LibrePensamiento https://archivo.librepensamiento.org Pensar para ser libre Thu, 29 Sep 2022 10:08:39 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.1 LP nº 111: El sistema público de pensiones como derecho, no como mercancía https://archivo.librepensamiento.org/2022/09/29/lp-no-111-el-sistema-publico-de-pensiones-como-derecho-no-como-mercancia/ Thu, 29 Sep 2022 10:08:39 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7567 LP nº 110: Rehabitemos las ruralidades https://archivo.librepensamiento.org/2022/09/29/lp-no-110-rehabitemos-las-ruralidades/ Thu, 29 Sep 2022 08:56:30 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7561 Editorial LP 109: Contrarrestemos los tambores de odio https://archivo.librepensamiento.org/2022/03/07/editorial-lp-109-contrarrestemos-los-tambores-de-odio/ Mon, 07 Mar 2022 09:52:49 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7541
Quema de libros en la Plaza de la Ópera en Berlín el 10 de mayo de 1933. Bundesarchiv, Bild 102-1459 – Georg Pahl, via Wikimedia Commons

Los artistas crean la cultura, los gobiernos la controlan luego
y, si se tercia, suprimen a los artistas para mejor controlarla.
Artículo «Creación y libertad. España y la cultura» 1952
La sangre de la libertad 2013.

Albert Camus

Son conocidas las «hazañas» de los regímenes totalitarios, autoritarios y fascistas clásicos -con dictadores como Hitler, Mussolini, Stalin, Pol Pot, Franco…)-; más allá de sus imprescriptibles e inamnistiables crímenes genocidas y de lesa humanidad; más allá de la eliminación física de las personas que identificaban como «el enemigo»; entre otras «gestas» destacaron por quemar libros, destruir obras de arte, atentar contra cualquier atisbo de cultura hecha desde la libertad. La frase criminal, depravada, perversa e inquietante atribuida a varios personajes nazis como Joseph Goebbels, Hermann Göring e incluso al golpista José Millán- Astray -¡Muerte a la inteligencia!-, es reveladora de lo que se cocía en estos regímenes: «Cuando oigo la palabra “cultura”, echo mano a mi pistola».

Colectividad de la Múnia de Castellví de la Marca. 1937. Archivo fotográfico de Barcelona. Pérez de Rozas

También es esto un hecho frecuente en regímenes teocráticos y en períodos inquisitoriales, no solo quemar libros sino condenar a personas de la ciencia y la cultura (Galileo Galilei, Miguel Servet, Giordiano Bruno o la caza de las mujeres «brujas»). Pareciera que la cultura hecha desde la individualidad creativa del artista, en uso de su plena libertad, con la perspectiva de configurar una cultura colectiva, no le va bien al poder y sus planteamientos totalitarios.

La decadencia ética y moral de estos regímenes, la gangrena de ese tipo de sociedades enfermas, es patente y suele presentar como primeros síntomas la castración y censura de la creación cultural para imponer progresivamente los postulados de su «modelo político, social y cultural» dirigido desde el poder de manera jerárquica e impositiva.

En el sistema actual neoliberal, capitalista, plutócrata, inmerso en un proceso de progresiva degradación democrática, se tiene un mayor nivel de sofisticación en los procesos represivos y no se queman los libros, simplemente se censuran, se secuestran, se impide su acceso a los centros educativos, y esto se suele hacer, esencialmente, en aquellas comunidades y países que proclaman a los cuatro vientos defender la libertad. Desde luego usan el término libertad referido exclusivamente al liberalismo económico, a la libertad de mercado, al darwinismo social, y no a la defensa de la libertad solidaria, las libertades sociales, los derechos humanos o las libertades individuales (derechos de las mujeres, de los colectivos LGTBI, matrimonio entre personas del mismo sexo, eutanasia, aborto, libertad de expresión, de ideas y pensamiento…).

A modo de ejemplo, recordar la cruzada abierta de antifeminismo y LGTBIfobia que la derecha y extrema derecha mantienen contra lo que denominan «ideología de género» plasmada en conductas y campañas como el «pin parental», la censura de contenidos curriculares, la retirada de decenas de libros de texto o la burda manipulación de libros a la carta por «presiones políticas de las autonomías”, quienes inciden con «mecanismos bastardos», para que los manuales «digan lo que los gobiernos quieren y no lo que la ciencia dice», según denunciaba en 2019 la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). En esta misma dirección, es chocante ver cómo sigue en pleno vigor la invisible censura franquista en centenares de libros y traducciones de la literatura clásica que aún circulan tras más de cuarenta años de democracia parlamentaria, como denunciaba el profesor de Estudios Hispánicos Jordi Cornellà-Detrell desde la Universidad de Glasgow.

Lo que se pretende con este tipo de actuaciones es sencillamente contaminar y pervertir la formación y educación integral, plural, libre y crítica de la juventud, adoctrinar al alumnado y a la población con objeto de ganar terrero para todo el conglomerado de teorías dispares, pero todas negacionistas y supremacistas, imperantes actualmente y abrazadas por el sistema vigente -cada vez más totalitario- así como por la ética y estética del emergente neofascismo identificable ya en el viejo continente europeo y el americano -negacionismo del holocausto; del golpe militar franquista; del cambio climático; de la curvatura de la Tierra; de la llegada a la Luna; de la pandemia por covid-19 y la eficacia de las vacunas; de la teoría evolucionista; de la violencia y terrorismo machista…-.

Siendo conscientes de las diferencias ideológicas existentes entre Donald Trump, Jair Bolsonaro, Marine Le Pen, Matteo Salvini, Viktor Orbán, Santiago Abascal, o Mateusz Morawiecki (estos últimos reunidos a principios de diciembre en Varsovia con el resto de líderes de extrema derecha para proponer una nueva Unión Europea como Unión de Naciones-Patrias), y teniendo en consideración a Emilio Gentile cuando en su ensayo Quién es fascista de 2019 afirma que son personajes que representan modelos políticos no homologables con el fascismo aunque sí carecen de ideales democráticos, permitidnos utilizar, en esta ocasión, de forma análoga los términos fascismo, neofascismo, dictadura, totalitarismo, para con ello identificar a gran parte de los regímenes del actual sistema neoliberal y de las ideologías autoritarias y antidemocráticas, ultranacionalistas, supremacistas, antifeministas, populistas, xenófobas y racistas.

En este sentido, como ya atisbara en el discurso pronunciado en 1995 en la Universidad de Columbia, recogido en un pequeño ensayo Contra el fascismo (2018), Umberto Eco nos alerta sobre los síntomas más significativos de lo que llama el «fascismo eterno»: «El fascismo eterno aún nos rodea, aunque lleve traje de paisano. Puede volver en cualquier momento, aunque se disfrace de las formas más inocuas. Nuestro deber es detectarlo, quitarle la máscara y denunciar en voz alta cada una de sus gestas».

Entre esos síntomas destacaba: el tradicionalismo; el conservadurismo e inmovilismo; el patriotismo, heroísmo y belicismo militarista; el rechazo del modernismo, la Ilustración y la razón para abrazar lo irracional, creando su propia «neolengua» orweliana como instrumento reduccionista del pensamiento complejo y crítico; el culto a la acción sin reflexión, desde la visceralidad y lo instintivo porque pensar es una forma de castración; el rechazo de la democracia; de la cultura, la intelectualidad, el pensamiento crítico y la ciencia; el rechazo a la diversidad y la pluralidad; la adoración del poder y el machismo. Finalmente, nos sigue diciendo Umberto Eco, y es fácilmente constatable, que el «fascismo eterno» surge de la frustración individual o social en épocas de crisis, encontrando en la población excluida su público mayoritario.

Efectivamente, en plena sintonía y con el paraguas del actual sistema neoliberal, comienza a estar de moda ser neofascista y negacionista y formar parte de su «modelo cultural», caracterizado por la imposición de su cultura sectaria y excluyente, dictaminando nuestra escala de valores y los de la sociedad, determinando la «verdad científica», censurando arbitraria y caprichosamente cualquier disidencia o creatividad en libertad.

Estas ideologías neoliberales, neofascistas y negacionistas, hallan su caldo de cultivo en las actuales redes sociales y en las fake news que circulan impunemente por ellas contagiando el acceso a la verdadera información, a los propios hallazgos experimentales de la ciencia y a la creación artística y cultural libre.

Abascal en Covadonga. lavozdeasturias.es

Sin caer en el maximalismo de tener una fe ciega en la ciencia (somos conscientes que detrás de toda línea de investigación existen intereses económicos, ideológicos, de control, que constriñen la libertad y que pueden poner en peligro, incluso, a la propia humanidad; sin olvidar que la ciencia se construye sobre la puesta en cuestión de principios consolidados, conforme señala el modelo de Las Revoluciones Científicas de T. S. Kuhn); quienes niegan la verdad y la realidad que nos aporta la ciencia y el propio desarrollo científico, quienes niegan la libertad, niegan la individualidad y la subjetividad personal, quienes niegan la creatividad cultural libre, están apostando por la uniformidad, el pensamiento único, lo políticamente correcto, la pasividad, la sumisión, el adoctrinamiento, la obediencia acrítica a sus normas y leyes hasta finalmente degenerar en intolerancia y justificar la deriva totalitaria del actual sistema neoliberal, convertido en antesala del neofascismo.

Ante este panorama, tenemos que pensar en cómo transformar la «realidad» que nos intenta hacer sentir el sistema y el neofascismo, ese que circula como el virus del covid-19, sin ser visible, sin dar la cara pero que se aprovecha de la debilidad de algunos seres humanos, ya sea de su precariedad, de su pobreza, de su secuestrada capacidad de rebeldía, de quienes no tienen ni saben defenderse. Y en ese contexto, se instala para transformar a ese ser humano en mero soldado-vasallo transmisor de su mensaje de odio, miedo, locura e inhumanidad.

Tenemos que pensar en medidas que sean auténticas, que perduren, radicales, que produzcan cambios irreversibles entre la población… y eso pasa, además de adoptar políticas económicas y sociales que eliminen la injusticia y la desigualdad, por desarrollar una cultura alternativa, libertaria. La cultura es nuestra mejor herramienta para no dejarnos contagiar, nuestra aliada para defendernos del sistema neoliberal actual y el neofascismo en ciernes.

Si en el editorial del pasado número 108 de Libre Pensamiento, dedicado a los 100 años de presencia viva de Kropotkin, destacábamos que el principio del apoyo mutuo era una herramienta potente para luchar contra el neoliberalismo y el fascismo galopante que acecha e invade nuestras vidas, en esta ocasión completamos ese mensaje haciéndonos eco de los contenidos del presente dossier Desvelando aportes libertarios a la cultura, exponiendo y afirmando que el antídoto, que la vacuna pasa porque la población se dote de una educación, formación y cultura alternativa y libertaria, elementos estos que nos liberan y protegen de las redes sociales alienantes y adictivas; de las fake news que tergiversan la realidad y la propia historia; de las manipulaciones mediáticas orquestadas por las grandes corporaciones; de los populismos para quienes solo somos números y débiles mentales.

La cultura, la creación artística construida desde la libertad, la espontaneidad, la iniciativa personal, el pensamiento sin ataduras, ajeno a todo principio de autoridad y con perspectiva de cultura colectiva es el líquido amniótico en el que navegar y vivir para hacernos inmunes, desenmascarar y deconstruir los mecanismos de control mental de ese virus neoliberal y neofascista que subyace a su modelo «político-social-cultural» de privilegios y elitista. Una cultura alternativa, en libertad individual y colectiva, propositiva, de acción, más allá de la simple resistencia, crítica, popular, al margen del poder y el discurso oficialista.

Libertad para crear, pensar, expresar y actuar y no la planteada desde las posiciones neoliberales y mercantilistas. Así lo abordaba Luce Fabri en el artículo de 1935 Las dictaduras y la cultura, recogido en el libro La libertad entre la historia y la utopía (1998), advirtiéndonos cómo en el campo cultural, las dictaduras se parecen todas sean de origen fascista o de otro tipo, dado que todos los dogmas son trabas para la cultura libre, todas humillan al ser humano, todas destruyen sus capacidades e iniciativa, todas conducen a la involución.

La libertad es la condición de toda creación artística, el alimento de la inteligencia humana, la garantía del progreso de la humanidad. La cultura alternativa siempre se aleja del poder político y busca la investigación y la creación espontánea, lejos de la uniformidad y la materialidad.

Como recoge Javier Navarro Navarro en su tesis del año 2000 La cultura libertaria en el país valenciano País Valenciano (1931-1939) Sociabilidad y prácticas culturales, en la guerra civil, el golpe militar lo paró el pueblo, esencialmente, anarquista y ello fue como consecuencia de la cultura y del compromiso militante que tenía tras prepararse durante decenios para construir su identidad libertaria colectiva en ateneos, sindicatos, escuelas racionalistas, Juventudes Libertarias o Mujeres Libres. Un pueblo con cultura libertaria fue capaz de frenar al fascismo, de enfrentarse, de no dejarse contaminar.

Así mismo, pero años atrás, en la Comuna de París de 1871, como señala Pepe Gutiérrez-Álvarez en su ensayo Escritores y artistas ante la Comuna de París de 2016, la influencia del mundo de la cultura (Gustave Courbet, Édouard Manet, Honoré Daumier, Jean-Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, Louise Michel…) en ese proceso revolucionario fue innegable como se desprende, por ejemplo, de la elaboración del programa de la Federación de Artistas de París en el que se garantizaba una completa libertad para la creación artística sin ninguna interferencia estatal.

La cultura es nuestra gran aliada para despertar del letargo y el silencio porque … la cultura no es adorno sino ancla como dice Irene Vallejo en el Discurso inaugural de la Feria del libro de Zaragoza 2019, recogido en su libro El futuro recordado. La cultura es de lo último que nos queda para acercarnos a la felicidad, a la esencia de la vida. La cultura nos aleja de lo populista; del día a día de lo automático, cotidiano y material; del pensamiento único que demanda el poder.

Cuando la cultura se construye desde la impronta libertaria, anarquista, desde el ejercicio de la libertad indi- vidual, desde el crecimiento personal, ajena a coyunturas y ataduras mentales y del poder, sin perder la pers- pectiva de que esa libertad debe conformar la cultura colectiva, no solo nos incita a pensar y crear, sino que nos prepara para actuar. Son tiempos para la acción, para quitar la máscara al actual sistema neoliberal con sesgo totalitario y al neofascismo que emerge, tiempos para contrarrestar con argumentos el mensaje alienante, de sumisión, anestésico, de nos transmiten sus tambores de odio.

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LP nº 109: Desvelando aportes libertarios a la cultura https://archivo.librepensamiento.org/2022/03/07/lp-no-109-desvelando-aportes-libertarios-a-la-cultura/ Mon, 07 Mar 2022 09:30:08 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7538 Editorial LP 108: La revolución sobrevenida https://archivo.librepensamiento.org/2022/01/28/editorial-lp-108-la-revolucion-sobrevenida/ Fri, 28 Jan 2022 10:32:55 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7528 Las orillas a las que asirse

¿Qué es ser anarquista?
Es una rebeldía contra la injusticia de nacer desiguales socialmente.
En el fondo es sólo esto, pero de ahí resulta, como pude ver,
la rebelión contra los convencionalismos sociales
que hacen posible esa desigualdad.
El banquero anarquista. Fernando Pessoa

No descubrimos nada nuevo si argumentamos transitando por una época de profundos cambios, posiblemente, incluso de cambios del propio paradigma civilizatorio, como en su día pudo ser el paso de la vida nómada a la sedentaria en la época neolítica o la creencia en la ciencia como fuente de conocimiento frente a la fe, el oscurantismo o la superstición en la época moderna y contemporánea.

Robots. Reuters

Esta era de revolución digital y tecnológica, protagonizada y exportada al mundo entero por las ya inabarcables e inconmensurables multinacionales de la información y la comunicación, está suponiendo una profunda transformación en todos los planos de la vida, como en su día supusieron las revoluciones anteriormente mencionadas. Transformaciones económicas, políticas, laborales… pero fundamentalmente sociales y personales al afectar directamente a nuestra subjetividad.

Los cambios no están siendo drásticos, ni surgen al azar, ni se perciben como imposiciones. Se nos presentan como el fruto de una evolución paulatina, con acercamientos progresivos al nuevo paradigma y alejamiento del anterior en el que todo tenía una dimensión más comprensible, más «humana». Por supuesto, existen acontecimientos concretos que aceleran dichos cambios. Pensemos, por ejemplo, en la aparición de los primeros teléfonos inteligentes, las primeras aplicaciones, el auge exponencial de las redes sociales, la convivencia con los robots y la inteligencia artificial o el uso de big data.

Esta actual complejidad y convulsión tecnológica genera una profunda desorientación en la sociedad, la percepción del empequeñecimiento de un ser humano abrumado ante la incomprensión de lo que está sucediendo, ante el propio desarrollo tecnológico sobrevenido que no controla, que lo sobrepasa y ante el que solo tiene la capacidad para detectar ciertos cambios que le influyen y afectan pero de los que desconoce las claves de su funcionamiento, ante el poder del que no consigue ni siquiera identificar su tamaño ni dónde o en qué se sustenta.

Este ser humano está perdiendo incluso la capacidad de asombro e ilusión por seguir el ritmo del desarrollo. Simplemente se deja llevar y vive el día a día como mero usuario y consumidor inconsciente, sin reticencias ni resistencias.

Es una revolución de la realidad social que percibimos como sobrevenida ante la que se están haciendo grandes esfuerzos desde el mundo del pensamiento e intelectual por comprenderla, conocer e investigar sus porqués, sus causas y consecuencias, teorizar sobre sus síntomas, por adelantarse a los futuros acontecimientos y su evolución, con objeto de que no seamos simples usuarios y pasemos a ser sus protagonistas. Es la realidad la que nos adelanta, la que marca el ritmo y nos reta a teorizarla a posteriori.

Por su parte, la evolución de la realidad económica que conlleva esta revolución tecnológica es bastante más conocida y prosaica al representar el continuismo del capitalismo financiero, globalizado y patriarcal —aumento de las desigualdades, de la explotación medioambiental, migraciones… —; incluso resulta previsible la lógica por la que discurre la realidad política formal, de las democracias parlamentarias o de las propias dictaduras — quedará para la historia la frase del premio nobel Vargas Llosa: Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien (sin comentarios)—; pero lo que realmente no conocemos en toda su extensión son las dimensiones de los efectos de la revolución tecnológica en la realidad social, en las relaciones humanas, en los comportamientos, las actitudes, la salud mental, la personalidad y valores de este nuevo ser humano tecnológico.

Mario Vargas Llosa. Segunda jornada de la Convención 2019 del Partido Popular en Madrid. Fuente: PP Cominudad de Madrid

Posiblemente no tengamos todavía suficiente perspectiva de análisis, pero los efectos del cambio o revolución tecnológica que estamos experimentando como seres humanos, en las dos décadas del presente siglo XXI, no están evaluados y mucho menos controlados en relación a sus beneficios para la humanidad, la libertad y la felicidad.

Si hubo algún tiempo en que las personas teníamos algún papel relevante en el diseño de nuestra existencia, en el momento actual, la toma de decisiones está tan enormemente alejada de nuestra realidad y concreción que simplemente navegamos con nuestra subjetividad a la intemperie en unas aguas revueltas sin orillas a las que asirse.

Algún adelanto de esos efectos sí podemos comenzar a extraer. Un efecto claro es la inmunización que experimentamos ante la sobrecarga de información, lo que conduce al desinterés, la inhibición, la inacción, el hastío, el aislamiento, la dispersión intelectual, la falta de atención, la ansiedad por nuestra capacidad limitada de procesamiento o, simplemente, nos provoca un interés superficial y momentáneo, de grandes titulares, y ello, con independencia del tipo de noticias de que se trate (catástrofes, violencias, dramas humanitarios, solidaridad, precariedad…).

El poder ha desplegado sus sofisticadas herramientas de control, no ya solo las policiales sino las que afectan a lo que pensamos, lo que queremos, lo que sentimos. Cada vez más nos vamos percibiendo como seres autómatas, que viven por inercia su día a día. Cada vez más nuestro encefalograma muestra un registro plano, propio de simples objetos, mercancías, incapaces de soñar, de imaginar, de crear… El bombardeo constante de información sesgada y manipulada nos va haciendo insensibles a la percepción del otro y su realidad —la verdad, la objetividad o la justicia adquieren carácter quimérico, casi onírico —.

Así, asumida esa realidad, esa nueva dimensión social, en plena sociedad capitalista, consumista, digital y audiovisual, se ha disparado la violencia social, su impunidad y justificación, el índice de suicidios, las autoagresiones, la insolidaridad, el miedo, la represión, la censura, la autocensura, la menor libertad de pensamiento, el control político-policial, el discurso del odio, la identificación de un enemigo para descargar contra él toda nuestra agresividad y rabia… En una palabra, el fascismo. La sociedad de la imagen y mediática ayudan a su expansión.

La presencia del fascismo en nuestras vidas está in crescendo de manera lenta pero imparable. Son cada vez más los síntomas que percibimos tanto en las redes sociales como en la convivencia y la vida pública (violencias gratuitas y arbitrarias, asalto a sedes de otras organizaciones, presencia en parlamentos, actitudes racistas, xenófobas, homófobas, machistas, autoritarias…) así como su progresiva normalización y expansión en la política a través del auge de los partidos de extrema derecha (Estados Unidos, Polonia, Hungría, Austria, Alemania, Francia, Italia, España…).

En el excelente artículo El fin de qué. Lo que queda del fascismo, publicado en nuestra revista Libre Pensamiento nº 91 (2017), y de forma mucho más amplia en su libro Fascismo de baja intensidad (FBI) de 2015, el poeta y ensayista Antonio Méndez Rubio reflexiona sobre lo que denomina fascismo de baja intensidad o fascismo cotidiano, considerando que forma parte de nuestra propia subjetividad y que se manifiesta en rasgos como el gregarismo, el efecto manada, el miedo a la libertad, el racismo y la xenofobia; planteando que las viejas recetas de la izquierda para superarlo y erradicarlo no valen, sino que es preciso profundizar en la libertad, en el compromiso individual y en la solidaridad de las diferencias.

Hemos interiorizado el fascismo, normalizado sus expresiones y planteamientos, asumido el abuso de poder hasta somatizarlo, resultando imprescindible y necesario combatirlo porque aspira al control absoluta de nuestra individualidad, de nuestro comportamiento, actitudes y esencia. El fascismo nos incita al aislamiento para con ello negar nuestra creatividad y subjetividad. Será desde la subjetividad libertaria orientada al apoyo mutuo, desde el querer vivir compartido, desde nuestra aportación individual a la construcción de la sociedad, la mejor forma alternativa de combatirlo, siendo muchas y diversas las respuestas para evitar todo tipo de consignas y adoctrinamiento.

Fascista español. AFP

Nos recuerda Fernando Pessoa en su libro El banquero anarquista (1922) con el concepto de la nueva tiranía del auxilio, que nadie debe trabajar por nosotros, por nosotras, para darnos la libertad porque eso sería tanto como aceptar la condición de sumisión o simplemente de debilidad. Auxiliar unidireccionalmente a alguien es tomarle por inepto, incapaz y cercenar su libertad y eso, poco tiene que ver con el apoyo mutuo que siempre es bidireccional. Las individualidades respetadas se complementan mutuamente para crecer juntas como personas y sociedad.

Por su parte, Irene Vallejo en el artículo Prehistoria de los cuidados incluido en su libro El futuro recordado (2020) nos habla de hallazgos prehistóricos que muestran el afán de los homínidos de hace doscientos mil años por cuidar y proteger a aquellos miembros de la tribu que eran dependientes, respaldando así la tesis de que la solidaridad se abría paso en medio de la lucha competitiva por la supervivencia. Y continúa afirmando la existencia del esfuerzo colectivo por crear redes de apoyo para socorrer al extranjero y desconocido en este actualmundo global.

Pero si hay algún referente clásico indiscutible sobre qué tipo de alternativas existen desde las que afrontar la transformación social necesaria que nos libere del fascismo, es Piotr Kropotkin —con sus plenamente vigentes aportaciones científicas e ideológicas en torno al apoyo mutuo, la solidaridad, la vida autogestionaria o la ética—científico, pensador anarquista y activista revolucionario del que ahora conmemoramos el centenario de su fallecimiento y al que hemos dedicado el dossier de este número de Libre Pensamiento. Incluso desde una necesaria posición de acercamiento crítico a los clásicos, con Kropotkin, el papel de la utopía sigue vigente.

Ciertamente tenemos corroído y erosionado el ánimo de manera que solo pareciera posible la resistencia, pero es Kropotkin, entre otras y otros, quien nos anima a la creación y construcción de alternativas sociales, económicas, políticas y personales; quien con su vigencia nos aporta confianza en las propuestas anarquistas aquí y ahora para gestionar una sociedad nueva en la que las personas podamos convivir y acercarnos a la felicidad. Nuestra responsabilidad es recuperarlas, actualizarlas, aplicarlas, vivirlas y demostrar que son viables.

El panorama desolador al que nos ha arrastrado el capitalismo patriarcal y los valores de egoísmo, individualismo, competitividad… del neoliberalismo, podemos calificarlo de sociedad fallida al estar afectando realmente a la salud mental de las personas, a la pérdida del sentido de la existencia, a la quiebra de la sociedad, a la propia extinción de la vida en el planeta.

Acto franquista. 28 de marzo en Madrid. Sergio Hellín / Europa Press

El pensamiento, la ideología y la práctica anarquista no precisan esperar a la revolución social integral, sino que se pueden experimentar aquí y ahora. No son tiempos exclusivamente de resistencia sino que son tiempos de acción individual y colectiva, ahora y siempre, para hacer real la utopía. En este sentido, permitidme recordar que el XVII Congreso Confederal de CGT celebrado en A Coruña del 17 al 20 de octubre de 2013 tuvo por lema No basta con resistir. Construyamos la autogestión.

Ilusiona ver cómo prenden diferentes mechas de autogestión y de lucha a la largo de la geografía mundial. El pueblo cubano manifestándose contra un caduco sistema carente de libertad; el pueblo chileno defendiendo en la calle procesos constituyentes desde abajo; la insumisión del pueblo venezolano; el pueblo colombiano; las comunidades indígenas; el pueblo chino; el pueblo ucraniano; las comunidades zapatistas; las comunidades kurdas… Si todas estas experiencias son importantes, lo son también las vivencias autogestionarias que día a día brotan por doquier en forma de redes de apoyo así como las revoluciones personales que miles y miles de personas experimentan en su vivir el día a día de manera libertaria.

En estos tiempos de competitividad y darwinismo social, la puesta en valor de las investigaciones científicas sobre el apoyo mutuo, sobre la idea de que es la cooperación y solidaridad recíproca entre individuos de una o distintas especies la que explica su supervivencia, es una referencia inexcusable, dando forma incluso a la propia génesis de la ética. La bióloga evolucionista Lynn Margulis, autora de la Teoría Endosimbiótica como el proceso vital en la evolución, afirma: la vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian.

Estos estudios iniciados por Kropotkin nos enseñan el camino para revertir la deriva actual y cambiar el sistema hacia uno más humano, más ecológico y representan las orillas a las que asirse para dejar de flotar a la intemperie.

El futuro está por escribir. No podemos perder nuestra oportunidad de contribuir a su redacción desde propuestas y acciones libertarias, individuales y colectivas, capaces de ilusionar e iluminar.

 

]]> Libre Pensamiento nº 108: Kropotkin, 100 años de presencia viva https://archivo.librepensamiento.org/2022/01/28/libre-pensamiento-no-108-kropotkin-100-anos-de-presencia-viva/ Fri, 28 Jan 2022 09:56:48 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7525 Editorial LP 107: La política espectáculo. Del mundo de las ideas a los manuales de autoayuda https://archivo.librepensamiento.org/2021/11/15/editorial-lp-107-la-politica-espectaculo/ Mon, 15 Nov 2021 12:22:27 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7514 Libertad sin socialismo es privilegio e injusticia;

socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad.

Mijaíl Bakunin

Desde el pasado noviembre de 2019, pandemia incluida, han transcurrido ya suficiente número de meses de la constitución del autodenominado gobierno más de izquierdas y progresista de la democracia reciente como para poder formular una primera reflexión evaluativa general de su gestión. Parafraseando el eslogan turístico de los años sesenta, España no es diferente, podemos afirmar que aquí ocurre lo mismo que en la inmensa mayoría del mundo: el poder moldea progresivamente a su imagen y semejanza a quienes acceden al mismo, a quienes lo detentan, o más exactamente, a quienes formalmente lo ejercen.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en la firma del preacuerdo del Gobierno de coalición. Jesús Hellín /Europa Press

Así, conforme recoge de manera plural el dossier de la revista, en las Américas —con experiencias políticas destacadas como el chavismo en Venezuela, el sandinismo en Nicaragua, el movimiento al socialismo en Bolivia, el partido de los Trabajadores en Brasil, el movimiento revolución ciudadana en Ecuador, el castrismo en Cuba, o en México, Argentina, Uruguay…—, como en el resto del mundo, podemos hacer extensivo que la izquierda, los partidos de la izquierda y, más concretamente, la izquierda que ha llegado al poder, lo ejerce sin diferencias significativas a como lo practica la derecha, sufriendo un paulatino proceso de integración, adaptación y domesticación de sus ideales a las normas que ances- tralmente dicta el poder.

Ciertamente, no queremos ser personas maximalistas ni agoreras y homologar absolutamente las políticas de la izquierda y la derecha. La derecha tiene una concepción mucho más patrimonialista del poder, del Estado, de las instituciones, al haber sido quienes histórica y mayoritariamente han gobernado. El gobernar, para la derecha, es algo

«natural», responde a su lógica de élite, de privilegios propios de casta dirigente y clase social alta protagonista… mientras que la izquierda, cuando lo ejerce, se percibe, en cierto sentido, usurpadora y, si lo hace bajo la fórmula de la socialdemocracia, se suele caracterizar por cambios en las formas pero el continuismo en los temas esenciales de cara al funcionamiento del sistema (liberalismo, modelo de propiedad privada, economía de mercado, capitalismo, privatización en la gestión de lo público, clasismo, desigualdad, patriarcado). Cuando la izquierda ejerce el poder como proceso revolucionario, con rapidez lamentable, adquiere los mismos tics autoritarios, totalitarios y dictatoriales que la derecha, aboliendo derechos, recortando libertades y reprimiendo a la disidencia.

Los artículos que componen el dossier de este número de la revista nos confirman cómo la clase política, la clase dirigente allende los mares, en las Américas, es una de las responsables del sufrimiento de las clases populares, una clase política aliada con los intereses del sistema capitalista procurando que nunca jamás se produzcan pasos significativos hacia una sociedad de justicia social, antipatriarcal y anticapitalista.

Realmente, el poder se ejerce, prácticamente siempre, de forma unidireccional, desde el pensamiento único, de arriba abajo, al servicio de las élites o partidos que lo sustentan, con independencia, del color político de quien gobierne. Por encima, debajo o al lado, siempre emerge y subyace el capital, el autoritarismo, el racismo, también el patriarcado y la homofobia.

Sinceramente, sería absurdo no admitir matices en el diseño de las políticas cortoplacistas dependiendo de que gobierne la derecha o la izquierda —sobre todo en algunas políticas sociales de reconocimiento formal de derechos y libertades— pero, lamentablemente, hasta esos matices han estado prefigurados por el poder omnipotente, no solo el económico. Así, la derecha tiene asignada una serie de reformas y políticas que al llevarlas a cabo no suscitan agitación social lo mismo que las asignadas a la izquierda. Pensemos que el partido popular eliminó el servicio militar obligatorio en nuestro país mientras que el desmantelamiento industrial o la privatización de los servicios públicos la inició y consolidó el gobierno socialista en la década de los ochenta. El documental El año del descubrimiento es una buena prueba de ello.

Cuando la izquierda, de cualquier tipo, llega al poder y hace dejación de sus valores, de su ética, de su discurso, el daño infringido a las ideas trasciende a su propio ámbito y afecta a la totalidad de las ideologías de izquierdas al resultar prácticamente imposible que la mayoría de la población discrimine entre opciones alternativas dentro de ella. En esa no discriminación, de trazo grueso, sin matices, quedan incluidas las ideas libertarias, el anarquismo, la Idea… y, en consecuencia, sufren el mismo descrédito a pesar de ser ideologías opuestas a la toma del poder. Así sucede también, por ejemplo, con el sindicalismo institucional y burocrático cuyo descrédito salpica al propio concepto de organización sindical, incluida la anarcosindicalista.

https://agendacomunistavalencia.blogspot.com/2021/04/5-anos-de-ley-mordaza-el-gobierno-mas.html

Esta erosión de las ideas perdura en el tiempo y tardará décadas para que desaparezca y renazcan con vigor entre la mayoría social. Hoy, el liberalismo campa a sus anchas, entre otras cosas, «gracias» al enorme fraude que las izquierdas han infligido a la mayoría de la población, especialmente a quienes dicen representar, a la clase trabajadora y clases más populares. Estos viejos conceptos de clase trabajadora han saltado por los aires, y es el sujeto liberal o neoliberal, el que nos han inoculado desde el poder, quien, paradójicamente, sostiene este mundo de injusticia social, como nos recuerda Tasio Ovejero en Autogestión para tiempos de crisis: Utilidad de las colectividades libertarias publicado en 2017 o Aprendizaje cooperativo crítico: Mucho más que una eficaz técnica pedagógica (2018).

El «éxito» del liberalismo es extraordinario, ha conseguido que las personas que sufren sus desigualdades sociales, personales y económicas sean quienes más lo justifiquen, quienes den su vida por tales ideas. Evidentemente, el poder es omnímodo, como lo ha sido siempre y dispone de la inteligencia de las personas que compra y soborna, de las investigaciones científicas que subvenciona, de los avances tecnológicos que se apropia como suyos, del control de los sistemas políticos, tanto de las democracias formales y parlamentarias como de los regímenes populistas o totalitarios.

Ha sido tanto el daño a las ideas que la derecha, hoy, es capaz de atreverse a «darnos lecciones» de honestidad, ética y coherencia. Incluso, lecciones de libertad, y buena prueba de ello es la campaña planteada en la Comunidad de Madrid a través de Isabel Díaz Ayuso, con el lema socialismo o libertad y más tarde comunismo o libertad, recordando campañas de Matteo Salvini en Italia o Donald Trump en Estados Unidos.

Mientras que con esta propaganda se está denigrando al socialismo, apropiándose, usurpando y usando el concepto de libertad asociada a privilegios y puro darwinismo social (libertad para poder tomar una cerveza; libertad a la madrileña), la campaña de la izquierda no ha sido desmontar con argumentos, deslegitimar tal uso y defender la libertad vinculada a los valores de igualdad, solidaridad y apoyo mutuo, como nos recuerda Bakunin en la cita que introduce este editorial, sino que contrapuso la campaña democracia o fascismo, olvidando, por una parte, que la democracia puede ser de derechas mientras que el socialismo debe ser de izquierdas y que la democracia parlamentaria que conocemos es el modelo político preferido por el liberalismo, el capitalismo y el patriarcado.

Hace tiempo que la izquierda transita, ha adoptado, ha sucumbido a la política espectáculo, pasando a convertirse, como nueva clase política, en parte del problema al haber renunciado al mundo de las ideas, del pensamiento y la filosofía para solo aportar meras recetas paternalistas y alienantes, propias de los manuales de autoayuda, cargadas de demagogia populista y superficialidad.

Una vez más, el circo mediático que se vive en España por parte de la clase política nos hace reafirmarnos en que solo aspiran a mantenerse en el poder y jamás en solucionar problemas que mejoren la vida a la mayoría de la población y mucho menos a cambiar el modelo económico-social. Tras una gestión de la pandemia criticable en muchos aspectos (recordemos los miles de muertes en las residencias de mayores, con absoluto abandono e impunidad, de facto, de las y los responsables políticos —con el ejemplo paradigmático de la Comunidad de Madrid al dictar protocolos y circulares administrativas para que no recibieran tratamiento médico—), nuevamente la población, todas y todos, se ve abocada a una sesión de política espectáculo como es la campaña orquestada en torno a los indultos de los políticos catalanes en la cárcel por el procés. Esto no significa que estemos en contra de estos indultos o de su amnistía, como se pide desde el independentismo catalán, todo lo contrario, estamos contra la represión, el sistema carcelario y un sistema político y judicial que se mira el ombligo y actúa en función de sus intereses. Simple y llanamente, no jugamos a la promoción de esta engañifa de política espectáculo en el que solo afloran los intereses partidistas o que benefician al poder. Sus indultos son una cortina de humo, un distractor de la opinión pública para desviar la atención sobre las grandes tropelías que se están cometiendo.

Como ejemplo, se están sentando las bases de una nueva reforma de las pensiones absolutamente retrógrada que pretende privatizar el vigente sistema público y con ello dejar en la miseria a millones de personas; o se están gestionando unos fondos europeos por el covid-19 que beneficiarán a las grandes empresas y se concederán en función de las reformas económicas y sociales que dicte la Unión Europea de los mercados.

Frente a los distractores indultos del procés, cabe preguntarse y reflexionar sobre la urgente necesidad de que se indulte a amplios sectores de la población, condenada y multada por su activismo sindical y social con leyes retrógradas como la ley mordaza, la reforma laboral, la ley de extranjería o la ley de memoria histórica.

Como ejemplo, las personas condenadas por sitiar el Parlament de Catalunya en 2011, en el contexto del 15M, por significar un alto ataque a las raíces de la sociedad y el sistema democrático, según ratifica una recientísima sentencia incalificable del Tribunal Constitucional; o las luchadoras anarcosindicalistas Laura y Eva, acusadas impunemente por una performance ante la Bolsa de Barcelona en la jornada de huelga general el 29 de marzo de 2012, entre otros, por políticos indultados del procés.

Procesión del Coño Insumiso, en Barcelona, durante la manifestación contra la violencia machista del año 2019. Fotografía- Jordi Borràs

En este mismo sentido, las numerosas personas represaliadas y detenidas por hacer uso de la libertad de expresión y manifestación para con ello intentar domesticar y silenciar toda disidencia como las y los titiriteros, twitteras, artistas, cantantes, intelectuales, activistas de los movimientos sociales y sindicales —César Strawberry, Cassandra, Títeres desde abajo, Valtonyc, Willy Toledo, Pablo Hasél, semanario el Jueves, obras censuradas en la exposición ARCO, operación Araña, Pandora, Piñata, secuestro del libro Fariña, manifestación del Coño Insumiso, el despido del guionista que rotuló en TVE sobre la princesa Leonor…—

El poder ni contempla ni expresa la más mínima sensibilidad social para solucionar el problema de los miles de familias que sufren pobreza energética, viven sin electricidad en la Cañada Real, no tiene acceso a la vivienda digna o son desahuciadas de sus viviendas por haber perdido el puesto de trabajo y haber sido estafadas por la banca y la patronal, en el contexto de una crisis económica y social acuciante arrastrada desde 2008 y prorrogada en la actual pandemia, a la que algunas no ven más salida que el suicidio.

También nos preguntamos por el delito cometido por los miles de personas desaparecidas en el Estrecho por la política de fronteras del modelo de Europa fortaleza que han construido; o las personas inmigrantes que tienen que vivir en condiciones infrahumanas porque la ley de extranjería le niega el derecho a la vida, al trabajo, a la residencia y la libertad de movimiento.

Echamos en falta el reconocimiento de la ingente cantidad de personas desaparecidas y asesinadas en fosas comunes tras la guerra civil, con una ley de memoria histórica que no anula las sentencias franquistas.

Nos preocupa la situación que están viviendo las y los miles de trabajadores represaliados, condenados al paro, a la marginación social por ejercer y reivindicar sus derechos laborales, la libertad sindical, crear una sección sindical anarcosindicalista, exigir un salario digno o el cumplimiento del convenio colectivo mientras el empresariado dispone de una reforma laboral que le permite usar a las personas como meras mercancías.

¿Quién se responsabiliza del miedo que sienten las mujeres y comunidad LGTBI+ a diario por la violencia laboral y sexual fruto del machismo patriarcal?

Es necesario generar expectativas y aportar soluciones a los centenares de miles de jóvenes que malviven en el paro o simplemente emigran para sobrevivir y sufren el desengaño, la frustración, la enfermedad mental, la falta de expectativas y de futuro.

Pero no cabe la resignación sino la resistencia ante este tsunami de extrema derecha y liberalismo, de ideas y modelos de gestión de sociedades para la desigualdad, la explotación y la ausencia significativa del protagonismo de las mujeres. El camino es seguir trabajando en la construcción de alternativas libertarias, más allá de estas ideologías fraudulentas, que den respuesta a los problemas sociales porque la vida tiene que continuar en un contexto de recuperación de la ética, la honestidad, la credibilidad y la justicia social. Unas alternativas alejadas del etnocentrismo, colonialismo, falso cientificismo y universalismo. Alternativas adaptadas a la diversidad de realidades y culturas, que integren las respuestas individuales y colectivas del día a día, como muestran algunas experiencias y luchas libertarias que están teniendo lugar en numerosos lugares del mundo. Un ejemplo es el movimiento zapatista, que en estos meses visita la vieja y colonialista Europa para aprender, conocer y enseñar que la revolución de las personas de abajo y a la izquierda es posible, que sigue vigente a pesar de la represión militarista y denunciar la corrupta sumisión que se produce al entrar en contacto con el poder y participar de las instituciones.

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LP 19 Miradas libertaria sobre las Américas https://archivo.librepensamiento.org/2021/11/15/lp-19-miradas-libertaria-sobre-las-americas/ Mon, 15 Nov 2021 12:03:15 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7511 Editorial LP 106: Autonomía: una brújula en tiempos de totalitarismos https://archivo.librepensamiento.org/2021/09/10/editorial-lp-106-autonomia-una-brujula-en-tiempos-de-totalitarismos/ Fri, 10 Sep 2021 11:00:09 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7461 ¡Qué hermoso es el país de Autonomía! Allí se está muy bien; se trabaja, se descansa y se juega cuando se quiere; cuando uno hace lo que desea, como debiera hacerse entre los hombres, no hay dinero, ni centinelas, ni guardas rurales, ni soldados que tengan cara de garduña o de hiena; ni ricos que vivan en palacios y se paseen junto a pobres que vivan en malas habitaciones y mueran de hambre después de trabajar mucho.

Salud y amor.

Alumnos y Alumnas de la Escuela Moderna Barcelona

Las aventuras de Nono. Juan Grave

En estos tiempos en que Negras tormentas agitan los aires, de totalitarismos por doquier, neofascismo, racismo y xenofobia, capitalismo financiero y globalizado, consumismo alienante, cambio climático irreversible, grandes multinacionales plutócratas, organismos supranacionales arbitrarios, poder y toma de decisiones alejados del control de la población, contrarrevolución tecnológica y cibercontrol de nuestros comportamientos y voluntades, posverdad y adocenamiento ante las redes sociales, desigualdades económicas y sociales, supremacismo y negacionismo, pérdida de la capacidad de pensar… resulta oportuno, quizás imprescindible, reflexionar sobre la autonomía, su papel y la relación que mantiene con el anarquismo para profundizar en las herramientas de transformación social y personal que nos ayuden a vivir libres en este siglo XXI, algo a lo que nos anima Octavio Alberola en Los retos del movimiento emancipador en el siglo XXI dentro de la publicación colectiva La apuesta directa.

Portada libro

En esta dirección, no nos sorprende que en el primer libro editado por la Escuela Moderna Las aventuras de Nono de Juan Grave sea Autonomía el nombre del país de la felicidad.

El conjunto de principios que configuran el cuerpo ideológico del anarquismo como pensamiento filosófico, construido progresivamente, desde la pluralidad y la heterodoxia, a lo largo de los últimos siglos —mutualismo, individualismo, colectivismo, comunismo libertario, polinización posmoderna en los movimientos sociales—, incluye, de forma preferencial el de la autonomía y lo hace al lado de otros grandes principios como el de libertad, apoyo mutuo, acción directa, igualdad, federalismo, autogestión o autoorganización

¿Qué entendemos por autonomía? Etimológicamente es una palabra formada por auto (por si mismo) y nomos (norma, estatuto, acuerdo). La autonomía se refiere a la potestad, condición, capacidad, facultad, atributo, principio, cualidad… que define a una persona, colectivo u organización para conducirse por pautas propias, con autonormas, autogestión y libertad; para actuar según criterio propio, individual, siguiendo los dictados de la propia conciencia, con independencia de los deseos, opiniones, normas, órganos o gobiernos de otros, del Otro; ajena a toda dependencia o sumisión para decidir sin influencia, coerción e imperativos fuera de ella misma, asumiendo su libre voluntad, sin someterse a nada ni nadie, ni desear someter a nadie.

En este caminar por la autonomía, son muchas las consideraciones morales, éticas, culturales, tradicionales, sociales (recogidas, por ejemplo, en la instancia psíquica del superyó freudiano) que tendrá que barajar la persona para juzgar y tomar decisiones subjetivas, propias, libres e individuales, asumidas desde la reflexión y sin los valores del adoctrinamiento o domesticación.

Pero nada en el anarquismo se limita a una mera exposición desde el punto de vista de su planteamiento teórico, de manera que, teoría y práctica resultan indisolubles. Así, la autonomía adquiere su verdadera dimensión y relevancia ideológica, se convierte en algo real, si se practica, si se ejerce, pudiendo ello expresarse en un triple plano. Por una parte, resultando básica, esencial y necesaria, la autonomía personal, individual; por otra, la autonomía en las relaciones sociales que construimos las personas y, finalmente, la autonomía colectiva de una organización; hasta alcanzar finalmente la conclusión de que para que una sociedad, una organización o un grupo humano sea autónomo se requieren personas autónomas porque este tipo de individuo será capaz de crear relaciones sociales autónomas y aceptará participar solo en organizaciones autónomas que garanticen su autonomía personal.

El anarquismo resuelve satisfactoriamente bien su acercamiento y adopción de la autonomía como una seña de identidad y lo hace a través de la identificación que plantea entre medios y fines. No se puede ser autónomo desde la heteronomía, no se puede ser autónomo si las relaciones sociales que construimos generan o se basan en la dependencia, la clonación y sumisión al jefe o líder; una organización no puede ser autónoma si su estructura de funcionamiento orgánico es jerárquica.

Portada libro

La autonomía ejercida a través del pensamiento racional, crítico, propio y relativista (como apunta Tomás Ibáñez en Contra la dominación. En compañía de Castoriadis, Foucault, Rorty y Serres), nos libera del tutelaje, liderazgo, personalismo, paternalismo, patriarcado, cuerpo doctrinal, cultura ancestral, atavismo, culto a la personalidad, principio de autoridad, dirigismo, autoritarismo, tiranía, dogmatismo, sectarismo, intransigencia, fundamentalismo, nacionalismo, estatismo, centralismo, absolutismo, determinismo, la incondicionalidad de la verdad absoluta, universalismo, esencialismo, servilismo, profesionalismos de la clase política, dominación, de lo políticamente correcto, ceguera mental o esclavitud.

Solo desde la autonomía, sinónima también de responsabilidad y madurez personal, nos acercaremos a la concepción que Elisée Reclus plasmó en la expresión La anarquía es la más alta expresión del orden. Nadie, como desde el pensamiento anarquista, ha sabido sintetizar el binomio individuo y sociedad y, para ello, la autonomía es un concepto clave. Una sociedad de máximo orden precisa de personas libres, autónomas y de organizaciones horizontales que permitan la participación y autogestión. No defendemos aquí una autonomía personal circunscrita únicamente al plano del individualismo (como podemos leer en El anarquismo individualista. Lo que es, puede y vale de Émile Armand), sino que la consideramos necesaria para que nos conduzca a una sociedad federalista y un tipo de organizaciones basadas en la participación directa, sin delegación, sin renuncia a las ideas propias y bajo la toma de decisiones colectiva.

En una sociedad, colectivo u organización anarquista, la persona, el individuo cuenta y lo hace de forma autónoma, propia, desde su singularidad individual, no se diluye en el magma de la masa, no ocupa el puesto de número, no lleva uniforme externo ni interno, no se desvanece ante los sublimes intereses de un estado y sociedad centralista y totalitaria. Por el contrario, en un modelo federalista de entes o personas autónomas y libres que deciden asociarse para avanzar en lo colectivo, desde el apoyo mutuo y la solidaridad se produce el reconocimiento de la independencia individual y organizativa de unos individuos y organizaciones respecto a otros.

Dentro del anarquismo, posiblemente, ha sido desde el anarcosindicalismo, donde se ha puesto un mayor énfasis en construir organización y esto se ha producido con base en unas señas de identidad respetuosas con la autonomía, traducida en los escenarios de las asambleas para tomar decisiones, en la autogestión y en la acción directa.

Elisée Reclus

Por ejemplo, si acudimos a conocer cómo es el funcionamiento estatutario de una organización anarquista o, más específicamente, una anarcosindicalista, como pueda ser la CGT, en el artículo 1 de sus estatutos se define como una organización de clase, autónoma, autogestionaria, federalista, internacionalista y libertaria; en el artículo 6 se afirma que se regirá por principios de democracia directa; en el artículo 8 queda garantizada la autonomía de los sindicatos federados; en el artículo 17 se plasma que la asamblea general del sindicato es el máximo órgano de decisión; mientras que en el artículo 32 se establecen una serie de incompatibilidades de la afiliación con objeto de salvaguardar su autonomía en la toma decisiones y garantizar la independencia de partidos o candidaturas políticas y cualquier ente público; finalmente, el artículo 47 determina que el secretariado permanente es un órgano de gestión nunca de ejecución.

Como recalcaba Félix García Moriyón en Una asociación de trabajadores de la CGT de Andalucía del año 2012, la autonomía de la CGT de los partidos políticos y de la propia lucha electoralista no implica apoliticismo sino justo lo contrario. Se es antipolítico, lo que supone no delegar el poder en manos de las y los representantes que se sienten receptores de un cheque en blanco para actuar sin control ni dar cuentas a quienes dicen representar.

Si nos retrotraemos en el tiempo, nos encontramos con la frase acuñada en la Primera Internacional, de la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T.), en su primer congreso el 28 de septiembre de 1864: «La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos o no lo será». Este es el fundamento del antipoliticismo.

Seamos autónomos como personas, relacionémonos desde la autonomía dentro de la colectividad y federé- monos desde la horizontalidad y la autonomía. En todo ese proceso de vivir y actuar, siempre la persona individual y autónoma debe ser la protagonista. No nos resignemos a vivir la vida de las y los otros. Actuemos libres, sin clonar, ajenos al sistema filosófico neoliberal de valores que nos inoculan día a día.

La autonomía es la garantía de la creatividad, la espontaneidad y la participación del conjunto de la sociedad frente a toda arbitrariedad. Desde la autonomía, con horizontalidad, construyamos ámbitos y espacios propios, como propone Carlos Taibo en Repensar la anarquía. Acción directa, autogestión, autonomía, o Ante el colapso. Por la autogestión y por el apoyo mutuo, sin obsesionarnos en que acepten lo que pensamos, ajenos a las nomas y leyes del mercado y el capitalismo, a las instituciones del Estado, libres del patriarcado, la explotación, la opresión, la desigualdad. Espacios que revaloricen lo común, lo colectivo, espacios como señala Hakim Bey en T.A.Z. Zona temporalmente autónoma; espacios feministas, pacifistas, centros sociales autogestionados, ecoaldeas, cooperativas integrales…

https://contrainformacion.es/dirigimos-totalitarismo-no-estabamos-ahi

¿Cómo se aprende la autonomía? La respuesta es la misma para todos y cada uno de los principios que configuran el pensamiento anarquista. Desde su práctica, desde su vivencia, mediante situaciones y organizaciones que identifiquen medios y fines. Los espacios mencionados junto a otros proyectos anarquistas pueden ser las escuelas de aprendizaje. La vivencia del anarquismo en el presente, en el día a día, es posible.

No es casual la importancia que ha dado siempre el anarquismo a la educación y más exactamente a la pedagogía libertaria, aquella que educa desde la libertad para la libertad. Una educación racionalista que potencia el abandono de los dogmas, para la que no hay verdades absolutas sino que ayuda al alumnado a entender sus verdades, que rechaza todo signo de autoridad, arbitrariedad o sumisión, que plantea la práctica del libre pensamiento y la autonomía moral. Una educación autogestionaria y asamblearia sin premios y castigos, sin jerarquías, que ofrece una metodología en la que los valores son el apoyo mutuo y el trabajo cooperativo frente a la competitividad y la selección

En la educación libertaria lo que cuenta es el alumnado, el sujeto, no el número para que, frente a las sociedade s totalitarias que pretenden abolir la singularidad y la subjetividad, aflore la individualidad y la diversidad. En definitiva, la autonomía solo se puede aprender ejerciéndola.

¿De quién se nutren los totalitarismos? De personas sumisas, esclavas, serviles, sin autonomía, sin pensamiento propio. La autonomía, desde su práctica, será la brújula que nos guíe en estos tiempos de zozobra totalitaria para evitar que se conviertan en tiempos de derrota.

 

 

 

 

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Nº LP 106 https://archivo.librepensamiento.org/2021/09/10/no-lp-106/ Fri, 10 Sep 2021 09:22:58 +0000 https://www.librepensamiento.org/?p=7457