Movimiento 15M – LibrePensamiento https://archivo.librepensamiento.org Pensar para ser libre Sat, 13 Mar 2021 11:12:54 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.1 Introducción al dossier sobre el 15M https://archivo.librepensamiento.org/2012/06/21/introduccion-al-dossier-sobre-el-15m/ https://archivo.librepensamiento.org/2012/06/21/introduccion-al-dossier-sobre-el-15m/#respond Thu, 21 Jun 2012 10:00:57 +0000 https://librepensamiento.org/?p=3704 A un año de la manifestación del 15 de mayo, entendemos que resulta necesario acometer, ahora sí, una reflexión pausada sobre lo que ha supuesto el movimiento surgido entonces.

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A un año de la manifestación del 15 de mayo, entendemos que resulta necesario acometer, ahora sí, una reflexión pausada sobre lo que ha supuesto el movimiento surgido entonces.
Parece indudable que el 15M ha aportado energía y luz en un panorama lastrado por elementos que lo hacían viejo: demasiado a menudo nos encontrábamos con un repertorio de acción colectiva obsoleto, un discurso demasiado apegado a realidades cada vez menos presentes (defensa del trabajo, ¿qué trabajo?) o poco conscientes de la necesidad de introducir en cualquier discurso antagonista elementos teóricos y prácticos en relación con la imprescindible apuesta por el decrecimiento, la crisis ecológica, el reparto del trabajo y de la riqueza o las perspectiva feminista e internacionalista.
La represión, por desgracia, no ha permanecido ajena a esta ola de movilizaciones y encuentros. Tan sólo en Madrid el saldo represivo de un año de existencia es demoledor: 132 detenidos, con una media de petición de prisión de 2 años por persona (lo que sumaría un total 264 años de cárcel) y una estimación de unas 1150  personas sancionadas (lo que a una media de 300 euros de multa por sanción supondrá 345000 euros de recaudación).
El acercamiento de este dossier del Libre Pensamiento al movimiento se inicia con un texto de Tomás Ibáñez que se interroga, entre otras cosas, por la latencia de la energía que brota en las inesperadas revueltas o por la forma y potencia de las nuevas expresiones revolucionarias que tendrán lugar en próximas décadas.
Por su parte, el artículo de José Candón nos introduce en la breve pero intensa historia del movimiento 15M en un recorrido por las movilizaciones masivas protagonizadas por el mismo. Desde el 15 de mayo de 2011 hasta las manifestaciones y actos del aniversario, han sido decenas las acciones convocadas a nivel estatal, y centenares las movilizaciones protagonizadas por las asambleas de barrios y pueblos.
En su propuesta titulada “15M: rebeldías en movimiento” Angel Calle y José Candón se interrogan, entre otras cuestiones, por las naturalezas del 15m, el papel de la tecnología, la dimensión internacional del movimiento o la presencia el seno del mismo de problemáticas concretas como la laboral.
La aportación de Raimundo Viejo se interroga sobre la naturaleza del movimiento y analiza lo que entiende como “programática” del mismo, esto es, un conjunto de diagnósticos compartidos y soluciones experimentables, así como las instituciones que los hacen posible, orientados a instaurar el régimen político del común.
Dioni Cortés y Paloma Monleón abordan en su contribución al dossier los territorios concretos de acción del 15M apuntando como elemento coaligador de las sinergias imprescindibles el territorio de los afectos, y, en concreto, de lo que denominan “alegría indignada”
En “Pensar el 15M y otros textos”, Francisco Marcellán revisa parte de la abundante producción bibliográfica que existe ya sobre el movimiento.
Para terminar, hemos recogido los testimonios directos de varias personas que participan de modo activo en diversas asambleas de barrios y pueblos  mediante entrevistas a jóvenes, activistas de otras organizaciones, participantes en la marcha a Bruselas, antiguos militantes o miembros de la asamblea popular de un núcleo rural.
Esperamos que esta reflexión colectiva sobre lo que ha supuesto el movimiento 15M despierte vuestro interés y nos anime a seguir luchando. Porque como dice la canción, “Quasevol nit pot sortir el sol”

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La poesía alegre de l@s indignad@s: creación de barrio https://archivo.librepensamiento.org/2012/06/21/la-poesia-alegre-de-ls-indignads-creacion-de-barrio/ https://archivo.librepensamiento.org/2012/06/21/la-poesia-alegre-de-ls-indignads-creacion-de-barrio/#respond Thu, 21 Jun 2012 09:57:16 +0000 https://librepensamiento.org/?p=3700 El 15M es un movimiento recorrido por múltiples afectos que juegan  un papel fundamental en su desarrollo. En este texto trataremos de rescatar de entre aquéllos lo que hemos denominado “ alegría indignada” y mostrar cómo lo no se trata de un elemento baladí sino que de hecho constituye y alimenta procesos y acciones del movimiento como la desobediencia, el apoyo mutuo o la puesta en marcha de proyectos alternativos.

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Dioni Cortés (Sind. de Transportes y Telecomunicaciones de Madrid y Asamblea Popular Barrio del Salamanca de Madrid) y Paloma Monleón (Sind. de Administración Pública de Madrid y Asamblea Popular Barrio del Salamanca de Madrid )

 

El 15M y los afectos.

 Los seres humanos somos inteligentes, racionales, productivos, creativas…, pero también somos animales emocionales, cuerpos sentimentales. El universo afectivo es un fenómeno constitutivo de la realidad humana. En cada uno de los tratos con el mundo que nos rodea y con los demás, siempre se encuentran implicados afectos: la seguridad y el bienestar que nos procuran los cuidados, el dolor que experimentamos ante las injusticias, el latir cálido de los corazones enamorados, el pulso acelerado del odio que sentimos ante la desfachatez de los poderosos…. El cuerpo genera afectos ante todo lo que hacemos o lo que nos pasa. En este sentido, no se puede concebir adecuadamente la complejidad de la instauración de un mundo humano, sin considerar el elemento afectivo que está inseparablemente involucrado en ella. La política constituye un ámbito esencial de dicha instauración y, por tanto, la dimensión pasional está también presente en ella.

 No albergamos dudas acerca de que el 15M es un movimiento social y político recorrido por afectos diversos y que éstos juegan un papel fundamental en su devenir. Esto es un hecho innegable y nos sirve como punto de partida de nuestra propuesta. Nuestra intención, en estas páginas, es realizar una primera excursión, aproximativa y a modo de tentativa, por la marea emocional que agita al movimiento. Queremos ser exploradoras del campo sentimental quincemayista y para ello, no vamos pertrechados con otro instrumental que la brújula y las mínimas coordinadas orientativas que nos proporcionan nuestros cuerpos curiosos y la participación cotidiana en el movimiento.

 Una primera y primordial constatación de la presencia constituyente y efectiva de los sentimientos en el 15m, la encontramos en el otro nombre con el que se designa: el movimiento de l@s indignad@s. Esta designación proviene de la identificación del 15m con el título del libro “¡Indignaos!” de Sthéphane Hessel. No nos interesa nada inmiscuirnos en polémica alguna sobre la pertinencia de dicha identificación, sino señalar la fortuna que ha tenido esta denominación dentro del propio movimiento. Una gran parte de las que participan y se sienten parte del 15m no tienen el mayor problema en identificarse también como indignados. Se considera que la indignación es un componente esencial del 15m, el motor de las primeras acampadas y protestas, así como el desencadenante de las cientos de asambleas que han surgido durante el último año en muchos lugares del mundo. Una indignación global que se ha desatado frente a las terribles condiciones de vida que las élites nos quieren imponer a tod@s bajo el señuelo de la crisis-estafa.

 Es un hecho cierto que la indignación es un afecto muy presente en el 15m, pero no es menos cierto que no es el único, y que a su lado conviven otro tipo de tonalidades emotivas no menos importantes y que quizá tengan una potencia mayor en su devenir. Según la RAE, la palabra indignación significa: “enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos”. La indignación se presenta como un afecto negativo, de oposición, que parece agotarse en la propia reacción que suscita. Quizá la indignación haya servido para llenar plazas y calles, pero si apelamos a ella como afecto exclusivo del movimiento, seríamos incapaces de explicar la multiplicidad proliferante de acciones en las que está embarcado.

 Las acciones a las que nos referimos (con especial detenimiento en la creación de barrio) son fundamentalmente creadoras ya que están haciendo emerger otro tipo de realidades cotidianas, que quizá tengan más que ver con la alegría y sus efectos potenciadores, que con la simple indignación. No es nuestra intención colocar ambos afectos en una balanza para comprobar cuál de ellos tiene más peso, ni tan siquiera contraponerlos como si fuesen incompatibles. Sabemos que ambos conviven sin problemas en el movimiento y que ambos generan todo tipo de efectos combinados. Lo que pretendemos es, simplemente, centrar el foco de atención en la creación de realidad alternativa que produce el movimiento y en el afecto que creemos que acompaña de manera crucial, aunque no excluyente,  a esta forma de poesía: la alegría.

 La alegría indignada

La alegría se puede entender, someramente, como un contento del ánimo cuyo efecto principal consiste en una potenciación de las capacidades. La alegría nos dota de un estado de ánimo receptivo, cuidadoso, desafiante y activo. Nos proporciona fuerza y un empoderamiento fruto del encuentro con nuestras capacidades activas. Es causa y al mismo tiempo efecto de lo que hacemos, configurando una suerte de circuito de retroalimentación en el que la alegría sirve de espoleta y acompaña el desarrollo  de nuestras acciones, sin dejar de ser un resultado de las mismas. Además, es expansiva y contagiosa, ya que no puede vivir confinada en los estrechos márgenes de los cuerpos individuales, sino que incita a conformar cuerpos colectivos: busca la unión, conecta, propicia buenos encuentros. En definitiva, la alegría nos potencia y, como si de un viento que siempre soplase a nuestro favor se tratara, nos sirve de aliento para llevar a cabo todo aquello que nos proponemos.

 El 15M, en su intensa pero corta trayectoria, ha dado vida a multitud de proyectos como asambleas, liberaciones de espacios, huertos urbanos, medios de comunicación, redes de apoyo mutuo, mercadillos de trueque, tiendas gratis, asesorías legales…etc.; ha realizado un espectacular trabajo mental ampliando las fronteras de lo posible o recuperando el pensamiento crítico para todas; y ha puesto en juego nuevas disposiciones para la acción política como la inclusión y las ganas de estar juntas. Creemos que todo esto ha sido posible, entre otras cosas, pero de manera fundamental, gracias a la inmensa alegría que recorre el movimiento. Son los efectos potenciadores de la alegría lo que sirve de aliento a sus propuestas.

Como muestra de lo que decimos, queremos visibilizar la presencia y el trabajo de la alegría en el 15M con algunos ejemplos:

–         Desobediencia: el 15M es un movimiento desobediente que no acepta las imposiciones absurdas del poder. Desobedece el discurso catastrofista, irresponsabilizador y mentiroso de los poderes sobre la crisis y la cohorte de medidas encaminadas a superarla, instalando en la mente colectiva, mediante el la reflexión crítica, la idea de  que la crisis es en realidad una estafa pertrechada por las élites y que las medidas tomadas hasta ahora solo la profundizan. Desobedece las barreras invisibles que nos separan de los espacios (toma de las plazas, calles, playas y montañas) y de la iniciativa política (asamblea como espacio horizontal, inclusivo y participativo de toma de decisiones colectivas). Desobedece alegremente con la desfachatez del que no tiene miedo, de la que se sabe capaz de señalar responsables y quiere participar activamente y en primera persona en la creación de soluciones para todas.

–         Ganas de estar juntas para hacer colectivamente: El 15M sabe que la unión hace la fuerza, que muchos brazos abarcan más que dos solamente, que muchas mentes trabajando en común conforman una inteligencia colectiva más potente; por eso busca la unión, la conexión, la acción común y disfruta de ello. La alegría incita a la creación de cuerpos colectivos que potencian las capacidades de cada uno, al mismo tiempo que se experimenta la alegría del encuentro como tal, el placer  de estar juntas.

–         Proyectos y experiencias alternativos: Frente a la imposición generalizada de precariedad, entendida ésta como la imposibilidad de acceder a los recursos materiales (alimentos, hogares, vestidos…) e inmateriales (saberes, cuidados…), el 15M está empeñado en crear proyectos (como los señalados antes) capaces de ofrecer de manera directa y autogestionada este tipo de elementos. Se trata de experiencias que manifiestan una confianza y una puesta en acción de las capacidades propias, que reflejan la potencia que otorga la alegría.

Estos ejemplos ser podrían multiplicar, pero creemos que recogen lo esencial del trabajo de la alegría presente en el 15M. Hablamos de una alegría indignada, política, transformadora, creativa y múltiple, que surge y es motivo de todo un repertorio de acciones, actitudes, disposiciones y deseos…, en definitiva, una alegría que nos potencia al proporcionarnos un encuentro con nuestras capacidades.

 Las alegrías indignadas no tienen nada que ver con otros “contentos” que podemos experimentar cotidianamente y que son como los pequeños y fugaces destellos apagados propios de las vidas impotentes y adocenadas. Aquí los llamaremos “alegrías resignadas”, refiriéndonos a esos estados de ánimo alegres, aunque mínimos, en realidad, que surgen de las huidas individuales (ocio embrutecedor, consumismo, drogas…) o colectivas (encuentros religiosos, partidistas o identitarios; convenciones, ferias, fiestas…), que no hacen más que reafirmar la resignación. Las alegrías indignadas y la potencia que proporcionan, no pueden ser asimiladas a explayarse aturdido frente al televisor tras una dura jornada de trabajo sin sentido; comprarse un móvil de última generación, o el mejor coche o la ropa de moda esta temporada; ni a las excursiones de fin de semana a los centros comerciales donde abrumarse entre incitaciones a una vida de consumo insatisfactorio; ni a las celebraciones colectivas de los éxitos de nuestro equipo o partido; ni al encuentro con nuestros líderes o referentes religiosos, musicales o de otro tipo. Todo esto, en el mejor de los casos, constituye pequeños, fugaces y mentirosos disfrutes que se cuelan por los intersticios y los huecos de la vida impuesta y sirven como válvulas de escape o como abrevaderos donde reponer  fuerzas para aguantar un poco más la tristeza resignada de una cotidianidad impotente y pobre la mayor parte del tiempo.

 La alegría indignada se opone a la sistemática administración de tristeza que nos impone el 1% de las élites. Una tristeza que nos aísla, nos separa, nos ciega, nos insensibiliza, nos atemoriza, nos aleja de nuestras capacidades de acción individual y colectiva, y que, en suma, nos despotencia. Las élites avivan huracanes en nuestra contra, pero confiamos en que el viento de la alegría indignada será más fuerte.     Por ello creemos que, en las actuales circunstancias, y quizá en toda circunstancia, la alegría será indignada o no será, pero también creemos que la indignación será alegre o tampoco será. La fuerza de la alegría indignada potencia la autonomía individual y colectiva, la riqueza para todas, los cuidados, el amor… y todos aquellos ingredientes que constituyen una vida buena. Una vida buena que hay que construir entre todos y que exige la creación colectiva de una nueva realidad: una nueva forma de hacer poesía, y por qué no, una forma nueva de hacer barrio.

La alegría indignada en acción: la creación de barrio

 Y es que la alegría indignada es, además, exigente, y no se conforma con ejercicios discursivos. La intervención real sobre la vida cotidiana ha sido desde sus inicios uno de los elementos clave del quehacer quincemayista. Así, el traslado a los barrios de las asambleas en un principio centralizadas, dotó al movimiento del necesario anclaje en lo cotidiano, y redefiniendo los espacios locales como nuevos escenarios de lucha y convivencia. De este modo, el paisaje (geográfico, político, afectivo) de los barrios se ha modificado en los últimos doce meses y ello en varios sentidos.

 El espacio público supuestamente definido por urbanistas y arquitectos, que lo es en realidad por especuladores y grandes centros comerciales, tiene sus propios iconos: plazas tan relucientes como inhóspitas, mucho más apropiadas para la celebración de eventos publicitarios y ferias consumistas que para su uso público. No obstante, junto a esos grandes espacios abiertos, junto a estos desiertos urbanos, han proliferado verdaderos espacios públicos liberados. Como respuesta al embargo consumista que ocupa literalmente nuestras ciudades, se superponen ahora sobre el antiguo plano los nuevos mapas que definen estos territorios públicos reapropiados. Los nuevos senderos definen nuevas dinámicas de vida colectiva, de formas de reunirnos, de estar juntos, de agregarnos, de reconocernos y de distinguirnos fuera de los canales convencionales.

 El 15m proclama así, en la práctica, una crítica a la definición de los espacios urbanos tal y como los conocemos. Ocupar un espacio de nadie, utilizarlo, resignificarlo en un código propio, dotarlo de sentido y utilizarlo, prefigura la posibilidad real de crear espacios habitables distintos para la vida colectiva en el espacio urbano. La plaza ya no es el lugar donde se asienta el centro comercial, es el lugar de las asambleas, como el parque es el de las reuniones o el bar al que acudimos es el que cerró en la huelga general.

 El barrio no es por lo tanto tan sólo un espacio por el que transitamos, sino que también es un lugar para la memoria (actos de homenaje a lugares olvidados por los poderes públicos como la antigua Cárcel de Mujeres de Ventas, objeto de unas jornadas organizadas por la Asamblea Popular del Barrio de Salamanca), para el ejercicio activo de la solidaridad (redadas racistas paradas por miembros de la Asamblea Popular del barrio de Carabanchel), para la reivindicación de los bienes públicos (masiva organización por parte de las asambleas populares de la consulta social del agua contra la privatización del Canal de Isabel II), para el apoyo mutuo (diversas redes, bancos de tiempo, de trueque, de reciclaje… de varias asambleas), para las protestas contra la reforma laboral (diversos piquetes que actuaron en zonas tradicionalmente poco trabajadas por los sindicatos, como el propio distrito de Salamanca de Madrid ) o para la autogestión y liberación de espacios (múltiples okupaciones en las que han participado diversas asambleas populares).

Este nuevo planeamiento urbano se alimenta, desde luego, de las nuevas relaciones establecidas entre los miembros de la asamblea. De este modo personas que a pesar de vivir incluso a pocos metros de distancia no habían cruzado una palabra en años de “convivencia” han pasado a constituir una comunidad política en la que imperan elementos como el apoyo mutuo, la solidaridad o la inclusión. La imbricación entre teoría y práctica se extiende y reproduce en otro par de conceptos que los poderes entienden como dicotómico como serían la vida y la política. De este modo, la reapropiación no sólo lo es del espacio sino también del tiempo, de trabajo y de ocio, que a su vez a menudo se confunden y alimentan. En el barrio la política no es ese islote árido desarraigado de los procesos cotidianos y de las inquietudes más inmediatas. La política tiene que ver con nosotras, con nuestras vidas, con nuestros cuerpos y con el placer y la alegría (indignada) de encontrarnos y crear juntas.

]]> https://archivo.librepensamiento.org/2012/06/21/la-poesia-alegre-de-ls-indignads-creacion-de-barrio/feed/ 0 La programática del 15M https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/la-programatica-del-15m/ https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/la-programatica-del-15m/#respond Wed, 21 Mar 2012 13:09:52 +0000 https://librepensamiento.org/?p=3695 Ante las frecuentes preguntas sobre qué tipo de agente político es el 15M o cuál es su programa, el autor se interroga sobre la naturaleza del movimiento y analiza lo que entiende como “programática” del mismo, esto es, un conjunto de diagnósticos compartidos y soluciones experimentables, así como las instituciones que los hacen posible, orientados a instaurar el régimen político del común.

]]> Raimundo Viejo

Cada vez que la multitud irrumpe en la vida política institucionalizada por (y en) el régimen político, la opinión pública suele reaccionar con una serie de tópicos. El primero y más evidente es la crítica a la manera de hacer las cosas y la deslegitimación automática de cualquier forma de política que no sea la prestablecida. Sorprendidos por la inesperada aparición del convidado de piedra, los opinadores del régimen suelen clamar al cielo ensalzando las bondades de la democracia liberal y atribuyen a la desafección, la falta de cultura política o alguna otra tara supuesta a la ciudadanía, el hecho de que las demandas sociales no sean canalizadas debidamente a través de las vías previstas.

 El segundo tópico con el que se suele atacar a la multitud tiene lugar una vez que no se ha podido evitar que ésta interrumpa el normal funcionamiento del régimen. En efecto, cuando plazas y calles se transforman temporalmente en zonas autónomas y el monopolio del Estado es puesto en cuestión por la desobediencia civil, estos mismos opinadores suelen aprestarse a acusar a la multitud de poco profesional o utópica, de desconocer la complejidad de mundo y de ignorar el hecho básico de que no hay más alternativa real que la que es propuesta por el mando.

 Basta con echar un ojo a lo sucedido en el último año para darse cuenta que este segundo tópico no es más que otro ejercicio de incapacidad política; que tras la prepotencia y arrogancia con la que se trata a la gente no hay más que la impotencia del mando ante el poder constituyente. Este viejo esquema ideológico se repite, ciertamente, a cada ocasión y el 15M no ha escapado a sus tediosos mantras. Sin embargo, tampoco es menos cierto que esta línea argumental del despotismo tecnocrático (el pobre pueblo ignorante pide, pero está incapacitado para lograr) ha perdido toda credibilidad.

 En primer lugar, por el hecho básico de que en las sociedades del capitalismo cognitivo la fuerza de trabajo es la que dispone de los conocimientos que producen la riqueza y quienes mandan sólo tienen eso: el control del mando, no del conocimiento. Y aunque el capitalismo cognitivo (un capitalismo en el que el manejo de información ocupa un lugar central en la organización de la producción y reproducción de la sociedad) es de configuración tan reciente como inacabada, esta cuestión viene siendo explicada de largo en la cultura popular por el conocido dicho: “el que sabe, sabe, y el que no, es jefe”.

 Y es que si algo caracteriza al antagonismo contemporáneo es, precisamente, el desequilibrio constituyente que sitúa de una parte el control del conocimiento y de otra el control del conocedor. No es de sorprender, por tanto, que en las últimas décadas los partidos políticos ─las maquinarias de poder a las que la democracia liberal encarga la elaboración de propuestas de gobierno─ hayan sido desbordados por la capacidad del movimiento para ofrecer alternativas programáticas. Poco importa si es  el software libre, la renta básica o la deconstrucción del género; el caso es que hace tiempo que los partidos van a remolque y que, en el mejor de los casos, suelen copiar ─tarde, mal y por lo general con la única intención de hacer asimilable─ la infinidad de iniciativas que nacen en el intelecto colectivo. No es de extrañar, por lo tanto, el interés intrínseco por las propuestas del movimiento, en general, y del 15M en particular.

 Para poder tratar esta cuestión desde una perspectiva que ponga al servicio la invalidación oportunista de la programática del movimiento es preciso, sin embargo, resolver previamente otras dos cuestiones implícitas, a saber: ¿qué agencia política es la del 15M? y ¿dispone esta agencia de algo que se pueda denominar, en rigor, “programa”? El riesgo de no responder a estas preguntas nos puede conducir a dos errores habituales en los análisis: por una parte, pensar que el 15M es “un” movimiento; por otra, que tiene un “programa” como si de un partido se tratase.

 Adelantamos ya de forma sumaria nuestras respuestas: 1) el 15M no es un movimiento, sino una de expresión concreta del mismo; y 2) el 15M no tiene un programa, sino que más bien despliega lo que llamaremos una “programática”, esto es, un conjunto de diagnósticos compartidos y soluciones experimentables, así como las instituciones que los hacen posible, orientados a instaurar el régimen político del común.

 ¿Qué es 15M (y qué no)?

 La irrupción del 15M ha tenido tal impacto que en muy poco tiempo hemos visto como se ha abierto un intenso debate acerca de su naturaleza. El 15M se nos presenta así como un significante de múltiples significados: movimiento social, movimiento de movimientos, clima, sistema-red, acontecimiento, repertorio de acción colectiva… Las definiciones de lo que es o deja de ser son tantas como singularidades intentan explicar qué se oculta tras esta fecha.

 La definición más habitual del 15M lo suele describir como un nuevo tipo de movimiento social cuya novedad estriba en el uso de las redes sociales de la web 2.0 En el lenguaje habitual de las ciencias sociales de inspiración liberal, los llamados “movimientos sociales” son considerados como un actor cuya principal función es, básicamente, detectar y visibilizar por medio de la acción colectiva, los problemas que tiene la sociedad y que corresponde resolver al mando de la misma. En esta visión, huelga decirlo, los llamados movimientos sociales son vistos, al menos en sus visiones más limitadas, como simples detectores de los humos que señalan el fuego antagonista. La convicción última, no obstante, es que son (1) incapaces de solucionar per se los problemas que plantean y (2) en caso de ser de alguna utilidad están obligados a interactuar, cuando menos, con otros dos actores: los técnicos y los políticos profesionales.

 A juzgar por el 15M no parece que esta interpretación siga conservando plena validez: en primer lugar, los llamados movimientos sociales son originados no pocas veces por ciudadanos con un mejor conocimiento técnico y científico del que disponen no pocos técnicos de las administraciones; esto, claro está, si es que no son estos mismos técnicos en su rol de ciudadanos críticos. Sirva de ejemplo paradigmático de esto que estamos diciendo, el caso de los hacker y el software libre. Por más que se quiera exhibir una mayor competencia técnocientífica, resulta evidente que grupos como Anonymous cuestionan el tópico despótico ilustrado de que quien manda, manda porque está más y mejor capacitado e informado. Además, en la coyuntura actual, se han enviado al paro enormes competencias cognitivas que se aplican a dinamizar el movimiento.

 En segundo lugar, los llamados movimientos sociales sólo dependen del político profesional en un doble supuesto: carecer de instituciones propias con las que desempeñar su cometido y asumir que la complejidad de la sociedad requiere la existencia del político profesional. La idea de que sólo son instituciones las instituciones que el Estado ha integrado bajo su monopolio es un lugar común en el discurso hegemónico (y para no pocos activistas) que carece de fundamento. ¿Acaso no es una institución, pongamos por caso, un centro social okupado?

 La defensa de la figura del político profesional, por su parte, suele ignorar que cuando un régimen político refuerza la participación ciudadana y la democracia directa, la profesionalización decae. Sin salir de las democracias liberales realmente existentes, Suiza ofrece un buen ejemplo en este sentido. O por plantearlo en términos más tendenciales y menos sustantivos: ¿cuánta gente debe vivir de la política y cuánto tiempo debe destinar la ciudadanía al ejercicio de la política? Como se puede imaginar, el 15M aporta respuestas de difícil encaje en los argumentos habituales que acompañan el discurso sobre los llamados “movimientos sociales”.

 La lectura del 15M como movimiento social se proyecta más allá de la literatura académica a través de dos líneas interpretativas mutuamente complementarias. La primera incide en leer el 15M como mutación del movimiento social en un sistema-red reflejo de una nueva composición técnica del trabajo en la sociedad postfordista. La segunda enfatiza la importancia que ha tenido el cambio repertorial en el despliegue del movimiento al ir más allá de la manifestación tradicional y buscar en las plazas la creación de un nuevo repertorio de acción colectiva. Sendas lecturas tienen su interés para cuestionar las condiciones deliberativas (sistema-red) y de producción programática (repertorio de acción colectiva), pero a falta de más desarrollos nos han dicho poco de momento sobre los contenidos programáticos y los medios de su producción (la programática propiamente dicha).

 Por último, tal vez menos habituales y más filosóficas, pero no por ello menos interesantes han sido aquellas otras lecturas del significante 15M que lo han interpretado como un “clima” (Amador Fernández-Savater) o un “acontecimiento” (Raúl Sánchez Cedillo). Para estos autores, con cuyo razonamiento nos alineamos al menos en parte, el 15M no sería tanto “un” movimiento, cuanto un acontecimiento que produce un cambio de clima, una mutación de subjetividad provocada por el cambio de repertorio en el paso de la manifestación a la plaza y gracias al cual da comienzo una nueva ola de movilizaciones. Con todo, al igual que las lecturas realizadas desde el paradigma del sistema-red o desde el análisis repertorial, nos dicen poco acerca de los contenidos y la programática del 15M. Su interés, empero, consiste en aportar una lectura que deconstruye la noción de movimiento social, su subalternidad respecto a la política de partido y devuelve la política de movimiento de la subalternidad al terreno de lo político.

 ¿Programa o programática?

 Llegados a este punto podemos cuestionarnos si, efectivamente, tiene sentido hablar de un programa del 15M o si no será más útil recurrir al concepto de “programática”. La distinción entre programa y programática nos remite a las propias diferencias existentes entre dos agencias como son el partido y el movimiento, esto es, dos maneras diferentes de hacer política. Mientras que en el caso del primero el programa tiene por objeto explicitar un contrato electoral con la ciudadanía, en el caso del segundo se trata de las medidas, políticas y acuerdos que la propia ciudadanía, en el libre ejercicio de su autonomía se dota a fin de alcanzar un horizonte emancipatorio. El programa del partido responde a la exigencia de explicitar su oferta de eventual gobierno una vez cada cuatro años, la programática de movimiento lo impulsa día a día, adaptándose a las condiciones que impone a cada momento el antagonismo. El programa responde, por tanto, a la lógica del gobierno representativo, la programática a la lógica deliberativa de la democracia directa.

 De todo lo anterior se deduce que, mientras que el programa de partido es una herramienta estática que difícilmente puede asegurar el rendimiento de cuentas que se espera en una democracia de calidad, la programática es una herramienta dinámica que resulta de la interacción antagonista entre movimiento y mando, fruto de la cual no sólo se van articulando alternativas al presente estado de cosas, sino que se va experimentando en una doble tensión permanente: por una parte, con las autoridades a las que se desafía por medio de la desobediencia (antagonismo); por otra, entre las redes sociales que participan en la movilización (agonismo).

En este orden de cosas, los programas de los partidos a menudo no se encuentran disponibles más allá del calendario electoral. En no pocas ocasiones, cuando consiguen sobrevivir a las contiendas electorales para las que son elaborados ex profeso, resultan difícilmente accesibles al ciudadano. La programática del movimiento, por el contrario, al ser el conjunto de propuestas de solución a los de vectores de crítica con el mundo realmente existente, así como las modulaciones de las mismas o modificaciones en el tiempo, está accesible de manera permanente en la red y se encuentra sometida a una revisión permanente en función de la combinación de los desarrollos antagonista y agonístico del movimiento.

 En efecto, una programática que no sepa mantener el grado suficiente de antagonismo hará decaer al movimiento, agotando su potencia constituyente y facilitando la captura y apropiación por parte de los dispositivos del gobierno representativo. Así ha sucedido con todas las expresiones de la política de movimiento, otrora consideradas por la política de partido como exageración, despropósito o cosas peores y hoy presentadas como políticas de género, medioambientales y de todo tipo. A nadie sorprenda, pues, que en el declive de la ola de movilizaciones en curso se puedan llegar a producir apropiaciones obscenas por parte de los partidos, especialmente los de izquierda (de hecho ya sucede con las iniciativas sobre las hipotecas y otras).

 De igual manera, una programática que no sepa alimentar la discrepancia en el seno del movimiento (el agonismo), que ahogue su pluralismo intrínseco, que aspire a reducir a una propuesta única la diversidad de la multitud, abocará igualmente al agotamiento de la potencia constituyente. El movimiento, tal y como en su día criticó Luxemburgo a Lenin, se funda siempre en la libertad del que piensa diferente. La erradicación de la disidencia bajo los preceptos del centralismo democrático o de su variante postmoderna, el consenso unánime, no suponen para el movimiento más que el principio del fin de la ola de movilizaciones en que se encuentra inmerso.

 Así las cosas, a la hora de determinar los contenidos y los procedimentos de elaboración de la programática hemos de tener en cuenta tanto los cambios introducidos por el movimiento en su interacción con el mando como los resultantes de sus debates internos, de la búsqueda de amplios acuerdos movilizadores sin por ello incurrir en la sacralización del consenso unánime. Sobre este particular es fácil recordar múltiples ocasiones en las que el movimiento se ha visto condicionado por el veto de minorías extremadamente reducidas y más posicionadas en virtud de lógicas identitarias que en la validez argumental y/o propositiva de sus aportaciones. A pesar de ello, el movimiento ha seguido su curso, sobreponiéndose a las objeciones sin sentido; no sin pérdida ni agotamiento activista, ciertamente, pero siempre con un aprendizaje que apuntala los logros programáticos comunes.

 Principales vectores en la programática del 15M

 Dada la complejidad de los procesos deliberativos desarrollados en las plazas, redes sociales y demás espacios de movimiento, no resulta complicado imaginar la dificultad de aprehender la programática en toda su riqueza. Por este motivo, más que desde análisis descriptivos o exegéticos es en la identificación de los vectores que trazan los sucesivos momentos de movilización donde se puede establecer una metodología válida para el manejo de la programática. En este sentido, el movimiento en general, y su expresión desde el 15M más en particular, puede ser visto como el despliegue de diferentes líneas de conflicto con el mando que encuentran en distintos momentos antagonistas más o menos intensos puntos de reformulación estratégica de los acuerdos deliberativos.

 Así, por ejemplo, los éxitos cosechados por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca contra los deshaucios han incrementado el peso específico de la vivienda como vector programático, enfatizando su importancia y buscando las fisuras en el régimen allí donde se aunaban a un tiempo la desobediencia civil (el antagonismo implícito en las acciones para parar deshaucios) y la deliberación en los espacios del movimiento (el agonismo de las plazas, redes sociales y demás). A diferencia de otras cuestiones tratadas en las plazas de forma puntual ─pongamos por caso, la reforma de la ley electoral (especialmente destacada en los procesos electorales del 22M y 20N)─, la cuestión de la vivienda ha ido cobrando peso a medida que ha ido pasando el tiempo y que el movimiento ha ido atravesando momentos de antagonismo particularmente intensos (la okupación de edificios como en el caso del 15O).

 En este sentido, el 15M arranca matricialmente con las reivindicaciones de Democracia Real Ya pronto ampliadas por la incansable actividad de los grupos de trabajo, comisiones, subcomisiones y demás espacios programáticos organizados en el movimiento. Los vectores que se apuntaban en el primer documento de DRY eran los siguientes: 1) eliminación de los privilegios de la clase política; 2) contra el desempleo; 3) derecho a la vivienda; 4) servicios públicos de calidad; 5) control de las entidades bancarias; 6) fiscalidad; 7) libertades ciudadanas y democracia participativa; 8) reducción del gasto militar. Sus propuestas sirvieron de punto de partida y en el trabajo de la Asamblea de Barcelona aparecían reelaborados bajo los epígrafes siguientes: 1) eliminación de privilegios de políticos, sindicalistas y representantes religiosos; 2) laboral; 3) vivienda; 4) servicios públicos; 5) fiscalidad; y 6) medioambiente. La Asamblea de Sol, por su parte, desarrollaba una lista de 14 puntos entre los que se reiteraban aspectos como los apuntados (por ejemplo, la “reforma de las condiciones laborales de la clase política” o “Democracia participativa y directa en la que la ciudadanía tome parte activa”) y se incorporaban otros nuevos (por ejemplo, la “reducción del gasto militar” o “recuperación de la Memoria Histórica”).

 Desde un sumario análisis de contenidos no resulta complicado observar la progresión de algunos temas y la caída en el olvido de otros. Así, por ejemplo, la reforma de la ley electoral, tan importante en un primer momento, apenas fue recordada un año más tarde con motivo del #12m15m. En este primer aniversario, de hecho, los vectores se habían concentrado en cinco líneas fuerza: 1) ni un euro más a los bancos; 2) educación y sanidad, públicas y de calidad; 3) por una vivienda digna y garantizada; 4) no a la precariedad laboral/no a la reforma; y 5) renta básica universal.

 Como se puede observar tres de los cinco puntos se corresponden a los vectores en que las conflictividad social ha cobrado más peso: el educativo, con las jornadas de movilización universitarias del 17N o el 29F; la salud, con la ocupación de hospitales y huelgas del sector; y, last but not least, la huelga general del 29M contra la reforma laboral. De los otros dos puntos, el primero ha adquirido más relevancia, si cabe, a raíz del rescate y pronto se verá el impacto de momentos como las acciones de #occupymordor, #bankiaesnuestra, etc. Sobre este particular, sin duda no habrá disensos destacables.

Con el segundo, sin embargo, la cosa ha sido distinta, toda vez que en no pocas asambleas locales la propuesta de renta básica ha suscitado la reacción de sectores partidarios de conservar el marco interpretativo salarial. Sin duda, el reforzamiento de los componentes de la izquierda más conservadora tras el ciclo de la huelga general ha dificultado el reforzamiento del vector programático sobre el que puede pivotar hoy una relectura de la composición social del antagonismo. Con todo, esta tendencia ha sido contrarrestada a su vez por #rescateciudadano y otros puntos de fuga sobre los que ha adquirido más cuerpo la reivindicación de una renta básica.

 A modo de conclusión

 Hace poco más de un año, la política de movimiento atravesó un acontecimiento, el 15M, que marcó un punto de inflexión en la ola de movilizaciones que se venía desplegando a la baja a nivel estatal desde las grandes movilizaciones contra la Guerra de Iraq de 2003. Durante el tiempo transcurrido desde el 15M el movimiento ha ido desplegando una programática fundada en algunos vectores destacados que han ganado más o menos peso según la intensidad de los procesos de movilización que ha llevado adelante las redes activistas. Allí donde ya había una labor previa (caso de la PAH, por ejemplo, o de las universidades, el sindicalismo, etc.) la programática del movimiento ha conocido un notable progreso y consolidación. Donde ha dependido más de la coyuntura y del tratamiento mediático mejor o peor intencionado (caso, por ejemplo, de la ley electoral) las demandas han perdido fuerza.

 De cara al futuro, parece claro que la fortaleza del movimiento radicará en su capacidad para combinar antagonismo y agonismo de manera virtuosa y, más en particular, no dejarse arrastrar por las dinámicas de cooptación partidista. Para bien o para mal, no parece, a la vista del desarrollo y empeoramiento de la crisis, que los incentivos vayan a ser lo suficientemente poderosos como para dividir al movimiento. Queda por ver, no obstante, el despliegue de las políticas represivas y si estas administran el antagonismo por igual o si, por el contrario, optan por reforzar las tendencias de mando en la reconfiguración de la composición social. Al movimiento, en última instancia, el determinar la estrategia con la que invertir en su favor el equilibrio de fuerzas.

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Una breve historia del 15-M https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/una-breve-historia-del-15-m/ https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/una-breve-historia-del-15-m/#respond Wed, 21 Mar 2012 13:00:03 +0000 https://librepensamiento.org/?p=3691 Un año después el movimiento 15-M sigue muy vivo. A pesar de los constantes intentos de enterrarlo la celebración de su aniversario mostró que sigue manteniendo tanto su capacidad de movilización como el apoyo ciudadano. Ante una situación cada vez más deteriorada los motivos de indignación siguen vigentes, pero sobre todo el movimiento ha madurado y, confluyendo con el sindicalismo combativo, el asociacionismo vecinal o el movimiento estudiantil clásico, representa una alternativa cada vez más solida que ya se plantea ajustar cuentas con los verdaderos responsables de la actual crisis económica.

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José Candón Mena, Universidad de Sevilla

El movimiento 15-M cumple su primer aniversario. Lo que en principio sólo era una protesta puntual y aparentemente espontánea se ha convertido en un movimiento organizado que en su primer año de vida ha evolucionado ampliando y concretando reivindicaciones y estrategias. El 15-M es sobre todo una llamada a la conciencia, el germen de una nueva cultura política que se abre paso entre las envejecidas pero aún dominantes estructuras de poder. Miles de jóvenes y mayores ya no se creen el mito de esta democracia autoritaria y son cada vez más conscientes de que la movilización es la única forma de alcanzar y defender nuestros derechos y libertades.

 Todo empezó con la coordinación a través de Internet de algunos colectivos y activistas que, agrupados en la Plataforma Democracia Real Ya!, lanzaron la convocatoria a manifestarse el 15 de mayo en más de 50 ciudades españolas con el lema “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. El terreno estaba abonado para que brotara la protesta. La crisis económica, con un origen financiero y especulativo, lejos de afectar a la banca recaía sobre las clases populares. Mientras que los Estados acudían al rescate bancario incurrían en enormes déficits que luego serían utilizados como excusa para brutales recortes que afectarían de nuevo a los más desfavorecidos. La corrupción en la clase política y el total alejamiento de los ciudadanos la hacía cómplice del expolio. El plan Bolonia, la reforma laboral, el alargamiento de la edad de jubilación, la subida del IVA, la bajada de sueldos de los funcionarios, el recorte del gasto público, la privatización de las cajas de ahorro y de empresas estatales… la lista de agravios era suficiente para explicar la indignación general que se apoderaba de cada vez más capas de la población. Pero junto a los amplios motivos de descontento surgieron también motivos de esperanza que animaron la protesta. La revolución islandesa, wikileaks, protestas en Francia, Reino Unido, Grecia o Portugal y, sobre todo, la Primavera Árabe, que mostró que era posible vencer a las dictaduras, tanto militares como financieras.

 Así, a pesar del desconolocimiento de la identidad de los convocantes, o tal vez gracias a ello, las manifestaciones del 15 de mayo rebasaron todas las expectativas. El empoderamiento de esa tarde hizo que la protesta puntual se transformara en una acampada permanente, primero en la Puerta del Sol de Madrid y luego en las plazas de decenas de ciudades y pueblos. Miles de ciudadanos se acercan a las plazas para interesarse por el movimiento y organizar concentraciones de apoyo que culminan el día previo a las elecciones locales del 22 de mayo cuando, a pesar de la prohibición de la Junta Electoral, se produce un multitudinario acto de desobediencia civil.

 En Barcelona, la policía desaloja violentamente la acampada de Plaza Cataluña el 27 de mayo, aunque la actuación resulta contraproducente y los indignados vuelven a tomarla. No obstante, la ocupación de las plazas de forma indefinida era insostenible, por lo que el propio movimiento decidió cerrar esta etapa con una expansión hacia los barrios. El 28 de mayo se celebran en Madrid las primeras asambleas de barrio. Allí el movimiento se encontró con las luchas previas y apegadas al terreno de lo cotidiano, sirviendo de acicate para impulsar las luchas vecinales e impregnándose de la realidad de los problemas concretos. El 12 de junio se levanta la acampada de la Puerta del Sol en Madrid lo que cierra definitivamente esta etapa.

 Las acciones de protesta del movimiento se diversifican introduciendo nuevos temas y repertorios de protesta. Así, el 8 de junio se organiza una sentada ante el Congreso de los Diputados contra la reforma de la negociación colectiva, introduciendo por tanto la temática laboral. El 11 de junio se convocan concentraciones ante los ayuntamientos de todo el país en el día de su constitución y el 15 del mismo mes se bloquea el Parlament Catalán en protesta por los recortes sociales. En esta acción se producen algunos incidentes sin aclarar que sirven de excusa para criminalizar al movimiento.

 No obstante, éste continúa su actividad y comienza la paralización de desahucios que se convertirá en una característica del mismo. En alianza con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, organización heredera del precedente movimiento por la vivienda, el 15 de junio se frena el primer desahucio en Madrid al que seguirán muchos otros.

 El 19 de junio se celebra la primera manifestación estatal tras el 15 de mayo. La asistencia supera con creces la primera manifestación lo que evidencia la consolidación del movimiento a pesar de la crisis desatada por los incidentes del Parlament. A su vez se globaliza y se concreta la protesta en la denuncia del Pacto del Euro.

 Al día siguiente comienza una nueva forma de protesta al amparo del 15-M, las marchas indignadas que parten desde diversos puntos de la geografía española para llegar a Madrid y celebrar, el 24 de julio, una nueva manifestación en la capital. El 26 de julio una nueva marcha partirá desde Madrid hasta Bruselas.

 Durante el verano, la Puerta del Sol de Madrid vuelve a tomar protagonismo tras el desalojo por parte de la policía del punto de información del movimiento. Tras el desalojo del 2 de agosto la policía cerca la plaza que tras tres días de movilizaciones es recuperada por los activistas en un gesto simbólico de victoria. El 7 de agosto la asamblea de Málaga acampa frente al Centro de Internamiento de Extranjeros y evita la deportación de un joven argelino introduciendo el tema de la inmigración en la agenda del 15-M.

 El 28 de agosto una nueva manifestación rechaza la aprobación de una reforma express de la constitución para incluir un techo de déficit y el 6 de septiembre, por primera vez, el 15-M se encuentra con los sindicatos y partidos de izquierda, aunque organizando una marcha paralela. Poco a poco el movimiento irá confluyendo con los sindicatos aunque manteniendo una actitud crítica frente a los mismos, en especial respecto a los mayoritarios.

 El 20 de julio se había celebrado en Madrid una asamblea de profesores contra los recortes en la educación no universitaria que dará inicio a la llamada “marea verde” por la educación. El movimiento 15-M irá confluyendo con las distintas “mareas” por los recortes y la política del gobierno. La marea verde de la educación protagonizada por profesores y alumnos, la blanca por la sanidad, la azul de ecologistas y vecinos contra la privatización del agua, la marea violeta de la mujer, la roja de los desempleados, etc. Así el 18 de septiembre el 15-M y diversas mareas confluyen en una manifestación en Madrid por la educación y la sanidad y el 25 de septiembre la Plataforma de Afectados por la Hipoteca convoca manifestaciones por la vivienda a las que se suma el 15-M en unas 41 ciudades.

 Tras un verano en el que el movimiento fue capaz de mantener la conflictividad, el 15 de octubre celebra un nuevo hito con otra convocatoria de manifestaciones que esta vez tienen un eco global. El contexto internacional favorece el éxito del llamamiento global debido al aumento de la conflictividad social en países como Gran Bretaña, Portugal o Francia, el surgimiento de un sector indignado en las protestas de Grecia, el nacimiento en los EE.UU. del movimiento Occupy Wall Street, las protestas estudiantiles en Chile o los indignados de Israel junto con la precedente primavera árabe.

 En el estado español continúa el ciclo de protesta y el 17 de noviembre se celebra una jornada de movilizaciones universitarias que coincide con la octava jornada de huelga en la enseñanza pública. El 12 de diciembre llega a España, importando la idea desde Grecia, el movimiento #yonopago, que proclama la insurrección económica organizando acciones públicas para no pagar el transporte público tras la subida de tarifas. Algunas iniciativas se extienden también al pago de las autopistas.

 El 10 de febrero el 15-M y algunos sindicatos como CGT o CNT dan la primera respuesta a la reforma laboral recién aprobada con una concentración en la Puerta del Sol que termina marchando hacia el Congreso. El 16 de febrero estalla la “primavera valenciana” con las protestas en el Instituto Lluís Vives. Durante semanas los estudiantes y profesores valencianos protagonizan diversas protestas por la educación pública y contra la represión policial.

 El domingo 19 se produce una nueva respuesta a la reforma laboral con manifestaciones en todo el país que van calentando la convocatoria de huelga general. Finalmente, en la huelga general del 29 de marzo el 15-M participa activamente bajo el lema “toma la huelga”. Aunque el movimiento mantiene su actitud crítica con los sindicatos mayoritarios, se acerca al sindicalismo combativo y participa en manifestaciones alternativas y bloques críticos junto con otras organizaciones sindicales y colectivos sociales.

 Con motivo de su primer aniversario, el movimiento se volcó en una nueva movilización masiva para el 12 de mayo. Un año después las manifestaciones en las principales ciudades y pueblos volvieron a ser multitudinarias, enmarcadas en unas jornadas de lucha que en general comprendieron desde el 12 hasta el 15 de mayo. A pesar de las amenazas volvieron a desobedecerse los límites impuestos a las concentraciones en el espacio público que en varias ocasiones fueron reprimidas con dureza. Superando estas dificultades, en torno al 68% de la población, 75% entre los jóvenes, seguía sintiendo simpatía por el movimiento según una encuesta del diario El País.

 Los motivos que llevaron al surgimiento del 15-M se verían reforzados por los acontecimientos. La crisis de Bankia volvería a poner en primer plano el desastre financiero y las injustas ayudas públicas destinadas a cubrirlo. Más de un año después del 15-M y cuatro años después del estallido de la crisis y el hundimiento de Lehman Brothers se hacía evidente la responsabilidad de la banca y la burbuja inmobiliaria. Subrayar esa responsabilidad y hacer rendir cuentas a los culpables se volverá el objetivo prioritario del 15-M en esta nueva etapa. La iniciativa “15-MpaRato” propondrá en este sentido un “plan quinquenal” para juzgar a Rodrigo Rato y otros responsables del agujero financiero tapado con dinero público.

 Acompañando a las movilizaciones por la sanidad del 15 de abril o la huelga de enseñanza del 22 de mayo, que denunciaban los recortes de servicios públicos esenciales, la iniciativa para denunciar a los responsables del agujero de Bankia o las caceroladas contra La Caixa con el lema “La Caixa es Mordor” trazan una línea argumental que muestra a los desmanes de la banca y la especulación inmobiliaria, así como la inyección de dinero público para cubrir deudas privadas, como la causa real del déficit del estado que pretende solventarse con dramáticos recortes sociales. Un argumento que acalla las infundadas versiones oficiales que tratan de culpabilizar a los funcionarios, enfermos, jubilados, desempleados, inmigrantes y a la ciudadanía en general de una situación de la que solo son víctimas. El movimiento 15-M cumple así una función básica de visibilización de una realidad ocultada.

 A su vez, iniciativas locales como la paralización de desahucios o la ocupación de viviendas, como el caso de la Corrala de Vecinos La Utopía en Sevilla, dan respuesta concreta a los problemas reales de la gente que con más dureza sufre la crisis económica.

 En su primer año de vida el movimiento ha sido capaz de mantenerse y de confluir con otras movilizaciones, como las distintas mareas, y con organizaciones sindicales y estudiantiles clásicas. Se ha constituido como un espacio de movilización catalizador de las diferentes luchas sociales y como una identidad abierta desde la que confluir con otras identidades. Bajo el paraguas del 15-M muchos activistas se sienten más cómodos para integrarse en acciones como la huelga general manteniendo su independencia y su visión crítica hacia cierto sindicalismo, pero sin los recelos iniciales de ciertos sectores del movimiento hacia el sindicalismo en general.

 La agudeza de la crisis y el agresivo ataque a las clases populares invita a una confluencia que el 15-M promovió desde el principio. Con el país al borde del rescate y la lección de Grecia, donde los recortes y ajustes sociales impulsados por las instituciones neoliberales muestran su absoluta ineficacia ante una población que ya rechaza en masa la supuesta ayuda europea, el 15-M puede constituir la base de una auténtica oposición a la Europa del capital, sobre todo en caso de que la situación se siga deteriorando.

 Sea como fuere, el valor del movimiento como momento de aprendizaje y repolitización, como estreno de una nueva generación de activistas, como renovación de prácticas y discursos alternativos a veces anquilosados, como cuestionamiento directo a la cultura de la transición dominante y esbozo de una nueva cultura política, es evidente. Puede que el 15-M no haya sido capaz, al menos en este primer año de existencia, de cambiar una sola de las políticas neoliberales que hicieron estallar la indignación, pero sin duda ha contribuido a configurar el actor social que deberá afrontar ese reto en el futuro. Si la situación de hace un año hizo posible la repentina emergencia de esta ola de confrontación social no debería sorprender que, incluso si llega a desvanecerse, resurja con más fuerza en el futuro.

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15-M. Reflexiones y visiones escritas https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/15-m-reflexiones-y-visiones-escritas/ https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/15-m-reflexiones-y-visiones-escritas/#respond Wed, 21 Mar 2012 11:15:41 +0000 https://librepensamiento.org/?p=3707 El movimiento 15-M ha tenido la virtud de enmarcar una reflexión sobre la crisis sistémica que va más allá de los parámetros económicos y la búsqueda de alternativas al modelo de capitalismo financiero especulativo (un ejemplo de ello es la interesante contribución muy centrada en el caso español debida a  V. Navarro, J. Torres y A. Garzón 2) como las llamadas a la reflexión y la acción por parte del panfleto Indignaos (en el sentido más amplio y enriquecedor de la palabra) de Sthépane Hassel.

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El movimiento 15-M ha tenido la virtud de enmarcar una reflexión sobre la crisis sistémica que va más allá de los parámetros económicos y la búsqueda de alternativas al modelo de capitalismo financiero especulativo (un ejemplo de ello es la interesante contribución muy centrada en el caso español debida a  V. Navarro, J. Torres y A. Garzón 2) como las llamadas a la reflexión y la acción por parte del panfleto Indignaos (en el sentido más amplio y enriquecedor de la palabra) de Sthépane Hassel. No obstante, no hay que olvidar la contribución de Tony Judt 1 como guía a aquellos que tratan de articular sus objeciones a nuestra forma de vida y constituye un desafío a oponernos a los males de nuestra sociedad y afrontar críticamente el mundo en el que vivimos. ¿En qué podemos creer?, ¿qué debemos hacer? para acabar con esta sensación general de frustración que nos invade. En esa misma dirección, las desiguales contribuciones compendiadas en  6,7 abarcan diversas perspectivas críticas del estado del malestar  en que se  encuentra nuestro país.

Desde dentro del 15-M, hay que resaltar dos aportaciones de Carlos Taibo 4,5. La primera de ellas, surgida al inmediato calor de las acciones en torno a esa fecha, incluye  la intervención de Carlos al finalizar la manifestación convocada por la Plataforma Democracia Real YA el día 15 de Mayo de 2011, que incorpora la reflexión sobre las razones que explican el impacto del movimiento en la anquilosada vida socio-política española, no solo reducida al bipartidismo PPSOE sino a una exclusión de facto y el silencio de otras opciones alternativas al pensamiento único que pretende darnos una visión economicista de la salida a la crisis en la que estamos sumidos. Esa visión de crítica radical se complementa con una voluntad expresa de ver más allá de la inmediatez reduccionista a la que nos ha abocado el Sistema de dominación no solo económica (crecimiento sin sentido, agresividad medioambiental) sino de anulación de las pulsiones colectivas en base al “sálvese quien pueda” que constituye la palabra clave de la receta neoliberal y autoritaria. Como complemento, la aportación3 cubre otra visión crítica sobre perspectivas que diseccionan el movimiento de indignación colectiva protagonizado por diversos sectores afectados por las diferentes caras de la crisis. Más allá de los problemas de una juventud sin futuro, de los desahucios, de la crisis de la vivienda y los desalojos, del nuevo orden policial y penal contra la disidencia, vislumbrar recorridos y reaccionar colectivamente se convierte en un eje de vida.

 (1)   T. Judt, Algo va mal. Editorial Taurus. Madrid, 2011.

 (2)   V. Navarro, J. Torres, A. Garzón, Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar en España. SEQUITUR. ATTAC España. 2011.

 (3) F. Rodrigo Mora, P. Esteban, F. G. Rubio, Pensar el 15M y otros textos, Editorial Manuscritos, Madrid, 2011

(4) C. Taibo, Nada será como antes. Sobre el movimiento 15-M. Los libros de la Catarata. Madrid,  2011.

(5) C. Taibo, El  15-M en sesenta preguntas. Los libros de la Catarata. Madrid,  2011.

 (6) VV. AA. Reacciona. 10 razones por las que debes actuar frente a la crisis económica, política y social. Editorial Aguilar. Madrid,  2011.

 (7) VV. AA. Actúa. 12 llamadas a la acción frente a la crisis económica, política y social. Debate. Barcelona, 2012.

Félix Rodrigo Mora – Prado Esteban – Frank G. Rubio

¿Presenciamos un despertar generalizado de la conciencia, o sólo la pataleta de quienes no desean despertar de su adictivo sueño de opulencia y progreso? Para clarificar la turbia mezcla de realidades que envuelven el fenómeno del 15M necesitamos tiempo y reflexiones lúcidas, y en este libro encontraremos algunas de ellas. Tenemos la responsabilidad de inventar otras maneras de vivir. De eso se trata, y no de retornar a esa Arcadia del Bienestar y el consumo, verdadero origen del estado de infrahumanidad e indignidad que padecemos y con el que muchas veces, a sabiendas o no, colaboramos.

 Estas páginas ofrecen una interpretación de lo que ha significado el movimiento que vio la luz, en Madrid y en otros lugares, el 15 de mayo de 2011. En él se plasman las dos grandes percepciones que coexisten en su interior, los rasgos fundamentales de su propuesta programática, la reacción provocada en las gentes de orden, el eco mediático alcanzado y, en fin, las perspectivas de futuro que se han abierto. En él se apuesta por su impulso hacia un amplio proceso de autogestión y creación de espacios autónomos.

 Con una pedagógica aproximación a las razones del inesperado éxito del movimiento 15-M, de su entorno y las formas que  ha adoptado,  se analizan los diferentes componentes que lo articulan, su incipiente propuesta programática, los acosos que ha padecido, la reacción que ha provocado en la izquierda tradicional, el futuro que cabe augurarle y, en suma, los retos y los grandes problemas de fondo que están llamados a marcar ese futuro.

 El mundo se está convirtiendo así en un lugar más diverso en algunos aspectos, pero más uniforme en otros. Pero en todos ellos existe un cambio real de poder: hay un desplazamiento del poder del pueblo trabajador de las distintas partes del mundo hacia una enorme concentración de poder y riqueza. La literatura económica del mundo empresarial y las consultorías a los inversores súper ricos señalan que el sistema mundial se está dividiendo en dos bloques: la plutocracia, un grupo muy importante, con enormes riquezas, y el resto, en una sociedad global en la cual el crecimiento −que en una gran parte es destructivo y está muy desperdiciado−beneficia a una minoría de personas extraordinariamente ricas, que dirigen el consumo de tales recursos. Y por otra parte existen los «no ricos», la enorme mayoría, referida en ocasiones como el «precariado» global, la fuerza laboral que vive de manera precaria, entre la que se incluye mil millones de personas que casi no alcanzan a sobrevivir. Estos desarrollos no se deben a leyes de la naturaleza o a leyes económicas o a otras fuerzas impersonales, sino al resultado de decisiones específicas dentro de estructuras institucionales que los favorecen. Esto continuará, a no ser que estas decisiones y planes se reviertan mediante acción y movilizaciones populares con compromisos dedicados a programas que abarquen desde remedios factibles a corto plazo hasta otras propuestas a más largo plazo que cuestionen la autoridad ilegítima y las instituciones opresivas entre las que reside el poder. Es importante, por lo tanto, acentuar que hay alternativas. Las movilizaciones del 15M son una ilustración inspiradora que muestra qué es lo que puede y debe hacerse para no continuar la marcha que nos está llevando a un abismo, a un mundo que debería horrorizar a todas las personas decentes, que será incluso más opresivo que la realidad existente hoy en día. (Del prólogo de Noam Chomsky)

]]> https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/15-m-reflexiones-y-visiones-escritas/feed/ 0 El sorprendente ritmo de las revueltas https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/el-sorprendente-ritmo-de-las-revueltas/ https://archivo.librepensamiento.org/2012/03/21/el-sorprendente-ritmo-de-las-revueltas/#respond Wed, 21 Mar 2012 11:10:52 +0000 https://librepensamiento.org/?p=3689 Las más de las veces las revueltas surgen de forma repentina y nos sorprenden cuando menos las esperamos. Cabe preguntarse si las energías que impulsan sus variadas y episódicas manifestaciones anidan permanente y de forma latente en el cuerpo social  esperando que se den las condiciones para brotar a la superficie o si, por lo contrario, se constituyen de forma siempre novedosa desde dentro de las propias condiciones sociales que les dan forma. Se esbozan en este artículo algunas reflexiones sobre las revueltas que nos toca, y que nos tocará, vivir en las primeras décadas del siglo XXI.  

]]> Tomás Ibáñez . Movimiento Libertario

París en 1968; Berlín y la plaza Tienanmen  en 1989; Seattle en  1999; Atenas en 2008; la plaza Tahir en 2011, un poco más tarde ese mismo año la plaza del Sol y la de Catalunya, seguidas por Wall Street…

Periódicamente, sin que se manifieste regularidad alguna en cuanto a la frecuencia del fenómeno, ni que consigamos captar la más mínima regla de sucesión temporal, el horizonte social se quiebra de relámpagos que nadie había previsto un instante antes. Repentinamente, ya sea aquí mismo, o un poco más lejos, o en las antípodas, la triste y gris sumisión cotidiana se rompe y se transforma en potentes vientos de revuelta. Asistimos  entonces a unas imprevisibles explosiones populares que animan nuestros corazones y que logran sacudir, o incluso resquebrajar en algunas ocasiones, los pilares de las instituciones dominantes.

El hecho mismo de que cada nueva explosión social nos coja desprevenidos debería hacernos reflexionar, tanto más cuanto que vamos a seguir experimentando sorpresas durante largo tiempo ¿o es que alguien  se atrevería a aventurar con alguna precisión dónde y cuándo surgirá el próximo episodio que dejará su huella en la larga historia de las revueltas? Desengañémonos, sea cual sea nuestra perspicacia política el próximo episodio nos sorprenderá de nuevo y nos confrontará una vez más con el misterio de esta alternancia irregular y aparentemente caprichosa entre largas fases de desesperante atonía social y breves periodos de embriagadora efervescencia.

Se trata de un misterio que encuentra sin embargo alguna luz en las metáforas que solemos usar para representarnos las erupciones sociales. Una de las que acuden con mayor frecuencia a nuestra mente es la de un volcán que sólo proyecta por intermitencia el magma incandescente que arde continuamente en sus entrañas. Otras metáforas de las insurrecciones sociales aluden a los terremotos que sacuden repentinamente un suelo hasta entonces inerte, o remiten a los imparables tsunamis que se abalanzan bruscamente sobre las costas. Se trata, al igual que ocurre con los volcanes, de fenómenos ciertamente episódicos y escasamente previsibles, al menos con exactitud, pero que, sin embargo, hunden sus raíces en un movimiento continuo como es el del lento desplazamiento de las placas geológicas.

En todas estas metáforas que evocan las revueltas populares encontramos la idea fuerza de una continuidad de fondo, sorda y secreta,  que da lugar sin embargo a manifestaciones episódicas, ensordecedoras y espectaculares. En realidad, la discontinuidad sería tan solo una apariencia, similar a la que evoca el curso del Guadiana: la sorpresa que experimentamos cuando el rio reaparece ante nuestra mirada  no resulta sino de nuestra ignorancia o de nuestro olvido del recorrido subterráneo.

Nuestras metáforas más habituales sugieren que las explosiones sociales constituyen la brusca manifestación de un fuego que arde permanentemente en los más profundos pliegues de la historia, y que representan el resurgir episódico, incluso cíclico, de esa incandescencia a la que nos gusta imaginar bajo los rasgos de una aspiración colectiva a la libertad y de una resistencia subterránea contra el dominio.

Desde este punto de vista la metáfora del volcán no podría ser más sugerente. En efecto, tanto si son distantes como si se hallan cercanas en el tiempo las diversas erupciones de un volcán provienen de un mismo substrato que las alimenta todas, y que les confiere un carácter común por debajo de los numerosos aspectos que las diferencian. Lo mismo ocurriría con las erupciones sociales, más allá de su indudable diversidad todas descansarían sobre un zócalo común, y serían alimentadas por una misma dimensión de la condición humana: la revuelta milenaria contra la opresión, la humillación o la injusticia. En la medida en que todas las revueltas  implican por definición un rechazo de las condiciones contra las que se alzan y, simultáneamente, una exigencia de transformación de esas condiciones, está claro que todas participan de una forma común y parecen compartir un mismo origen que recibe a menudo el nombre de descontento popular.

Una idea ampliamente difundida nos dice que las energías sociales necesarias para hacer surgir potentes movimientos de revuelta social se encuentran en estado latente en el cuerpo social, y que se liberan bruscamente cuando la voluntad de cambio, estimulada por un empeoramiento de las condiciones de vida o por el activismo militante, consigue crear situaciones de enfrentamiento directo. Cuando estas energías sociales irrumpen a la superficie el gran reto que deben afrontar los militantes consiste en conseguir  que los movimientos  de revuelta cristalicen, impidiendo que se diluyan velozmente. Se trata de lograr estabilizar sus potencialidades, consolidarlos, anclarlos en el espacio y en el tiempo para transformarlos así en trampolines  que permitan llegar más lejos en el siguiente salto.

No obstante, en contraposición a las concepciones vehiculadas por las mencionadas metáforas, cabe preguntarse si las revueltas populares no constituirían más bien  “creaciones” sociales en el sentido fuerte del término “creación”, es decir, “acontecimientos” que se crean ex-novo en el campo histórico social y que, por ser precisamente “acontecimientos”, no están  totalmente pre-contenidos en las condiciones que anteceden a su existencia.

En efecto, si reflexionamos sobre lo ocurrido en Mayo 68, o sobre las ocupaciones de las plazas de Madrid o de Barcelona a partir del 15 de Mayo de 2011, vemos que las energías sociales que se despliegan en las grandes revueltas sociales no prexisten necesariamente al inicio de las movilizaciones.  Es, más bien, como si surgiesen desde el interior de las propias movilizaciones y fuesen acompasando el posterior desarrollo de las luchas. Estas energías se constituyen en el seno mismo de las situaciones de enfrentamiento y es probablemente por eso por lo cual las grandes erupciones sociales tienen un carácter imprevisible y se presentan bajo los rasgos de la espontaneidad.

Pero cuidado, hablar de acontecimientos, de imprevisibilidad y de espontaneidad no implica en absoluto una denegación de causalidad. Obviamente, es necesario que se encuentren efectivamente reunidas ciertas condiciones antecedentes para que estallen revueltas importantes. En este mismo orden de cosas, el hecho de que revueltas similares estallen casi al mismo tiempo en regiones del globo relativamente distantes (véanse las múltiples revueltas del año 1968, o aquellas, en cascada, de los países árabes) indica claramente la presencia en todas esas regiones de condiciones previas suficientemente parecidas. Negarlo conduciría a atribuir esta casi simultaneidad al solo efecto de un fenómeno de contagio y de reacción mimética, lo cual no parece muy plausible.

Asimismo, hablar de acontecimientos, de imprevisibilidad y de espontaneidad no significa  que  se pueda prescindir del trabajo de agitación política y social, de la actividad de difusión de las ideas subversivas, o de la labor de preparación del terreno para futuras revueltas. Todo esto es imprescindible aun sabiendo que cuando estallen las revueltas estas sacarán su fuerza de ciertas características de su propio desarrollo más que de la previa preparación del terreno.

En este mismo orden de ideas, también es cierto que cada nueva revuelta encuentra elementos valiosos en la larga memoria de las revueltas anteriores, porque aunque las erupciones populares sean discontinuas parece que un hilo rojo las  conecte entre sí. Sin duda,  la marca dejada en el imaginario por las luchas anteriores alimenta las revueltas posteriores, sin embargo, por profunda que sea esta marca no basta  para activarlas. Las personas no se lanzan al combate apoyándose sobre las huellas dejadas por las luchas pasadas sino que lo hacen porque reaccionan contra lo que perciben como una injusticia, una agresión o un abuso en el momento presente. En su inicio la movilización siempre nace como replica a una situación que ya no se soporta o ante un hecho que no se acepta, y solo posteriormente  la dinámica que se instaura en este movimiento inicial le permitirá adquirir, o no, la amplitud suficiente para alcanzar el rango de acontecimiento histórico. El imaginario y la memoria se incorporan eventualmente al movimiento durante su desarrollo aportándole valiosos ingredientes, pero no lo crean  ni presiden  a su eclosión.

Dando por supuesto que las causas de la revuelta deben estar efectivamente presentes para que esta pueda estallar, aún permanece el interrogante sobre las razones por las cuales, aun estando presentes esas causas, la revuelta puede no llegar a producirse, o por lo contrario puede alcanzar una amplitud extraordinaria, o también,  puede extinguirse rápidamente. Algunas de esas razones son fáciles de adivinar. Así por ejemplo, es obvio que la intensidad del control que ejerce un sistema de dominio en unas circunstancias históricas determinadas puede explicar que la revuelta no llegue ni siquiera a manifestarse, también es obvio que la contundencia de la represión puede hacer que esta se extinga rápidamente, y está claro por fin que la intensidad del descontento puede explicar su expansión, pero otros factores intervienen igualmente para propulsar o para inhibir la fuerza de la revuelta. Para intentar acotarlos puede ser útil distinguir entre dos grandes tipos de rebeliones.

Un primer tipo de rebelión es inherente al propio funcionamiento del sistema. En efecto, las luchas que transforman el descontento social en un enfrentamiento directo pueden ser masivas, duras, violentas, y, en el mejor de los casos, pueden hacer retroceder el poder político, arrancar ciertas concesiones a los poderes económicos, o incluso modificar el tablero político haciendo caer gobiernos y propiciando la convocatoria de elecciones, pero estas luchas solo son la expresión de la conflictividad social inherente al sistema, y se inscriben en la lógica de su propio funcionamiento. Un funcionamiento que esta hecho de una tensión y de una lucha permanente entre dominados y dominantes, con  constantes reajustes de las relaciones de fuerza que presiden á la creación y a la distribución de las riquezas o a la toma de decisiones políticas. La revuelta se presenta entonces como un momento particularmente agudo  de un conflicto de intereses que se encuentra en la base misma de nuestro tipo de sociedad y su desenlace toma la forma de una redistribución de los intereses en juegos que puede beneficiar o perjudicar a los actores de la revuelta según sea el resultado final de la fase de confrontación directa.

Una metáfora que ilustra bastante bien el juego reglado de las luchas sociales ancladas sobre los conflictos de intereses es la del flujo y el reflujo de las olas en las playas. La ola se rompe sobre la playa, retrocede unos metros y se adelanta nuevamente, incansablemente. El flujo y el reflujo de las olas sobre la playa, o el de las mareas si cambiamos de escala, es una imagen apreciada por quienes gustan  hablar de fases de repliegue y de ofensiva del movimiento obrero. Es bien cierto que los avances y los retrocesos de ciertas luchas sociales miman el ir y venir de las olas y de las  mareas, exceptuando su  regularidad, pero esta imagen connota también la idea de una monótona repetición incapaz de trastocar el orden profundo de las cosas.

En este tipo de revuelta, que se expresa mediante la huelga o la manifestación callejera, el objetivo que se persigue consiste en dar la máxima visibilidad a un desacuerdo, en expresar colectivamente una exigencia, y en forzar un cambio que vaya en la dirección de satisfacer lo que se reclama. Toda la lucha se vuelca en la resolución del problema bien preciso que la ha provocado y se agota en ese objetivo. En este tipo de movimiento la expansión o no de la revuelta sólo depende, por una parte, de la intensidad del descontento social que la espolea y, por otra parte, de la intensidad de la represión ejercida para contenerla y eliminarla. Así, por ejemplo, la radicalidad y la amplitud de las movilizaciones que sacuden Grecia estos últimos meses dan la medida del altísimo nivel alcanzado por el descontento popular y solo la represión impide por ahora que consigan lo que exigen.

Sin embargo ocurre algunas veces que las luchas  surgidas del descontento social propician el despliegue de una creatividad social que cuestiona y que hace tambalear la lógica misma del sistema. Se dibuja entonces un segundo tipo de movimiento de revuelta que se aparta del juego más o menos reglado de la conflictividad social suscitada por los conflictos de intereses. Podemos reconocer este segundo tipo de movimiento en  los acontecimientos de Mayo 68, en el movimiento del 15 M, o, muy parcialmente, en la plaza Tahir, por citar tan solo algunos ejemplos.

Cuando se dibuja un movimiento de este tipo, vemos cómo las muchedumbres que invaden las calles y los lugares públicos no lo hacen  sólo para protestar contra tal o cual agravio, o para exigir tal o cual medida, sino también para instituirse, o mejor, para  auto-instituirse como un nuevo sujeto político. Este proceso de auto-institución que toma lugar en el seno mismo de las movilizaciones requiere que las personas se organicen, conversen, elaboren colectivamente un discurso político que les sea propio y que construyan en común los elementos necesarios para mantener en pie la movilización y para desarrollar su acción política. Eso exige que se haga trabajar la imaginación para crear espacios, construir condiciones, elaborar procedimientos que den a las personas la posibilidad de elaborar, por sí-mismas y colectivamente, su propia agenda al margen de consignas venidas de lugares exteriores al propio lugar de las movilizaciones.

Este trabajo de creación de un nuevo sujeto político toma entonces la delantera sobre las reivindicaciones particulares que han suscitado la movilización. De hecho, el paso de un tipo de movimiento al otro parece producirse cuando las situaciones iniciales de confrontación consiguen sustraer determinados espacios a los dispositivos de poder que los controlan, logran desbordar lo instituido, alcanzan a liberar un trozo de la realidad del poder que lo ha investido, creando de esta forma un vacío de poder en determinadas esferas sociales. En este tipo de situación se forman nuevas energías sociales que se añaden a las que provienen del descontento social inicial, estas energías se retro-alimentan, pierden intensidad por momentos para, en el instante siguiente, volver a crecer con más fuerza al igual que ocurre con las tormentas. El hecho de subvertir los funcionamientos habituales y los usos establecidos, de ocupar los espacios, de transformar los lugares de paso en lugares de encuentro y de palabra, todo eso activa una creatividad colectiva que inventa en  cada instante nuevas maneras de extender la subversión y de hacerla proliferar.

Los espacios liberados engendran nuevas relaciones sociales que crean a su vez nuevos vínculos sociales, las personas se transforman, y se politizan, en muy pocos días, no superficialmente sino profundamente, con una rapidez increíble. De hecho, son las realizaciones concretas que se consiguen llevar a cabo, en el aquí y ahora de la lucha, las que consiguen motivar a las personas, las que logran incitarlas a ir más lejos, y les hacen ver que otros modos de vivir son posibles. Pero para que estas realizaciones puedan crearse es necesario que las personas se sientan protagonistas, que decidan por ellas-mismas, y es cuando son realmente protagonistas, y cuando se sienten realmente como tales, cuando se implican totalmente, lanzando todo su cuerpo en el desarrollo de la lucha y consiguiendo que el movimiento de revuelta se amplifique mucho más allá de lo que dejaba presagiar el descontento instigador de los primeros enfrentamientos.

Aun suponiendo que el análisis esbozado hasta aquí encierre algunos elementos razonablemente aceptables, éste no nos proporciona receta alguna para transitar desde el primer tipo de movimiento hasta ese segundo tipo que se corresponde más íntimamente con las concepciones y con los deseos anarquistas. Tampoco nos ofrece la menor indicación sobre las condiciones que deberíamos arbitrar para hacer que estos movimientos perduren en el tiempo. Todo parece indicar, al contrario, que su carácter volátil y efímero va a acentuarse a medida que se ensancha el ciberespacio y que proliferan las redes sociales basadas en los intercambios electrónicos.

Ya en el 2006 subrayaba en la revista francesa Réfractions qué: «… las luchas actuales tienen un carácter episódico y discontinuo. Efímeras y ampliamente imprevisibles las movilizaciones de masa surgen como unas erupciones que no resulta fácil descifrar… hoy en día los principales núcleos activistas surgen, puntualmente y sin estabilidad temporal, a partir de la esfera de los no organizados o de los débilmente organizados, de los no militantes o, a lo sumo, de los militantes intermitentes. »

Seis años después estas características se han acentuado aun más, y podemos arriesgarnos a aventurar que las grandes movilizaciones populares van a multiplicarse por el mundo, van a sucederse a un ritmo mucho más apresurado y que van a ser cada vez más imprevisibles. Una de las causas principales de esta proliferación y de esta aceleración se encuentra probablemente en el hecho de que la conexión permanente entre centenares de millares de personas, mediante Facebook y Twitter entre otras redes, dibuja los contornos de una multitud virtual que puede materializarse en cualquier momento con una rapidez inaudita.

No obstante, si las movilizaciones surgen con celeridad también se disuelven casi tan rápidamente como se constituyen. Es como si aquello mismo que hace posible la rápida creación de un movimiento de masa impidiese al mismo tiempo su estabilización y su consolidación sobre la larga y la mediana duración. Pero esto no debería sorprendernos porque la rapidez con la cual se forma hoy en día una movilización masiva se debe en parte al hecho de que se constituye sin infraestructuras previas, sin ningún anclaje fijo en el espacio, sin que exista un corpus de experiencias compartidas y una historia común. Se constituye en la fluidez de lo que se podría llamar lo inmaterial, llevado por las ondas por así decirlo, y esto mismo que favorece su rápida constitución se vuelve contra sus posibilidades de perdurar.

No hace mucho tiempo las grandes concentraciones tenían que ser convocadas por estructuras organizativas estables, sindicatos o partidos, arraigadas en el territorio y avaladas por una antigüedad suficiente, una vez lanzada esa convocatoria debía ser difundida por los militantes y los simpatizantes de estas organizaciones. Hoy la convocatoria puede provenir de otros lugares, y recurrir á otras cajas de resonancia que se revelan igual de eficaces y mucho más eficientes.

Pese a la enorme incertidumbre y a las fuertes dudas que siempre acompañan cualquier apuesta sobre el futuro, sigo convencido de que el ritmo de las revueltas va a ser cada vez más espasmódico, cada vez más imprevisible, y que éstas serán sin duda de muy corta duración porque las características de las sociedades actuales —velocidad, comunicación, conectividad, etc.— facilitan la eclosión de los movimientos de rebelión al mismo tiempo que  los condenan a ser efímeros. Si este panorama político se confirmase, deberíamos afrontar con cierta urgencia al menos dos interrogantes.

El  primero hace referencia a nuestra capacidad de adaptación a nuevas formas de lucha que desafían, por un lado, buen número de esquemas laboriosamente elaborados durante  cerca de dos siglos de lucha por un cambio social radical y libertario, pero que, por otro lado, parecen congeniar con algunos de los principios libertarios más genuinos y demostrar su validez. ¿Cómo redefinir en este nuevo contexto la función de nuestras organizaciones, las modalidades de nuestras intervenciones, nuestro tipo de inserción en las revueltas, los ritmos de nuestros compromisos?

La segunda cuestión consiste en saber si las nuevas características de las revueltas sociales  van a disminuir o a incrementar las posibilidades de poner en jaque el actual sistema social y forzar su transformación radical. ¿Estas nuevas características van a brindar un respiro a las fuerzas que controlan el sistema, van a permitirles afrontar los movimientos de revuelta en mejores condiciones, o, al contrario, van a crearles más dificultades, sembrar el desconcierto en sus actuaciones, y hacerles correr mayores riesgos de desestabilización?

El hecho de que debamos celebrar o lamentar en un futuro cercano la emergencia de estos nuevos movimientos dependerá, por supuesto, de las respuestas que reciban estos dos interrogantes, pero sean cuales sean las respuestas, todo parece indicar que las nuevas características de las revueltas van a definir durante un tiempo probablemente largo el contexto en el que se desarrollarán nuestras luchas.

 

Traducido y adaptado del texto publicado en el número 28 de  la revista Réfractions (Paris, mayo 2012)

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15M: recuperación de la esfera pública https://archivo.librepensamiento.org/2011/09/21/15m-recuperacion-de-la-esfera-publica/ https://archivo.librepensamiento.org/2011/09/21/15m-recuperacion-de-la-esfera-publica/#respond Wed, 21 Sep 2011 09:00:54 +0000 https://librepensamiento.org/?p=3326 Al sindicalismo en general y al anarcosindicalismo en particular también le ha pillado totalmente desprevenido conceptual, discursiva y organizativamente una explosión social como es la del Movimiento 15M, que ha aparcado de manera definitiva discusiones bizantinas como si es útil o no Internet como herramienta de lucha y coordinación o las asambleas y la horizontalidad como manera de articular la acción colectiva y la toma de decisiones. Desde las organizaciones sindicales se deberían aprovechar estos momentos de concienciación y movilización para reforzar sus luchas y enriquecer sus debates, así como colaborar de forma asamblearia y horizontal con el 15M.

“pase lo que pase, ahora sé que cuando me preocupe algo

podré ir a una plaza a encontrarme con gente con quien hablarlo”

 

En la actualidad el 15M se queda a la puerta de las empresas, y desde los sindicatos no se ve con buenos ojos los intentos por parte de sectores del movimiento de hacer algo tan elemental como asambleas en los centros de trabajo, probablemente porque esto cuestiona también el trabajo realizado durante muchos años desde el mundo sindical alternativo a CCOO y UGT (mundo sindical prácticamente desconocido para la gran mayoría de nuevos activistas). Esperemos que esta entrevista a una activista del ámbito de Madrid sirva para dar pistas en la inevitable e ineludible colaboración entre el sindicalismo y el Movimiento 15M.

 

 – Desde el 15 de mayo hasta ahora ¿qué ha cambiado para que la gente salga masivamente a la calle, en movilizaciones no legalizadas y donde nos encontramos al menos en Madrid asambleas con un montón de personas todos los días?

El otro día me dijeron «pase lo que pase, ahora sé que cuando me preocupe algo podré ir a una plaza a encontrarme con gente con quien hablarlo». Muchas personas cuentan que antes del 15M se sentían aisladas, no podían hablar de política porque parecía no interesar a nadie. Las que sí lo hacíamos y participábamos en colectivos estábamos escondidas, conformándonos con los centros sociales okupados, radios libres, locales asociativos y otros espacios muy pertinentes pero poco visibles. Ahora nos encontramos todas en las plazas más céntricas de cada ciudad porque sabemos que esos sitios también nos corresponden. Estamos recuperando territorio y lenguaje: Sol ya no es sólo la estación de un centro comercial, la política ya no es sólo lo que hacen los partidos. En las plazas gestamos un nuevo sentido (de lo) común, otra forma de vivir lo público porque no reconocemos la legitimidad de quienes pretenden regularlo. Antes del 15M la Gran Vía sólo se cortaba para la Noche en Blanco o eventos mercantiles similares. También era la típica ocurrencia de después de una mani, cortar durante 5 minutos y llevarse una carga policial. Este mes de agosto nos hemos manifestado y asambleado allí 6 ó 7 veces. Tranquilamente.

 

– ¿Cómo crees que es más adecuado nombrar a lo que está naciendo: Movimiento 15M, Movimiento de Indignadxs, es necesario nombrar de una única manera todas las dinámicas que se están dando?

Lo de ‘indignados’ me suena a alguien que quiere vender libros (por cierto, a Hessel le edita el mismo grupo que publica La Razón). Me parece más adecuado 15M por su indefinición: es sólo la fecha de un día en que empezamos a construir juntas ese sentido común. No necesitamos etiquetas

ni no-logos. Y sin #, por favor, que no todo es Twitter y sin tuitear también existiríamos.

– ¿Cuál crees que es el papel que ha jugado la prensa en las movilizaciones? Pienso que ha habido cambios notables en la línea editorial de periódicos y televisiones…

En los primeros días hizo un fantástico papel publicitario, gracias a ella llegamos al público mayoritario. Aquellas portadas con vistas aéreas de Sol abarrotada y las conexiones en directo desde La Noria o El programa de Ana Rosa manifiestan nuestra recuperación de la esfera pública. De repente podíamos hablar con nuestras vecinas sobre lo que sale en la tele. Pasada la novedad, llegan los encuadres habituales: tratar de dividirnos entre buenos y malos, las presiones para que lleguemos a «algo» (como si los únicos productos políticos posibles fueran un partido y una tabla de reivindicaciones), las típicas manipulaciones burdas y las empresas que dan a su nicho de mercado lo que quieren (por eso La Sexta y Público nunca han dejado de hablar mucho y bien del 15M). Sobre cambios de línea editorial, para mí el más claro fue cuando el 15M madrileño dejó de caer simpático al Grupo Prisa, a primeros de agosto. Se notó que alguien ahí arriba estaba nervioso y ordenaron cerrar el grifo del buenrollismo.

Me quedo con dos cosas. Primero, la sobreexposición de la violencia policial. Alguien decía que no es que la policía ahora sea peor, es que los móviles son mejores, pero actuaciones como las del equipo de Susana Griso desde Plaça Catalunya o la cobertura de los abusos durante la JMJ también son una publicidad impagable. Más de fondo, la evidencia de que la fractura de legitimidad también afecta a los medios de comunicación corporativos. Cuando un periodista no puede hacer su conexión en directo porque gritan «televisión manipulación» o le cortan el cable, debería pensar lo mismo que un político cuando se expone a insultos en la puerta del Parlamento: que está haciendo su trabajo muy muy mal. Lamentablemente estamos viendo poca autocrítica, parece que todo el mundo opta por coger un helicóptero.

 

– El debate clásico sobre la contrainformación o sobre el papel de internet en los medios sociales ya ha estallado: ahora mismo se utiliza de altavoz tanto los medios oficiales/corporativos (raro es el día que no haya una noticia o columna sobre el 15M) como medios y redes propias, y es innegable la fuerza que da el uso de internet. ¿De qué medios se ha dotado los grupos detrás de las movilizaciones vinculadas al 15M?, ¿los niveles de audiencia son ya equiparables a los medios tradicionales?

La contrainformación por internet tuvo un papel fundamental en la gestación del malestar que explotó el 15M. Con la hemeroteca de Google cualquiera puede escribir un mail agitador, juntar por ejemplo datos sobre gastos públicos y beneficios privados de manera que cabreen a toda persona que lo lea. Han circulado motivos para cabrearse durante meses. Hilando con lo que decía antes, mucha gente no reconoce ya la legitimidad de quien regula la opinión pública, así que acude a distintos sitios a informarse. Si en el 11M aprendimos que la TVE de Urdaci mentía, ahora que también nos engaña El País, ¿a quién creemos? (por cierto, recomiendo googlear Liberty Acquisition Holdings). Me gustaría acceder a estadísticas reales, sospecho que Twitter y, a menor escala, webs como El Diagonal o Madrilonia han aumentado mucho sus visitas. Pero no creo que los medios tradicionales pierdan toda la audiencia ni que los de contrainformación puedan o deban llegar a cubrirlo todo: lo interesante es la actitud crítica, no quedarte con el pack completo del telediario de las 9 ni tampoco con la portada de Kaos en la red, sino informarte activamente.

 

– Se está popularizando cada vez más N-1, ¿qué nos puedes contar de ese proyecto?

N-1 es parte de Lorea, una iniciativa para desarrollar redes sociales libres y autogestionadas que comenzó un grupo de hacktivistas hace ya más de dos años. Parte de la preocupación por los límites de las redes sociales comerciales (falta de privacidad, contaminación publicitaria, cesión de nuestra memoria, censura, etc) y se centra crear herramientas para la web 2.0 con software libre, siempre pensando en los movimientos sociales. Con el 15M muchas acampadas comenzaron a utilizarlo, creo que también desde ese prisma de deslegitimación de los espacios hegemónicos. Ya veníamos oyendo campanas sobre los males de Facebook & co y mucha gente vio evidente que no son buenos sitios para montar nuestras plazas y asambleas virtuales. Seguimos usándolos para llegar a públicos masivos, pero la coordinación interna de las asambleas populares se hace en gran parte a través de

N-1. Parece que en septiembre Democracia Real Ya se va a pasar definitivamente a su propia red, usando el software de Lorea (cualquiera puede instalárselo en su servidor y estará federado con las otras redes). Queda mucho por mejorar en cuanto a usabilidad y funciones, pero el 15M ha supuesto para Lorea un revulsivo y la incorporación de muchas personas al proyecto. N-1 está abierto y listo para usar en http://n-1.cc (abajo tenéis enlaces a los grupos de ayuda y de desarrollo, por si queréis asistencia o colaborar).

 

– En el momento en el que estamos realizando esta entrevista quedan menos de dos meses para el 20N. ¿Cuáles son a tu juicio los debates más relevantes que se están dando en el seno del 15M respecto a estas elecciones en particular y con el Parlamentarismo en general? ¿Coincides con Guillem Martínez y otros autores/as en que se está empezando a resquebrajar el consenso de la Cultura de la Transición y a que se toquen temas hasta el momento tabú?

En el trozo del inabarcable del 15M que estoy viviendo yo, que es el de las plazas de Sol y alrededores, el 20N no parece muy interesante. Está claro que es una circunstancia política que nos afecta, pero no hay gran intención de participar en ella: ni montar un partido, ni acordar una estrategia de voto. Nuestra batalla es más larga y más ancha que las legislaturas bipartidistas y no queremos librarla en un campo blindado por sus mecanismos electorales. Como sabemos que PSOE y PP son la misma mierda, contamos con seguir haciendo las mismas cosas después del 20N. Me consta que sí que hay personas dentro del movimiento que quieren incidir en lo que pase ese día.

Me parece que para ellas la clave no es enfrentarse o dialogar con los dos partidos, sino aumentar el margen del ring electoral que queda aparte.

Que se ha roto el consenso de la Transición es obvio, ya no nos parecen legítimas las estructuras de poder que nacieron del miedo a la dictadura. Lo que no tengo claro es si lo hemos roto nosotras o ellos: los antisistema son más bien quienes desmontan el Estado del bienestar, rompen la paz social a golpe de decretazo y reforman la Constitución sin debate público. Tengo la impresión de que el 15M es reactivo, que nuestra toma de los espacios públicos es más consecuencia del deterioro brutal perpetrado por una clase política torpe que de los esfuerzos de los movimientos sociales que llevábamos años tratando de agujerear la realidad (así en plan la versión mediocre de la Thatcher que es Aguirre vs. López-Petit).

 

– Otro de los debates que están encima de la mesa es una nueva Huelga General en el horizonte, sin estar a día de hoy nada claro cómo podría ser la relación del 15M con el sindicalismo, tanto el representado por corporaciones sindicales como es el binomio CCOO/UGT como por el más minoritario vinculado al anarcosindicalismo, sindicatos de base… ¿se queda el 15M a las puertas de los centros de trabajo?, ¿cómo podría ser la cooperación en determinados conflictos sindicales?, ¿tiene algo que decir el 15M en lo tocante a cómo organizarse en una realidad laboral precaria, difusa, fragmentada…?

Creo que sí está bien clara la relación del 15M con los dos sindicatos mayoritarios: rechazo total. El dogma de que somos apartidistas y asindicalistas nos ha hecho muy fuertes (porque gracias a él hemos sorteado la barrera del descreimiento) pero entorpece nuestra relación con colectivos que podrían ser más afines, como esos sindicatos de base a los que te refieres. Hay cierto peligro de que la huida de posturas identitarias nos lleve a crear otra nueva identidad también cerrada y excluyente, pero confío en la inteligencia del 15M para seguir atreviéndose a entrar en todos los escenarios, incluyendo los centros de trabajo y las luchas laborales. Por su parte estos sindicatos de base tienen que comprender que han de ser muy flexibles para articularse con algo tan difuso como el 15M, tan contorsionistas como lo somos muchas en nuestra realidad laboral misma, también difusa y fragmentada como dices. Con todos mis respetos a sus experiencias históricas, tienen que asumir que no están funcionando en el contexto actual y dejar espacio a la experimentación. Dejemos de hablar sobre parar las fábricas, que ninguna de nosotras trabaja en ellas.

– Lo que dió en llamarse Nuevos Movimientos Sociales (feminismo, ecologismo y antimilitarismo) tienen una visibilidad, presencia y peso muy desigual en el 15M. Si hablamos por ejemplo de Madrid, la Comisión Feminista, con mil y una tensiones y problemas, ha resultado ser una de las más exitosas del movimiento. El ecologismo está presente pero muy

diluido, y el antimilitarismo está totalmente desaparecido… ¿a qué crees que ha podido

deberse esto?

En esto voy a ser un poco dura. Yo creo que estos movimientos están fallando en el 15M porque han aterrizado en bloque, a colar su paquete completo. Aquí hay que dejarse los prejuicios ideológicos en casa, por muy fantásticas que sean esas ideologías. Esto se visualiza en las asambleas generales, con grupos recurrentes que van con propuestas cerradas y bloquean todo lo que se salga de ahí. Ir a una asamblea como ‘feminista’, ‘ecologista’ o, por poner un ejemplo concretísimo de Sol, ‘largoplacista’, te pone automáticamente en oposición a otras personas, polariza las posturas y crispa los debates. Mejor ir sin etiqueta, a aportar argumentos que pueden ser feministas, ecologistas, etc.

Peor aún es, claro, el papelón de la izquierda revolucionaria que no ha sabido entender de qué va el asunto y sigue echando pestes sobre el 15M, esperando a que venga la verdadera revolución. Con esto no quiero decir que el 15M lo sea, ni mucho menos, pero sí que hay que ser muy mezquinas para no atreverse a explorar sus potencias. Si nos ponemos a concretar programas políticos, probablemente de las asambleas del 15M sólo salgan consensos reformistas, es decir, ninguna gran cosa que no esté ya en los programa de IU o Equo… pero hay que entender que lo novedoso no es el fondo, sino la forma: no vienen de la cúpula de un partido con aspiración parlamentaria sino de asambleas populares.

 

– ¿Cómo crees que va a evolucionar el movimiento?, no hablo sólo de la búsqueda de locales donde cobijarse cuando empiece el frío y haya que dejar temporalmente la calle…, ¿va a evolucionar en su estructuración? Por otro lado, ¿va a poder resistir los embites que recibe para que, sea de la manera que sea, se institucionalice?

La experiencia de estos meses nos va a llevar a discursos y actitudes menos ingenuas y más radicales (en el sentido de ir a la raíz de las cosas). La gente que está encontrando en el 15M sus primeras vivencias políticas intensas es ahora más consciente. Cuando la policía te ha pegado 3 ó 4 palos deja de apetecerte regalarle flores, igual que cuando sabes cuántos desahucios hay y cómo se las gastan los bancos te empieza a parecer deseable okupar viviendas. Es vital que seamos capaces de trasladar esto a las personas menos movilizadas para que no crezca un abismo entre ‘quincemayistas’ y ‘gente normal’, que la radicalización sea general. Por otra parte, el principal reto

organizativo que tenemos en Madrid es vincular las asambleas de Sol con las de los barrios y la Asamblea Popular de Madrid. Si logramos cierta organicidad en eso, podremos hablar de un verdadero sistema de democracia directa, pero lógicamente es muy difícil de hacer sin renunciar a la horizontalidad.

En lo que respecta al contexto, todas esperamos el endurecimiento de las políticas neoliberales y de la represión policial con el PP en noviembre y lo vivimos con ambigüedad: nos van a joder, pero a la vez nos hará más fuertes. No creo que vaya a institucionalizarse, eso suele pasar con el PSOE, pero ahora mismo es un partido políticamente muerto. Quizá el 15M le dé el golpe definitivo con las movilizaciones de septiembre y octubre. Van a ser críticas, la prueba de fuego para demostrar que el 15M no es un fenómeno pasajero. Aunque no queramos entrar en la batalla del 20 de noviembre, tenemos que llegar tan fuertes como estábamos el 22 de mayo. Yo confío en nuestra inteligencia colectiva para lograrlo, porque otra cosa que nos ha devuelto el 15M es la autoestima y la confianza en las personas.

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