La elección de esta temática lleva implícitas varias dificultades y retos de análisis. En primer lugar hay que tener en cuenta que lo que a priori parecen conceptos técnicos y de carácter científico, están cargados de contenidos políticos y son usados en los discursos y en las diputas por el poder y la dominación. En efecto, la cultura, el análisis de los fenómenos migratorios -y sus metáforas de flujos-, así como la denominación de la presencia múltiple de culturas y sus relaciones entre sí –multiculturalismo e interculturalismo-, constituyen hoy día elementos básicos de la arena política, nada inocentes.

En segundo lugar, tienen un marcado carácter ambivalente en sus significados y orígenes históricos. No sólo en lo relativo a las diferentes versiones de la cultura –con su deriva culturalista y los usos interesados políticamentesino también en relación a otros términos aparentemente más agradables, como es el de mestizaje, que surge en un contexto de dominación colonial, hace referencia a una supuesta existencia de razas diversas, pero a la vez termina por designar los deseos de convivencia y renuncia a la «pureza» de una raza o de una población humana.

Finalmente, nada de todo ello logra ocultar del todo la realidad cotidiana que nos encontramos en nuestros pueblos, barrios, familias y vecindarios. Desde los centros de trabajo, las calles o las escuelas es necesario construir permanentemente los espacios de convivencia, de diálogo y de impugnación de la represión y discriminación, así como a no obviar ni olvidar las diferencias por estratificación social y clase, hoy sospechosamente sacadas del discurso político. Son muchos los instrumentos que podemos emplear para estos fines, algunos de los cuales comienzan precisamente por cuestionar nuestras gramáticas de la diferencia y la alteridad.

En este intento se incluye el uso de un concepto de cultura que supone una clara ruptura con su relación directa con el de mentalidad y la idea de que las culturas generan en los individuos determinados condicionamientos psicológicos.

Es necesario abordar críticamente el concepto, una cuestión que hace de manera sugerente Feliu en su artículo, tomando como objeto la versión esencialista del concepto de cultura, que es uno de los empleados en las disputas políticas y es posible encontrar también en los discursos supuestamente emancipadores que, para abordar con garantía su crítica al capitalismo, deben renunciar precisamente a ese carácter esencial de las diferencias.

El artículo de Álvaro Hernando proviene de la experiencia directa de trabajo en el ámbito escolar y plantea líneas de reflexión a partir de diversos cuestionamientos. Desde la perspectiva amplia de la multiculturalidad –aquella que incluye a grupos humanos provenientes de otros países y tradiciones, pero también a discapacitados o alumnado con necesidades educativas especiales- se plantean las paradojas y contradicciones de la atención para garantizar la igualdad de oportunidades, con el concepto de integración escolar en el centro del debate.

En referencia a contextos concretos

y realidades más inmediatas contamos con los textos de David Fernández y de Miguel Ángel del Río y Aleix Purcet, ambos ya publicados anteriormente pero rescatados oportunamente para este monográfico. El texto de David Fernández refleja el calado de los discursos xenófobos y racistas en los resultados electorales en Cataluña, subrayando así el combate inconcluso contra este tipo de discriminación y violencia, a pesar de lo que nos parecen señalar los discursos optimistas de la convivencia y la integración.

El texto de del Río y Purcet aborda con crudeza la actualización de los fascismos y los discursos racistas y xenófobos en formaciones políticas que se presentan a las elecciones en Cataluña. El riesgo no consiste únicamente en que obtengan representación sino en la extensión de esos discursos, cargados de eufemismos en otras formaciones políticas, que se hacen eco de los rechazos hacia la población inmigrante en un contexto de crisis.

No podemos ignorar el impacto de la actual crisis en la población inmigrante trabajadora. El artículo de Andrés Pedreño es una muy interesante oportunidad para actualizar nuestros datos y acceder al análisis de los procesos de exclusión y vulnerabilidad social y laboral, que se vienen produciendo desde hace años, cuando el leit motiv de la discriminación no era todavía la crisis económica.

Todo ejercicio práctico y concreto de lucha social y de denuncia debe contemplar estos análisis y escenarios para abordar con precisión la crítica a los usos interesados de los conceptos, para desmontar las historias que justifican la discriminación y para, en definitiva, asegurar nuestra posición al lado de estos compañeros y compañeras sin renunciar a un horizonte de justicia, libertad y solidaridad.