Han en su reciente artículo La emergencia viral y el mundo de mañana al describir el funcionamiento de esa sociedad en relación al uso del big data para el control y vigilancia digital de la población y a costa de perder la libertad y la intimidad.

Posiblemente y lo más lamentable será que la mayoría de la población no se va a negar al control digital y así defender su liberad porque, hasta ahora, sin que nadie nos lo pidiera de forma obligatoria, esa mayoría estábamos poniendo ya nuestra vida a disposición de las grandes empresas de la comunicación y de las redes sociales en una proceso de irresponsabilidad y renuncia expresa a nuestra intimidad y libertad, ignorando cándidamente que el poder siempre está vigilante y hará uso de todo esa información para garantizar su seguridad y no la nuestra. El control ya existe, como denunciaran Julian Assange y WikiLeaks, pero puede ser un buen momento para reflexionar sobre la escalada que se avecina con el control de móviles y rastreo de nuestros movimientos como una herramienta para luchar contra la pandemia.

Finalmente, y es lo que menos se escucha en el debate público, tendremos que plantearnos, como quinto interrogante, por qué surgen este tipo de epidemias (cada vez más frecuentes) y reflexionar sobre la vinculación que mantiene con el modelo productivo y social en el que vivimos. Reflexionemos sobre el necesario cambio de modelo productivo, económico y social para evitar que este tipo de pandemias se sigan desarrollando a lo largo de los próximos años, como ya vaticinan muchas investigaciones al encontrar vínculos directos entre ese modelo de explotación laboral (con hacinamiento en ciudades contaminadas, personas medicalizadas inmunológicamente vulnerables, esquilmador de recursos…) y la generación de este tipo de enfermedades. En este sentido, Robert G. Wallace, en su libro de 2016, Grandes granjas generan grandes gripes, el grupo Chuang en su publicación de marzo 2020 Contagio social. Guerras de clases microbiológicas en China, muestran la conexión entre la actual agroindustria capitalista, modelo consumista occidental y la etiología de las recientes epidemias (SARS, Ébola, Gripe aviar, Covid-19…).

¿Qué dice la ciencia sobre todas estos grandes interrogantes que nos han surgido?

Actualmente, la investigación científica está inmersa en una carrera mundial por encontrar la vacuna que nos libere a la humanidad del temido Covid-19. Efectivamente, esta es la solución concreta e inmediata a un problema que solo es el síntoma de un gran síndrome que se llama capitalismo, neoliberalismo, darwinismo social…

Se encontrará una vacuna que ayude a acabar con la pandemia, liberarnos de sus efectos mortíferos y al mismo tiempo enriquecer a los grandes grupos empresariales y farmacéuticos (la vacuna no se pondrá al ser- vicio de la población con criterios de equidad social sino al servicio del mercado con precios desorbitados al priorizar los criterios economicistas) pero las soluciones a las pandemias que vendrán en el futuro, fruto del actual sistema económico y social, la ciencia no está en condiciones de darlas porque la ciencia se ha convertido en un eslabón más de ese sistema. La ciencia ha dejado de jugar el papel revolucionario que un día tuvo para convertirse en mera tecnología cientificista, un mero negocio, incapaz de liberar a la humanidad de los antivalores que la regulan, careciendo de cualquier pretensión filosófica y política. La ciencia se ha posicionado, bajo su estigma de neutralidad y objetividad ficticias, al servicio del poder, del Estado, de los ejércitos y las grandes multinacionales, se ha convertido en una herramienta útil para perpetuar el sistema.

Lo que le pide, lo que aporta el anarquismo a la ciencia en estos tiempos de coronavirus, es que sea subversi- va, integradora de saberes, holística, humanista, que se independice del poder porque con ello se independizará de su propia e intencionada fragmentación en áreas de investigación inconexas, departamentalizadas y especializadas, como ya señaló Élisée Reclus, y de su propio paradigma metodológico universal y fijo, adoptando una epistemología adaptable a los contextos. La ciencia está constreñida por su método científico rígido con lo que está perdiendo posibilidades de mirar con mayor amplitud lo que sucede en la realidad. Hace falta flexibilidad, adaptabilidad, tener en cuenta al ser humano de forma más integral, como recordaba Feyerabend, para plantear respuestas globales al drama existencial de la vida.

Actualmente las investigaciones científicas son muy parciales, no responden a grandes teorías que den res- puesta a las preocupaciones globales de la humanidad. Son además teorías que se plantean desde la competición y la rivalidad, sin compartir ni cooperar.

El virus no se combate desde una ciencia fragmentada sino planteando modelos teóricos que integren todos los parámetros que afectan a la vida y la salud del planeta como, por ejemplo, modelos de prevención sanitaria; modelos urbanísticos y de vivienda alejados del hacinamiento; modelos económicos decrecentistas, anticapitalistas, de economía solidaria y autogestionaria; modelos de explotaciones agrícolas y ganaderas no intensivas, sin macrogranjas ni hacinamiento de animales y desforestaciones, que respeten la soberanía alimentaria; modelos que frenen el cambio climático, apuesten por la sostenibilidad de la vida con nuevo modelo energético y energías renovables; modelos que integren los procesos de robotización y nuevas tecnologías y el reparto del trabajo y la riqueza; modelos sociales asamblearios en los que las decisiones pasen a ser colectivas… En definitiva, modelos globales, científicos no clasistas, antipatriarcales, antirracistas, ecologistas, libertarios.

Rescatemos a la ciencia de su domesticación, de las garras del capital, para que avance y deje ser mera tecnología. Hagamos que vuelva a recuperar su sentido transformador porque son muchos los retos para seguir viviendo.

Recuperemos el ancestral sentido de la ciencia en buscar la verdad y el conocimiento, desde el relativismo, partiendo de la premisa de que la ciencia es la herramienta menos imperfecta que tenemos para seguir avanzando como especie. Así lo viene haciendo desde hace miles de años, en un proceso de experimentación, empírico, de observación, de ensayo y error permanente, antidogmático, incansable.

En este sentido, anarquismo y ciencia pueden volver a las alianzas al compartir parámetros de subversión, espontaneidad, creatividad, arte, cultura, libertad… para ser capaces de dar soluciones colectivas, imaginativas, innovadoras, lejos de las exigencias de los mercados y los intereses comerciales. El dossier que prosigue muestra esta rica relación bidireccional entre anarquismo y ciencia alejada de planteamientos economicistas y utilitaristas.

Desde el mundo del pensamiento y la ciencia se augura que las salidas de esta crisis pueden oscilar entre el fortalecimiento de un capitalismo más totalitario (Byung-Chul Han) o un comunismo reinventado (Slavoj Zizek).

¿Qué análisis se puede hacer desde las posiciones libertarias y anarquistas? Ciertamente, las respuestas de solidaridad y apoyo mutuo empieza a brotar por doquier frente a las concepciones de una sociedad totalitaria, de «Gran Hermano» que todo lo sabe y todo lo ve. Demostremos con nuestras ideas y prácticas anarquistas que la salida real, la que mejorará nuestra vida, solo será si es libertaria, colectiva, autoorganizativa, tejiendo redes de apoyo mutuo y solidaridad.

 

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Editorial nº 77 https://archivo.librepensamiento.org/2013/12/21/editorial-no-77/ https://archivo.librepensamiento.org/2013/12/21/editorial-no-77/#respond Sat, 21 Dec 2013 22:54:07 +0000 https://librepensamiento.org/?p=4264 LA SOLUCIÓN SOCIAL A LA CRISIS NO SON LAS URNAS

El gobierno, lo que ello representa, es decir, el poder, el estado, lo institucional, el sistema oficial, la Troika, dictaminó cuándo, cómo, por qué entrábamos en crisis, por qué el sistema capitalista se “tambaleaba” y que serían, en esta ocasión, los países de la periferia de Europa, más concretamente su clase trabajadora y los colectivos sociales más desfavorecidos, quienes íbamos a sufrir los principales efectos de esa crisis económica a partir de 2008.

Del mismo modo, ya han decretado que la crisis ha tocado fondo, que comienza a verse la luz al final del túnel, que hay claros síntomas de cambio del ciclo económico y lo que es más importante, ese mensaje de optimismo, de confianza, debe comenzar a ser valorado por la población, debe comenzar a formar parte del pensamiento y del imaginario colectivo.

Ajenos a cualquier pensamiento paranoico que tenga que ver con una posible teoría de la “conspiración”, si consideramos que los acontecimientos no suceden al azar y lo mismo que asistimos al comienzo de la crisis, cuando al gobierno de turno le interesó y eso sucedió pasado el momento de las elecciones generales en marzo de 2008 para que el partido socialista pudiera volver a ganar las elecciones,  actualmente estamos asistiendo a la puesta en escena de una campaña que anuncia la salida de la crisis, el fin de la crisis, para que todo vuelve a la normalidad y este momento está coincidiendo con el “pistoletazo” del nuevo periodo electoral que se avecina.

Los datos que configuran la campaña nos los están presentando sin prisa pero sin pausa, de forma dosificada, con una meditada planificación mediática. La bolsa marca índices históricos, el Ibex 35 obtiene ganancias muy significativas, la prima de riesgo está en cifras anteriores al comienzo de la crisis económica lo que significa que los “mercados” vuelven a tener confianza en nuestro país, el déficit público está controlado, el crecimiento de la economía es una realidad, la recesión ha dado paso al crecimiento, se incrementa el registro de nuevas sociedades mercantiles, la banca, como siempre, vuelve a ser un negocio rentable, hay un repunte del consumo, se firman nuevas hipotecas inmobiliarias, el dinero y los préstamos vuelven a fluir, las ocupaciones hoteleras aumentan, los periodos vacacionales vuelven a nutrir de coches las carreteras y destinos turísticos…  Este es el mensaje de la oficialidad, esta es la descripción de la realidad, una realidad innegable que el pueblo debe asumir, creer e integrar en su estado de ánimo. Y este es el reto que ahora tiene por delante el poder, eso que representa el gobierno. Por tanto, viva el optimismo, vuelva la alegría, basta de preocupaciones, recuperemos la confianza, creamos en nuestras posibilidades como pueblo, creamos en el esfuerzo personal, esta es una nueva etapa de oportunidades para las personas emprendedoras, perdón, empresarias.

El gobierno, no olvidemos, el poder, haciendo uso de toda su influencia mediática, con el servilismo de los grandes medios de comunicación de masas, ha puesto toda la maquinaria en funcionamiento para que ese mensaje de optimismo arraigue entre la población, se produzca un cambio de ánimo colectivo a favor de que lo hemos logrado entre todas y todos, que el esfuerzo ha merecido la pena, que las reformas económicas y antisociales eran necesarias pero que han dado sus frutos porque, en verdad, vivíamos por encima de nuestras posibilidades y eso había que pararlo. Pero aquí estamos de nuevo con un país regenerado, saneado económica y éticamente porque menudos años de despilfarro colectivo hemos tenido. Ese es el estado de ánimo colectivo que se construye desde el poder toda vez que el capital, ha conseguido lo que quería, reformas, recortes, rescate y subvenciones de las grandes empresas, de la banca, pago de una deuda ilegítima y todo ello con dinero público y desde la más absoluta impunidad.

Incluso en el terrero de las especulaciones, podríamos darle al sistema una oportunidad en beneficio de la duda, un margen de confianza, en el sentido de que la crisis de 2007, con los préstamos basura, pudo haber sido realmente una crisis real, no planificada, una verdadera crisis del capitalismo financiero, que explotó de forma incontrolada. Estando convencidos de que no fue casual, que todo estaba planificado de forma interesada, de la misma manera que las anteriores y sucesivas crisis económicas que capitalismo viene haciendo explosionar por zonas geoestratégicas, geopolíticas del mundo, con el único objetivo de la explotación y la obtención de beneficios; independientemente de que pudiera haber sido una verdadera crisis, lo que es innegable es que la crisis se ha desarrollado y resuelto conforme a unos parámetros semejantes a los de crisis anteriores que han provocado en otros lugares del mundo y sus efectos y consecuencias se han hecho pagar a a la mayoría de la población, especialmente a la clase trabajadora y las clases más populares.

No descubrimos nada cuando decimos que la crisis ha servido para desmantelar todo lo que venía entendiéndose como “estado de bienestar” que se había alcanzado en los países de la periferia de Europa. Ha servido, en otras muchas cosas, para privatizar los servicios públicos que no lo estaban ya -transporte, servicios sociales, servicios básicos a la comunidad, limpieza, agua-, ha servido para reformar el sistema público de pensiones, para incrementar los recortes en gasto social y con ello reducir el déficit público y pagar colectivamente la deuda ilegítima. Así mismo, se han incrementado los recortes presupuestarios en la educación y la sanidad pública, se han externalizado servicios en las universidades públicas mientras se mantiene e incluso aumenta la financiación pública de la educación concertada, obedeciendo todo a una política de introducción de criterios de mercado, estrictamente economicistas, en la gestión y funcionamiento del sistema educativo o sanitario o de seguridad social. Por otra parte, ha servido para provocar que millones de personas hayan perdido el puesto de trabajo, ha servido para derogar todo el marco legal de regularización del mercado laboral, ha otorgado, mediante la reforma laboral, todo el poder a la parte empresarial a costa de anular los derechos laborales, precarizar, esclavizar a las personas asalariadas, reducir a la nada la negociación colectiva,… y todo ello ha desaparecido en muy corto espacio de tiempo.

A estas alturas, parece increíble disponer hoy de un trabajo mileurista, de tener un contrato indefinido, a tiempo completo, de poder disponer de un trabajo digno. Millones de personas han perdido el empleo, han sido expulsadas de su vivienda, tienen hipotecada la vida para siempre, viven en la exclusión, en las calles sin esperanza ni futuro. Ciertamente han sido los colectivos de migrantes, mujeres, juventud, infancia, pensionistas, personas dependientes, desempleadas, trabajadores y trabajadoras, los que han sufrido los efectos de la crisis de forma más directa hasta llegar a alcanzar a la práctica totalidad de la sociedad (99%).

No bastando con esto, asistimos a una generalización de la represión hacia las personas, colectivos y organizaciones que ejercen sus derechos a la libertad de expresión y manifestación, se avecina un recorte del derecho a la libertad de huelga, se restringen los derechos y libertades de las mujeres para decidir sobre su maternidad, se fomentan políticas de discriminación y xenofobia…

La realidad es implacable y nos indica que después de las tres Huelgas Generales desde que “oficialmente” se hizo pública la crisis, allá por 2008 -en concreto, la HG el 29 de septiembre de 2010 contra la reforma laboral y las medidas de ajuste decretadas por el gobierno socialista de Zapatero, la HG el 29 de marzo de 2012 contra la reforma laboral del gobierno popular de Rajoy y la HG el 14 de noviembre de 2012 contra la reforma laboral, la política económica y de recortes del gobierno popular de Rajoy-,  después del surgimiento del movimiento 15M en 2011, tras las mareas ciudadanas multicolores en defensa de los servicios públicos y sectores laborales visualizadas a lo largo del 2013, tras las acciones y escraches protagonizados, fundamentalmente, por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, afectados por las Preferentes… tras miles de manifestaciones y huelgas sectoriales y de empresa, no podemos tirar la toalla, no podemos entrar al juego que ahora se nos propone como sociedad, no podemos compartir la misma lógica de su discurso triunfalista de que la crisis está superada. Lo único que nos puede aportar esperanza es la continuidad de la lucha con una perspectiva global, inclusiva, el seguir con las movilizaciones, sin frustraciones por el aparente poco éxito obtenido hasta la fecha, dando un paso más para afrontar estos momentos desde una nueva edición de la lucha de clases, por cierto una lucha de clases que el propio capital reconoce que ha reabierto y dice que está ganando.

77 1Desde la oposición, desde sectores muy muy amplios de la izquierda política y social, se plantea que, ahora, de lo que se trata es de cambiar el gobierno, que la solución a este estado de cosas, que la solución para una salida social a la crisis es el cambio de gobierno. Efectivamente, como hemos indicado, el gobierno ha aprovechado la crisis para desarrollar todo un paquete de reformas laborales, económicas, sociales, jurídicas, policiales… en muchas ocasiones ajenas o innecesarias a las “necesidades” de la crisis y que han contribuido a reforzar el estado político neoliberal que este gobierno defiende para garantizar además su impunidad. Obviamente, desde la lógica de esa oposición,  lo importante es el cambio de gobierno y ello se logra a través de las urnas, votando a la izquierda y comenzar a hacerlo desde ya en las próximas elecciones al Parlamento Europeo.

El problema no es el gobierno, el problema es el sistema, de lo que se trata es de cambiar el sistema. Como decía Errico Malatesta, cuando nos olvidemos de las elecciones empezaremos a pensar en la revolución.

Realmente, lo fácil, lo continuista, lo conservador, lo previsto, lo normal, es presentarse a las elecciones, confiar en que desde el Parlamento, desde la lucha electoralista institucional, se puede lograr el cambio de sistema. Lo posible, lo pragmático, lo que resuelve muchas dudas existenciales, lo que da sentido a muchas de las frustraciones que sentimos tras tantas luchas sindicales y sociales sin excesivo éxito, es culpabilizar al Parlamento, al legislador y delegar en él nuestra capacidad o incapacidad para iniciar la transformación social aquí y ahora y, consecuentemente, lo que se percibe como tangible es optar por la participación en las elecciones políticas. Delegar el poder a través del voto y confiar en que esos diputados y diputadas van a hacer el cambio en nuestro nombre.

77 2No, irremediablemente no y así lo viene demostrando el transcurrir de la historia. No, los cambios reales de transformación social los protagoniza siempre la mayoría social, una sociedad civil estructurada, autoorganizada, no colaboracionista con el sistema, ajena al poder político, empoderada en unos valores nuevos contrapuestos a los valores del capitalismo. El cambio no es el cambio de lideres, de personas o de propuestas electorales al que nos aboca la participación en las elecciones, lo importante es un cambio de sistema, de modelo de participación, de representación, de gestión.

Se avecinan tiempos electorales, primero las europeas, después la municipales, finalmente las generales. Todo el mundo comienza a movilizarse en pro de las elecciones, en pro de las estrategias electoralistas, incluso planteando modelos sociales alternativos, de reparto, de justicia, pero utilizando como herramienta de trabajo la participación electoral, confiando en la lógica del sistema. Estas posiciones sólo conducen a la domesticación de la movilización en la calle y a olvidar los procesos de autogestión y autoorganización. Como ha sucedido en tantas ocasiones, como ha vuelto a demostrar el vecindario del barrio de Gamonal en Burgos, es la sociedad civil  quien tiene la capacidad de conseguir cambios. Gamonal ha abierto una senda que nos debe conducir a un camino amplio de autoparticipación.

La carrera electoral ya ha comenzado, el pistoletazo de salida lo han dado y desde este momento, todo lo que se dice, hace, propone, dispone, decreta… desde el partido en el gobierno y desde la oposición se hace en clave electoral y así hay que interpretarlo. Bueno, es el juego de la democracia parlamentaria y representativa que configura este régimen político. La vida pública se conduce, se maneja a ese circo electoralista en el que no importan los problemas de la población sino que se convierte en un juego de ping pong donde la noticia, lo que importa es lo que ha dicho tal político y lo que le contesta la oposición, al margen, de la vida de la gente.

Así ha sido, así es y así seguirá siendo en este sistema político. Lo preocupante no es esto, lo realmente preocupante es que desde gran parte de la oposición, incluso con un discurso antisistema, aprovechando todo el descontento e indignación social, finalmente se elija el camino de las urnas como la mejor herramienta para luchar contra el cambio de sistema, para luchar por la transformación social y que ello implique, lleve arropado el olvidar o posponer o condicionar la lucha sindical y social del día a día. El caminar en la senda de la transformación social no es fácil, hay que seguir construyéndola de forma permanente, precisa del compromiso consciente y la participación de todas y todos, requiere formación, cambio de valores, de actitudes y comportamientos, necesita dotarnos de autoorganizaciones que reflejen en sí la sociedad a la que aspiramos y desde luego, la vía electoralista institucional no facilita este transitar desde el momento en que las personas sólo somos protagonistas, sólo somos necesarias un día cada cuatro años.

Desde aquí, desde nuestra revista, por esa senda de la transformación social, vamos a seguir implicándonos y contribuyendo a su construcción colectiva.

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https://archivo.librepensamiento.org/2013/12/21/editorial-no-77/feed/ 0
Editorial nº 75 https://archivo.librepensamiento.org/2013/06/21/editorial-no-75/ https://archivo.librepensamiento.org/2013/06/21/editorial-no-75/#respond Fri, 21 Jun 2013 21:00:48 +0000 https://librepensamiento.org/?p=4118 Llevamos 25 años y 75 números de Libre Pensamiento. No es poco e indica algún grado de solidez y de continuidad, no solo de LP sino también de la organización que lo impulsa. También indica otras cosas.

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Llevamos 25 años y 75 números de Libre Pensamiento. No es poco e indica algún grado de solidez y de continuidad, no solo de LP sino también de la organización que lo impulsa. También indica otras cosas.

Desde su voluntad inicial, al margen de aciertos y desaciertos, siempre LP se ha mantenido como revista amplia en las temáticas y abierta en los enfoques, muy alejada del servir de portavoz ni de instrumento de propaganda. Viene siendo un intento de abrir caminos de intervención y líneas de pensamiento, de aportar aciertos y de afrontar carencias con una visión no internista, sabiéndonos siempre parte y solo parte. Ese enfoque generosamente abierto y desprendido ha sido posible porque nunca ha habido desde ninguna de las instancias de la organización la indicación más leve en la dirección contraria. Refleja una forma de entender nuestro quehacer y nuestro papel en la sociedad: sin exclusividades, sin verdades acabadas, sin cortas miradas internistas, sin cortoplacismos, priorizando siempre la realidad social y sindical, que no es nuestra y que tenemos que construir con (y contra) otros agentes que trabajan en nuestros mismos campos. Nuestra razón de ser estriba en nuestra aportación a los cambios sociales que seamos capaces de impulsar y la mejor imagen que podemos alcanzar será esa aportación, no los intentos de apropiación. En una sociedad inundada por la propaganda y con una información absolutamente entrelazada con ella, invadida por el ruido, no nos haremos oír elevando más la voz, así solo aumentaríamos el ruidos. Necesitamos otros métodos que nos saquen de la falsedad imperante y estos pasan porque los hechos y las presencias, y las formas y los contenidos de hacer y de estar sean las que hablen y precedan siempre al decir. Libre Pensamiento es económicamente cara por lo que, sin duda, resulta costosa para la organización, lo que hace más encomiable la apuesta por una revista de este tipo y su mantenimiento durante estos 25 años. Empalma esa apuesta con lo mejor del obrerismo inicial: el afán por los conocimientos y la cultura. El sindicalismo y la lucha obrera nacen del rechazo a lo existente, pero rápidamente dan el paso a la aspiración; su éxito no puede estar solo basado en la capacidad para imponerse, en su capacidad de lucha; de nada serviría ésta si no fuera acompañada de una superioridad, ¿moral?, ¿intelectual?, pero en todo caso personal. La lucha (el rechazo) contra lo existente y la aspiración a una sociedad nueva son dos retos exigentes que requieren, entre otras cosas, de la apropiación de los saberes y de la cultura en cuanto sustrato de esos saberes, capaz de darles un orden de prioridad. Exige también no quedarse con lo dado, recoger todo reinventándolo, plasmándolo en personalidad y vida, sin que se quede en algo externo. Esa aspiración a una sociedad nueva tiene como referencia de rechazo la sociedad que se padece y de ese rechazo surgen unas orientaciones que la prefiguren, pero que son mínimas: la aspiración se presenta inicialmente como algo no prefijado sino como expansiva apertura de posibilidades. Cierto que con el tiempo adopta unos esquemas y concreciones determinadas, pero nunca pierde ese carácter de búsqueda y abierta. Nuestra apuesta colectiva por una revista como Libre Pensamiento se corresponde con la exigencia en el terreno de la apropiación de la cultura de esa aspiración a una sociedad nueva. Mantener esas aspiraciones en nuestras decisiones colectivas es sustancial y forma parte de lo mejor de nosotros mismos.Seguramente el aspecto menos positivo de Libre Pensamiento, al margen de los muchísimos errores en su realización, venga dado por la sospecha que a todas las personas que la elaboramos se nos presenta sobre el uso que se da a la revista y la utilidad que tiene, lo cual también sería indicativo de una suerte de escasa ligazón entre lo colectivo y lo personal. Colectivamente, tanto la organización CGT como el equipo editorial, optamos por el esfuerzo común de mantener LP; es más dudoso que ese esfuerzo que colectivamente decidimos asumir sea correspondido por el esfuerzo personal de leerla y utilizarla, en primer lugar, y de mejorarla y difundirla en segundo. Esa falta de ligazón entre lo colectivo y lo personal seguramente no es exclusiva de esta revista, aunque en ella se vea agrandada, sino que salpica a otras muchas actividades y empresas que colectivamente nos proponemos. No escapamos a la individualización, al vivir invadidos y atrapados por la multitud de reclamos externos, a la preeminencia de “la vida particular”, al ser por partes y a trozos y a la falta de centralidad que promueve nuestra sociedad de consumo. La oferta incesante de opciones y posibilidades, algunas de ellas totalmente banales pero otras muchas enriquecedoras en diverso grado, todo ello muy teledirigido y utilizado, acaban por convertir la diversidad y riqueza en dispersión y fuente de trivialización. Cuando todo vale, nada vale, porque el valor pierde significado.Es lógico que en LP el handicap de la no ligazón sea más manifiesto. Si algún terreno ha sido deteriorado en nuestras sociedades democráticas ese ha sido el de la cultura. Aquí sí que la oferta nos ha reducido a receptores pasivos, cabiendo en ella todo, acaba siendo nada, y la necesidad de llagada a “todo el mundo” termina abocándola a la banalización y el entretenimiento, absolutamente contrarios a la exigencia de una recepción activa que es necesaria para lograr que la cultura sea algo valioso que nos enriquezca personalmente. Y sin embargo LP se mantiene como una revista que nada tiene que ver con la distracción y el entretenimiento. Su lectura es asequible pero requiere un esfuerzo de atención y concentración y no parece conveniente un viraje facilitador que lo ahorrase.

De una parte porque difícilmente podría conseguirse sin merma de los contenidos (aunque algo pudiera avanzarse en esa dirección) y de otra, porque todo proceso personal de enriquecimiento y aprendizaje exige esfuerzo, siendo la satisfacción del logro obtenido directamente proporcional al esfuerzo personal empleado en el camino.LP, como otras muchas otras de las empresas que como organización acordamos, necesita el esfuerzo de sus lectores y en especial de sus lectores de CGT, necesita que aquello por lo que apostamos colectivamente pase a ser, también, apuesta personal de cada uno de nosotros. Ocurre en todos los campos, podríamos estar diciendo grandes verdades y haciendo acertadísimas propuestas, pero estarán condenadas a quedar perdidas en el ruido existente e incluso contribuirán a aumentarlo sin personas que les hagan vivir, que las plasmen en sus formas de ser, de estar y de actuar.

A LP le queda mucho camino por recorres y mucho que mejorar, pero hacerlo es algo que requiere las colaboraciones diversas de una mayoría de las personas que formamos la CGT y que, colectivamente, hacemos la apuesta por la revista.

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